He recibido un mensaje de Pedro Rizo participándome su nuevo post, cuyo título es «Mensaje subliminal de las comuniones con las dos especies«. Como el post tiene intuiciones sagaces sobre los perniciosos efectos de esta práctica de cada vez más uso, he decidido traer a esta entrada el enlace. Pero yo tendría que hacer las siguientes observaciones:
Aunque las observaciones de Pedro Rizo son atinadas, sin embargo su presupuesto básico es, en mi opinión, falso. Este presupuesto es la seguras validez, conveniencia y licitud de la celebración y asistencia de/a la nueva misa. La práctica de comulgar bajo las dos especies, sería, para él, algo peligroso. Si no se acepta, las cosas irían bien, y podríamos aprovecharnos dada la conveniencia, seguras validez y licitud de la misa del Novus Ordo. Pero esta reflexión es absolutamente falsa. Como no quiero extenderme sobre este punto, me remito a dos documentos.
Uno es el que puede obtener el lector pulsando la pestaña «60 razones» de este mismo blog. La lectura atenta de las 60 razones expuestas, convencerá al lector de la falsedad del presupuesto subyacente a la argumentación de Pedro Rizo.
Otro documento es el que se obtiene en formato pdf. pulsando el siguiente enlace Jean-Michel Gomis
Es un magnífico resumen de la historia y teología de la Misa católica. Después pasa a confrontar esta sagrada Misa con la misa del N.O. Las conclusiones que resultan deshacen cualquier argumentación en favor de la nueva misa. Incluso establece la probable invalidez incoveniencia e ilicitud de la asistencia a ella. Es más, queda patente que la nueva misa no es más que el rito que inauguró Lutero (que también impuso, por la fuerza y con mentiras la comunión bajo las dos especies frente a la renuencia del pueblo hasta entonces fiel), de quien ha copiado muchas cosas como la mesa en vez del altar, lengua vernácula, muchísimos textos y gestos litúrgicos, y sobre todo la teología subyacente que es luterana. Si bien esto lo hace utilizando en el rito expresiones ambiguas y equívocas (que no pueden agradar a Dios que detesta la ambigüedad y la mentira) que puedan engañar al sencillo fiel que sale con la impresión de que «en lo sustancial las dos misas son la misma cosa». También Lutero intentó que se tuviera la misma impresión en su Cena para lo que conservó muchas cosas accidentales de la antigua Misa, con éxito por supuesto. Es más, tenemos también en nuestros días la afirmación, groseramente falsa, de Benedicto XVI que llega a hablar, en la carta que acompaña a la publicación del Motu Propio Summorum Pontificum del «valor y santidad del nuevo rito» añadiendo que «no hay ninguna contradicción entre una y otra edición del Missale Romanum . En la historia de la Liturgia hay crecimiento y progreso, pero ninguna ruptura». La realidad es justo lo contrario. Hay una evidente ruptura que marca la degradación en la nueva misa hacia concepciones luteranas. ¿Cómo se puede llamar a esto crecimiento y progreso? Para no extenderme en la prueba de mi última afirmación invito al lector a leer el documento que aporto. Sólo apunto que en opinión de los cardenales Ottaviani y Bacci escribiendo en carta a Pablo VI, establecen lo contrario a la afirmación de Benedicto XVI, de que la nueva misa ya no expresa la Fe de Trento (a la cual estamos los católicos obligados) y de que hay una evidente fractura con la Santa Misa anterior. Fractura o ruptura es la misma cosa.
La nueva misa es también deudora del rito de la Cena calvinista y sobre todo del rito anglicano de Crammer, impuesto en su época por la fuerza, con muchos mártires que no lo aceptaron. La influencia de los 6 protestantes en la confección de la nueva misa por el masón Bugnini, (Buan para los «hermanos») de la misa del N.O. es patente. Sin olvidar las trazas masónicas y judaicas que pueden observarse, aquí allá, quizás sugeridas por el observador judío que también asistió al engendro del rito. Tales cambios no hubieran podido aceptarse por el pueblo fiel si no se hubiera puesto en juego el prejuicio de la autoridad y obediencia que se debe al papa (lo cual es cierto y obligado si se trata de papas legítimos), y sin que hubieran mediado mentiras que ¡llegan a nuestros días!, tal como pasó con los pseudoreformadores en el siglo XVI.
Sólo tengo que observar que no estoy en absoluto de acuerdo con lo que dice en este documento su autor, R.P. Jean-Michel Gomis, despojando a los papas de infalibilidad en la publicación y aprobación de los ritos litúgicos. La prueba que trae es increiblemente endeble. ¿Pero es que alguien puede pensar que la promulgación de un Rito tan importante, que obligó a fieles y a sacerdotes, que motivó tantas tragedias personales y colectivas, y de la que se derivaron tantísimas consecuencias negativas, haya podido ser un mero acto de gobierno sin involucración del carisma papal de la infalibilidad, que existiría en un papa legítimo? Es evidente que el autor dice esto obligado por su posición teológica de sostener la legitimidad de los papas posconciliares(tal como también profesa Pedro Rizo que llega a decir que un papa puede ser hereje o incluso ateo aquí ) y en particular de Pablo VI. Si ya el Doctor Eximio, Francisco Suarez S.I observó que si un papa cambia por entero los ritos, caería en la herejía y dejaría de ser papa (bien que esto es imposible en un papa legítimo), ¿cómo se puede decir que un acto que ha sido trascendental en la vida de la Iglesia, haya podido ser hecho por un papa legítimo, despojándo a este acto de la nota de infalibilidad y reduciéndolo a un acto más de gobierno?
El post que aporto al blog puede leerse en el enlace siguiente
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