7.3 ANEXO C: ¿QUÉ ES UN “HEREJE?
- 7.3.1: La pertinacia
- 7.3.2: Nadie puede aducir desconocimiento del magisterio
- 7.3.3: ¿Roncalli, Montini, Luciani y Wojtyla son pertinaces?
- 7.3.4: Los herejes no forman parte de la Iglesia
- 7.3.5: Conclusión de nuestro anexo C* **He aquí la definición oficial de la palabra “hereje”, dada por el Codex Iuris Canonici de 1917 (canon 1325, § 2): “Si alguno, después de la recepción del bautismo, reteniendo el nombre de cristiano, niega con pertinacia (pertinaciter) una de las verdades a creer de fe divina y católica o la pone en duda, es hereje”.7.3.1 LA PERTINACIAEs hereje aquél que niega un dogma “con pertinacia”. El adverbio latino “pertinaciter” puede traducirse en castellano por testarudez, obstinación, tenacidad.Los teólogos distinguen dos categorías de personas: las que están en el error sin ser pertinaces y las que adhieren al error con obstinación:El “hereje material” es el que está materialmente en el error (desviación de la fe), pero que está en este error por IGNORANCIA de la doctrina católica. No forma parte de los “haereticis”, sino que es parte de los “errantes”.El “hereje formal”, por el contrario, está en el error no por ignorancia sino por malicia: sabe que sus ideas son contrarias al magisterio de la Iglesia católica, pero se aferra a ellas. Es hereje.Santo Tomás definió el acto de herejía como siendo acto de rechazo del magisterio: “Es manifiesto que quién adhiere a la doctrina de la Iglesia como a una regla infalible consiente a todo lo que enseña la Iglesia; de otro modo, si, entre las verdades enseñadas por la Iglesia no retiene más que las que él quiere y abandona lo que no le gusta, no adhiere más a la doctrina de la Iglesia como a una regla infalible, sino a su propio juicio. Por eso el hereje que rechaza con obstinación un solo artículo de fe no está dispuesto a seguir, sobre los otros, la enseñanza de la Iglesia; (…) no tiene, en materia de fe, más que una opinión humana, dictada por su voluntad” (Santo Tomás de Aquino: Suma Teológica, II-II, q. 5 a. 3).Apoyándose sobre Santo Tomás y otros muchos teólogos, el Diccionario de teología católica (artículo “herejía”) define también los términos “herejía” y “pertinacia”: “Siendo el acto de herejía un juicio erróneo de la inteligencia, es suficiente, para cometer el pecado de herejía, emitir conscientemente y voluntariamente
201
ese juicio erróneo, en oposición con la enseñanza del magisterio de la Iglesia. Desde el instante en que se CONOCE suficientemente la regla de la fe en la Iglesia, y que sobre un punto cualquiera, por un motivo cualquiera y bajo no importa qué forma, se rehúsa sometimiento, la herejía formal es consumada (…). Esta oposición consentida al magisterio de la Iglesia constituye la pertinacia, que los autores requieren para que haya pecado de herejía (…). Es necesario observar con Cajetan (in IIam IIae, q. XI a. 2) y Suárez (loc. cit. no 8), que ESTA PERTINACIA NO INCLUYE NECESARIAMENTE una larga obstinación de la parte del hereje ni MONICIONES DE PARTE DE LA IGLESIA”.
Lo que hace a la pertinacia, es el conocimiento y el rechazo del MAGISTERIO (y no el rechazo de una monición canónica INDIVIDUAL). Es la oposición al magisterio (y no la desobediencia a una advertencia individual expedida por el ordinario del lugar) lo que constituye la pertinacia. Según el doctor angélico, sólo la IGNORANCIA del magisterio eclesiástico excusa la herejía: “…si (una persona) no es pertinaz, sino presto a corregir su juicio según lo que determina la Iglesia, y así yerra no por malicia, sino por IGNORANCIA, no es hereje” (Santo Tomás de Aquino: Comentario sobre todas las epístolas de San Pablo, lección 2 sobre Tito III, 10-II).
“Si hay quienes defienden su manera de pensar, aunque falsa y perversa, sin tener ninguna animosidad obstinada, sino buscando la verdad con precaución, y prestos a corregirse desde que la hayan encontrado, no es necesario absolutamente contarlos en el rango de los herejes” (San Agustín: Epist. 43, cap. 3; Decretales, § 24), porque efectivamente no eligen estar en contradicción con la enseñanza de la Iglesia. (…) Por el contrario después que las cosas han sido definidas por la autoridad de la Iglesia universal si alguno rechazara obstinadamente a un tal fallo, sería hereje” (Santo Tomás: Suma teológica, II-II, q. il, a. 2).
Según el doctor angélico, lo que constituye la pertinacia, es una oposición a la verdad conocida – y de ninguna manera el rechazo de una monición canónica individual expedida por el ordinario del lugar. Es por esto que un hombre perverso, que niega conscientemente los dogmas, pero que jamás ha sido detectado y juzgado individualmente por la autoridad, es de todas maneras hereje.
Si se pretendiera que es necesario a todo precio un juicio de la Sede apostólica o del obispo del lugar contra tal o cual individuo, se arribaría al absurdo. Por lo que sabemos, Calvino nunca recibió una monición canónica individual, no más que el reformador suizo Zuinglio o aún el amigo de Lutero Melanchthon. ¡¿Entonces no serían herejes?! ¡¿Igualmente, millones de protestantes que han despreciado los anatemas fulminados por el concilio de Trento no serían herejes, porque hubiera sido necesario citarlos uno por uno ante el tribunal?!
Si sólo quiénes han rechazado una monición canónica individual fueran herejes, se arribaría entonces a otro absurdo. Bastaría entonces que la Iglesia cese de enviar moniciones canónicas, y jamás nadie sería hereje. He aquí una solución elegante, que volvería superfluas las prédicas y plegarias por la conversión de los herejes. Adoptar una posición parecida equivaldría a imitar a la Iglesia conciliar.
Nota bene: Existen dos tipos de moniciones y condenas: las individuales y las colectivas. Lutero, por ejemplo, sufrió una condena individual. Una condena colectiva
202
de parte de la Iglesia se presenta generalmente bajo la forma “Si alguno pretende que… (sigue la opinión prohibida)… que sea anatema”. La Iglesia puede todavía dar una orden positiva: “Nos definimos que… (tal o cual dogma católico)… forma parte de la Revelación divina”. Quienquiera desobedezca conscientemente a tales conminaciones es hereje, sin otra declaración de parte de la Iglesia.
La enseñanza de santo Tomás sobre este punto (ver supra) concuerda perfectamente con lo que enseña indirectamente el papa Pío IX: “Por lo cual, si algunos presumieren sentir en su corazón contra los que Nos hemos definido, que Dios no lo permita, tengan entendido y sepan además que se CONDENAN POR SU PROPIA SENTENCIA, que han naufragado en la fe, y que SE HAN SEPARADO DE LA UNIDAD DE LA IGLESIA, y que además, si osaren manifestar de palabra o por escrito o de otra cualquiera manera externa lo que sintieren en su corazón, POR LO MISMO quedan sujetos a las penas establecidas por el derecho”. (Pío IX: constitución Ineffabilis Deus, 8 de diciembre de 1854).
Estas pocas citas son suficientes para definir la “pertinacia”. Es hereje pertinaz aquél que conscientemente contradice la doctrina católica. La monición canónica individual no es necesaria, pues hay una advertencia colectiva: la voz del magisterio tiene valor de monición universal dirigida a todos los fieles.
7.3.2 NADIE PUEDE ADUCIR DESCONOCIMIENTO DEL MAGISTERIO
Según santo Tomás (Suma teológica, I, q. 32, a. 4), todos los católicos son considerados conocer el magisterio de la Iglesia y las verdades reveladas en las Sagradas Escrituras. El código de derecho canónico estipula que todos los fieles deben no solamente creer todo lo que enseña la Iglesia (¡luego todos se presumen conocedores del magisterio!) sino todavía que son obligados a evitar las herejías o las opiniones próximas a la herejía (luego se presume que todos conocen las puestas en guardia contra el protestantismo, el liberalismo, el modernismo, etc.). Es por esto que San Pío X ha obligado a cada clérigo a pronunciar el juramento antimodernista, a fin de asegurar que nadie permanecerá ignorante de las condenas pronunciadas contra los errores masónicos modernistas.
OBLIGACIÓN LEGAL DE CONOCER EL MAGISTERIO: “Deben ser creídas, de fe divina y católica, todas las cosas que están contenidas en la palabra de Dios, sea escritas, sea transmitidas por tradición, y que la Iglesia, sea por un juicio solemne, sea por el magisterio ordinario y universal, propone como siendo divinamente reveladas” (canon 1323, §1, citando Vaticano I: constitución dogmática Dei Filius, 236 de abril de 1870, c. 3, titulado “de fide”).
OBLIGACIÓN LEGAL DE CONOCER LAS HEREJÍAS O ERRORES VECINOS DE LA HEREJÍA: “No basta evitar la depravación herética, sino que es necesario igualmente huir con diligencia de los errores que se le aproximan más o menos. Es por esto que todos deben, en efecto, seguir las constituciones y decretos `por los cuales esas opiniones son proscriptas y prohibidas por la Santa Sede” (canon 1324).
Las decisiones del magisterio – se trate de la enseñanza de la verdad o de la proscripción de un error – HACEN LEY. Ahora bien, nadie puede aducir ignorancia de la ley: “La ignorancia de la ley (…) generalmente no se presume” (canon 16, § 2).
203
* **
La ignorancia puede ser “afectada”, es decir que es voluntaria y proviene de la decisión de no instruirse en la ley, para faltar a ella más libremente. Una actitud también detestable no exenta de ninguna pena latae sententiae. “La ignorancia afectada de la ley, o solamente de la pena, no excusa jamás de ninguna pena latae sententiae” (canon 2229, § 1). La pena latae sententiae es, precisémoslo, una punición decretada con anticipación por el legislador. Ejemplo: San Pío X (motu proprio Praestantia, 18 de noviembre de 1907) ha excomulgado de antemano a toda persona que, en el futuro, profesara los errores modernistas.
Cuando la ignorancia es solamente el fruto de una negligencia, se dice que la persona está en una ignorancia “crasa” (sinónimo: “supina”). Pero aún en ese caso, la ignorancia no excusa ninguna pena latae sententiae. (canon 2229, § 3). La ignorancia “crasa” es lo propio de los perezosos, que descuidan instruirse de lo que deberían saber. Ejemplo: un médico o una partera que ignoraran sus deberes de estado específicos, porque nunca hubieran querido leer, por ejemplo, el Discurso a las parteras de Pío XII.
Otro ejemplo: un clérigo que prestara el juramento antimodernista sin haber querido leer los escritos antimodernistas y antiliberales, a los que se hace referencia explícitamente en el dicho juramento. Si un tal clérigo – Roncalli, Montini, Luciani y Wojtyla, por nombrar algunos, cayera en la herejía modernista, incurriría – así fuera por ignorancia crasa – en las penas aplicadas latae sententiae contra los modernistas: excomunión, más pérdida automática de su oficio eclesiástico
7.3.3 ¿RONCALLI, MONTINI, LUCIANI Y WOJTYLA SON PERTINACES?
Roncalli, Montini, Luciani y Wojtyla conocen perfectamente la doctrina católica: La prueba:
- El juramento antimodernista que han prestado (ver capítulo 4.2) y…
- ¡Las referencias en pié de página de sus propios escritos!En el § 2 de Dignitatis humanae (documento leído y aprobado por Montini), se encuentra, en efecto un envío a la encíclica Libertas del papa León XIII, en la cual la libertad religiosa es formalmente condenadaY en el § 6 de Dignitatis humanae figura en nota una referencia a la encíclica Inmortale Dei, en la que León XIII condena la separación de la Iglesia y el Estado.Igualmente, la encíclica Mortalium animos de Pío XI, que condena con anticipación el falso ecumenismo de la secta conciliar, figura en referencia en pie de página del nuevo código (inválido y hereje) de derecho canónico, promulgado el 25 de enero de 1983 por Wojtyla (Pontificia Commissio Codici juris canonici authentice interpretando: Codex iuris canonici auctoritate Joannis Pauli PP. II promulgatus fontium annotatione et indice analytico-alphabetico auctus, Ciudad del Vaticano 1989, nota en pie de página del canon 755, § 1).
204
- Igualmente, en el catecismo de la Iglesia católica (tan querido a Wojtyla que lo ha impuesto a todos los conciliares), se encuentran referencias a documentos pontificios diametralmente opuestos a las herejías wojtylianas:
- Pío VI: breve Quod aliquantum del 10 de marzo de 1791, que condena los derechos del hombre;
- Pío IX: encíclica Quanta cura del 8 de diciembre de 1864, que proscribe los errores modernos (entre los cuales la libertad religiosa):
- León XIII: encíclica Diuturnum del 29 de junio de 1881, encíclica Inmortale Dei del 1 de noviembre de 1885, encíclica Libertas del 20 de junio de 1888, contra la separación de la Iglesia y el Estado;
- Pío XI: encíclica Quas primas del 11 de diciembre de 1925, sobre Cristo Rey;
- Pío XII: encíclica Mystici corporis del 29 de junio de 1943, contra una falsa concepción de la Iglesia;
- Concilios ecuménicos de Nicea I y II, Constantinopla I, II, III y IV, Éfeso, Calcedonia, Letrán IV y V, Lion II, Viena, Constancia, Florencia, Trento y Vaticano I.¡Con un tal bagaje cultural, Wojtyla está seguramente al corriente de la doctrina cristiana! Todas esas referencias a los papas y concilios prueban incontestablemente que CONOCE el magisterio. Es pues en pleno CONOCIMIENTO DE CAUSA que se OPONE. Es por esto que su PERTINACIA es más que evidente – a condición de querer abrir los ojos y mirar a la realidad de frente.7.3.4 LOS HEREJES NO FORMAN PARTE DE LA IGLESIALos herejes no forman parte de la Iglesia, y esto sin ninguna declaración de parte de la Iglesia. San Roberto Belarmino precisa una consecuencia importante del pecado de herejía: “Los herejes, antes aún de ser excomulgados, están fuera de la Iglesia y privados de toda jurisdicción. Pues se han condenado por su propia sentencia, como lo enseña el Apóstol (Tito III, 10) es decir amputados del cuerpo de la Iglesia sin excomunión” (San Roberto Belarmino: De romano pontifice, libro II, ch. 30).El catecismo del concilio de Trento enseña la misma cosa: “Los herejes y los cismáticos están excluidos de la Iglesia porque se han separado de ella; de suerte que no le pertenecen más que lo que un desertor pertenece al ejército que ha abandonado. Lo que no impide (pero esto no es obligado) que estén bajo el poder de la Iglesia y que ella pueda juzgarlos, punirlos y golpearlos con anatema”.7.3.5 CONCLUSIÓN DE NUESTRO ANEXO CEs hereje quién se opone conscientemente al magisterio eclesiástico. Roncalli, Montini, Luciani, Wojtyla son herejes, porque conocen la verdadera doctrina, pero enseñan lo contrario.“¡Evita al hombre hereje!” (Tito III, 10).“Si viene alguno a vosotros y no trae esta doctrina (de Jesucristo), no le recibáis en casa, ni le saludéis, porque quien le saluda participa en sus malas obras” (2. Juan 10).
205
RESUMIDO: El que, tal como Roncalli, Montini, Luciani o Wojtyla, se opone conscientemente al magisterio eclesiástico es hereje y por el mismo hecho está fuera de la Iglesia.
PIEZA DE ORO ACUÑADA POR EL PRÍNCIPE ESPAÑOL SAN HERMENEGILDO (555 – 585). SU DIVISA ES TOMADA DE SAN PABLO: “DEVITA HAERETICUM HOMINEM EVITA AL HOMBRE HEREJE” (TITO III, 10).
Fuente MISTERIO DE INIQUIDAD, 4
Categorías:ALL POSTS, Apostasía en la Iglesia, Infalibilidad, Sedevacantismo
Muy buena Saga, nutrida de citas valiosas para discernir.
Por otra parte:
Me siento escandalizado por estas palabras, que no por ser viejas en su boca, me dejan indiferente:
“Bendicto XVI desea “paz y bien a toda la comunidad hebrea de Roma, invocando del Altísimo copiosas bendiciones para el Nuevo Año y esperando que los hebreos y los cristianos, creciendo en la estima y en la amistad recíproca, den testimonio en el mundo de los valores que brotan de la adoración del único Dios”
Si Benedicto XVI afirma que judíos y cristianos adoramos a un mismo Dios, se nos presenta el siguiente dilema: o bien el Protomartir San Esteban, Santiago, los encarcelamientos de Pedro y Juan por los jefes judíos, incluido el sumo sacerdote Ananías, fueron inútiles, o bien Benedicto XVI yerra gravísimamente en el dogma fundamental de la fe.
Este dilema le resuelve el mismo Cristo quien les dice a los judíos: «vosotros no me conocéis ni a mí ni a mi Padre; si me conocieran a mí, conocerían también a mi Padre» (S. Juan 8, 19).
Entonces, ¿A qué Dios adoran los judíos que no reconocen a Cristo? Nuevo dilema ¿Será a Adonai, cuya fe incluye la esperanza de un Vástago de la estirpe de Diavid u a otro desconocido? De nuevo la respuesta nos la da el mismo Dios, Jesucristo, en el templo: “ellos [los judíos] le replicaron: «Nuestro padre es Abraham». Y Jesús les dijo: «Si fuerais hijos de Abraham obraríais como él.; pero ahora quieren matarme a mí, al hombre que les dice la verdad que ha oído de Dios. Abraham no hizo eso. Pero ustedes obran como su padre». Ellos le dijeron: «Nosotros no hemos nacido de la prostitución; tenemos un solo Padre, que es Dios ».[lo mismo que dice Benedicto XVI] «Jesús prosiguió: «Si Dios fuera su Padre, ustedes me amarían, porque yo he salido de Dios y vengo de Él. No he venido por mí mismo, sino que Él me envió…vosotros (los judíos que no aceptan a Cristo) tenéis por padre al demonio y queréis cumplir los deseos de vuestro padre [matar al Hijo del Padre]. Desde el comienzo él fue homicida y no tiene nada que ver con la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando miente, habla conforme a lo que es, porque es mentiroso y padre de la mentira”. (S. Juan 39, ss).
Ergo, Cristo mismo refuta a Benedicto XVI, cuando dice que el dios que adoran los judíos que no aceptan al Verbo Encarnado, es el demonio y, también dice claramente. que Dios no es el padre de los judíos que no aceptan a Cristo.
Se podrá argüir, que en virtud de que fueron depositarios de la Antigua Alianza tendrán estos rabinos de hoy el ‘privilegio’ sobre los demás, al menos de ser llamados ‘Hermanos Mayores’, tal como les denomina Ratzinger e hizo Karol J. Wojtyła siguiendo a la escandalosa Nostra Aetate; pero es imposible que quien tiene por padre al demonio, tenga parentesco alguno con quien en su alma inhabita la Santísima Trinidad; ergo, mi hermanos mayores, ni menores, ni primos, ni cuñados.
En cuanto a la salvación de los judíos, tenemos otro dilema ¿o creemos el discurso ecuménico del ‘concilio’ vaticano II divulgado por Montini, Wojtyła y Ratzinger, según el cual se salvan si son buenos judíos o creemos a Cristo?
Porque es Cristo mismo quien dice a los judíos que si no creen que Jesús es ‘Yo soy’ (Dios) morirán en su pecado; y no sólo una vez, sino que les reitera su sentencia:
« Jesús les dijo también: «Yo me voy, y ustedes me buscarán y morirán en su pecado. Adonde yo voy, ustedes no pueden ir» Por eso les he dicho: «Ustedes morirán en sus pecados». Porque si no creen que Yo Soy, morirán en sus pecados». (S. Juan 8, 21)
Y bien sabemos que quien muere en pecado mortal no puede salvarse. Y no se conoce mayor pecado que aquel llamado contra el Espíritu; porque eligen como padre al demonio, según el mismo Jesús, en vez de al Padre de Nuestro señor Jesucristo
Ahora bien, como los martirios de San Esteban, Santiago y muchos mártires desconocidos a manos de los judíos en los primero siglos no fueron inútiles porque emularon el martirio que los deicidas judíos cometieron con Nuestro Señor Jesucristo, no cabe decir más ,que Benedicto XVI yerra en el dogma fundamental o predica un dogma distinto.
Cabe preguntarse si un papa puede predicar una doctrina distinta; contra esta posibilidad se levanta el Apóstol de los Gentiles anatematizando a quien osare hacer prostituir los dogmas:
Más si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema (Gal 1,8) — El evangelio predicado por Pablo, un apóstol inspirado por Dios, era y es completo y per¬fecto, absoluto y final. «Más si aun nosotros…» Algunos pastores cambian. Muchos lo han hecho. Comienzan bien y después predi¬can el error. Dios no hace acepción de per¬sonas: si Pablo mismo en algún momento hu¬biera cambiado el Evangelio que había predi¬cado a los gálatas, él habría merecido la con¬denación.
Pablo usa la palabra anatema también en 1 Cor. 16:22, «El que no amare al Señor Jesucristo, sea anatema»
¿Por qué denunció tan seve¬ramente a los judaizantes? Porque si se cam¬bia el Evangelio, la eficacia de la Sangre de Cristo queda anulada y toda esperanza de salvación se pierde. Todos los que fueron bau¬tizados en Cristo (3:27) iban a perder su salvación si aceptaban el «evangelio dife¬rente» de los judaizantes. Cuestión de gravísima y capital importancia.
Por otra parte, también la Iglesia confirmó siempre lo que San Pablo nos dice:
Porque el Espíritu Santo no fue prometido a los sucesores de Pedro para que den a conocer como revelada una nueva doctrina, sino que con su asistencia, guarden santamente y expongan fielmente la revelación transmitida por los Apóstoles, es decir, el “Depósito de la Fe. Constitución Dogmática Pastor Aeternus (Dz2001 N º 3070)
Luego tenemos un nuevo dilema ¿o el papa puede errar en materia de fe y de costumbres o no puede errar? Si puede errar, se viene abajo la cátedra de Pedro sobre la que fue fundada la Iglesia y a ningún papa cabe sometimiento y muchos menos a los últimos; luego no es posible que el papa yerre.
Si no puede errar, por la asistencia prometida por el Espíritu Santo, nos enfrentamos a una nueva bifurcación ¿yerra el Papa o yerra Ratzinger, Wojtyła, etc.? Cuestión harto dificultosa, pero que se resuelve con facilidad y por lo cual no es necesario distinguir, toda vez que los pronunciamientos donde afirma que los judíos y cristianos adoramos al mismo Dios, los emite como Benedicto XVI, y lo mismo hizo su predecesor, lo que nos ahorra la discusión.
Ergo, yerra Benedicto XVI; pero si yerra no tiene la asistencia del Espíritu Santo prometida, luego sólo cabe plantear un último dilema: Ratzinger y Wojtyła cuando señalan que los judíos que no aceptan a Cristo adoran al mismo Dios que los católicos ¿yerran o son formalmente herejes? Todo buen católico, por inercia y acostumbrado a ver la sede de Pedro exponiendo fielmente la doctrina recibida hasta la reunión del Vaticano II, se resiste durante tiempo a confirmar la segunda opción, sufriendo mientras busca la verdad, y hasta el punto que muchos han muerto ante tanto dolor; si esa fuera la conclusión, no le quedará más remedio que atender los argumentos de los llamados ‘sedevacantistas’, y discernir entre la paja y el trigo, esparcido también entre ellos. Ellos no niegan la sujeción a la Sede de Pedro, al contrario, son los más acérrimos defensores de esa Cáthedra, hasta el punto que no distinguen, en general, grados de magisterio; lo que niegan es que los pontífices conciliares hasta hoy sean verdaderos papas. Pero si la respuesta fuera la primera opción, no le está permitido al católico, sin embargo, saludar las novedades y errores, sino combatirlas aunque vinieran del que aceptan como papa, que es de donde vienen hoy, salvo que quiera caer bajo el anatema lanzado, no por el papa o el usurpador, según posición de cada uno, sino por San Pablo mismo.
Esta crisis es muy distinta de otras, incluso graves, habidas en la Iglesia; y si no se entiende que estamos en los últimos tiempos, nada se podrá comprender; la tribulación será como nunca fue, y no sólo física sino también moral, hasta el punto de que » si aquellos días no fueran acortados, nadie se salvaría; pero por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados”(Mt, 24, 22).
A unos y a otros, que desean caminar tras la Verdad, deberán tener en cuenta que lo que se pretende es expandir es la negación de la divinidad de Cristo o rebajarla para crear una nueva religión; ante esto debemos reaccionar con el espíritu de San Pablo “¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿La tribulación? ¿La angustia? ¿la persecución? ¿el hambre? ¿la desnudez? ¿los peligros? ¿la espada?”. (Romanos 8, 35)
Estemos vigilantes con las lámparas encendidas, refugiados en las llagas de Cristo, haciendo oídos sordos de estos cantos de sirena que viene de Roma, que quieren prostituir la fe católica. Todo esto está anunciado, no sólo por las profecías de la Virgen María, sino por el mismo Cristo; se trata de la gran apostasía de la que habla San Pablo y de la que Nuestro Señor nos advirtió para no cogernos desprevenidos: “Pero, cuando el Hijo del hombre venga, ¿encontrará la fe sobre la tierra?2 (Lc 1.8)
Ven Señor Jesús, Ven pronto.
Me gustaMe gusta
Hola! Me gustaria para beneficio de todos los catolicos en lugares de conflicto y persecucion por gobiernos ateos y seculares (Obama en EEUU con su programa de salud proabortista; Cuba comunista; Francia secular; Argentina secularizandose y anticatolica, etc), que enfocaran sus doctos estudios a apoyarnos en defensa de nuestra fe y de nuestros hermanos en estos lugares. Creo que estan centrados en lo que a ustedes les hace sufrir a nivel doctrinal, de autoridad y liturgia, y se olvidan de que muchos estamos en peligro de muerte por la fe en Cristo. Es la vida real, no de las bibliotecas ni seminarios. Con todo respeto, envien alguna ayuda en argumentos para defendernos de estas persecuciones y oren por favor! Gracias!
Me gustaMe gusta