El Catecismo que se mandó redactar expresamente en la sesión XXIV del Concilio de Trento, a algunos Padres conciliares en el Decreto De Reformatione de noviembre de 1563, no pudo terminarse antes de la clausura del Concilio el 4 de Diciembre de 1563, todavía estando en vida Pío IV.
En el día de la terminación del Concilio, en la sesión xxv- se dio el decreto-Sacrosanta Synodus– en el que se recuerda que se presente al Santísimo Pontifice Romano todo el trabajo hecho por quienes se les había encargado- en la sesión segunda a algunos padres escogidos- el Catecismo y para que se publique bajo su dictamen y autoridad así como el Misal y el Breviario«
Inmediatamente después de terminado el Concilio se procede a la redacción y como nota curiosa antes de ser publicado, ya el Concilio provincial de Milán– al que asistieron 15 obispos y el Cardenal Boncompagni que sucedería en el Sumo Pontificado a San Pío V– bajo San Carlos Borromeo se ordenó que lo adquiriesen y estudiasen todos los párrocos. Lo mismo mandó Antonio Carrafa en el sínodo por el convocado en Nápoles.
El trabajo de redacción no pudo terminarse antes del fallecimiento de Pío IV-1565- por lo que fue Pío V el encomendó la terminación de la obra al Cardenal Sirletti.
Fue el Santo Pontífice Pío V quien aprobó la obra y ordenó a los párrocos la usasen en su instrucción de los fieles y por decreto de 25 septiembre de 1566, en el Breve Pastorali officio mandó a Aldo Manucio que la imprimiera y publicara en latín.
Debió llamarse Catecismo Tridentino porque fue compuesto `por todos o la mayor parte de los Padres del Concilio, compendiado por tres de ellos,, y ordenado su publicación por un decreto del Concilio, aunque dejando su publlicación al Sumo Pontífice. Por la publicación ordenada por San Pío V se le llamó Catecismo de San Pío V. Más tarde fue Clemente XIII- en 1761 en su bula In dominico Agro- que desde entonces acompaña a todas las ediciones- le llamó Catecismo Romano. Esta bula que fue promulgada precisamente por su parcial abandono desde fines del S.XVII, a causa de la embestida Jansenista. Cosa que hace lamentarse al papa Clemente XIII. (Recomiendo su lectura en el Catecismo tal como puede descargarse en los textos digitales de este blog y en otros sitios)
Sintetizando este Castecismo fue compuesto por toda la iglesia Católica reunida en el Concilio Ecuménico de mayor renombre; compuesto por casi todos los padres conciliares, revisado y redactado por personas sapiéntísimas, aprobado y confirmado por tres romanos pontífices, recibido y recomendado por veintidos concilios provinciales e infinidad de concilios diocesanos.
Fue mandado traducir al castellano por ordenamiento del Concilio de Lima, en 1583. Siguiendo sus pautas se han formado otros pequeños catecismo como el Astete y Ripalda (véase la barra lateral)y también la explicación del catecismo de San Antonio María Claret, y del célebre Magistral de la Catedral de Valladolid Santiago García Mazo (descárguese de la barra lateral)
En Francia , siguieron sus pautas los catecismos de Pouget, el de Fleury, el de Feller y casi en nuestros días el Gran Catecismo Católico del P. Deharde.
El Concilio Vaticano I pretendió reducirlo confeccionando un Pequeño Catecismo, para lo que se realizó el esquema De parvo Catecismo. ¡Lástima grande que no se llegara a su redacción, por diversos avatares.
Me he extendido algo, resumiendo lo que dice el traductor al castellano y anotador, de la edición romana de 1886, ordenada por el Arzobispo de Madrid, Don José María de Cos, don Anastasio Machuca Díez, porque he querido subrayar la enorme autoridad de este Catecismo, que debe hacer que cualquier católico se rinda a ella. Y no debe excluirse ningún punto doctrinal como sería el caso excluir lo dicho acerca del Bautismo de deseo, so pretexto de que no es un texto infalible ex-cathedra.
Ya hablaremos de ello, pero de momento hay que decir que los trabajos de los padres conciliares, la redacción inmediatamente después de terminado el concilio, y su aprobación por letras y breves apostólicos por tres pontífices, demuestran hasta la saciedad, que lo dicho sobre la correcta interpretación de los célebres canon 4 Sesión VII «De los Sacramentos en general» y el Decreto de la justificación cap. 4, sesión 6, en un post anterior, hacen absolutamente rechazable cualquier explicación espuria del verdadero sentido de estos textos infalibles, puesto que fueron los mismos padres que asistieron a aquéllas sesiones los que trabajaron en el Catecismo. ¡Ellos sabrían mejor que cualquier opositor del Siglo XX y XXI lo que quiso decir el Concilio y en realidad dijo sobre el bautismo y sacramentos «in voto»!
Es absolutamente ridículo discutirlo a sus mismo autores y a la aprobación con los breves y letras apostólicas del magisterio ordinario de los papas, Pío IV, San Pío V, y Clemente XIII. Tanto más ridículo es discutirlo con argucias lengüisticas retorcidas y forzadas, por no decir torticeras, cuyo único objeto es sacar la suya adelante sin caer en la cuenta del daño que se hace a la Tradición y a la Iglesia Católica, que no obvió esfuerzos, trabajos, revisiones, aprobaciones, textos magisteriales, para que los fieles lo tuvieran en alta estima y para que no fuera discutido absolutamente por nadie con gran osadía, y presunción que nace del juicio privado, llevado a extremos de protervia.
Ahora vengamos a la letra de lo que dice el Catecismo sobre el Bautismo de deseo:
Hay que advertir que lo que dice viene a propósito sobre la costumbre de la Iglesia y su disposición de diferir el bautismo a los adultos porque no hay el peligro que puede haber en ello como en el caso de los niños. Al paso que hay en ello saludables utilidades en diferirlos para probar su voluntad, confirmándolo con lo mandado por la Iglesia en antiguos concilios, y para perfeccionar su instrucción en la doctrina de la Fe y en las costumbres que deberían guardar en adelante. Con todo sale al paso la objeción de que con esta dilación pudiera causarse un gran mal al dejarles sin bautismo a aquellos a quienes puede sorprender la muerte.
A esto responde así en Parte II, Cap.2, nº38
Porque tampoco lleva consigo esta dilación el peligro que antes se ha dicho amenaza a los niños; pues a los que están dotados del uso de razón, EL DESEO Y EL PROPÓSITO DE RECIBIR EL BAUTISMO Y EL ARREPENTIIMIENTO DE LA MALA VIDA ANTERIOR LES BASTARÁ PARA OBTENER LA GRACIA Y LA JUSTIFICACIÓN, SI ALGÚN CASO REPENTINO LES IMPIDE SER LAVADOS CON LA SALUDABLE AGUA. Y por el contrario parece que esta dilación les produce algunas utilidades…
Nótese que este párrafo está en perfecta consonancia y casi utilizando las misma.palabras, con la frase del Decreto 4, de la sesión VI que habla de ..sine lavacro regenerationis AUT eius voto. Y también con el canon 4 de la sesión VII» sine eis AUT EORUM VOTO.
« quominus salutari aqua ablui possint»= sine lavacro regenerationis»
«propositum atque consilium = eius ..aut eorum voto.
Siendo lavacro= aqua y salutaris=regenerationis: propositum atque consilium = voto.
En ambos caso fueron los mismos, los autores del catecismo y los asistentes como Padres conciliares al Concilio.
No hay Concilio que haya contado con tantos padres intervinientes, ni Catecismo que haya contado con los trabajos de los mismos padres conciliares, y redactado inmediatamente por quienes estaban en íntima comunicación con muchos de ellos, ni tan aprobado por tres pontífices, con aprobación explícita y orden de publicarlo de uno de ellos y letras y breves apostólicos de los otros dos, así como con la intervención de dos santos, San Pío V y San Carlos Borromeo, y muchos varones sapientísimos y santísimos, obispos de distintas partes del mundo y posteriormente aprobado por concilios provinciales, sínodos, y usado para su explanación por Santos como San Antonio María Claret (que hizo su catecismo siguiendo la pauta de este catecismo y San Pío X cuyo catecismo lleva su nombre. Ya antes el doctor y santo jesuíta San Pedro Canisio hizo su catecismo para los de habla alemana.
Yo creo que no hay documento ni escrito eclesiástico que cuente con tal pléyade de personalidades, y aprobaciones.
Este catecismo recoge la doctrina de Santo Tomás de Aquino en muchos puntos y también en éste. Santo Tomás fue la figura eclesiástica emblemática del Concilio de Trento como San Roberto Belarmino lo fuera del Concilio Vaticano I.
Por otra parte primero San Pedro Canisio (+1597), doctor de la iglesia, autor del catecismo alemán que llegó hasta casi nuestros días, San Roberto Belarmino y San Alfonso María de Ligorio ambos también doctores de la iglesia,sin duda conocieron íntimamente y usaron este catecismo así como los íntegros textos del concilio de Trento, y también se pronunciaron explícitamente sobre el tema que nos ocupa del Bautismo de deseo.
A ellos siguieron una pléyade de teólogos, que también contaron con el catecismo y los textos de Trento.
Por no hablar de santos egregios, como San Antonio María Claret, misioneros, particularmente los franceses en Canadá, los de la sociedad misionera de París, que trabajaron en Asía y sobretodo el gran asceta y místico español Ven.P.La Puente con cuyo libro – Meditaciones de Nuestrs Santa Fe se alimentó la piedad de misioneros españoles, italianos y franceses (conocido en Francia como el P.Dupont) que también habla del Bautismo de deseo. A este Padre que es uno de mis autores favoritos dedicaré un post también a propósito del Bautismo de deseo.
Dejo para otro día la resolución de las objeciones que nos presenta Bro.Dimond sobre el Catecismo Romano que le hacen apartarse de su luminosa doctrina sobre el Bautismo de deseo.
Editaré el post próximamente y me ocuparé de ello en esta misma entrega. Con lo que le daré fin no sin recomendar vivamente el Catecismo Romano como libro seguro que ilumine nuestra Fe al par que nos ilustre sobre la Sagrada Escrirtura por el uso constante que hace de ella y los textos de la Tradición Apostólica Patrística.
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En todo el Catecismo del Concilio de Trento no hay mención alguna de los llamados “tres bautismos”, ni hay mención del “bautismo de deseo” o del “bautismo de sangre”, ni tampoco hay ninguna mención clara de que alguien puede salvarse sin el sacramento del bautismo. Lo que encontramos, más bien, es un párrafo ambiguo, que parece enseñar que se puede alcanzar la gracia y la justificación sin el bautismo. Pero incluso en este párrafo encontramos errores. Por ejemplo, el pasaje dice “el deseo y el propósito de recibir el bautismo y el arrepentimiento de la mala vida anterior les bastará para obtener la gracia y la justificación, si algún caso repentino les impide, poder ser lavados con la saludable agua”.
No hay tal cosa como un “caso repentino” que “impida” recibir el bautismo. Esto es claramente erróneo.
Papa Pío IX, Concilio Vaticano I, sesión 3, cap. 1, De Dios creador de todo: “TODO LO QUE DIOS CREÓ, CON SU PROVIDENCIA LO CONSERVA Y GOBIERNA, alcanzando de un confín a otro poderosamente y disponiéndolo todo suavemente. Porque todo está desnudo y patente ante sus ojos, aun lo que ha de acontecer por libre acción de las criaturas” (visite nuestra página web para ver las fuentes).
Dios ha mandado que todos los hombres reciban el bautismo, y Él no manda cosas imposibles.
Papa Paulo III, Concilio de Trento, sesión 6, cap. 11 de la justificación: “… nadie debe usar de aquella voz temeraria y por lo Padres prohibida bajo anatema, que los mandamientos de Dios son imposibles de guardar para el hombre justificado. ‘PORQUE DIOS NO MANDA COSAS IMPOSIBLES, sino que al mandar avisa que hagas lo que puedas y pidas lo que no puedas…’” (D 804).
Por lo tanto, la referencia a lo repentino que sea inevitable en el Catecismo demuestra, una vez más, que no todo lo que dice es infalible. Un documento infalible no puede afirmar que el impedimento repentino sea inevitable.
Si bien que el Catecismo del Concilio de Trento no es infalible en cada frase, como se ha probado, en su conjunto es un catecismo excelente que expresa con precisión y eficacia la fe católica. Pero lo más importante, el Catecismo de Trento hace declaración tras declaración enseñando clara e inequívocamente que el sacramento del bautismo es absolutamente necesario para la salvación de todos sin excepciones, con lo que repetidamente excluye toda idea de salvación sin el bautismo de agua.
Catecismo del Concilio de Trento, Comparaciones entre los Sacramentos, p. 154: “… hay tres que se consideran necesarios sobre todos los demás [sacramentos], aunque no por una misma razón. En efecto, el Salvador declaró por las siguientes palabras que el bautismo es necesario a todos, SIN NINGUNA EXCEPCIÓN: Quien no renaciere del agua y del Espíritu Santo, no puede entrar en el reino de Dios (Juan 3, 5)”.
¡Esto significa que el sacramento del bautismo es absoluta y universalmente necesario para la salvación sin excepciones! Se excluye toda idea de salvación sin el bautismo de agua. También significa que Juan 3, 5 se entiende literalmente.
Catecismo del Concilio de Trento, Del bautismo – necesidad del bautismo, pp. 176-177: “Mas aunque debe considerarse muy útil a los fieles el conocimiento de todas las cosas que hasta aquí se han explicado, con todo nada puede parecer más necesario que enseñarles que LA LEY DEL BAUTISMO HA SIDO IMPUESTA POR DIOS A TODOS LOS HOMBRES, de tal manera que, si no renacen para Dios por la gracia del bautismo, serán engendrados por sus padres, sean fieles o infieles, para la desgracia y muerte eterna, por lo tanto, explicarán los párrocos con muchísima frecuencia lo que se lee en el Evangelio: Quien no renaciere del agua y del Espíritu Santo, no puede entrar en el reino de Dios (Juan 3, 5)”.
¡Esto significa claramente que nadie puede ser salvo sin el sacramento del bautismo y que Juan 3, 5 es literal, sin excepciones!
Catecismo del Concilio de Trento, Definición de bautismo, p. 163: “Porque, diciendo el Salvador: Quien no renaciese del agua y del Espíritu Santo no puede entrar en el reino de Dios (Juan 3, 5); y el Apóstol, hablando de la Iglesia: Limpiándola en el bautismo de agua con la palabra de vida (Ef. 5, 26), resulta que muy bien y propiamente se define que el bautismo es el sacramento de regeneración por el agua con la palabra”.
El Catecismo de Trento también enseña que si hay peligro de muerte para un adulto, el bautismo no debe diferirse.
Catecismo del Concilio de Trento, En casos de necesidad los adultos pueden ser bautizados inmediatamente, p. 180: “Más a veces, sin embargo, no debe diferirse el día del bautismo, habiendo alguna causa necesaria y justa, como si se diese que amenazaba peligro de muerte; y, sobre todo, si están para ser bautizados los que ya conocen bien los misterios de la fe”.
El retraso habitual en bautizar a los adultos que vemos en la historia era para la instrucción y para probar a los catecúmenos. Este retraso no era porque se creía que los adultos podían salvarse sin el bautismo, como ya se ha probado en nuestra sección sobre el Papa San Siricio.
Catecismo del Concilio de Trento, Bautismo hecho obligatorio después de la Resurrección de Cristo, p. 171: “Porque están conformes los Sagrados Escritores que, después de la resurrección del Señor, cuando mandó a los apóstoles: Id e instruid a todas las naciones, bautizándolas en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo, desde entonces todos los hombres, que habían de conseguir la salvación eterna, comenzaron a estar obligados a la ley del bautismo”.
Catecismo del Concilio de Trento, Materia de bautismo – conveniencia, p. 165: “Pero respecto a esto podrán los párrocos enseñar en primer lugar que, siendo este sacramento necesario A TODOS SIN NINGUNA EXCEPCIÓN PARA CONSEGUIR LA VIDA ETERNA, fue por esto muy conveniente la materia del agua, la cual siempre se encuentra, y pueden todos fácilmente adquirirla”.
Tenga en cuenta que el Catecismo enseña que el agua “pueden todos fácilmente adquirirla”, una frase que excluye la noción misma del bautismo de deseo – que el agua no todos pueden fácilmente adquirirla. Observe también que el Catecismo ¡declara que EL SACRAMENTO es necesario para todos para la salvación! Esto excluye cualquier noción de salvación sin el sacramento del bautismo. Por tanto, el Catecismo de Trento enseña repetidamente y de forma inequívoca que es la enseñanza de Jesucristo y de la Iglesia católica de que el sacramento del bautismo es necesario para todos para la salvación. Todo esto es claramente contrario a las teorías de bautismo de deseo y bautismo de sangre.
Es más, el Catecismo también enseña que los cristianos se distinguen de los no cristianos por el sacramento del bautismo.
Catecismo del Concilio de Trento, Del bautismo – segundo efecto: el carácter sacramental, p. 159: “En el carácter impreso por el bautismo, ambos efectos se ejemplifican. Por él estamos capacitados para recibir los otros sacramentos y el cristiano se distingue de los que no profesan la fe”.
Los que afirman que EL SACRAMENTO del bautismo no es necesario para la salvación de todos (por ejemplo, todos los que creen en el bautismo de deseo) contradicen la enseñanza misma del Catecismo de Trento.
Catecismo del Concilio de Trento, Materia del bautismo – conveniencia, p. 165: “Pero respecto a esto podrán los párrocos enseñar en primer lugar que, SIENDO ESTE SACRAMENTO NECESARIO A TODOS SIN NINGUNA EXCEPCIÓN PARA CONSEGUIR LA VIDA ETERNA, fue por esto muy conveniente la materia del agua, la cual siempre se encuentra, y pueden todos fácilmente adquirirla”.
Sinceramente,
Monasterio de la Sagrada Familia
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Yo no creo en el bautismo de deseo, porque si fuera cierto, entonces habría contradicción con el dogma definido. Además, admitir el bautismo de deseo es afirmar implícitamente que la Providencia de Dios no es lo suficientemente providente para proporcionar el sacramento del bautismo a toda alma recta y que se convierte de verdad a la fe católica.
La doctrina del bautismo de deseo está llena de absurdos: primero no es sacramento; segundo, no imprime caracter; tercero, la persona que recibiría el «bautismo de deseo» no estaría sujeta al romano pontífice, porque la Iglesia sólo ejerce juicio sobre los bautisados; cuarto, la Iglesia católica no sería una sociedad enteramente visible puesto que aquellos que fueran «miembros» por el bautismo de deseo no serían miembros visibles; sexto, no hay ninguna definición dogmática ni tampoco en el magisterio ordinario que mencione la palabra «bautismo de deseo» como sustituto del sacramento; séptimo, Nuestro Señor se habría expresado mal cuando dice: «En verdad, en verdad os digo, quien no renaciere del agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de los cielos; y así muchas otras más que se podrían listar.
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quizá pueda servir la voz del magisterio actual en el Catecismo 1258 – 1260 para tener una respuesta suficientemente clara en relación al bautismo de deseo, que no siendo sacramento (no imprime caracter) produce los frutos del mismo (Cat. 1257)
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