Traemos el siguiente artículo sacado de la revista EINSICHT de abril de 2004. El post es una parte del documento que en el enlace puede verse en francés.
Adelanto un extracto del artículo, de lectura algo densa, diciendo que pretende adentrarse en el Concilio Vaticano II y más de allá de errores puntuales en flagrante contradición con la doctrina dogmática católica, intenta mostrar el error básico que recorre sus textos, e incluso las declaraciones oficiales posteriores. El error no es otro que el que autor señala por adelantado, en el mismo título.
Ante ese error fundamental que ha adulterado y falsificado la Iglesia, transformándola en una institución ajena al mandato fundacional de Cristo, las reacciones son múltiples, como constatamos en nuestros días. Tampoco se libran los clérigos»sedevacantistas» (quizás los que ven más claro en las circunstancias actuales), entre los que se sitúa el autor, de ser acusados de trabajar poco meritoriamente en lo que de verdad se exige hoy día: Demostrar el mandato con el que vienen autorizados, y trabajar eficazmente en la restauración de la iglesia a su prístino ser fundacional.
Resaltados propios.
ERROR PRINCIPAL DEL VATICANO II: «EXTRA ECCLESIAM SALUS EST’
La pregunta que se propone es: ¿cuál es el principio que abarca todo el proceso de reformas del Vaticano y sus desarrollos posteriores (incluidos los documentos a que dio lugar? Les ruego que miren el texto que sigue, no como si fuera un tratamiento en profundidad del tema, sino como un esbozo de reflexión y como una recolección de palabras clave.
Si ha seguido los acontecimientos que tienen su origen en las reformas realizadas en los años posteriores a 1965 – hace casi 40 años – un principio aparece como el tema central de este proceso que podría ser formulado de la siguiente manera : es el abandono del derecho absoluto de la Iglesia católica a presentarse como la única institución de salvación. La Iglesia siempre ha mantenido la conciencia de ello a lo largo de la historia, desde hace casi dos mil años, y esto a pesar de los obstáculos que siempre se presentaron, siendo esto el principal escándalo para los masones.
Esto significa que se ha despojado a la Revelación de Dios bajada del cielo de su carácter de Verdad Viva, encarnación de la Bondad y la Verdad absolutas. Ahora, se niega que la Iglesia sea el único custodio y la legítima administradora del Depósito de la Fe. No se trata, pues, del abandono de ciertos dogmas de la Fe, de ciertas formas litúrgicas o de ciertos principios morales, sino de la redifinición esencial de la Iglesia en sus relaciones con el mundo y con otras religiones .
Es una traición a Dios, a su Encarnación – «y el Verbo se hizo carne» (Jn 1:14) – y a la Iglesia fundada por Él. Con frecuencia Juan Pablo II proclama estos errores como cuando dice: «Creemos en un mismo Dios,» incluyendo en la frase a los cristianos, judíos y musulmanes. Se trata de una transgresión del primer mandamiento de Dios: «No tendrás otro Dios en en mi presencia«. (Yo he llamado la atención sobre el hecho de que esta declaración comporta implícitamente la apostasía, porque Cristo ha dicho: «Nadie viene al Padre sino por mí» (Jn 14:6) Porque el que no tiene al Hijo no tiene al Padre. ¡Nada menos! «(Jn 2,23). Porque también dijo » Yo soy el camino, la verdad y la vida. «)
Ya en el modernismo, condenado por San Pío X en su encíclica «Pascendi dominici gregis» estaba contenida con antelación, la relatividad de los derechos absolutos de la única verdadera Iglesia. El abandono de estos derechos se manifiesta de manera determinante en los documentos del Concilio Vaticano II. Es allí donde se expresa claramente la opinión de que la Iglesia no es la única institución de salvación. He aquí un ejemplo: » La Iglesia mira también con aprecio a los musulmanes que adoran al único Dios, viviente y subsistente, misericordioso y todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, que ha hablado a los hombres (Nostra Aetate, el arte . 3). En otro lugar dice: «Pero el destino para la salvación incluye también a aquellos que reconocen al Creador, los musulmanes ante todo, que profesan tener la fe de Abraham, adoran con nosotros al Dios único y misericordioso, el futuro juez de los hombres en el último día («Lumen Gentium», cap. 16). Es cierto que esta idea no ha sido formulada siempre así expressis verbis, pero no es menos cierto que es como el hilo conductor que atraviesa toda la evolución posconciliar.
La gente comenzó a abandonar el derecho de poseer la verdad, única verdad revelada por Dios y también la idea de que la Iglesia haya sido fundada por Él y enviada por Él; con el fin de relativizar así las verdades reveladas, intentando acercarlas e incluso adaptarlas a otra opiniones teológicas, o rechazándolas sin más. En retrospectiva, puede considerarse como precursor a Juan XXIII con la «Pacem in Terris» y también el decreto conciliar sobre la libertad religiosa, que concede a otras religiones el derecho a la existencia.
Ya la primera gran reforma litúrgica se impregnó de ello. La relativización de la fe se había expresado en la falsificación de las palabras de la consagración del llamado NOM. La salvación dada por Dios se aplicaba a todos en la fórmula «por vosotros y por todos los hombres«, en el entendimiento de que el individuo no tiene la obligación de tomar medidas para sacar fruto de ello. Por supuesto, hay que mantener que la predicación de salvación está abierta a todos, pero también que ellos, en conjunto, no la aceptan o incluso la rechazan. (En último análisis el sacrificio expiatorio de la Cruz que sella la «Nueva Alianza» con Dios se vuelve supérfluo, no sólo porque se niega la aplicación real de los méritos, sino porque al mismo tiempo también se niega la necesidad del sacrificio propiciatorio en general). Se abandonó así, en favor de la teoría de la redención universal, el principio central que dice que la Misa es un verdadero sacrificio propiciatorio por el cual la salvación puede ser concedida a aquellos que participan en ella, aunque esto no se logre necesariamente. De ahí la importancia del «pro multis», es decir, por los muchos que participan del Santo Sacrificio y están bien dispuesto para recibir el fruto. Según la nueva concepción, ya no se necesita participar en el Santo Sacrificio por el hecho de que todo el mundo – pro omnibus- ya se encuentra en situación de salvación. La idea de sacrificio fue abandonada en favor de una comida memorial. Esta forma de culto podría ser realizada por otros, y como se dijo en su momento, también por los protestantes. No fue cosa baladí que para la redacción del llamado Novus Ordo Misae, se llamara a seis teólogos protestantes. Roger Schütz, entonces prior de la Comunidad de Taizé, afirmó que con el NOM podría muy bien celebrarse también la Cena protestante.
En un primer momento, la teoría de la redención universal encontró su forma expresiva en la primera encíclica del papa Juan Pablo II «Redemptor hominis«. La frase «por vosotros y por muchos» se pone como una prueba: «porque todos los hombres han sido redimidos, vosotros (los cristianos), también lo sois». El «por vosotros y por muchos, un gran número» se invierte para decir » porque todos, luego también por vosotros». Este punto de vista conduce de forma natural a dispensar a ‘la Iglesia’ del deber asumido hasta ahora, es decir, de la práctica de la propagación de la Fe y de la Misión. La razón es que las otras religiones son medios (legítimos) de salvación. Se opta por caminar «moderadamente» en el camino de la salvación cristiana como se juzga lo fue tradicionalmente, la más adaptada (culturalmente). Desde ese momento ya es posible escribir contra los intransigentes fundamentalistas cristianos lo siguiente: «las religiones que se resisten a las reivindicaciones legítimas (aceptadas por mutuo acuerdo) están condenadas a reformarse o a morir«. (Ver más abajo).
La relativización de la religión evolucionó en forma de sincretismo y alcanzó por primera vez su punto álgido en la Reunión Interreligiosa de Asís el 27/10/1986. Luego, otras reuniones parecidas se llevaron a cabo, cada año en una ciudad del mundo y, por último, en Aix-la-Chapelle, en septiembre de 2003. Todos los líderes religiosos (del judaísmo, el islamismo, el hinduismo, el budismo, etc.) fueron invitados, como representantes de sus respectivas creencias, a participar en el proceso de paz y desarrollo de la «civilización del amor «(Juan Pablo II) y a colaborar en el destino de la humanidad. Piénsese en la gran importancia que alcanzó después de esto el budismo y su representante el Dalai Lama, ¡que siempre está presente en estas reuniones! (Nb. Lo que la «civilización del amor» representa concretamente, se puede deducir de la difícil relación del Islam con el Occidente cristiano. El papa Juan Pablo II «recompensó» los asesinatos de cristianos realizados por fanáticos musulmanes, ¡besando el Corán! Sin embargo, este libro recomienda la matanza de cristianos. Los adeptos al Islam no pueden interpretar el gesto del beso del Corán más que como un acto de sumisión a un poder superior y como reconocimiento de su derecho absoluto. ¡No se puede imaginar mayor escándalo! Mientras tanto, la Sura con que comienza el Corán ha sido incluida en el modernista misal cotidiano oficial de los fieles (el alemán Schott-Messbuch): en las oraciones del jueves de la 12ª semana del «ciclo anual» se añade el texto siguiente: «En el nombre de Alá, amable y misericordioso. ¡Alabado sea Alá, Señor del universo, bueno y misericordioso, Señor del día del juicio. «(Citado de UVK año 33, No. 3, mayo / junio de 2003, p. 186)
El final del abandono voluntario de la fe católica es el indiferentismo, la total libertad teológica e incluso la pérdida total de la identidad católica. Al reconocer a otras religiones con iguales derechos, e igual de válidas, el cristianismo se convierte en indiferentismo. El cristianismo es ‘exiliado‘ a ser poco más que una idea subjetiva, se le degrada a ser simplemente una realidad ideal, sin ser objetivo. Dios ya no es el Ser Absoluto, sino simplemente un momento de la imaginación del sujeto, se le reduce a ser una mera «sensación«. El hecho de que Wojtyla tenga tanto «éxito» entre los jóvenes, hay que explicarlo- si mi opinión es correcta-. en sus apelaciones al sentimiento religioso, con lo que transmite una difusa idea de Dios, que no impone obligaciones al actuar concreto del hombre. Aquí viene a cuento lo que Pío X escribía en la encíclica «Pascendi dominici gregis:» Si alguien se hubiera entregado a la labor de recoger todos los errores que jamás hayan existido, reuniendo en algo su sustancia y su esencia, realmente no lo habría hecho mejor [que el Modernismo]. No es suficiente decir que es la ruina no sólo de la religión católica, sino, como ya Nos lo hemos insinuado, de toda la religión ‘
Por esta razón, no es posible comprender-si uno se coloca dentro de su sistema- cuáles son los elementos que dividen a los protestantes y a los novadores o de qué se habla, cuando se reclama «una plena unión eclesial «(sic), que todavía no ha podido lograrse, cosa que desde hace tiempo el simple fiel no ha entendido qué sea aquello que nos «divide«. Por ello, la reivindicación de una única institución sólo tendría sentido para ellos. ¿Cuál sería el bien obtenido fundándose en la existencia de dos Iglesias?
La confesión de un novador francés sobre el abandono del derecho absoluto de la Iglesia revela claramente esta opinión. El padre Claude Geffré op, profesor del Instituto Católico de París, Decano de la Facultad de Teología Saulchoir, director de la Escuela Bíblica de Jerusalén, el 25 de enero de 2000 escribió en Le Monde: «En el Vaticano II la Iglesia Católica ha descubierto y aceptado que no tiene el monopolio de la verdad, que se debe escuchar al mundo, que no sólo debe aceptar ser enseñada por otras tradiciones religiosas, sino también por una relectura de los derechos fundamentales de la conciencia humana. Se requiere que todas las religiones están abiertas al consenso universal. Todas ellas son interpeladas por el hecho de que el hombre es consciente de sus derechos y libertades. Aquellos que resisten a estas demandas legítimas están obligados a llevar a cabo reformas en su seno o desaparecerán por completo. En este contexto, tener en cuenta las reformas significa que la apertura a los reclamos de la conciencia moderna del hombre no es contrario a la fidelidad al contenido de la revelación. ‘ Los hechos que acabamos de describir como una puesta en práctica de las ideas de reforma, constituye abandono del mandato específico de la Iglesia como portadora y guardiana de la revelación divina, de la verdad de la salvación y como dispensadora de los auxilios de la Gracia ( los sacramentos). Dejar de reclamar los derechos absolutos de la Iglesia, significa renunciar a su propia autoridad- la pérdida de autoridad se refleja ahora también en la opinión de la sociedad civil con respecto a las «iglesias». Grosso modo, no somos los únicos en ver las cosas así, incluso los cristianos que todavía no han decidido separarse de la institución (la iglesia conciliar) están de acuerdo con nosotros. Frente al abandono de la pretensión exclusiva de ser la única iglesia verdadera, nosotros proponemos la verdad central de la fe: Dios se ha revelado a Sí mismo, tomó carne en la segunda persona de la Trinidad, Jesucristo, «Verbo de Dios», fundó la Iglesia como institución de salvación «extra Ecclesiam nulla salus», y por su muerte expiatoria completó la obra de la salvación. Nosotros, que nos hemos afirmado reiteradamente sedevacantistas, proclamamos esta verdad, pero no hemos afrontado seriamente la restauración de la iglesia. No es algo meritorio el que algunos obispos y sacerdotes que se presentan como clérigos de la Iglesia Católica, aceptando incluso ser acusados de «sedevacantistas«, que supuestamente predican la «fe verdadera«, administran verdaderos sacramentos, [no es meritorio] el que no piensen , empero, en justificar la legitimidad de su compromiso, facultad que sólo puede venir de la Iglesia. Todas estas actividades se encuentran bajo el signo de sectarismo, ya que no quieren o no pueden indicar donde está el mandato para ejercer sus poderes sacerdotales. (Nb. Con frecuencia me sorprende la ingenuidad de muchos clérigos jóvenes frente a estos problemas. Pretenden trabajar por la Iglesia sin preocuparse por saber dónde está realmente la Iglesia verdadera o cómo podrían restaurarla).
Además de estos «guardianes del Grial» de la fe , que ven la realidad correctamente, pero sin mejorar la situación (o sin deseo de mejorarla), existen también grupos en la iglesia conciliar que aprueban la posición formulada más arriba: «la Iglesia no debe pretender ser la única verdadera».[Nota del T.: ambos grupos coinciden en no hacer nada para mejorar la situación]. Si dejamos a un lado a la gente de Ecône y a los miembros de la Fraternidad de San Pedro, quienes, a causa de sus puntos de vista ideológicos, apartan la mirada de las realidades profundas del desastre de la institución que se presenta como la Iglesia, existe en ambos grupos [N. los dos ya señalados]bastante clérigos que básicamente comparten nuestro punto de vista. Pero por falta de apoyo de nuestra parte, no hallan en sí el coraje para levantar su voz públicamente. Pienso también en los «conservadores novadores» que admiten abiertamente mientras tanto y por escrito, como p. ex. el obispo Auxiliar Emérito Ziegelbauer, que el Concilio Vaticano II fue un fracaso. Todos los que podían colaborar en la difusión de la verdad fundamental de que la Iglesia Católica es la única verdadera, la institución fundada por Dios, todavía no tienen una visión global de la situación religiosa y teológica, tal como nosotros, lógicamente, pensamos. (Nota: El hecho siguiente puede servir de ejemplo para mostrar que este enfoque no necesariamente debe ser juzgado como un no-éxito: existen varios autores, que de vez en cuando escriben para Einsicht y poco a poco van acercándose a nuestra posición, aportan un apoyo considerable a nuestro compromiso y a nuestros argumentos en pro de iluminar intelectualmente y espiritualmente esta compleja situación, causada principalmente por la corrupción de la institución de la Iglesia, en tanto que institución, que tiene la obligación de albergar la verdad y la moralidad. (Pero, como no lo hace, la confusión se acrecienta y tambien lleva a la sociedad civil, que no comprende el cambio habido, al error en temas sociales). Por otra parte, se llega poco a poco a la conclusión de que podemos, mediante la puesta en evidencia de los errores en la comprensión teológica, eliminar las desviaciones en el campo social.
También podríamos citar la declaración «Dominus Jesus» y obsevar cómo va en la dirección opuesta. Fue escrita por el «cardenal» Ratzinger. Sé que algunos inclinarán la cabeza dejando ver una sonrisa por mi ingenuidad en leerla, pero, sin embargo, no debemos dejar de ver lo que ocurre en el campamento del adversario, sin tener que ser tan ingenuo como para creer que Ratzinger ahora se ha pasado el campamento de aquellos que han guardado la fe. Aún así, él ha sido atacado a causa de esta declaración por parte de muchos críticos. El profesor Kasper, recién hecho cardenal justo en ese tiempo, no fue capaz de abstenerse en decir que la declaración era «preocupante» para el diálogo ecuménico específicamente, haciendo de menos a la institución que acababa de nominarlo como cardenal. En este contexto, llama la atención una vez más lo que Vittorio Messori escribió en «Corriere della Sera«, «Sólo la posición ideológica empuja a los» expertos en asuntos del Vaticano «(o que se presentan como tales) a presentar a Juan Pablo II como el buque insignia de la «derecha conservadora» y como enemigo de la «izquierda progresista». Ahora bien, en realidad, quien conoce la poco conocida situación eclesiástica sabe que lo cierto es exactamente lo contrario. Los lefebvristas no son los únicos que acusan a Juan Pablo II de modernismo, de herejía y de calumniador del pasado de la Iglesia. Las Congregaciones, Secretarías, Institutos del aparato católico se sienten incómodos y cada vez se muestran más suspicaces. Cada día nuevos casos se añaden al libro de quejas. No es un secreto que Juan Pablo II en el consistorio en el que expresó su deseo de pedir perdón por los «pecados» de sus predecesores se encontró con la oposición de la mayoría de los cardenales.
Yo quiero mostrar, queridos lectores, que los novadores no forman un bloque monolítico en el que las informaciones que hemos formulado caigan al suelo como gotas de agua sobre una alfombra de caucho. Es cuestión de sensibilidad intervenir en las discusiones con argumentos apropiados allí donde nuestros compañeros rinden cuenta de experiencias abiertamente negativas realizadas en el ámbito religioso. El hecho de que la Iglesia haya cedido sus derechos puede muy bien ser resumido simbólicamente diciendo que Juan Pablo II besó el Corán. Este hecho salta a la vista de tal manera que puede ser comprendido por personas que son teológicamente más débiles si bien son conscientes de ciertas ideas y afirmaciones que la Iglesia debería hacer. Además, la pérdida de autoridad de las «iglesias» ha penetrado en la conciencia de la sociedad. Por ello, incluso los gerentes y jefes de grandes empresas industriales, apoyan los esfuerzos para un renacimiento de la vida espiritual, porque es necesario para la sociedad. Nosotros suponemos que estas iniciativas aún contienen ideas católicas. Este vacío espiritual está certificado por el cardenal Scheffczyk, tachado de conservador, profesor emérito de Dogma en la Universidad de Munich. Él ha hablado de «auto-destrucción de la Iglesia desde dentro», al aconsejar a los católicos que, debido a las numerosas falsificaciones de la fe se preguntan acerca de esta «iglesia» y son presa de la desesperación : «Tenemos que ser realistas y reconocer con profunda comprensión que son actualmente muchos los cristianos que están perdidos, confundidos o incluso decepcionados. «(Theologisches», julio, 2002).
Es nuestro deber recordar que, si la Iglesia no se propone representar la verdad revelada con exclusividad, no puede reclamar para ella autoridad, porque la autoridad sólo se justifica en la responsabilidad ante la verdad y su difusión. Los clérigos han fracasado en su tarea (en la que deberían haber trabajado para la reconstrucción de la iglesia) por lo que nos corresponde a nosotros dirigir a las personas que estén por lo menos interesadas, a fin de iluminarlas sobre la verdadera naturaleza de la Iglesia, diciéndoles que es ella la que tiene la custodia absoluta de la verdad revelada, mientras que la iglesia conciliar ha traicionado miserablemente el mandato.
Traducción al francés: Padre Paul Schoonbroodt Steffeshausen / Bélgica, 27. 01 2004
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Y era logico…aun en el mundo secular/comercial.
Perdido el «monopolio de distribucion», perdida y destruida la empresa…
Esto es facilmente verificable: Una empres que habiendo ostentado el monopolio, una vez que lo ha perdido, es ineludible su gradual erosion hasta la sepultura…
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Objecion habitual:
«Oiga Vd. sr. Tremendista y recalcitrante:
Tantos y tantos catolicos que, pese a estos tiempos, aun van los domingos a misa! y que rezan el rosario! y que son buenas personas… a poco todos ellos se van a condenar por herejes? dios no es tan malito… el malo es vd. que los condena por un ‘tecnicismo’… Si a dios lo que le importa es que sean buenas personas, y que cumplan con ir a misa!»
Y aun mas:
Ni modo que no sean misas todas esas que se han dicho todos estos años! porque yo conozco a mucha gente que, si la misa fuera en latin, no irian… no se puede ir para tras en el tiempo… y ni modo que todas esas gentes esten adorando a un pedazo de pan!..
mas bien, es vd. un exagerado que ataca al buen papa…
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Juan, 10. No hay más. O Cristo es Dios y entonces es preciso admitir sus palabras, o Cristo no es Dios, y entonces podemos hacer lo que nos plazca. Ahora bien, un Papa católico no puede no creer que Cristo es Dios, luego ha de entender qué significa Juan, 10. Pretender ser católicos y al mismo tiempo negar la Verdad en las palabras de Cristo es una monstruosidad. Pretender que Cristo es Dios y al mismo tiempo pretender que su Encarnación, Vida, Pasión, Muerte y Resurrección fueron eventos INÚTILES, ya que la salvación está al alcance de cualquiera, es signo o bien de una maldad diabólica o bien de una estupidez insondable o bien de una debilidad mental vergonzosa. El Evangelio ya está anunciado. Los que quieren lo aceptan. Los que no lo rechazan. ¿Qué escándalo puede provocar el que lo rechacen los mahometanos cuando no lo provoca el que lo rechacen tantos que lo oyeron desde la infancia? El camino está señalado. Es increíble la estupidez de aquellos que rechazan el camino señalado por Dios mismo porque prefieren seguir el suyo propio, cuando de lo que se trata no es de alcanzar un destino cualquiera, sino al mismo Dios. Más increíble aún que el mismo Vicario de Cristo en la tierra no sepa a ciencia cierta si el camino del que Cristo dijo que era el único camino, es en verdad el único camino. Cualquiera, por supuesto, es libre de condenarse. Lo asombroso es que tantos rechacen la salvación, de forma explícita y contumaz y luego razonen de esta manera: ¿por qué iba yo a condenarme?
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Como siempre, detrás se encuentra la soberbia. Cuando los modernos elucubran sobre las diversas formas de salvarse, de salvarse mediante el hinduismo, mediante el islam, mediante el animismo, mediante el budismo… lo que están haciendo es contemplar a los hombres como si ellos fuesen Dios, y pretender que sus juicios son los juicios de Dios. Se ponen a sí mismos en elevado trono y juzgan que no hay tanta diferencia entre unos hombres que aceptan tales y tales dogmas y otros que aceptan tales dogmas y rechazan tales otros, si, al fin y al cabo, la recepción emocional de la religión tienen en todos ellos efectos muy parecidos. Entonces concluyen que Dios NO PUEDE condenar a aquellos que simplemente NO QUIEREN obedecer sus mandamientos. Recuerden todos estos modernistas que unos son los juicios humanos y otros los juicios de Dios, y que es locura querer hacerse Dios para juzgar como Él cuando se es incapaz no ya de transitar por la Pasión del Hijo, sino tan sólo de acercarse a una vida santa. Ellos quieren ensanchar la puerta angosta a piqueta, porque no les parece aceptable. Fue aceptable para el Hijo, obediente hasta la muerte, que dejó en ella los jirones de su carne, pero no les parece que sea aceptable para ellos mismos, y fantasean con una religión a medida. Quieren salvarse con una religión a medida que ofende a Cristo, pero que los salve Cristo. Creen en Él cuando se dice Misericordioso, pero no quieren creerlo cuando se dice Justo.
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Me preguntan si condenaría yo acaso, por ejemplo, a los devotos monjes ortodoxos que pasan la vida en oración. No, no sería capaz. Tampoco sería capaz de resucitar a los muertos, de oscurecer al sol, de soportar la visión del Padre facie ad faciem. No sería yo capaz de transfigurarme, ni soy capaz de llevar una vida santa. No soy capaz de no pecar. Entonces, ¿he de creer que sí soy capaz de juzgar sobre la vida o la muerte eterna de aquellos cuyo corazón sólo Él conoce? Yo no quiero fabricarme una salvación a mi medida, ni una salvación a medida de todos, porque sería falsa. Yo quiero contemplar, aunque sea de lejos, la puerta angosta. La puerta del Paraíso. Y rezar cada día a la Santísima Virgen María para que interceda por mí. La doctrina del postconcilio simplemente no es católica. Y por tanto es falsa.
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Frisgo,
gran comentario el suyo.
Completamente de acuerdo con lo que expresa. ¿Qué decir de aquellos «sacerdotes» que (lo escuché yo mismo) disculpan su falta de coraje para predicar la Verdad completa en medio de este caos porque «está todo tan mal, que es imposible que entiendan. Hay que dejar que lo descubran ellos solos…» porque,en definitiva, «Dios salva igual»?
Sinceramente, he pensado que éstos han sido instruidos en los principios del sacerdocio masónico sin que casi lo advirtieran, al haber recibido como dogma de fe la tesis mentirosa del «casi- Papa» del Cassiciacum… Cada vez me convenzo más: son masones, aunque no estén afiliados a ninguna logia (fuera de la Gran Logia Vaticana).
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Esta es NUESTRA LUCHA!
El mundo nos toma por locos recalcitrantes hipersanturrones de quinta categoria.
El mundo nos considera enemigos de todo:
Enemigos de «la iglesia»
Enemigos del «papa»
Enemigos de un orden impuesto por dios y por los hombres.
Enemigos y condenadores de TODOS los hombres que no piensen como ellos.
Enemigos, condenadores e hipocritas jueces de todos los hombres que tienen otra «fe»
Nos consideran enemigos de los hombres. De todos ellos, de todos aquellos que no se han acomodado al «tiempo actual»
bola de retrogradas anacronicos insociables, extremistas defensores de una realidad que nunca existio y que solo en nuestras calenturientas, enfermizas y erroneas cabezas: «LA VERDAD ABSOLUTA»
Atacamos lo mas «recto» y «santo» que los hombres aprecian: nos deslindamos de las virtudes del hombre y negamos su valor. A los que el mundo considera como «sus modelos», nosotros los despreciamos, atacamos, minimizamos y desvaloramos. Ellos nos muestran a su juan pablo 2do, a sus fieles cual «madre teresa», como el Mahatma, como el «profundamente cristiano» lutero… Y nosostros, hipocriatamente, nos arrogamos el poseer la «Verdad Absoluta»
Esta es nuestra lucha:
Vamos contra todo: comenzando con su filosofia centrada en la «percepcion fenomenologica y relativista», pasando por su concepcion del mundo civilizado, nacido del «big bang», y la concepcion del mundo social del hombre que se ha sellado con el «contrato social».
Nosotros le proponemos y le restregamos al mundo su antipodas:
la existencia de una Filosofia donde la verdad es cognoscible y realista, donde todo nace DISEÑADO con un orden desde la Creacion del universo-mundo, y la no existencia del tal «contrato social», sino de un orden impuesto por una Jerarquia imborrable e inmutable.
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Salve Maria!
Permitam-me indicar a vós um link com textos solidamente fundados na sã doutrina escritos pelo senhor Homero Johas. Eu recomendo aqueles sobre Honório I, os quais definitivamente acabam com controvérsias e meias verdades.
E eu não estou exagerando. A ver la lista de títulos em
http://www.christifidelium.com.br/download.html
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