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UN ERRÓNEO MAGISTERIO


Como el siguiente trabajo es una plena corroboración de muchas cosas dichas hasta ahora en el blog lo traemos de Ecce Christianus y de paso felicitamos a su autor Sofronio por el magnífico resumen que nos ofrece,  en lo que toca al erróneo magisterio conciliar y el de los últimos «papas».

MONOTEISMO Y MONOLATRISMOby cristero07

Muchos católicos están turbados en su fe por afirmaciones de Benedicto XVI y de su predecesor Juan Pablo II, tales como “Cristianos, judíos y musulmanes tenemos el mismo Dios” o “Cristianos, judíos y musulmanes creemos en el mismo Dios”. Otros, sin embargo, están ‘escandalizados’. Esta segunda frase citada, según refiere el Padre Ceriani, es lanzada a comienzos del siglo por el famoso sacerdote apóstata Jacinto Loyson (1), y es expresión común hoy en día en alocuciones, discursos y diálogos en los encuentros ecuménicos.

UNOS POCOS EJEMPLOS DEL NUEVO MAGISTERIO

“Benedicto XVI desea “paz y bien a toda la comunidad hebrea de Roma, invocando del Altísimo copiosas bendiciones para el Nuevo Año y esperando que los hebreos y los cristianos, creciendo en la estima y en la amistad recíproca, den testimonio en el mundo de los valores que brotan de la adoración del único Dios”. (Telegrama enviado por el Santo Padre el 20/09/2012 a Riccardo Di Segni, rabino jefe de la Comunidad Hebrea de Roma, con motivo de las festividades de Rosh Ha- Shanah -Año Nuevo-, Yom Kippur -Día de la Expiación- y Sukkot -Fiesta de las Cabañas- que caen en torno a las mismas fechas).

“Hasta entonces [la parusía], Israel mantiene su propia misión. Está en la mano de Dios,  el que en el tiempo que quiera, los salve“totalmente” cuando el número de los gentiles se  haya completado”. ( Benedicto XVI en la obra “ Jesús de Nazaret II ”P. 63).

“Y si  los judíos no ven  las promesas que se cumplen en Él, no se trata de mala voluntad por su parte, sino realmente a causa de la oscuridad de los textos. … Hay  buenas razones, entonces, para negar que el Antiguo Testamento se refiere a Cristo y para decir, ‘No, eso no es lo que dice‘ “(C. Ratzinger en Dios y el Mundo’ P. 209).

No es la primera vez, ni Benedicto XVI es el único Papa después del Concilio Vaticano II que reitera estas afirmaciones del apóstata Jacinto Loyson. Veamos algunas más, antes de discutir si es una verdad católica esa afirmación que constantemente repiten:

 “¡Shalom!… El encuentro entre el pueblo de Dios de la Antigua Alianza, que nunca fue rechazada por Dios, y el de la Nueva, es asimismo un diálogo interior a la Iglesia misma, como si fuera entre la primera y la segunda parte de la Biblia (…) Judíos y cristianos están llamadoscomo hijos de Abraham a ser bendición para el mundo (…) Diálogo entre las dos religiones que, con el Islam, deben dar al mundo la fe en el único e inefable Dios que nos interpela”.( Juan Pablo II a la comunidad judía en Maguncia el 11/7/80)

 “La religión judía no nos es extrínseca, sino que, en cierto modo, es intrínseca a nuestra religión. Sois nuestros hermanos predilectos y, en cierto modo, se podría decir, nuestros hermanos mayores” (Juan Pablo II en su visita a la sinagoga de Roma el 13/4/86)

“Como lo he dicho muchas veces en otros encuentros con musulmanes, tenemos un solo y mismo Dios y somos hermanos y hermanas en la fe de Abraham”.(Juan Pablo II en el coloquio islámico-cristiano el 9/5/85)

“Queridos amigos, nosotros compartimos con vosotros la fe en el Dios único, vivo, misericordioso y omnipotente, Creador del cielo y de la tierra. Vosotros sentís veneración hacia Jesús y honráis a la Virgen María, su Madre. Podemos progresar en un diálogo sincero para comprender mejor nuestro patrimonio religioso mutuo y vivir en la amistad, cuyo camino nos señala Dios”.( J. Pablo II: Homilía en el aeropuerto de Camerún el 11/5/85

 “Cristianos y musulmanes, tenemos muchas cosas en común, como creyentes y como hombres (…) Abraham es para nosotros un modelo de fe en Dios, de sumisión a su voluntad y de confianza en su bondad. Creemos en el mismo Dios, el Dios único, el Dios viviente, el Dios que creó los mundos y lleva las criaturas a su perfección. Es hacia Dios que se dirige mi pensamiento y que se eleva mi corazón: es de Dios mismo que deseo ante todo hablarles; de El, porque es en El que creemos, vosotros musulmanes y nosotros católicos (…) La Iglesia manifiesta una atención particular por los creyentes musulmanes, dada su fe en el Dios único, su sentido de la oración y su estima por la vida moral”.(Encuentro de Juan Pablo II con jóvenes musulmanes en el estadio de Casablanca el 11/8/85)

“A quienes comparten con nosotros la herencia de Abraham, nuestro padre en la fe, y la tradición del Antiguo Testamento, es decir, los judíos; y a quienes, como nosotros, creen en Dios justo y misericordioso, es decir, los musulmanes, dirijo igualmente este llamada, que hago extensivo, también, a todos los seguidores de la grandes religiones del mundo” (Encíclica Sollicitudo Rei Socialis de Juan Pablo II)

La inspiración de estas declaraciones se encuentran en los documentos del Vaticano II; por ejemplo en Lumen Gentium y Nostra Aetate, así como en los documentos posteriores, por ejemplo en el Catecismo de Juan Pablo II; pongamos sólo un ejemplo, que vincula a estos tres documentos:

‘Las relaciones de la Iglesia con los musulmanes’. «El designio de salvación comprende también a los que reconocen al Creador. Entre ellos están, ante todo, los musulmanes, que profesan tener la fe de Abraham y adoran con nosotros al Dios único y misericordioso que juzgará a los hombres al fin del mundo«. (Catecismo de la Iglesia Católica de 1993,nº  841; véase también la Constitución del Vaticano II LG 16 y la Declaración del mismo Concilio, NA 3)

Por el momento sean suficientes estos ejemplos, escogidos entre cientos, de los dichos de estos papas, y vayámonos a analizar si lo que enseñan en estos textos es la doctrina infalible católica o la contradice.

A tal fin, vamos a proceder de la siguiente forma: A) Lo que Cristo dice en los Evangelios y podemos leer en el resto del Nuevo Testamento, sin tratar de ser exhaustivos. B) Como las Sagradas Escrituras son una de las fuentes de la Revelación que, junto con la otra, la Tradición, sólo deben de ser interpretadas por el Magisterio de la Iglesia, analizaremos, pues, dicho Magisterio infalible a lo largo del tiempo a lo que todo católico debe creer C) Luego expondremos la recta comprensión teológica de la Iglesia. D) En el siguiente título responderemos a supuestas objeciones, E), Finalizaremos analizando las trágicas consecuencias de esta novedosa ‘doctrina’, previa señalización de la causa y en F) Haremos una síntesis a modo de conclusión.

A.- LO QUE DICEN LAS SAGRADAS ESCRITURAS

1).-SOBRE QUIÉN ES EL PADRE DE LOS JUDÍOS QUE RECHAZAN A CRISTO.

Hemos visto como ambos papas dicen que Abraham es el padre común de judíos y cristianos, y por supuesto de musulmanes. Sin embargo, Cristo dice a los judíos que no lo aceptan:

«Si fuerais hijos de Abraham obraríais como él.; pero ahora quieren matarme a mí, al hombre que les dice la verdad que ha oído de Dios. Abraham no hizo eso. Pero ustedes obran como su padre». Ellos le dijeron: «Nosotros no hemos nacido de la prostitución; tenemos un solo Padre, que es Dios ».[lo mismo que dice Benedicto XVI, Juan Pablo II y el concilio V. II] «Jesús prosiguió: «Si Dios fuera su Padre, ustedes me amarían, porque yo he salido de Dios y vengo de Él. No he venido por mí mismo, sino que Él me envió…vosotros (los judíos que no aceptan a Cristo) tenéis por padre al demonio y queréis cumplir los deseos de vuestro padre [matar al Hijo de Dios]. Desde el comienzo él fue homicida y no tiene nada que ver con la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando miente, habla conforme a lo que es, porque es mentiroso y padre de la mentira”(S. Juan 8 39, ss).

“¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Mesías? Este es  el anticristo, el que niega al Padre y al Hijo”. (1 Juan 2:22)

“..los judíos, los cuales  no contentos con matar al Señor Jesús y a los profetas, también a nosotros nos persiguieron: que no agradan a Diosy  son contrarios a todos los hombres … obstinados siempre en colmar la medida de sus pecados pero está para descargar sobre ellos la ira hasta el colmo”. (I Tesalonicenses 2:14-16)

vosotros no me conocéis ni a mí ni a mi Padre; si me conocieran a mí, conocerían también a mi Padre” (S. Juan 8, 19).

Ergo, no tienen por padre a Abraham, sino al demonio como dice Cristo.

2).-SOBRE EL DESTINO DE LOS QUE NO CREEN EN CRISTO.

Igualmente en la Sagrada Escritura, Cristo les dice a los judíos que no creen en Él, que no pueden entrar donde Él va (al Padre), porque morirán en su pecado.

“Jesús les dijo también: ‘Yo me voy, y ustedes me buscarán y morirán en su pecadoAdonde yo voy, ustedes no pueden ir’ Por eso les he dicho: ‘Ustedes morirán en sus pecados’. Porque si no creen que Yo Soy, morirán en sus pecados”. (S. Juan 8, 21)

Y bien sabemos por el dogma católico que quien muere en pecado mortal no puede salvarse. Y no se conoce mayor pecado que aquel llamado contra el Espíritu; porque eligen como padre al demonio, según el mismo Jesús,  en vez de al Padre de Nuestro señor Jesucristo, tras habérseles predicado el Evangelio.

3).- LOS DOS PUEBLOS DE ISRAEL.

Es evidente que San Pablo distingue dos tipos de descendientes entre los hijos de Abraham: unos según la carne y otros según la fe en la Promesa.

Pues no todos los descendientes de Israel son Israel. Ni por ser descendientes de Abrahán, son todos hijos según la fe. “Sino que por Isaac llevará tu nombre una descendencia”; es decir: no son hijos de Dios los hijos según la carne, sino que los hijos de la promesa se cuentan como hijos, coherederos por la gracia de la Descendencia: Cristo. (Rom. 9, 6-8)

“Y vosotros, hermanos, a la manera de Isaac, sois hijos de la promesa. Pero, así como entonces el nacido según la naturaleza perseguía al  nacido según el Espíritu, así también ahora. Pero ¿qué dice la Escritura? Despide a la esclava y a su hijo, que no heredará el hijo de la esclava junto con  el hijo de la libre. Así que, hermanos, no somos hijos de la esclava, sino de la libre”.(Gál 4:28-31)

”Entonces Pedro, tomando la palabra dijo al pueblo: Varones israelitas, ¿por qué os maravilláis de esto…como si por nuestro poder o piedad hubiéramos hecho que éste pudiese andar? … Pero vosotros negasteis al Santo y al Justo y demandasteis que se os hiciese gracia de un hombre de un hombre homicida mientras que al autor de la vida le disteis la muerte a quien Dios resucitó de entre los muertos; de lo cual nosotros somos testigos.… Mas Dios, lo que por boca de los profetas había anunciado de antemano que su Ungido había de padecer, lo cumplió de esta manera. Arrepentíos pues y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados. (Hechos 3:12-19)

Por lo tanto, si la promesa es Cristo como el mismo S. Pablo nos dice en Gálatas, sólo son hijos de Abrahán según la fe, aquellos judíos que, como el anciano Simeón, los Apóstoles etc. reconocen en Jesús al Salvador; y todos aquellos que se convirtieron entonces y después de la Ascensión hasta el presente y el futuro, tanto judíos como gentiles. Lo que no obsta para que un resto de los que lo sean según la carne, a los cuales se ha endurecido el Corazón para que entraran los gentiles elegidos, no reconozcan, al final, también a Jesucristo como verdadero Dios, por la misericordia divina, como profetiza San Pablo.

4. SOBRE QUIÉN JUZGARÁ A LOS HOMBRES AL FIN DEL MUNDO

 “Porque el Padre no juzga a nadie; sino que todo juicio lo ha entregado al Hijo,  para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo no honra al Padre que lo ha enviado…. Porque, como el Padre tiene vida en sí mismo, así también le ha dado al Hijo tener vida en sí mismo, y le ha dado poder para juzgar, porque es Hijo del hombre (Jn 5, 22-23; 26-27).

Hasta un niño puede hacer el siguiente razonamiento de sentido común:

         Los musulmanes no creen que Jesucristo sea Dios.

         Según las Sagradas  Escrituras, el único Juez es el Hijo del Padre, Jesucristo, que es Dios.

         Luego, al que los musulmanes llaman su dios, Alá, no es el dios que juzgará a los hombres.

 

B.- EL MAGISTERIO INFALIBLE DE LA IGLESIA

            1.-PREÁMBULO.

Se debe tener en cuenta que la doctrina de la Iglesia es inmutable.

“Lo que, sincero y claro, manó de la fuente purísima de las Escrituras, no podrá revolverse por argumento alguno de astucia nebulosa. Porque persiste en sus sucesores esta y la misma norma de la doctrina apostólica, la del Apóstol a quien el Señor encomendó el cuidado de todo su rebaño [Ioh. 21, 15 ss], a quien le prometió que no le faltaría Él en modo alguno hasta el fin del mundo [Mt. 28, 20] y que contra él no prevalecerían las puertas del infierno, y a quien le atestiguó que cuanto por sentencia suya fuera atado en la tierra, no puede ser desatado ni en los cielos [Mt. 16, 18 ss]. (6)… Cualquiera que, como dice el Apóstol, intente sembrar otra cosa fuera de lo que hemos recibido, sea anatema [Gal. 1, 8 s]. No se abra entrada alguna por donde se introduzcan furtivamente en vuestros oídos perniciosas ideas, no se conceda esperanza alguna de volver a tratar nada de las antiguas constituciones; porque —y es cosa que hay que repetir muchas veces—, lo que por las manos apostólicas, con asentimiento de la Iglesia universal, mereció ser cortado a filo de la hoz evangélica no puede cobrar vigor para renacer, ni puede volver a ser sarmiento feraz de la viña del Señor lo que consta haber sido destinado al fuego eterno. Así, en fin, las maquinaciones de las herejías todas, derrocadas por los decretos de la Iglesia, nunca puede permitirse que renueven los combates de una impugnación ya liquidada” (De la Carta Cuperem quidem, del Papa San Sulplicio a Basilisco August., de 9 de enero de 476. DZ 160).

“Y, en efecto, la doctrina de la fe que Dios ha revelado, no ha sido propuesta como un hallazgo filosófico que deba ser perfeccionado por los ingenios humanos, sino entregada a la Esposa de Cristo como un depósito divino, para ser fielmente guardada e infaliblemente declarada. De ahí que también hay que mantener perpetuamente aquel sentido de los sagrados dogmas que una vez declaró la santa madre Iglesia y jamás hay que apartarse de ese sentido so pretexto y nombre de una más alta inteligencia” (Can. 3 Constitución dogmática sobre la fe católica, sesión III del Primer Concilio Ecuménico Vaticano).

 Escuchamos tanto en el sacrosanto Concilio, como en San Sulplicio y tantos otros testimonios de la doctrina infalibe que podríamos traer, la misma doctrina de San Pablo, quien exhorta a Timoteo y que hoy sigue clamando a obispos y papas: “¡Oh Timoteo!, guarda el depósito de la fe que te he entregado, evitando las novedades profanas en las expresiones o voces, y las contradicciones de la ciencia que falsamente se llama tal,  ciencia vana que profesándola algunos vinieron a perder la fe” (1Ti 6:20-21).

No obstante, pretenden sortear hoy esta enseñanza infalible, no negándola directamente, sino vaciándola de su verdadero y obvio sentido. Lo hacen con las argucias que ya denunció el Papa Pío XII en la Encíclica Humani generis; porque las declaraciones señaladas al principio de este escrito, que escandalizarían a cualquier niño del catecismo del P. Ripalda, abducidos por las novedades del pensamiento moderno y “por lo que a la teología se refiere, es intento de algunos atenuar lo más posible la significación de los dogmas y librar al dogma mismo de la terminología de tiempo atrás recibida por la Iglesia, así como de las nociones filosóficas vigentes entre los doctores católicos,.., para volver en la exposición de la doctrina católica al modo de hablar de la Sagrada Escritura y de los Santos Padres. Ellos abrigan la esperanza de que despojado el dogma de los elementos que dicen ser extraños a la divina revelación podrá fructuosamente compararse con las ideas dogmáticas de los que están separados de la unidad de la Iglesia y que por este camino vengan paulatinamente a equilibrarse el dogma católico y las opiniones de los disidentes…”

2.- SOBRE LA VIGENCIA DE LA ANTIGUA LEY

El Magisterio infalible de la Iglesia ha definido, y por tanto nadie lo puede cambiar ni discutir, que la Ley de Moisés cesó definitivamente.

“[La Iglesia] Firmemente cree, profesa y enseña que las legalidades del Antiguo Testamento, o sea, de la Ley de Moisés, que se dividen en ceremonias, objetos sagrados, sacrificios y sacramentos, como quiera que fueron instituidas en gracia de significar algo por venir, aunque en aquella edad eran convenientes para el culto divino, cesaron una vez venido nuestro Señor Jesucristo, quien por ellas fue significado, v empezaron los sacramentos del Nuevo Testamento” (Decreto para los jacobitas -Concilio de Florencia –XII ecuménico-De la Bula Cantate Domino, de 4 de febrero de 1441, (fecha florentina) ó 1442 (actual), del Papa Eugenio IV DZ 1348).

«Y en primer lugar, por la muerte de nuestro Redentor el Nuevo Testamento tomó el lugar de la antigua ley que había sido abolida …por su muerte Jesús dejó sin efecto la Ley con sus decretos [Ef. 02:15] … se establece el Nuevo Testamento en su sangre derramada por toda la raza humana.” A tal punto, por consiguiente, “dice San León Magno al hablar de la cruz de nuestro Señor, se llevó a cabo la transferencia de la Ley al Evangelio, desde la sinagoga a la Iglesia, de muchos sacrificios a una sola víctima, que, cuando nuestro Señor había expirado, se desgarró violentamente de arriba abajo el velo místico que cubría la parte más interna del templo y su secreto sagrado. En la cruz, murió la antigua ley murió, para inmediatamente ser enterrada y ser portadora de muerte … “ (Papa Pío XII, Mystici Corporis Christi # ‘s 29-30, 29 de junio de 1943)

Luego, las promesas de la Antigua Alianza se cumplieron en Cristo, por lo que cesó el antiguo pacto que se convirtió en higuera yerma para quienes no aceptan al Verbo Encarnado, Jesucristo. Esta es la fe de los Apóstoles, la fe única de la Iglesia.

3.-SOBRE EL PECADO DE QUIENES OBSERVAN LA ANTIGUA LEY.

“Y que mortalmente peca quienquiera ponga en las observancias legales [mosaicas] su esperanza después de la pasión, y se someta a ellas, como necesarias a la salvación, como si la fe de Cristo no pudiera salvarnos sin ellas”. (DZ 1348).

4.-SOBRE LA SALVACIÓN DE LOS QUE OBSERVAN LA LEY ANTIGUA

“Denuncia consiguientemente como ajenos a la fe de Cristo a todos los que, después de aquel tiempo, observan la circuncisión y el sábado y guardan las demás prescripciones legales y que en modo alguno pueden ser partícipes de la salvación eterna, a no ser que un día se arrepientan de esos errores”. (Dz 1348)

5.-SOBRE LA NECESIDAD DE ENTRAR EN LA IGLESIA CATÓLICA PARA SALVARSE.

Como se verá nadie, incluso si derramare su sangre por Cristo sin confesar la fe católica, puede salvarse, si no está dentro de la Iglesia Católica.

“ Firmemente cree, profesa y predica que nadie que no esté dentro de la Iglesia Católica, no sólo paganos, sino también judíos o herejes ycismáticos, puede hacerse participe de la vida eterna, sino que irá al fuego eterno que está aparejado para el diablo y sus ángeles [Mt. 25, 41], a no ser que antes de su muerte se uniere con ella; y que es de tanto precio la unidad en el cuerpo de la Iglesia, que sólo a quienes en él permanecen les aprovechan para su salvación los sacramentos y producen premios eternos los ayunos, limosnas y demás oficios de piedad y ejercicios de la milicia cristiana. Y que nadie, por más limosnas que hiciere, aun cuando derramare su sangre por el nombre de Cristo, puede salvarse, si no permaneciere en el seno y unidad de la Iglesia Católica” (De la Bula Cantate Domino, de 4 de febrero de 1441, Decreto para los jacobitas, Concilio Ecuménico de Florencia,, Dz 1351).

6.-SOBRE LA NECESIDAD DE LA FE CATÓLICA PARA SALVARSE

“Quien quiere salvarse necesita sobre todo mantener la fe católica, a menos que uno la guarde íntegra e inviolable sin duda perecerá por toda la eternidad . -Pero la fe católica es esta: que adoremos a un solo Dios en la Trinidad , y a la Trinidad en la unidad … Por lo tanto el que quiera salvarse, piense así acerca de la Trinidad. Pero es necesario para la salvación eterna que fielmente crea también en la Encarnación de nuestro Señor Jesucristo … el Hijo de Dios que es Dios y hombre … Esta es la fe católica, si alguien no la cree, fiel y firmemente, no puede salvarse.“(Papa Eugenio IV, Concilio Ecuménico de Florencia , Ses. 8, 22 de noviembre 1439, ex cathedra).

7. CRISTO, JUEZ DE VIVOS Y MUERTOS

Todos las fórmulas del símbolo, sin excepción ni interrupción, proclaman la fe católica de que Jesucristo es el Juez de vivos y muertos, siguiendo a S. Juan y los demás Apóstoles; así lo hacen, por ejemplo, en la forma griega el Psalterium Aethelstani de uso litúrgico, o en la forma romana el Ruphinus. Como cualquier católico, se supone, conoce el Credo, sólo pondré aquí la forma griega antigua y la romana, para señalar la coincidencia, incluso en la exactitud de las palabras, de que es Cristo el Juez de vivos y muertos:

“.. subió a los cielos, está sentado a la diestra del Padre, desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos” (Psalterium Aethelstani, DZ 5).

 “..subió a los cielos, está sentado a la diestra del Padre, desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos” (Ruphinus, DZ 4).

Así podríamos citar también, entre los más conocidos, los símbolos de S. Cirilo de Jerusalén (+386), de San Epifanio (+403), del Concilio de Nicea (325), de  San Dámaso (+500?), el Quicumque o de San Atanasio, etc., con cuyas últimas  palabras de su credo damos por suficientemente demostrado este párrafo: “Esta es la fe católica y el que no la creyere fiel y firmemente, no podrá salvarse” (DZ 76).

C.- EXPLICACIÓN DE LA RECTA E INFALIBLE DOCTRINA DE LA IGLESIA

1.-PREÁMBULO

Es cierto que existe un único y verdadero Dios. El único Dios verdadero lo es de los astros, de los animales, de las plantas, de las estrellas.., de todos los hombres de cualquier condición, raza, sexo, creencia; de todo lo visible e invisible. En este sentido podemos decir que el único Dios verdadero lo es de todos.

Pero sólo existe una única Revelación de ese Dios verdadero; es decir, que Él por su misericordia ha querido revelarnos su rostro. Si Él no se hubiese revelado, el hombre, sin distinción de condición, caería en el error inevitablemente bajo las consecuencias del pecado original. Para evitar el yerro sólo pueden los hombres, caídos en la ignorancia al perder los dones preternaturales, acoger la Revelación.

Por lo tanto, la cuestión es si lo que afirman del Dios único católicos, judíos, musulmanes coincide con la Revelación, es decir, sobre lo que Él, Dios,  nos ha dicho sobre sí mismo. Pues sólo se puede decir que creemos en el mismo Dios cuando se creemos en su única Revelación.

Con esta sencilla exposición es más que suficiente para asegurar que los católicos, judíos y musulmanes no creemos en el mismo Dios. La razón es la siguiente: Porque ni judíos ni musulmanes creen en la divina Revelación y por lo tanto, no creen en las mismas cosas que los católicos.

Abundemos un poco más, citando el sentido común del Padre Ceriani: “Existe una diferencia abismal entre la realidad divina, alcanzada en sí misma en su verdadera esencia, tal como la luz de la fe nos la revela, y las representaciones humanas de Dios que proponen las falsas religiones.

Si negamos esta diferencia, si solamente atenuamos esta diferencia, entonces reducimos a una trivialidad la necesidad de una Revelación divina.”. Y peor aún, estaríamos diciendo [con los judíos] que si la justicia viene por medio de la ley, entonces Cristo murió en vano [Gal 2,21].

2.- ‘MONOLATRISMO’ DE JUDÍOS Y MUSULMANES, Y MONETISMO CATÓLICO

La representación puramente humana de Dios de judíos y musulmanes, exenta de la fe en la Revelación, no es monoteísta sino ‘monólatra’; es decir, que adoran no a Dios, sino a un único ídolo supremo fruto de sus elucubraciones mentales, como bien dice Mons. De Castro Mayer:

“Sólo es monoteísta quien adora a la Santísima Trinidad, porque la Unidad de Dios es inseparable de la Trinidad de Personas. Es falso decir que los musulmanes son monoteístas. No lo son porque no adoran al Unico Dios verdadero, que es Trino. Ellos son monólatras, o sea, queadoran un solo ídolo supremo. Dígase lo mismo de los judíos, que rechazaron la Revelación de la Santísima Trinidad. Ellos también dejaron la adoración del verdadero Dios Trino, para inclinarse ante un ser inexistente, un ídolo. Sólo hay una religión monoteísta: es la Católica, que adora a la Santísima Trinidad”.

Porque su dios es el resultado, no de la Revelación, sino de sus diferentes y humanas proyecciones mentales y deseos, es porque hay distintos ídolos compitiendo por ser cada uno ellos ’el único’.

3.- EL FALSO PLANTEAMIENTO ECUMÉNICO

Puesto que judíos y musulmanes confiesan una sola naturaleza y única persona en su supremo ídolo, los pastores, iluminados por el último Concilio, resaltando sólo aquella unidad y silenciando “que en todo hay que venerar lo mismo la unidad en la Trinidad que la Trinidad en la unidad”, nos están induciendo a la falsa creencia de que ese ídolo ‘fabricado’ es el mismo que el Dios revelado, ya que Éste tiene una sola naturaleza. Pero el monoteísmo católico confiesa a Dios tal cual es: Uno en naturaleza y trino en personas. Por lo tanto no podemos decir que judíos, musulmanes, y cristianos confiesen al mismo Dios.

“Si decimos que la Unidad de naturaleza ofrece una noción común inicial sobre la cual los adeptos de las tres religiones podrían unirse, mientras que la Trinidad de Personas se presenta como una fase ulterior, la Revelación hecha por el Verbo de Dios se agregaría como un piso a esa planta baja indispensable: la Trinidad no influiría verdaderamente en la Unidad” (P. Ceriani). Si decimos, pues, que la Santísima Trinidad es un dogma ‘secundario’ o silenciamos que la Trinidad es la misma esencia divina, con el fin de obtener una ‘paz’ del mundo fruto del diálogo entre las diversas religiones, estamos despreciando o rebajando el misterio de la Redención: La encarnación del Verbo de Dios, el Hijo Unigénito, Jesucristo y su pasión y muerte para nuestra salvación; y esa es la fe y el sentir de la Iglesia a través de todos los siglos. “ El que quiera, pues, salvarse, así ha de sentir de la Trinidad… Pero es necesario para la eterna salvación creer también fielmente en la encarnación de nuestro Señor Jesucristo, etc.” (Símbolo Quiqunque Dz 75,76). Y el resultado de tal veneno sería la contaminación y aniquilación de la fe católica, llevando a los fieles al indiferentismo religioso; fenómeno tan extendido que asfixia a la mayoría de los bautizados; pero sobre las funestas consecuencias causadas por esa novedosa predicación, que hoy podemos ver por doquier, trataremos más abajo.

Sin embargo, la Santísima Trinidad es un concepto ontológicamente primordial y no una noción que se agrega a la substancia divina. No es un agregado secundario o facultativo. La Trinidad de Personas es la esencia divina; lejos de ser una noción accidental, la Trinidad es la manera única, inimitable que tiene Dios de ser Uno”. Es indispensable rechazar una teología a dos niveles: una planta baja universal y evidente, y un primer piso facultativo y agregado, que sería el verdadero obstáculo para la unidad, sigue diciendo el P. Ceriani.

El monoteísmo cristiano difiere totalmente del ‘monolatrismo’ judío o musulmán y ambas creencias son irreconciliables; tanto, que sólo en el monoteísmo cristiano se puede encontrar la salvación eterna; mientras que en el Islam y en el ‘monolatrismo‘ del judaísmo se muere en los propios pecados:

 ”Jesús les dijo también: ‘Yo me voy, y ustedes me buscarán y morirán en su pecado.  Adonde yo voy, ustedes no pueden ir’ Por eso les he dicho: ‘Ustedes morirán en sus pecados’. Porque si no creen que Yo Soy, morirán en sus pecados” (S. Juan 8, 21)

“El dios natural, supuesto común a las tres religiones monoteístas, es un ente de razón, una concepción puramente humana sin fundamento en la realidad, un dios que no existe más que en el espíritu de ciertos hombres”, según la doctrina de la Iglesia católica.

D.- OBJECIONES

            1ª.- Pero la Iglesia sostiene que se puede conocer a Dios por medio de las criaturas.

Contra esta objeción decimos que la Iglesia sostiene que el conocimiento natural de Dios no es aún la fe y que la fe es necesaria para la justificación.

Que ese conocimiento natural racional de Dios todavía no es la fe, porque para creer en Dios se necesita su gracia, es lo definido también en el Concilio Vaticano I con estas palabras:

«Si alguno dijere que la fe divina no se distingue de la ciencia natural sobre Dios y las cosas morales y que por tanto, no se requiere para la fe divina que la verdad revelada sea creída por la autoridad de Dios que revela, sea anatema» (DS 3032).

            2ª.- Pero lo que judíos y mahometanos pueden conocer de Dios por la razón es         suficiente para salvarse.

Contra esta objeción decimos que es absolutamente insuficiente para salvarse el conocimiento por la razón de Dios, porque no es fe divina.

«Si alguno dijere que la fe divina no se distingue de la ciencia natural sobre Dios y las cosas morales y que por tanto, no se requiere para la fe divina que la verdad revelada sea creída por la autoridad de Dios que revela, sea anatema» (DS 3032).

El concurso divino para que un hombre con su razón natural llegue al conocimiento de Dios con certeza, incluso demostrándolo, es un don de Dios sólo natural; no es la gracia, es sólo del orden natural. Hay que evitar llamar gracia a esto para no incurrir en naturalismo materialmente. Si se rechaza la gracia de la fe, se pierde la fe, aunque se hubiera llegado a conocer la existencia de Dios por la sola luz de la razón a partir de las criaturas.

» La causa instrumental de la justificación es el sacramento del bautismo, que es el sacramento de la fe» sin la cual jamás a nadie se le concedió la justificación”  [El Concilio Tridentino s.6. c.6 (D 799)]

“La fe es el principio de la humana salvación, el fundamento y raíz de toda justificación, sin ella es imposible agradar a Dios” [Conc. Tridentino s.6 c.8 (D 801)]

Las verdades religiosas naturales, si son aceptadas por el testimonio de la razón, no son objeto de fe, sino de simple conocimiento racional. Por lo tanto, la diferencia entre aquél que acepta la Revelación y aquél que sólo acepta lo que su razón le demuestra, no solamente es una diferencia de perfección en el conocimiento de Dios, como parece decirnos el actual magisterio y el Concilio V. II (conozco más o conozco menos sobre Dios), sino una diferencia de fe: para uno son objeto de simple creencia humana, para otro es objeto de fe sobrenatural, sin la cual nadie se puede salvar (Ceriani).

            3ª Pero los cristianos tenemos la fe de los Patriarcas y Profetas del Antiguo Testamento, al igual que los judíos de hoy en día.

Contra esta objeción decimos:

1º.- Los Patriarcas y Profetas creyeron en el verdadero Dios que comenzó a revelarse en el Antiguo Testamento y llegó a su plenitud en el Nuevo Testamento. Con esa fe sobrenatural acogieron en el tiempo de la promesa el mismo objeto material de la fe que nosotros los católicos; pero cuando la Promesa se cumplió, nosotros abrazamos explícitamente lo que ellos hicieron implícitamente. Por otra parte, sabían que la Revelación divina aún no estaba terminada y esperaban a Aquél que iba a Revelar la Santísima Trinidad.

«Un profeta como tú levantaré de entre sus hermanos, y pondré mis palabras en su boca, y él les hablará todo lo que yo le mande  (Deu 18:18).

Él hablará las palabras de Dios, y pedirá cuentas al que no lo escuche

«Y sucederá que a cualquiera que no oiga mis palabras que él ha de hablar en mi nombre, yo mismo le pediré cuenta.  (Deu 18:19).

Y advierte contra los falsos profetas

«Pero el profeta que hable con presunción en mi nombre una palabra que yo no le haya mandado hablar, o que hable en el nombre de otros dioses, ese profeta morirá.»  (Deu 18:20).

Hay que distinguir entre la ignorancia de aquello que Dios aún no ha revelado y el rechazo a lo que Dios ya ha revelado en un momento determinado, y definitivamente en  Cristo; los que sostienen, contra la Revelación divina,  que Dios es una sola persona como una sola es su naturaleza, injurian al verdadero Dios, tal como hacen los judíos y musulmanes que no aceptan la revelación de Dios.

Los cristianos no tenemos el mismo Dios que los judíos incrédulos, porque el desarrollo de la fe depende del desarrollo de la Revelación divina. Revelación que se cumplió plenamente en Cristo

Ignorar aquello que todavía Dios no ha revelado es una cosa, y otra muy distinta es rechazar de forma injuriosa y herética aquello que Dios revela, sosteniendo, contra la Revelación divina, que Dios es una sola persona como es uno en naturaleza, dice acertadamente el P. Ceriani con toda la Tradición de la Iglesia.

Por eso Jesús dijo de sus adversarios: “Si Yo no hubiese venido, y no les hubiese hablado, no tendrían pecado; pero ahora su pecado no tiene excusa” (Jn. 15:22).

Rechazando la fe en Aquél que es el “autor y el consumador de la fe”, los judíos han rechazado el evangelio de Dios, que Él les había prometido por sus profetas”.

Rechazando la realización, los judíos conservan en vano las promesas y las figuras contenidas en la Revelación preparatoria al Mesías. Es una ingenuidad pensar que los judíos leen y comprenden el Antiguo Testamento como nosotros lo leemos y comprendemos. San Pablo dice claramente que un velo permanece delante de sus ojos cuando ellos leen las Escrituras; velo que será levantado cuando sus corazones se vuelvan hacia el Señor (II Co. 3:16).

Por eso Jesús les dijo: “Si creyeseis en Moisés, también me creerías a Mí, pues de Mí escribió él”, demostrándoles el verdadero motivo de su resistencia: la ausencia de esa fe en Dios”.

2º.-La fe de Abraham no es la fe de los musulmanes y judíos. La admiración hacia Abraham proviene de su obediencia; él no buscó primero entender para luego obedecer, sino que obedeciendo en lo que Dios le revelaba creyó en la providencia divina, aun cuando no comprendía cómo le pedía sacrificar al hijo por el cual se cumpliría la promesa. Si Abraham hubiera procedido inversamente hubiera perdido el favor de Dios y la promesa que Él le hizo.

“ Yo te llenaré de bendiciones, y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo, y como la arena que está en la orilla del mar; tu posteridad poseerá las ciudades de sus enemigos,  y en un descendiente tuyo SERAN BENDITAS todas las naciones de la tierra, porque has obedecido a mi voz (Gn 22, 17-18).

El concepto de obedecer la voz de Dios, que podemos encontrar en otros lugares de las Sagradas Escrituras no se refiere,  por ejemplo, a una multitud de prácticas piadosas que uno mismo decide realizar – oraciones hacia la Meca de los musulmanes, vivir en tiendas en la fiesta de las Cabañas los judíos, etc. – ni tampoco se refiere a los esfuerzos que realizamos por lo que nosotros estimamos ser la ‘causa de Dios’, sino en creer lo que Él ha dicho y cómo lo ha dicho, es decir, en creer en la Revelación de Dios. La esencia de la obediencia a Su Palabra se apoya en la fe en lo que Él ha dicho. Quien no cree en lo que Dios ha dicho, lo rechaza. Si cree en lo que Dios ha dicho, lo acepta y, lógicamente, deberá cumplir lo que él ha revelado. Cuando definimos la obediencia según nuestra propia forma, mediante actos que nosotros suponemos hechos para su causa, pero no creemos en lo que Dios ha revelado, nuestras acciones no tienen valor ante Su Presencia. Podemos apreciar esta verdad en 1 Reyes. 15, 22-23, leyendo como Dios rechaza los sacrificios del Rey Saúl porque éste no obedeció los mandatos del Señor, pues no creyó.

Nótese que cuando Abraham alzó su mano en el monte Moria (el Señor ve y provee) sobre su hijo Isaac, Dios detuvo su acción y proveyó un cordero, cuya presencia jamás Abraham había imaginado. El verdadero fiel con  fe católica cree en la Revelación divina que dice, ‘fuera de la Iglesia no hay salvación’ y no trata de entender antes para creer  más tarde, si ha entendido, por qué los que están fuera de la Iglesia no se salvan; al creer, Dios le dará a entender las razones de tal verdad y su misericordiosa Justicia y se esforzará en cumplir su mandato y proclamará el Evangelio a todas las naciones, para que muchos crean y se bauticen y puedan ser salvos; el qué tiene fe verdadera  no se escandaliza Dios  preguntándose ¿cómo es posible que  millones de ‘buenas personas’ que permanecen fuera de la Iglesia no se salven? Quien tiene fe, como Noé, obedece, construye y se refugia en el Arca, aún sin entender porque el diluvio ahogará a los habitantes del mundo, ni duda de la Justicia de Dios. El que tiene fe católica, simplemente cree y anuncia a Cristo, a tiempo y a destiempo; el que no tiene fe católica da rienda suelta a elucubraciones propias para hacer un dios a medida de su razón. Porque si alguno en la más recóndita selva estuviese entre los elegidos, Dios proveería la manera en que conociese a Cristo antes de su muerte, como proveyó el cordero a Abraham; este misterio de la justicia de Dios sólo lo podemos conocer en la otra vida. Pero quien quiere primero entender para luego creer, fabricará un dios a su humana medida, o dirá que los que creen en Alá o siguen el Talmud creen en el mismo Dios que los cristianos, cuya consecuencia, ad extra,  será incumplir el mandato del Señor de predicarles el Evangelio de Cristo para que entren en el Arca de la Salvación; y ad intra, favorecer el indiferentismo entre los fieles católicos, que primero se mostrarán perplejos y más tarde sucumbirán ante las novedades ‘doctrinales’, bien abandonando la fe católica, bien ‘produciendo una fe ‘católica’ según sus razonamientos. Pero nuestras ideas sobre Dios son nuestras y distintas de la fe que justifica; no son lo que Él ha revelado en Cristo.

“Porque no busco entender para poder creer, sino que creo a fin de entender. Por esto también creo, porque si no creyera no entendería” (San Anselmo).

E. LAS TRAGICAS CONSECUENCIAS

“Tenemos que ser realistas y reconocer con profunda comprensión que son actualmente muchos los cristianos que están  perdidos, confundidos o incluso decepcionados. “(Theologisches”, julio, 2002). Pero otros se han transformado en tibias sombras, cual ciegos sacristanes del clero ‘conservador’ que goza de las mieles del status en la línea media conciliar, y que ha optado por no reconocer la “auto-destrucción de la Iglesia desde dentro” (palabras del card. Scheffczyk). Los primeros suelen hablar de los malos frutos del concilio, a veces, queriendo ver las causas en sus efectos; los segundos siguen en el festejo del 50 aniversario del Concilio reprimiendo, si fuera menester, a las voces más influyentes de aquellos críticos.

Las consecuencias, los malos frutos desde el Concilio hasta el presente y los aún peores por venir, si Dios no lo remedia, se entienden fácilmente si identificamos la causa. Porque la razón de toda esta gigantesca crisis se puede señalar si respondemos adecuadamente a la siguiente cuestión ¿Cuál es el común denominador de todas las reformas del Concilio Vaticano II y los documentos posteriores a él? Si rastreamos las constituciones, decretos y declaraciones del concilio, la reforma litúrgica, la reforma

del C.I.C, el nuevo catecismo, la mayoría de las encíclicas, textos y eventos ecuménicos, diálogos interreligiosos, discursos, etc., veremos nítidamente que se trata del abandono del derecho absoluto de la Iglesia católica a presentarse como la única  institución de salvación.

La Iglesia siempre se consideró como poseedora de la única Verdad, y esa fe fue la causa del martirio de decenas de miles de cristianos durante las persecuciones romanas; esa consciencia de guardiana de la Revelación no sólo fue motivo del odio de los emperadores que, sin embargo, eran tolerantes con todas las religiones de los pueblos que conquistaban, a los cuales dejaban que entronizaran a sus dioses en el Panteón, siempre y cuando no se empeñasen en que su Dios fuera el único y verdadero; caso de los cristianos. Pero aquél odio ha perdurado a través de los tiempos, porque considerarse como el único Arca de Salvación es el mayor de los escándalos para los masones. Con toda franqueza: Lo que hay detrás de todas las declaraciones señaladas de los papas últimos, del concilio, de las reformas, etc.,  es que ahora se niega que la Iglesia católica sea la única custodia y legítima administradora del Depósito de la fe. No se trata principalmente, pues, del abandono de ciertos dogmas de la  fe,  de ciertas formas litúrgicas o de ciertos principios morales,  sino de la redefinición esencial de la Iglesia en sus relaciones con el mundo y con otras religiones. No se trata de un grupo que niega un dogma determinado, que cual rama podrida se podría podar por muy poderoso que fuese, sino de la misma esencia, de todo un ataque a la misma raíz que alimenta y sustenta el árbol y que hace tiempo lo nutre con savia envenenada por lo que el árbol va menguando. Se trata de negar, en principio, la verdad de fe divina y católica definida, “extra ecclesiam nulla salus” (fuera de la Iglesia no hay salvación). Veamos sólo algunas de las consecuencias de esta negación:

LA LITURGIA

Supuesto el nuevo discurso oficial que niega el dogma “fuera de la Iglesia no hay salvación”, se les hizo necesario una reforma litúrgica que no expresara con absoluta certeza que la Misa  es un verdadero sacrificio propiciatorio por el cual la salvación puede ser concedida a aquellos que participan en ella, aunque esto no se logre necesariamente; es decir, se necesitaba una nueva misa en favor de la redención universal ipso facto. La idea de sacrificio fue abandonada en favor de una comida memorial en el N.O.M y la relativización de la fe se expresó en el cambio de las palabras de la consagración, en la supresión del ofertorio… La salvación dada por Dios se aplicaba ahora a todos en  la fórmula “por vosotros y por todos los hombres“, es decir, por los musulmanes, judíos, budistas, etc. y en el rápido sobre entendimiento de que el individuo no tiene la obligación de tomar medidas para sacar fruto de ello (De ahí, por ejemplo, que la mayoría de matrimonios católicos no siguen la moral católica, según conocidas y serias encuestas). He ahí la importancia del ‘pro multis’,  que se ha mantenido en todos los ritos católicos, excepto en las traducciones vernáculas del rito romano, y que afecta al núcleo de la consagración, a la misma forma del sacramento. Esta forma de culto podría ser realizada por otras sectas, según reconocieron significativos representantes de las más importantes ramas protestantes. Nada tiene de extraño, pues, que aunque se haya concedido ‘permiso’ condicionado para celebrar Misas tridentinas los católicos no acudan, en general, porque no conservan ya la fe católica impoluta; quien más quien menos ha sido afectado por el virus, aún entre los más piadosos y devotos, que no ven cómo la nueva misa expresa una fe distinta a la católica. No se trata, por tanto, de una parte de la nueva misa que habría que cambiar, sino de la fe que expresa el conjunto del rito fabricado al servicio de la idea de la salvación universal incondicional, incluso a los que de forma pertinaz se mantienen fuera de la Iglesia. No en vano se han añadido oraciones tomadas de los judíos y protestantes ¿quedará así? No, porque abandonada la esencia constitutiva de la Iglesia ¿Quién impedirá que haya oraciones a Alá? De hecho, la Sura con que comienza el Corán, al parecer ha sido incluida en el modernista misal cotidiano oficial de los fieles  (el alemán Schott-Messbuch); en las oraciones del jueves de la  12ª semana  del ‘ciclo anual’ se añade el texto siguiente: “En el nombre de Alá, amable y misericordioso. ¡Alabado sea Alá, Señor del universo, bueno y misericordioso, Señor del día del juicio. ”(Citado de UVK año 33, No. 3, mayo / junio de 2003, p. 186). Seguramente se habrá eliminado ya esa oración ¿Pero podrá la jerarquía impedirlo en el futuro, cuando ella misma alienta la falsa creencia de que musulmanes, judíos y cristianos creemos en el mismo Dios?

LOS JÓVENES

“El final del abandono voluntario de la fe católica es el indiferentismo, la total libertad teológica e incluso la pérdida total de la identidad católica. Al reconocer a otras religiones como legítimas vías de salvación, con iguales derechos e  igual de válidas, el cristianismo se convierte en indiferentismo.

El cristianismo es ‘auto exiliado‘ a ser poco más que una idea subjetiva, se le degrada a  ser simplemente una realidad ideal, sin ser objetivo. Dios ya no es el Ser Absoluto que se revela, sino simplemente un momento de la imaginación del sujeto; se le reduce a ser una mera “sensación“. El hecho de que  Juan Pablo II tuviera  tanto “éxito” entre  los jóvenes, hay que explicarlo- si mi opinión es correcta- por sus constantes apelaciones al ‘sentimiento religioso’”, no a la verdad objetiva revelada que exige una obediencia; este discurso lo que transmite es una difusa idea de Dios que no impone obligaciones, o al menos demasiadas, al actuar concreto del hombre. La mayor demostración es que, a pesar de los millones de jóvenes que una maquinaria ‘marketinesca’ muy costosa movilizó, bien lejos de la genuina predicación católica, las vocaciones sacerdotales y religiosas siguieron descendiendo vertiginosamente y los jóvenes, en masa,  abandonaron los templos durante su pontificado, se cerraron seminarios y se vendieron iglesias y conventos, muchos de los cuales son hoy mezquitas. Es fácil de comprender, porque si la religión es sensación, experiencia personal como suelen decir casi todos los pastores, y no asentimiento a la verdad revelada aunque no la entienda ni me sea ahora ‘chupi guay’ y grata, cuando las sensaciones sean más fuertes afuera, lo normal es que se alejen para vivirlas allí, alejados del templo; o cuando la verdad reclame la resignación en las penurias en este valle de lágrimas, el sentimiento buscará otras praderas donde mantenerse exultante: los yermos campos del mundo, las ‘iglesias’ heréticas, las falsas religiones, etc., declaradas erróneamente vías salvíficas . Pero la Iglesia no fue constituida por Cristo para competir con el mundo en sensaciones, sino para ser la sal del mundo mediante el sacrificio, el ayuno, la limosna, la oración, la mortificación…sin cesar de predicar el Evangelio, no el de los jóvenes, no el CAT, sino el Evangelio perenne de Cristo, la salvación por la Cruz, el Verdadero Cordero de Dios, para que el hombre adámico entre en el único Arca de Salvación, la Iglesia católica; el Cuerpo Místico de Cristo.

Negar o silenciar el dogma de que ‘fuera de la Iglesia  no hay salvación‘ es  un error pastoral de enormes y trágicas consecuencias para generaciones enteras que van camino a la perdición, desconocedoras de su propia fe, como lo reconocía recientemente Benedicto XVI, pero sin señalar la verdadera causa; se queja, pero no rectifica el rumbo

¿Cómo evolucionarán los jóvenes, si Dios no lo remedia? Como los simples fieles, y sobre todo los jóvenes mucho menos formados en la fe,  no han entendido qué sea aquello que divide a los católicos conciliares de la multitud de sectas protestantes y hasta de otras religiones, dado que en la práctica casi se tiene la misma comprensión de los ‘dogmas’ y ven, por otra parte, cómo en los encuentros ecuménicos se invita a protestantes, budistas, sintoístas, animistas, judíos. y ahora, también, hasta a los ateos que ‘buscan sinceramente la verdad’ (Asís III),.tienden a configurarse una fe sincretista; toman de unos la herejía de la reencarnación, de otros la sola Escritura, de allá el Karma, etc.; en definitiva, van perdiendo todo rastro de fe católica, creyendo, si es que conservan algún sentido de la trascendencia, que todo el mundo se salva; mientras, casi nadie les dice que van camino del infierno porque fuera de la Iglesia no hay salvación. No parece insólito, viendo el rumbo de los hombres que dirigen la Iglesia, que menos del 30% de los jóvenes franceses declaren que no se consideran católicos; o que en la  antaña cristiana Holanda hoy ya sean mayoría los musulmanes.

LAS MISIONES

Si como escribió el P. Basetti Sani, el Corán es un libro divinamente inspirado; Si como declaró Mons. Yves Plumey, el cristianismo y el islamismo predican las mismas verdades y tienden al mismo fin, más allá de distintos dogmas y moral; si como dijo Le Observatore Romano el hinduismo está ya orientado a Cristo y de hecho ya contiene el símbolo de la realidad cristiana; si se acepta condenar que se proponga la conversión a otros, al considerar a todos los fundadores como mensajeros, como hizo el card. Pignedoli (Observ Roma. 13/2/76); si se intentan quitar las imágenes de los santos para poner en su lugar frases del Corán y de la Thorá, como quiso Mos. Echégaray en Notre Dame de la Garde;  en efecto, si este es el nuevo magisterio, entonces la acción misionera se convierte en una empresa de acción meramente social; lo que se piden son guardarías, hospicios, obras hidráulicas, escuelas.. Toda la misión se convierte en pura filantropía, pelagianismo craso.

Si se enseña que no se debe predicar a los infieles, sino dejar que todas las religiones expliciten al Cristo latente mediante un instinto inconsciente hacia Cristo, como se dice en multitud de documentos, se está diciendo lo contrario  a lo que la Iglesia siempre había enseñado: que jamás la salvación eterna se consigue sin la gracia.

Por otra parte, todo acto moral del hombre requiere advertencia, conocimiento y libertad; luego un instinto inconsciente carece de esas propiedades. Además, el destino eterno del hombre no puede determinarse por actos no deliberados e ‘instintivos’, porque el hombre no puede ser salvado sin el ejercicio de su libertad.

Si la pluralidad religiosa no surge del pecado  original, de la culpa adámica,  sino de las variedades étnicas, de las peculiaridades de las distintas experiencias ecológicas, etc., como señala Mons. Rossano, los Card. Willebrans, Kasper.. y en muchos más documentos romanos, que no podemos citar para no alargar demasiado este escrito, están negando, en la práctica, y con escritos que contienes errores doctrinales el dogma fundamental de la existencia del pecado original; se está arrancando de raíz el tratado de la gracia, y el clásico tratado de la verdadera religión se echa a la pira de los afanes de la modernidad. “Que los hombres crean prestar un culto divino adorando a escarabajos,  a las vacas y al estiércol, degollando a sus padres sobre el ara de Numen, prostituyendo a sus hijas en el templo, o haciendo siervas a las mujeres con la poligamia, fue siempre considerado como un efecto del pecado”.. ”porque el pecado original hirió al espíritu con la enfermedad, la ignorancia y la malicia y ha multiplicado las religiones alejándolas de la verdad y unidad, que la Razón divina (el Logos) sitúa en las mentes para iluminarlas”; de ahí la necesidad, para el hombre, de que Dios se revelara escogiendo un Pueblo al que le hizo la promesa que cumplió en Cristo en la plenitud de los tiempos.

En definitiva, si fuera de la Iglesia hay salvación, porque las demás religiones son vías de salvación también, se están cortando de raíz las misiones que, en cualquier caso serán O.N.Gs, pero ya no medio de evangelización de Cristo. De hecho, el número de conversiones ha disminuido drásticamente; de unas 170.000 conversiones anuales al catolicismo en la década de los cincuenta en los EE UU, se ha pasado a unos pocos miles.

Silvano Sabatini, misionero de la Consolata durante 40 años, es el paradigma del  estado de las misiones en la actualidad, un producto de casi cinco décadas diciendo erróneamente que judíos, musulmanes y cristianos creen en el mismo Dios y negando el dogma de que ‘fuera de la Iglesia no hay salvación’. Este misionero ha escrito un libro titulado “El sacerdote antropólogo. Entre los indígenas de la Amazonia” (Ediesse, Roma2011), en el que dice con orgullo: «No bautizamos a ningún yanomami –declara Sabatini– porque estábamos convencidos de que no tenía sentido bautizar a la persona fuera de la comunidad y que es la cultura la que debe ser evangelizada: el hombre tiene derecho a tener su cultura y debe encontrar en ella la forma para expresarse cristianamente. Bautizar fuera de la comunidad habría significado crear en el bautismo una doble personalidad». Motivo por el que, cuenta Zaccaria, coautora del libro, «Sabatini respondía a aquel monseñor ansioso por saber cuántos yanomami había bautizado: por gracia del Buen Dios, NINGUNO” ¡ 40 años y ni un solo bautismo, es increíble! He aquí donde nos ha llevado el magisterio actual.

Sean suficientes estos tres ámbitos, pero el lector podrá aplicarlo al estado decadente de la escuela católica, la moral rebajada, la crisis de las órdenes religiosas, la desintegración de la familia, la ausencia de vocaciones sacerdotales, el abandono del sacramento de la extremaunción, etc.

F. LA PERPLEJIDAD DE LOS CATÓLICOS

Si Benedicto XVI y Juan Pablo II, cardenales y obispos afirman, como hemos visto,  que judíos, musulmanes y cristianos adoramos a un mismo Dios, se nos presenta el siguiente dilema: o bien  el Protomártir San Esteban, el Apóstol Santiago, los encarcelamientos de Pedro y Juan por los jefes judíos, incluido el sumo sacerdote Ananías y tantos mártires a manos de los judíos, fueron inútiles, al igual que las decenas de miles de mártires a manos de los musulmanes, o bien este nuevo ‘magisterio’ yerra gravísimamente en el dogma fundamental de la fe, o bien están dándonos una nueva doctrina.

Luego, si  Cristo mismo refuta este falso evangelio, cuando  dice que el dios que adoran los judíos que no  aceptan al Verbo Encarnado, es el demonio y, también dice claramente  que Dios no es el padre de los judíos que no aceptan a Cristo, los católicos verdaderos debemos obedecer a Dios antes que a los hombres que abanderan el falso ecumenismo que asfixia la fe, sin la cual nadie puede agradar a Dios.

Podrán argüir muchos sedicentes católicos que rechazan la doctrina perenne de la Iglesia, que en virtud de que fueron depositarios de la Antigua Alianza tendrán estos rabinos de hoy el ‘privilegio’ sobre los demás, al menos, de ser llamados ‘Hermanos Mayores’, tal como les denomina BenedictoXVI e hizo Juan Pablo II siguiendo a la escandalosa enseñanza de Nostra Aetate del Concilio V. II; pero es imposible que quien tiene por padre al demonio, tenga parentesco alguno con quien en su alma inhabita la Santísima Trinidad por la gracia; ergo, ni hermanos mayores, ni menores, ni primos, ni parentela alguna…, sino infieles pecadores que necesitan la predicación del Evangelio para que puedan incorporarse a la única Iglesia de Cristo, la Católica.

En cuanto a la salvación de los judíos, tenemos otro dilema ¿o creemos el discurso ecuménico del ‘concilio’ vaticano II divulgado por los tres últimos papas, según el cual se salvan si son buenos judíos o creemos a Cristo? Porque es Cristo mismo quien dice a los judíos que si no creen que Jesús es ‘Yo soy’ (Dios) morirán en su pecado, según hemos citado más arriba. Y bien sabemos que quien muere en pecado mortal no puede salvarse. Y no se conoce mayor pecado que aquel llamado contra el Espíritu; porque eligen como padre al demonio, según el mismo Jesús,  en vez de al Padre de Nuestro señor Jesucristo que ha completado la Revelación.

Ahora bien, como los martirios de San Esteban, Santiago y muchos mártires desconocidos a manos de los judíos en los primero siglos y a través de la historia no fueron inútiles, porque emularon el Martirio que los deicidas judíos cometieron con Nuestro Señor Jesucristo, no cabe decir más que, o bien este magisterio conciliar yerra en el dogma fundamental o está predicando un dogma nuevo.

Cabe, pues,  preguntarse si un papa puede predicar una doctrina distinta a la revelada; contra esta posibilidad se levanta el Apóstol de los Gentiles anatematizando a quien osare hacer prostituir los dogmas o inventar los suyos propios:

“Más si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema” (Gal 1,8)

El evangelio predicado por Pablo, un apóstol inspirado por Dios, era y es completo y perfecto, absoluto y final; por eso dice «más si aun nosotros…». Algunos pastores cambian. Muchos lo han hecho. Comienzan bien y después predican el error. Dios no hace acepción de personas: si Pablo mismo en algún momento hubiera cambiado el Evangelio que había predicado a los gálatas, él habría merecido la condenación.

Pablo usa la palabra anatema también en 1 Cor. 16:22, «El que no amare al Señor Jesucristo, sea anatema» Y preguntó yo ¿Cómo pueden amarlo sino creen en Él? ¿Cómo pueden creer en Él si no le conocen? ¿Cómo podrán conocerle si el mismo papa, dice que no es necesario predicarles porque ‘su misión conferida en la Antigua Alianza no ha cesado’ (ver cita up supra)?

¿Por qué S. Pablo denunció tan severamente a los judaizantes? Porque si se cambia el Evangelio, la eficacia de la Sangre de Cristo queda anulada y toda esperanza de salvación se pierde. Todos los que fueron bautizados en Cristo (Gal 3:27) iban a perder su salvación si aceptaban el «evangelio diferente» de los judaizantes. Cuestión de gravísima y capital importancia entonces y de nuevo hoy en día, tristemente, ante la perplejidad que produce a los católicos el ‘magisterio’ de los papas conciliares. Entonces ¿No está constituida la Iglesia por Cristo para salvar almas, sin cuyo objeto no se justifica?

Por otra parte, también la Iglesia confirmó siempre lo que San Pablo nos dice:

“Porque el Espíritu Santo no fue prometido a los sucesores de Pedro  para que den a conocer como revelada una nueva doctrina, sino que  con su  asistencia, guarden santamente y expongan fielmente  la Revelación transmitida por los Apóstoles”, es decir, el Depósito de la Fe.   (Constitución Dogmática Pastor Aeternus; Concilio Ecuménico Vaticano I -Dz2001 N º 3070-).

Pero el evangelio de estos papas es distinto al predicado, porque dan a conocer una doctrina nueva que no contiene la Revelación transmitida por los Apóstoles.

Finalmente, decir a todos los que desean caminar  tras la Verdad, que deberán tener en cuenta que lo que se pretende expandir es la negación de la divinidad de Cristo o rebajarla para crear una nueva religión; ante esto debemos reaccionar con el espíritu de San Pablo “¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿La tribulación? ¿La angustia? ¿la persecución? ¿el hambre? ¿la desnudez? ¿los peligros? ¿la espada?”. (Romanos 8, 35)

Esta crisis es muy distinta de otras, incluso graves, habidas en la Iglesia; y si no se entiende que estamos en los últimos tiempos, nada se podrá comprender; la tribulación será como nunca fue, y no sólo física sino también moral, hasta el punto de que “si aquellos días no fueran acortados, nadie se salvaría; pero por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados”(Mt, 24, 22).

Estemos vigilantes con las lámparas encendidas, refugiados en las llagas de Cristo, haciendo oídos sordos de estos cantos de sirena que vienen de Roma, que quieren prostituir la fe católica. Todo esto está anunciado, no sólo por las profecías de la Virgen María, sino por el mismo Cristo; se trata de la gran apostasía de la que habla San Pablo y de la que Nuestro Señor nos advirtió para no cogernos desprevenidos: “Pero, cuando el Hijo del hombre venga, ¿encontrará la fe sobre la tierra?” (Lc 1.8)

Parece, pues, que estamos lejos de que se reconozcan los errores, volviendo a la tradición, a la fe verdadera. He aquí unas declaraciones recientes del cardenal Kurt, que indican, más bien, la decisión de inyectarnos una mayor dosis de veneno, ya que, por obediencia, hemos asimilado las cuotas iniciales.

“Es la tercera vez (después de los encuentros de 1982 y de 2005), que la Comisión organiza una reunión plenaria reuniendo en Roma los consultores y los delegados de las Conferencias Episcopales, responsables de las relaciones con el judaísmo. Entre las cuestiones afrontadas durante el encuentro, un equilibrio sobre los diálogos emprendidos, una panorámica de las iniciativas locales, la posibilidad de establecer una “Jornada del judaísmo” a nivel de las distintas Conferencias Episcopales y la celebración del 50° aniversario de “Nostra Aetate” (El cardenal Kurt Koch durante la plenaria de la Comisión para las relaciones religiosas con el judaismo 6-11-2012)

Con El Papa San Silvestre, decimos:

i todo domingo debe ser celebrado con alegría por los cristianos en razón de la resurrección, TODO SÁBADO HA DE CONSIDERARSE COMO DÍA DE SEPULTURA PARA EXECRACIÓN DE LOS JUDÍOS. Porque todos los discípulos del Señor lloraron en sábado, gimiendo por el entierro del Señor, mientras que los judíos estaban exultantes de alegría. La tristeza se había hecho presa de los descorazonados Apóstoles. Por ende, contristémonos con quienes se contristaron por la sepultura del Señor, si es que deseamos alegrarnos con ellos mismos por la resurrección del Señor “.

Desde el Corazón Inmaculado y sufriente de Santa María Virgen, oremos y hagamos penitencia por la conversión a la fe católica de judíos, musulmanes y restos de infieles, que Dios recibirá con misericordia, cual hijos pródigos

Ven Señor Jesús, Ven pronto.

(1)  El padre Jacinto Loyson ejercía su ministerio en la Catedral de Nuestra Señora de París; pero lo abandonó, se casó y fundo una iglesia cismática llamada la iglesia galicana católica; en 1882 publica un opúsculo que fue condenado por la Iglesia, en el cual considera a la virtud del celibato como una aberración fisiológica responsable de la miseria afectiva y sexual del clero (Historia social y literatura: Familia y clero en España(siglos XVIII y XIX …Escrito por Fernández Díaz Fernández; Ed. Milenio V. III)

                                      Por Sofronio

Gratia et pax Christi tecum

 

10 respuestas »

  1. Felicidades Sofronio. Esto es lo que yo quisiera de la Iglesia: sentarme tranquilamente, abrir los oídos y dejarme invadir por un torrente de doctrina clara, rotunda, inmutable, avalada por el magisterio de los siglos. Desgraciadamente, no puedo. Otros, que siguen a la secta vaticana, lo que hacen es, o bien cerrar los ojos y los oídos para no ver ni oír, o, los que presumen de formación teológica, enredarse con sofisterías y palabrería detestable para convencerse, retorciendo todo lo que sea preciso retorcer, de que lo que escuchan sigue siendo católico. Conviene repetir que la doctrina de la secta vaticanosegundista no es católica. Ojalá hubiese muchos Sofronios para hacerlo ver a cuantos más mejor con tanta claridad.

    Pues eso, felicidades.

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  2. Añadiré sólo lo que restaba a este artículo para darlo por finalizado, es decir el valor de cada dogma implicado, como ya está en mi web:

    Dada la confusión que hay entre los católicos respecto al llamado protocolo 122/49 sobre el caso P. Feeney; sin considerarme yo feenellista creo conveniente matizar algunas cosas, para mayor claridad:

    A.-La necesidad de la Iglesia para la salvación (extra ecclesiam nulla salus) es una verdad revelada y definida por la Iglesia, es decir, tiene el valor de verdad de fe divina y católica, o también llamado dogma de fe, cuya negación apareja la censura de herejía ipso facto. Cuanto el protocolo 122/49 diga en este sentido coincide con toda la Tradición.

    B.- Que la necesidad para la salvación de la Iglesia es una necesidad de medio, tiene valor de teológicamente cierta y por ello infalible,porque tiene una conexión lógica con las verdades reveladas, cuya negación arrastra la censura de error teológico «ipso facto». Lo que el protocolo diga sobre esta necesidad absoluta de medio, coincide con la tradición.

    C.- Que la necesidad de medio no sea absoluta, es decir, que se pueda suplir por el deseo de ella, sobre todo implícitamente, tiene tan sólo el valor de doctrina católica que no ha sido definida de forma infalible, y que aunque debe ser recibida con sumisión, está sujeta a error, pues la Iglesia no ha comprometido la infalibilidad.

    En realidad, ese documento fue una carta dirigida al obispo Cushing, y firmado por el cardenal Marchetti-Selvaggiani, conocido como el Protocolo No. 122/49. También se le llama Suprema haec sacra y la carta Marchetti-Selvaggiani. El Protocolo 122/49 no fue publicado en las Actas de la Sede Apostólica (Acta Apostolicae Sedis) sino en el The Pilot, el órgano de prensa de la archidiócesis de Boston.

    La ausencia del Protocolo 122/49 de las Actas de la Sede Apostólica demuestra que no tiene carácter vinculante; es decir, el Protocolo 122/49 no es una enseñanza infalible o vinculante de la Iglesia Católica.

    El mismo defensor del protocolo Mons. Joseph Clifford Fenton reconoce que ese documento no es infalibles, en ‘La Iglesia Católica y la Salvación’, 1958, p. 103: “Esta carta, conocida como Suprema haec sacra [Protocolo 122/49]… es un documento con autoridad [sic], aunque obviamente no infalible.”.

    Por otra parte el P. Feeney no fue excomulgado por negar el bautismo de deseo,sino por no acudir a Roma donde se le había convocado reiteradamente.

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  3. Felicitacionesa nuestro amigo y colaborador Sofronio por este iluminador artículo.

    Lo suscribo enteramente, y me gustaría que fuera ampliamente difundido.

    Sin embargo, la última nota de nuestro amigo Sofronio me causa cierta perplejidad:

    Es de Fe la necesidad de medio de la Iglesia para la salvación; lo que se discutía era el cómo se debía entender esto.

    Es necesario pertenecer a la Iglesia bien como miembro propiamente dicho, de la Iglesia visible, al cuerpo de la Iglesia tanto como al alma de la Iglesia, por la Fe verdadera, los sacramentos apostólicos, y la sujeción a los pastores legítimos.

    O al menos como miembro latamente dicho, pero verdadero miembro, también embarcado en el Única Arca de salvación que es la Iglesia, aunque no pertenezca a la Iglesia visible, sino sólo a la Invisible, no al Cuerpo de la Iglesia, pero sí al alma de la Iglesia, Por el deseo implícito de Ella, por la Fe sobrenatural infusa por medios misteriosos y sólo conocidos por la Divina Sabiduría y Providencia de Dios.

    Salvo que tengamos por mentirosos a los dos cardenales firmantes, consta en la misma carta que fue aprobada por el Papa Pío XII en la habitual reunión de los Jueves, in forma specifica, por lo tanto.

    Y consta también que no es sino aplicación de la misma Encíclica Mystici Corporis, además de ser eco del Magisterio Ordinario y Universal pacíficamente desarrollado desde hacía mucho tiempo con el asentimiento de los Romanos Pontífices.

    Pretender que un documento de esta clase no es vinculante equivale a deshacer la entera arquitectura institucional de la Iglesia.

    Y pretender que el Papa puede autorizar específicamente una doctrina errónea es por lo menos gravemente erróneo, como lo hemos recordado en muchos lugares de este Blog.

    Por fin, pretender que la enseñanza común, coincidente, pacífica, constante y perseverante durante mucho tiempo de todos los obispos y doctores de la Iglesia, confirmada por la enseñanza ordinaria de los Papas (buen ejemplo de Magisterio Ordinario y Universal) puede ser errónea, y aún así obligatoria, es igualmente erróneo y gravemente escandaloso.

    Reiteramos una vez más: El Papa está INMUNIZADO CONTRA EL ERROR en lo que le compete, no puede fallar en la Fe como persona privada, y mucho menos enseñar el error o tolerar que el Santo Oficio del que es Prefecto nato pueda enseñarlo en su nombre, ni tampoco sufrir que todos los obispos y doctores del orbe católico enseñen una falsa doctrina.

    Que los Papas se hayan conformado con enseñar esta doctrina según el modo ordinario, y no hayan querido obligar a los fieles con toda la fuerza de su autoridad, no quiere decir que pueda equivocarse.

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  4. El protocolo no fue insertado en la AAS en el año 1949, pero sí lo fue en el año 1952. No tengo donde estoy datos más precisos. Pero lo que sí es verdad es que la doctrina del bautismo de deseo está en el Concilio de Trento, hasta el punto que San Alfonso la juzgaba «de fide». Después del Concilio de Trento constó en todos los catecismos, como el romano, el de San Pedro Canisio, y el de Mayor de San Pío X. Todos los teólogos la incluyeron en sus tesis, aunque algunos como algo «proximum fidei». Los santos desde entonces la profesaron. ¿Pudo la Iglesia equivocarse en bloque?. Si fuera así ¿donde queda el Magisterio infalible de los obispos en unión con el Papa, en su magisterio ordinario?.
    En el post de la infalibilidad pontifiia, de 3 de octubre al que me remito se dice:
    «Lo que nos da, cuatro Clases de Magisterio de la Iglesia:
    1. El Magisterio papal solemne (llamado “ ex cathedra ”)
    2. El Magisterio ordinario y universal de la Iglesia, de los obispos.
    3. El Magisterio solemne universal de los obispos reunidos en concilio (“extraordinario ”)
    El magisterio ordinario del Papa.

    Sobre el magisterio ordinario y universal de los obispos en unión del papa, extraigo esto:
    La infalibilidad del Magisterio ordinario y universal, también reconocida históricamente por la Iglesia Católica, como lo demuestran las palabras subrayadas arriba, se definió solemnemente, el 24 de abril 1870 en el mismo Concilio Vaticano I, en su tercer período de sesiones, en la Constitución Apostólica Dei Filius .
    El capítulo 3 ( De fide ) de la Constitución Dogmática , en efecto, enseña en su cuarto párrafo:

    “[…] se ha de creer con fe divina y católica todo lo que está contenido en la palabra de Dios escrita o transmitida y que la Iglesia propone para ser creído como divinamente revelado, mediante un juicio solemne o mediante el Magisterio ordinario y universal. “

    (Mansi, amplissima Collectio Conciliorum, H. Welter Editor, Países Bajos Arnhem, Volume 51, columnas 429-436 – Denz-Bannw, 1781-1820 -… Denz-Schön, 3000 a 3,045)

    Así pues, lo mismo que en el caso del Papa por sí sólo, en las definiciones solemnes, el conjunto de los obispos unidos al Papa es infalible en la enseñanza llamada “ ordinaria“, es decir la de todos los días (por ejemplo en la enseñanza del catecismo, aprobada eventualmente por el ordinario del lugar, siempre que este catecismo esté de acuerdo con las enseñanzas del Sumo Pontífice).

    Dicho esto, no se debe asumir que la enseñanza del Magisterio ordinario y universal es sólo “ lo que siempre y en todas partes se ha creído ” porque en este caso la Iglesia no podría enseñar con su Magisterio, y quedaría atrapada en el pasado, lo que sería contrario a su Constitución.

    Es cierto que no se puede enseñar una doctrina contraria a “ lo que siempre y en todas partes se ha creído ”, pero existe la posibilidad de expresar más explícitamente su enseñanza y desarrollarla; y esta explicación, este desarrollo, si no son meras palabras, de alguna manera, es algo necesariamente nuevo, con relación al pasado: no en su significado, sino en su presentación.

    De hecho, “lo que siempre y en todas partes se ha creído” no es la causa , la razón ( que es la Autoridad de Dios revelante) de la infalibilidad del Magisterio ordinario y universal, sino que “lo que siempre se ha creído en todas partes“es el resultado del Magisterio ordinario y universal. Y por eso “lo que siempre y en todas partes se ha creído“, es la Verdad. En otras palabras, debido al hecho de que “lo que siempre y en todas partes se ha creído” es la Verdad, por ello es preciso no confundir la causa (la enseñanza Magisterio ordinario y universal bajo la autoridad de Dios que revela) y el efecto (” lo que siempre y en todas partes se ha creído “) y tomar lo uno por lo otro … (Fin de cita)

    Ud. cree que lo que dice el Concilio de Trento en dos cánones (sin ceder a las interpretaciones torticeras de algunos inventándose nuevos significados de «aut» en las oraciones gramaticales que se citan, o excluyendo porque sí el canon que habla de los sacramentos engeneral «aut eorum voto»; lo que han creído todos los santos desde entonces, lo que ha sido predicado por todos, lo que consta en todos los catecismos, lo que escribieron todos los teólogos, la doctrina de tres doctores de la Iglesia, y todos bajo las miradas del papa respectivo, han podido equivocarse ? ¿Pero donde quedaría la infalibilidad de la Iglesia en su magisterio ordinario y universal?
    Lo que dice el protocolo es ni más ni menos que eso. Se podría discutir sbre el alcanza de la palabra «implícito» que puede tomarse abusivamente. Pero es evidente que el deseo del bautismo, en circunstancias especiales proporciona el fruto del sacramento, aunque no todo. pero sí para la salvación. Rechazar esto es uno de los efectos de negar o reducir la infalibilidad de la Iglesia, a las proclamaciones solemnes o excátedra, y a los concilios ecuménicos. Pero esto va directamente contra la -constitución Dei Filius del CVI.
    Así que niego totalmente su punto C. No es una mera doctrina católica que deba recibirse con sumisión, sino que es doctrina infalible, con la infalibilidad que proporciona el Magisterio ordinario y universal de la Iglesia.

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  5. Je souscris entièrement ce que disent les auteurs et collaborateurs de cette page, et je vous conseille d’aller lire mon livre, «La Monarchie pontificale», qui a convaincu tant de volontés lors du Concile du Vatican.

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  6. Estimados Fray Eusebio y moimunan:

    Sus planteamientos claramente están orientados a conducir los míos a su tesis, de manera que si lo aceptara, sólo me quedarían dos opciones; a saber:

    1º.- Como todo pronunciamiento del papa es infalible, estos papas conciliares no pueden serlo porque yerran como demuestro en este artículo y ustedes corroboran. Tesis sedevacantista que ustedes defienden y que respeto, pero a la que yo no he llegado.

    2º.- .Como todo pronunciamiento del papa es infalible, y toda vez que no he aceptado la tesis sedevacantista, coherentemente debo sujetarme al ‘magisterio’ de los papas conciliares y por lo tanto, guardar silencio sobre sobre sus errores, ya que en realidad no lo serían.

    En esto termina todo debate sin más profundización. Desde luego ese no me parece el camino de una discusión enriquecedora.

    Podría, supuestamente, conceder que la doctrina del deseo implícito de pertenecer a la Iglesia no es susceptible de error, pero de ninguna manera que sea infalible porque, al contrario de lo que aquí se afirma, ni ha habido unanimidad de los teólogos, ni de los obispos y ningún documento de los papas habla de ella hasta el siglo XX. Porque el Concilio de Trento no habla del deseo implícito, sino simplemente de ‘in voto’, pero en nada hay en él del que se pueda deducir que se refiera al deseo implícito. Por otra parte, no es legítimo concluir cuál es la mens del Papa Pío XI a partir de una frase, por ejemplo, de la Singulari quadem sin tener en cuenta todo el contexto en el que advierte “mantengamos firmísimamente según la doctrina católica que hay ‘un solo Dios, una sola fe, un solo bautismo’ (Ef. 4, 5): Pasar más allá en nuestra inquisición es ilícito”. Igualmente se puede afirmar lo mismo respecto a la Encílica Mystici Corporis, que de ninguna manera, si se lee entera, afirma la seguridad de la salvación mediante el deseo implícito.

    La teoría de la pertenencia al alma de la Iglesia pero no al Cuerpo tiene muchos inconvenientes; el primero es que el alma de la Iglesia es el Espíritu Santo y no un supuesto ente cualquiera invisible, lo que negaría la visibilidad de la Iglesia; la segunda es que la Iglesia es esencialmente CUERPO místico. De aquí se sigue que están en un pernicioso error los que, haciéndose una Iglesia a medida de sus deseos, se la imaginan como oculta y en manera alguna visible (…) Lo mismo una que otra concepción, son igualmente incompatibles con la Iglesia de Jesucristo, como el cuerpo o el alma son por sí solos incapaces de constituir el hombre. El conjunto y la unión de estos dos elementos son indispensables a la verdadera Iglesia, como la íntima unión del alma y del cuerpo es indispensable a la naturaleza. La Iglesia no es una especie de cadáver; es el cuerpo de Cristo, animado con su vida sobrenatural”. No parece acertado decir que el alama de la Iglesia sea más grande que el Cuerpo, esencia de la Braca de Salvación, salvo que lo hagamos no respecto a sus miembros, sino al verdadero sentido de alma que es el Espíritu Santo.

    Bien, podría conceder que el concepto de deseo implícito no es erróneo, pero de ninguna forma, como ya dije, que sea doctrina infalible; y no lo es porque aún no se ha desarrollado para saber con certeza qué se quiere decir con dicho concepto, por lo que da lugar a abusivas interpretaciones, tan estimadas hoy en día. Porque una es la situación de aquel que sin conocer a Cristo tiene tal disposición que creería si alguien le predicara y otra muy distinta la de aquél que habiendo oído predicar a Cristo sigue en su fe natural; porque es dogma que la fe natural no es suficiente para la justificación y que se debe creer por la autoridad de Dios que revela. Aquí hay que distinguir muy bien, porque sino estaríamos cargándonos toda la economía de la gracia. Por eso la actitud más correcta es la señalada por Pío XI en la Singulari quadem: «Pasar más allá en nuestra inquisición es ilícito”.

    Abordar esta cuestión desde el eje de discusión sedevante sí o sedevacate no, no es apropiado. Este tema sólo es abordable desde el Tratado de la Gracia, separándolo de la casuística del protocolo 122/49, que en sí misma es un debate independiente con connotaciones canónicas, ya que si es cierto que fue publicado varios años más tarde en AAS., también es cierto que jamás fue condenado el P.Feneey por sostener su conocida posición, sino por una falta disciplinar.

    Si alguien quiere abordar esto desde la seriedad de la economía de la gracia, por mi parte estaría dispuesto a participar en dicho debate.

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  7. Estimado Sofronio:
    Ud. mezcla las cosas: En el primer comentario dice lo siguiente:
    Que la necesidad de medio no sea absoluta, es decir, – Que la necesidad de medio no sea absoluta, es decir, que se pueda suplir por el deseo de ella, sobre todo implícitamente, tiene tan sólo el valor de doctrina católica que no ha sido definida de forma infalible, y que aunque debe ser recibida con sumisión, está sujeta a error, pues la Iglesia no ha comprometido la infalibilidad. sobre todo implícitamente, tiene tan sólo el valor de doctrina católica que no ha sido definida de forma infalible, y que aunque debe ser recibida con sumisión, está sujeta a error, pues la Iglesia no ha comprometido la infalibilidad.
    supongo que reconocerá que dice dos cosas distintas en esta cita, que son:
    1/- Que la necesidad de medio no sea absoluta, es decir, que se pueda suplir por el deseo de ella,
    2/sobretodo implícitamente
    Y a las dos les concede que su valor es doctrina católica, que debe no ha sido definida de forma infalible.
    Ahora bien esto es falso:
    1/En cuanto a la primera parte «que la necesidad de medio n sea absoluta..que se puede suplir por el deseo de ella», es doctrina definida en Trento, y además es doctrina tenida y obligada por el Magisterio ordinario y universal de toda la Iglesia, durante más de 400 años, e incluso es doctrina del magisterio ordinaria de los papas (Pío XII) y e este protocolo se repite.
    2/ en cuanto a la segunda parte o sea «implícitamente» tiene que reconocer que es algo que Ud. mezcla en el dicho punto C, con la primera.
    Sobre esta parte hay que decir que en nuestros días se extiende hasta tal punto que casi tos persona de buena voluntad, sea pagan,herética, cismática, atea… encontraría pot aquí la salvación por su pertenencia a la Iglesia de este modo.
    Ahora bien, esto no es maás que uno de los frutos «ecuménicos» y «liberales» del concilio y del magisterio de los últimos «papas».
    Simplemente es algo herético.
    Pero como yo le decía en el primer comentario «el alcance de este término» es lo que no está nada claro.
    Pues bien el magisterio ordinario de los papas y de los obispos «preconciliares» sí ha sido sobre ello constante. Vendría a coincidir con lel texto de Sto Tomás que empieza «Certissimum tenendum set».. que Dios enviará incluso un Ángel u un predicador al pagano de buena voluntad para ilustrarle en la Fe, y hacer que a lo menos implícitamente (sin tener conciencia clara de su deseo) reciba el bautismo de deseo y pertenezca a la Iglesia y al Cuerpo Místico de Cristo, espiritualmente».
    Algunos han llameo a esto pertencer al alma de la Iglesia. Por ejmeplo San Roberto Belarmino. Pero esto es una comparación que quiere decir «espiritualiter, invisiblemente, tal como el alma es invisible y espiritual.
    Los dos hermanos a quienes Ud.sigue, y que me ahorro nombrar, deducen que eto es un error porque el alma de la Iglesia es el Espíritu Santo.Como si San Roberto no supiera esto. La comparación en cuanto que por el deseo se pertencea la Iglesia, espiritual e invisiblemente es acertada, y pueden llamarse como pertenecientes «al alma de la Iglesia». Pero si pensamos en el alma como «principio vital» no. El principio vital de la Iglesia es el Espíritu Santo.
    La pertenecnica al Cuerpo Místico de Cristo» en parte es visible o sea » sacramentos y jurisdicción» de la Iglesia. Pero el -cuerpo Místico de c-risto no es algo enteramente visible, por ejemplo no vemos si la gente está en gracia (miembros vivos) o no, `priue son miembros muertos en pecado.

    Con todo esto quiero decirle, que el que se pueda pertencer a la Iglesia espiritualmente òr el mero deseo en determinadas circunstancias (excluyendo el desprecio y la negligencia) y sin lo cual nadie puede salvarse, es materia definida en Tentro, es doctrina infalible, y además también lo es por que ha sido objeto del magisterio de siglos de la Iglesia, de los obispos, y del magisterio ordinario del papa.
    El que le protocolo esté en el AAS (lo está desde el ao 1952) o no, no quiere decir que no sea doctrina infalible. Es doctrina vinculante, como Ud. dice e infalible. Debe pensar qu la Iglesia de Cristo no puede equivocarse en materia tan grave.
    El sedevacantista cree que hay que someterse al magisterio ordinario no solo de los obispos con el papa, sino también de los papas. Nadie podría hablar de una sumisión al magisterio (como Ud. hace), si este no fuera infalible. Porque si el papa pudiera equivocarse en su enseñanza a toda la Iglesia, ¿quien podría obligarme a someterme a su magisterio?. Qui vos audit me audit.
    A la vista de los errores y de los horrores de los últimos papas, ¿quien podría concederles autoridad apostólica? Es una contradicción. Es la herejia que Johas llama «hereticismo». Es la herejía lefebvriana, y filolefebvriana.

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  8. Mi apreciado Sofronio:

    Estamos abiertos a todas las profundizaciones que quiera proponernos, pero recuerde que nuestra doctrina no es nuestra, sino que ya ha sido infalible y definitivamente establecida por los Papas y por toda la Tradición, a pesar de las oscuridades que sobre ella han esparcido no pocos teólogos modernos.

    Pero incluso admitiendo que un Papa pudiera equivocarse en lo que los Ocáriz llaman Magisterio «Mere Authenticum», ¿No sabe Ud. que según Papas y Doctores, un Papa, igual que cualquier otro prelado eclesiástico o temporal, caería inmediatamente de su sede en cuanto exterioriza públicamente una herejía?

    ¿Se atreverá a sostener que los pontífices conciliares, a pesar de los errores, y del comportamiento tipificadamente cismático que demuestran, suponiendo que alguna vez hayan sido legítimos, puedan seguirlo siendo?

    Le recuerdo que el no separarse de un prelado notoriamente hereje, y persistir en declararse en comunión con él, es un acto cismático, que pone a quien lo comete fuera de la Iglesia visible, es decir, fuera del Cuerpo de la Iglesia, aunque su buena fe, que suponemos, le permita seguir perteneciendo al alma de la Iglesia.

    A menos, claro está, que acabe negando que esos «papas» sean realmente cismáticos u heréticos, en cuyo caso, sería Ud. sospechoso de favorecer a herejes notorios, grave pecado que pone su salvación en peligro, además de ser un delito punible por los cánones.

    En cuanto al bautismo de deseo implícito, discutiremos otro día lo que enseña el Magisterio Ordinario y Universal, aunque es dudoso que no haya habido documento hasta el S. XX.

    Ese Magisterio simplemente ha desarrollado lo que estaba implícito en la expresión del Concilio de Trento, y que la Iglesia no deseaba desarrollar demasiado, precisamente por no dar pie a los partidarios de la salvación para todos, ya existentes antes del Concilio.

    Creo que nunca hemos afirmado la SEGURIDAD de la salvación por deseo implícito, cuando la misma encíclica, la razón, y toda la Tradición dicen lo contrario.

    Más le vale que sea cierto que no pocos cristianos, aún llamándose católicos, siguen perteneciendo al alma de la Iglesia, aunque ya no a su Cuerpo, del que no son propiamente miembros, por haber fallado en mantener pura la doctrina católica, aceptando el Concilio, o no guardando la liturgia apostólica, como los que asisten habitualmente al Novus Ordo, o reconociendo como pastores legítimos a redomados herejes, como los Una Cum sed sine Papa del otro día en Roma.

    Porque sino, estaría Ud. fuera de la Iglesia simpliciter, y en gravísimo peligro de condenarse!

    Como ve, aunque se pueden tratar separadamente, ambos temas están íntimamente relacionados, con insospechadas consecuencias…

    Todo a su tiempo.

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  9. No hay ninguna sentencia, al menos que yo conozca, que afirme la pertenencia a la Iglesia por un deseo meramente implícito hasta el XX. Si la hubiera, rectificaría sin problema mi criterio, sujetándome a la Iglesia; ni ha habido ninguna unanimidad de los santos padres ni de los teólogos sobre el asunto, jamás. Si me lo muestran con ejemplo, no sólo con una mera afirmación de su parte, sino con textos, cambiaría mi criterio sin problema. A estos efectos, la cita sobre Santo Tomás dice exactamente lo contrario que lo que se trata de aseverar aquí, trayéndolo ‘ad hoc’, ya que el aquinate está hablando, no del bautismo implícito sino del de deseo y el de sangre en la Summa Theologica III, q. 66; bautismos estos que no he osado negar. Así pues, no se puede usar a Santo Tomás para defender la cuestión del deseo implícito (Difícilmente pues, puedo seguir en esto de esos dos hermanos que el editor no desea nombrar y que niegan hasta el bautismo de sangre).

    La cuestión del deseo implícito, inconsciente, podrá ser todo lo racional que se quiera, pero no es doctrina infalible de la Iglesia y no porque no lo pueda ser, sino porque hasta hoy, al menos, no ha emitido ninguna definición; y si bien cabe decir que haya expresado la posibilidad de ser salvos por dicho deseo implícito, también ha hablado de la imposibilidad de tener dicha certeza. En efecto, es posible, pero no hay certeza, porque el Señor nada ha querido revelar sobre ello.

    Sobre la cuestión de la usurpación de la Sede Apostólica, dos cosas: 1º.- Sí yo llegase a la conclusión que la sede está vacante, no le quepa la menor duda que me sumaría al sedevacantismo. 2ª Si llegase a esa conclusión, no por eso se resolvería el problema. Porque una es reconocer esa situación desde la opinión o desde la certeza y otra muy distinta es garantizar, primero la salvación del alma (la posición no te la da por si misma ni mucho menos), y segundo resolver entre las distintas corrientes sedevantistas cuál es la correcta, ya que en muchas pululan herejías, como en los citado hermanos, pero no los únicos; asunto que en teoría parece fácil, pero que dados la diversidad de papas, algunos personajes estrafalarios, la cuestión no es baladí. Porque vamos a ver: si hay 10 papas, al menos 9 tienen que ser falsos sino los 10; pues bien, quien se hace elegir papa sin legitimidad peca gravísimamente y los que lo siguen pecan igual, situándose todos fuera de la Iglesia.

    Entre los 10 0 15 papas esparcidos por el mundo¿Cuál es el verdadero?

    Ya sé que esa no es su posición, simplemente quería caricaturizarla con este ejemplo, real por cierto, para decirles que no es tan sencillo, y que no pueden ir casi ‘mandando al infierno’ a todos los que no se declaran sedevacantes.

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  10. Estimado Sofronio, veo que admite la posibilidad de los tres bautismos, según debe un católico.
    En la cuestión del deseo implícito, tiene Ud. mucho más amplia libertad de opinión, y no pretendemos recortársela.

    Sería interesante buscar referencias explícitas a esa cuestión en el Magisterio anterior al S. XX, necesariamente escasas, porque la Iglesia se ha resistido, sabiamente, a declarar este tema, precisamente para evitar lo ocurrido desde entonces, a saber, la canonización automática de todo bicho viviente, y la teoría juanpablina de la salvación universal por el simple hecho de la unión de Cristo con todo hombre por la Encarnación.

    En la cuestión de la sede vacante, sinceramente, tenía mejor concepto de su seriedad.

    Que yo sepa, nunca se le ha pedido que Ud reconozca a alguno de los muchos «papas» salidos sabe Dios de dónde.

    Lo que se le estaba diciendo, es que ningún católico puede reconocer como legítimos y declararse en comunión con herejes notorios, como los «papas» conciliares. Ahí sí que se está Ud. jugando la salvación de su alma, porque esto, a diferencia de lo primero, no es dudoso, sino muy cierto y obligatorio.

    No «mandamos a nadie al infierno» por no declararse sedevacante, entre otras cosas, porque los hay, acertadamente o no, que rechazan el vocablo, aunque acepten la cosa.

    Pero tendrá que reconocer que después de 50 años de revolución conciliar, ya va siendo hora de tomar sus responsabilidades, y de obedecer a los Papas, que nos mandan denunciar a los herejes, y no ponerse de perfil, como si la cosa no fuera con nosotros.

    Contestando a su última pregunta: Ninguno, por haber sido «elegidos» sin respetar las mínimas reglas no ya del derecho, sino del sano sentido común.

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