Este es el título del libro cuyo envío en PDF agradecemos a nuestra comentarista y colaboradora Hermana María. Lo ponemos abajo para los lectores del blog. Podrán obtenerlo pulsando la imagen de la portada del libro. Es otro de los legados que debemos a nuestro admirado Pbr. Luigi Villa de cuya fallecimiento nos hicimos eco en el blog.
También nos envía la traducción de la noticia aparecida recientemente en Tradition in Action y de la que ya habíamos dado cuenta en el blog en el post Teilhard de Chardin Patrono de la nueva evangelización hace poco más de un mes.
El magnífico documento del Pbro. Luigi Villa, Teilhard de Chardin, el Jesuita masón y herético, a continuación:
Nota: Por la extraordinaria importancia y actualidad del documento, quedará entre los widgets de la parte inferior del blog.
Extraigo algunas citas relevantes:
“el AMOR DE LA VERDAD, que preserva de las seducciones del error” (II Tesal. II-10)..
Se comprende, entonces, por qué Jesús afirmó: “¡La verdad os hará libres!” (Jo. 8,32)… Sí, porque “quien ha desarrollado en sí el AMOR DE LA VERDAD no puede caer presa de las seducciones del diablo, el “mentiroso y padre de la Mentira”! (Jn. VIII-44) porque “el que obra la verdad va hacia la luz” (Jn. III-21; VII-12).
Lamentablemente, mediante uno de los documentos del Vaticano II, la “Gaudium et Spes”, el pensamiento de este je- suita masón ha impregnado claramente los centros católicos, como lo admitió el mismo card. Ratzinger en su obra: “Principles of Chatolic Theology” y la “Constitución pastoral sobre la Iglesia en el mundo moderno” del Vaticano II (Gaudium et Spes), donde también se siente todo el sabor teilhardiano.
Ciertamente, una de las principales causas y profundas razones de la actual crisis de la Fe es la “doctrina” del jesuita P. Teilhard de Chardin, cuyos “errores” filosóficos, teológicos y científicos han sido tan deletéreos en las Universidades y en los mismos seminarios diocesanos, en perjuicio de la formación cultural y espiritual de los aspirantes al sacer- docio.
…Una prueba de ello está en la parte que tuvo en el descubrimiento e in- terpretación de los famosos restos de Piltdown, (1908-1915) en donde vio la prueba definitiva del transformismo humano, pero que, en cambio, luego de estudios más serios, (1950-53) se concluyó que fue ¡una verdadera y propia falsedad!
El fisiólogo J. Lefévre, así se expresaba acerca de los escritos clandestinos de Teilhard, que circulaban en los Semi- narios franceses, desde 1943: «No, que no se nos diga que ésto es ciencia. Esto es poesía y nada más. Estas personas hacen un gran daño a nuestra ciencia francesa. La desa- creditan. Mientras viva, protestaré .
Todo su discurso no es más que una tautología, o enunciados de conveniencia, sin sombra de pruebas, en la tentativa de hacer coincidir una preconcebida noción cósmica con su arbitraria y deformada concepción sobre Cristo .
Teilhard se ha dejado guiar, más que por la ciencia, por su “fe” en la evolución…
Para él era una palabra mágica, que vuelve “como un ritornello” en todo su trabajo..
Teilhard ten- drá el coraje de escribir que la evolución «tiene una evidencia por encima de toda verificación, y al amparo de toda ulterior desmentida de la experiencia»; que «es una certeza que elimina toda duda razonable»; que «es una condición general a la cual deben plegarse y satisfacer, ahora, para ser pensables y verdaderas, todas las teorías, to- das las hipótesis, todos los sistemas. Una luz que aclara to- dos los hechos, una curva en la que todos los rasgos deben conjugarse; esto es la evolución»
..escribe Vernet: «Teilhard no era un biólogo; la fisiología general, en particular, le era ex- traña. De ello resulta que las deducciones que extrae de la prospectiva que toma del plano filosófico y religioso, son falsas, desde el momento que las bases mismas, sobre las cuales intentaba fundarse, se desploman»
«Como profesional laico – escribe Medawar – es decir como naturalista, Teilhard no se ha distinguido jamás por sus estudios científicos, particularmente agudos o brillantes, pero asombra igualmente que su ingenuidad haya podido llevarlo al punto de hacer confusiones, como las que se presentan en todo el libro…
Y el paleontólogo irlandés P. O’Connel escribe: «Su pretensión de ser considerado como una autoridad en el tema de los antiguos fósiles humanos se funda, casi únicamente, en las relaciones que se refieren a los casos del hombre de Piltdown y del hombre de Pekín. Pero, en ambos casos, no ha mostrado siquiera una onza de sentido crítico o de juicio desapasionado. Él no ha sido más que un joven jamás llegado a la madurez. Tenía un conocimiento enciclopédico de todos los términos técnicos, utilizados por los geólogos y paleontólogos; nada más. Pero es verdaderamente trágico que las opiniones de un tal hombre, que no tienen nin- gún valor, hayan podido influenciar la enseñanza de emi- nentes profesores católicos»
«No pienso que los teólogos puedan reconocer al padre Teilhard de Chardin como uno de los suyos; pero es cierto que todos los masones, muy versados en su arte, pueden saludarlo como su hermano en espíritu y en verdad»!(el masón Lepage)
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«En lo que a mí respecta, no tengo interés en una vida personal en el más allá»! (Teilhard)
Todo el pensamiento filosófico-teológico de Teilhard de Chardin, en efecto, está impregnado de errores, de absurdos y de falsedades, en un confuso nihilismo que aparece claramente aún a los más desprevenidos, (siempre y cuando lean “sus obras”, y no las amables críticas de sus propagadores de- votos neo-modernistas .
Ni vale la fútil frase de Karl Rahner cuando dice que, muy en el fondo, aún los ateos son teístas que no saben que lo son, porque, cualquiera sean las aberraciones de la voluntad humana, (¡la cual llega hasta a condenar a los Santos y a exaltar al diablo!), está el hecho de que la tesis de Rahner es tan gratuita que se puede demostrar también lo contrario.
Teilhard escribe: “Lo que va dominando mi interés y mis pre- ocupaciones interiores… es el esfuerzo para establecer en mí, y difundir en torno a mí, una religión nueva (llamémosla un mejor Cristianismo) en donde el Dios personal deje de ser el gran propietario “neolítico” de otra época, para venir a ser el alma del mundo
Termina, así, en el lecho de procusto del determinismo y de la necesariedad cósmicos; en una posición, entonces, que es intrínsecamente repulsiva de Dios.
Teilhard no se ha adaptado jamás a la idea cristiana de la “creación de la nada” verdad de fe divina, (cfr. Gen. 1, I, y definida solem nemente por el Concilio Lateranense IV y por el Concilio Vaticano I). Para él, “crear es unir”, y “unificar lo múltiple puro”. “Dios no se completa sino uniéndose” ..
Se podría así creer que la creación no hubiera si- do absolutamente gratuita, sino que represente una obra de interés quasi- absoluto”. Todo esto “redolet manicheismum”. Y está en un escrito del 1917 ..
la concepción creativa teilhardiana es claramente contraria a la fe católica, porque falsea el concepto de creación
Pero en Teilhard es habitual este alterar toda la doctrina de la Iglesia. Mientras ésta se funda sobre la visión de una humanidad caída y rescatada, luego, con la Sangre de Cristo, (¡y esto es un dato de la Fe!), en la visión evolutiva del mundo, en cambio, es dejada por Dios al descubrimiento de los hombres. Ahora bien, es claro que ningún Evangelio, ni la teología de San Pablo, conoce esta visión evolutiva..
La religión cristiana, entonces, es justamente lo opuesto de la religión teilhardiana…
«Va constituyéndose, ahora, una religión de la tierra que se contrapone a la religión del Cielo. Ésta es la situa- ción de fondo, en su gravedad, pero también en sus esperanzas»
«Si, luego de una crisis interior, yo llegara, sucesivamente, a perder mi fe en Cristo, mi fe en un Dios personal, mi fe en el Espíritu, me parece que continuaría creyendo en el Mundo. El Mundo (el va- lor, la infalibilidad y la bondad del Mundo) tal es, en un úl- timo análisis, la primera y la sola cosa en la cual creo. Es por esta fe que vivo, y es a ella, así lo siento, que, al momento de morir, por encima de toda duda, yo me abandonaré. A la fe confusa en un mundo único e infalible, yo me abandonaré, adonde sea que me conduzca»
«Declaramos construir un futuro concebible de la especie humna hacia el cual podrían tender tanto el comunismo como el racionalismo y el Cristianismo, a fin de encontrarse de acuerdo, en una ética que escapa a cualquier contestación»
Por lo cual es evidente su monismo cósmico, conectado y derivante de su concepción evolucionista, que, ya nebulosa e irreal en el campo científico, Teilhard transporta, más infelizmente aún, al plano metafísico y teológico. No obstante, su monismo tiene todo el sabor del panteísmo, por la forzada unidad entre universo material y espiritual.
En su folleto sobre la “Misa cósmica”, escribe: “En el principio estaba el Fuego, Espíritu ardiente”. La Misa, para él, debía ser una sensual comunión con el Universo; un “magnífico crisol”, «como la carne, con el encanto flotante en el misterio de sus pliegues y en la profundidad de sus ojos».
..existe sólo la Materia, que deviene Espíritu». La “espiritualización” de la materia no es otra cosa que “un cambio de estado de la materia” …
Como se ve, el “canto” es como una blasfemia contra Dios, Espíritu Infinito!
«Todo lo que crezca y aumente en el Mundo… he aquí la Materia de mi sacrificio, el único del cual tenéis deseo, el ofrecimiento que vos verdaderamente esperáis… no es otro que el acrecentamiento del Mundo, desbordado por el universal devenir… Recibid, Señor, esta Hostia total… Toda la razón de ser y mi gusto de vivir, Dios mío, están sus-pendidos a esta visión fundamental de vuestra unión con el Universo. A vuestro Cuerpo, en toda su extensión, es de- cir al Mundo.., a fin de vivir y morir en él, Jesús, me consagro.
..en los escritos de Teilhard hay todo un cú- mulo de confusiones, de afirmaciones ilegítimas, cándida- mente presentadas como si estuvieran demostradísimas; hay desviaciones verticales, untuosamente presentadas a la sombra de la religión; hay, en una palabra, todo un falso “fermento evangélico”, lleno de herejía y de engaños. Este jesuita, no suficientemente condenado, ni bastantemente prohibido, lejos de ayudar a los hombres a acercarse a Dios, (su punto “Omega”), ha sembrado, en el interior de la Iglesia, confusiones, divisiones e incluso odio..
«las puertas del infierno no prevalecerán contra la Iglesia» de Cristo; contra aquella Iglesia, es decir, la que ha sido fundada por Cristo Redentor y Salvador Resucitado, ¡y no ya por el blasfemo teilhardiano “Cristo Evolucionador”!
..pretende que el Cristianismo, como todas las demás religiones, no es sino un producto del sentimiento religioso, natural al hombre, y que evoluciona, por tanto, con el hombre, por lo cual no pueden haber ni principios inmu tables ni obligaciones morales absolutas. Con tal ideología se debe rechazar todo lo que esté por encima del hombre, incluido Dios y Su Revelación, para abrazar el “culto del hombre” y de sus instintos, inmersos en una religiosidad sentimental
Esto, desafortunadamente, se ha vuelto casi una “ley” después del in- concebible pronunciamiento del Papa Juan XXIII en su Alocución de apertura del Vaticano II: «Siempre la Iglesia se ha opuesto a estos errores; con frecuencia los ha también condenado con la máxima severidad. Ahora sin embargo, la Esposa de Cristo prefiere usar la medicina de la misericordia antes que la de la severidad. Ella considera que debe ir al encuentro de las necesidades de hoy mostrando la validez de su doctrina,Esto, desafortunadamente, se ha vuelto casi una “ley” después del in- concebible pronunciamiento del Papa Juan XXIII en su Alocución de apertura del Vaticano II: «Siempre la Iglesia se ha opuesto a estos erro- res; con frecuencia los ha también condenado con la máxima severi- dad. Ahora sin embargo, la Esposa de Cristo prefiere usar la medici- na de la misericordia antes que la de la severidad. Ella considera que debe ir al encuentro de las necesidades de hoy mostrando la validez de su doctrina, más que renovando condenas»… más que renovando condenas».
«Comparando las satisfacciones y los deseos que experimento ahora, mi vida religiosa de otros tiempos me parece un infantilismo». (…) «Nosotros construíamos nuestra morada en las nubes y no veíamos que la Realidad marcha por fuera de nosotros
Sólo así imagina que «Nosotros, en la escuela de los místicos del Extremo Oriente, podremos descubrir, finalmente, un Cristo que no sea ya solamente un modelo de buena conducta y de “humanidad”, sino el Ser suprahumano que, en formación desde siempre en el seno del Mundo, posee un ser capaz de doblar todo, de asimilarlo todo por un dominio vital ..
El reino de Dios se establecerá a través de una renovación, una cierta “revelación”, que (…) se expandirá en la masa humana como el agua y como el fuego (…). La chispa surgirá de la conjunción que se hará, tarde o temprano, en las consciencias, entre Nuestro Señor y el mundo, volviéndose éste sacro y absoluto en Él, al final de un largo esfuerzo creador.
Yo no tengo ya más otra línea personal de conducción (…) que ésta: “creer en el espíritu”, en el Espíritu – valor supremo y criterio de las cosas – en el Espíritu organizador vivo y amante del Mundo»
«Me ha venido una idea: que se pueda escribir un trabajo intitulado: “El tercer Espíritu”. Quiero decir el espí- ritu de divinización del Mundo, opuesto al llamado “Espíritu de Dios” y “el espíritu del Mundo” por una alternativa demasiado simplista»
«La sola cosa que puedo ser: una voz que repite “opportune et importune”, que la Iglesia decaerá, poco a poco, de manera de no poder huir del mundo artificial de teología verbal, de sacramentalismo cuantitativo y de devocioncillas en las cuales se enreda, para rencarnarse en las aspiraciones humanas reales».
Pero, ahora, no puedo escapar a la evidencia de que ha llegado el momento en que el sentido cristiano debe “salvar al Cristo” de las manos de los clérigos, para que el Mundo sea salvado.
«Ninguna religión, a la hora presente, nos presenta ex- plícitamente, oficialmente, al Dios que necesitamos. He aquí por qué me ha parecido tan primordial, tan fundamental, repensar la Cristología, explicar a todo el Mundo lo que yo llamo el Cristo universal»
«Este invierno – escribe el 24 de enero de 1929 – he pasado por una crisis, muy fuerte, de “anti-eclesiasticismo”, por no decir de “anti-cristianismo”
«… soy todavía refractario al amor del prójimo… Me siento por naturaleza hostil y cerrado hacia aquéllos que Vos (Dios) me decís que debo amar...»
«Me atrae de tal modo el deseo… de dar… el ejemplo de una vida en la cual no contara más que la preocupación y el amor de TODA la Tierra. Esto tiene ciertamente un ai- re pagano…». Y más tarde, a propósito de los comunistas chinos, escribía: «… Mis simpatías están ocultamente con ellos, y espero que sea su espíritu “humanitario” el que acabe por triunfar», en beneficio «de una franca colaboración espiritual entre Oriente y Occidente». Y continuaba: «... el Hombre, ninguno más que el Hombre, nada menos que el Hombre como cuadro de nuestras ambiciones y de nuestras organizaciones. ¿Cómo se les dirá a los católicos? Verdaderamente, a veces se tiene la impresión de que nuestras pe- queñas iglesias esconden la Tierra»
«… Habría constatado una vez más cómo mi lugar “natural” es el ambiente “laico…Lo que me asegura un poco y lo que me salva, es que, por una parte, todo un muro de imágenes y de convenciones eclesiásticas están ya definitivamente derrumbadas delante de mí...
Es obvio, pues, que Teilhard de Chardin, como ya habíamos demostrado, no ha vivido en la castidad, que piensa aún en ella como un hecho de la evolución. Ha escrito, en efecto: «La idea de la virginidad (…) no ha encontrado todavía su fórmula satisfactoria, ni en la práctica ni en la teoría» ..
Teilhard dirá aún: «Aceptado por mucho tiempo, sin disputas, y luego puesto en duda por la Reforma (protestante), el calor moral (o al menos su significado) y la disciplina tradicional de la castidad están por perder su evidencia para muchos de nosotros»… pero bastará citar su : “Le Féminin et l’Unitif”, de 1950, donde se puede saber que Teilhard,
desde «los treinta años de edad (…) ha rechazado los dos antiguos moldes familiares y religiosos», para rendirse «al encuentro plenificante de los sexos»
«A veces – escribe – me asusto un poco cuando pienso en la transposición que debo realizar, en mí, con respecto a las nociones vulgares de creación, inspiración, milagros, pecado original, Resurrección, etc… para aceptarlas»
¡El teilhardismo está aquí! ¡No hay otro! Una “elucubración fantástica” (Gilson) y sacrílega, porque fue una tentativa de sustituir la Revelación cristiana ¡por un Universo que todo lo debe absorber! ...Pero fue un orgullo luciferino, obstinado e irracional, hacia un panteísmo materialista que suprime toda diferen cia de orden entre materia y espíritu, entre lo natural y lo sobrenatural, entre Dios y lo creado.
«Teilhard no sólo estaba secretamente afiliado a la Masonería, sino que era también miembro de la secta de los Martinistas, los cuales, durante doscientos años, han trabajado sin cesar para acelerar el día en que los “perros-Cristianos” tomarían la carnada de todo el conjunto de doctrinas sincretistas, del fetichismo gnóstico “rosa-cruciano” y de la ex- hibición pseudocientífica, hasta tragar la estricnina funesta
El escritor Pablo María de la Porcion afirma que Teilhard de Chardin fue “masón” de la Orden Martinista. Esta Orden masónica tiene como doctrina-base el evolucionismo!
El mismo Escritor prueba que el Ministro de Justicia del Gobierno de Petain, en 1940, en el “Libro de oro de la Sinarquía” (masónica), habría escrito la siguiente nota: «Pietro Teilhard de Chardin es el representante de la Sinarquía ante la Iglesia Católica». Pablo de la Porcion concluye afirmando que actualmente la antigua sospecha es certeza indubitable; es decir que es cierto que Pierre Teilhard de Chardin fue un “masón” de la Orden Martinista!
[NOTA: UN EPISODIO QUE LO ACLARA TODO]
El episodio ocurrió en 1950. Helo aquí:
Teilhard había mandado imprimir su nuevo libro “L’Evolution progressive”. Dos eminentes científicos habían hEcho una especie de parodia del título: “L’Evolution régres- sive”. Luego, pidieron al P. Teilhard un encuentro para discutir juntos, sus respectivas posiciones. Pero pensando, uno de los dos, que Teilhard fuese, un POSESO, estaba munido de una ampolla conteniendo agua bendita.
Recibidos en el estudio del Padre, enunciaron sus objeciones, a las cuales Teilhard respondía con cortesía pero con inquietud.
Después de alrededor de un cuarto de hora, sonó, en la habitación de abajo, el teléfono. Para responder, Teilhard debía salir del estudio y entrar en el área contigua. Entonces, el científico, que tenía el agua bendita, aprovechó el momen- to para asperger todo el estudio con el agua santa. Cuando Teilhard volvió a entrar en el estudio, fue preso de un ataque como de apoplejía, su rosto se enrojeció completamente; todo el cuerpo se puso rígido y se contrajo y, de pronto los intimó a salir del estudio, gritando: “¡Señores, la entrevista ha terminado!”.
[MUERTE D E TEILHARD]
Murió fulminado de un infarto el 10 de abril de 1955, día de Pascua, durante un té. Tenía 74 años.
Y a este error total, Teilhard de Chardin le ha tenido fe hasta el día de su muerte, el 10 de abril de 1955, día de Pascua, cuando una embolia cerebral lo golpeó ¡mientras tomaba el té con una “amiga” suya! Y murió diciendo: «Esta vez, ¡sé que es terrible!». ¡Pero sin un mínimo arrepentimiento!
[¡QUÉ TERRIBLE COSA ES CAER EN LAS MANOS DEL DIOS VIVIENTE ! DEUS NON IRRIDETUR]
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Categorías:ALL POSTS, Herejías, Iglesia Conciliar
Porque la atacan tanto?!! Hay tanto de lo que no sabemos!…además le hacía daño a alguien? Iba en contra del Santo Papa o el Vaticano? A mi me parece un visionario, científico y muy espiritual
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