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ENSALZANDO EL DESHONOR


Traemos este artículo del blog TIA que resume bien las razones para un juicio severo de la renuncia de Benedicto XVI.

En medio de las loas y ditirambos se alza una voz, entre algunas pocas, que expone lo evidente de este desgraciado suceso, que al parecer fue preparado de longa data.

Como saben los lectores yo no coincido con algunos presupuestos del eminente editor de Tradition in Action, referidos en particular a la legitimidad de los papas conciliares.  Lo cual es algo que podría decirse también de autores de entradas de este blog y sobretodo de algunos comentarios. Pero hay que reconocer, que hechas las salvedades oportunas, el discreto lector tendrá que reconocer lo atinado del análisis del siguiente artículo.

Estamos ante un catolicismo sociológico que ensalza y vitorea un acto reprobable. Lo cual es como un colofón de las multitudinarias concentraciones a las que los dos últimos «papas» han acostumbrado al rebaño (nunca mejor dicho), que con guías, a todos los niveles, ciegos en su estolidez , llenan las plazas y estadios para embriagar a las ovejas con aclamaciones y actos en que se pierden los referentes de una crítica elemental.

Este es el artículo que traemos:

HIPÓCRITA GLORIFICACIÓN DEL DESHONOR

 Por Atila Sinke Guimarães

Es una tradición inmemorial en las armadas de todo el mundo  el que un capitán

Edward Smith capitán del Titanic,  murió sin abandonar el barco

Edward Smith capitán del Titanic, murió sin abandonar el barco

no abandona su barco cuando éste está en peligro. Además, si el barco  en la guerra  es alcanzado por disparos enemigos y comienza a hundirse, el capitán es el último en salir de la cubierta. En algunos casos, su compromiso es tal que él voluntariamente se hunde con su barco y muere.

En las escuelas católicas preconciliares,en las clases de moral , se explicaba  que si  un capitán marino muere por propia voluntad sin abandonar el barco, esto no puede reputarse como un suicidio; lo mismo se diga del soldado que muere voluntariamente defendiendo la bandera. Esto es así porque  muere por el símbolo de su país. Tal compromiso con el deber no es un suicidio sino un tributo noble y honorable a su país. Estas muertes sublimes han inspirado algunas piezas de arte y literatura.

La sensibilidad ante  esta acción heroica sigue viva al día de hoy. Se demostró el año pasado por la condena universal de la huída vergonzosa del capitán del barco Costa Concordia, el crucero que naufragó frente a las costas de Toscana. El capitán Francesco Schettino fue el primero que escapó, bajando de la nave, en uno de los botes salvavidas.

Pues bien, este sentido del honor y el desprecio por la cobardía,  están completamente ausentes ante la renuncia de Benedicto XVI  en la glorificación servil de su actuación vergonzosa,  por parte del Vaticano y la jerarquía católica. No hay necesidad de decir que la oleada de aclamación al «pobre Papa»  ha encontrado eco en la mayoría de los medios de comunicación. Creo que se trata de una actitud fundamentalmente hipócrita.

Todo el mundo sabe que estamos ante  un acto de deshonra sin precedente en la Iglesia,  vistas  las razones alegadas para la renuncia. Motivados por el amor a su carrera eclesiástica y por el miedo de enfrentarse a la decisión del soberano pontífice, el Vaticano y los obispos,  han caído de rodillas ante una acción que saben ser vergonzosa. ¿Quién no llamaría a esto hipocresía?

La última misa de Benedicto XVI antes de su renuncia oficial el 28 de febrero, se prepara como una especie de apoteosis de su carrera papal – una hipócrita glorificación de la deshonra.

Me complace recordar aquí dos excepciones a esta regla: el Arzobispo de Cracovia, Cardenal Stanislaw Dziwisz, cuya primera reacción a la renuncia fue decir que » uno no debe bajarse  de la cruz» que Dios le manda. Más tarde, sin embargo, también se inclinó ante la fuerte presión de la  oleada hipócrita, cuando se quejó de que su comentario había sido sacado de contexto. Otro fue el arzobispo de Dijon,  Minnerath Rolland , quien, al criticar la decisión del Papa, afirmó que «cuando se es Papa, se  es hasta la muerte«.

Benedicto

Benedicto XVI abandona la Cátedra de San Pedro

Las razones alegadas por Benedicto XVI para abdicar,  no son convincentes. Puso como excusa su edad y la falta de fuerzas para soportar el peso de su misión. Creo que estas razones no son suficientes para adicar del papado. En realidad, todos los papas de la Historia eran  viejos, lo que explica que  el papado es tachado de ser  una gerontocracia, un gobierno de ancianos.
Puedo entender que Celestino V, que se reveló completamente inadecuado para el papado, renunciara al cargo después de seis meses, huyendo del Vaticano de nuevo a su ermita en  la gruta de la que había sido sacado totalmente en contra de su voluntad. Entiendo que Gregorio XII abdicara para salvar a la Iglesia de una situación caótica en la que tres hombres afirmaban ser papas. A los tres se les pidió que renunciaran, con lo que un nuevo Papa, Martín V, resultó elegido.

Después, los historiadores de la Iglesia afirmaron que Gregorio XII era el verdadero Papa y Juan XXIII y Benedicto XIII eran anti-papas. Leemos  así que el primero renunció y los dos últimos fueron depuestos por el Concilio de Constanza. Pero la situación en ese momento estaba lejos de ser clara. Gregorio XII renunció al papado en medio del caos, tal vez sin saber lo que diría el futuro juicio de la Iglesia. La abdicación de Benedicto XVI no se ajusta a  ninguno de estos casos excepcionales.

Él , considerando su edad, parece hoy  tan saludable como lo era cuando fue elegido hace ocho años. Entonces, ya había tenido un ataque al corazón y un implante de marcapasos;  también  se había caído en el baño haciéndose un corte en la cabeza,  lesión grave que requirió puntos de sutura y hospitalización. Después de convertirse en Papa, no se produjeron incidentes destacados que le hayan impedido  hablar o pensar. Me atrevería a decir que él ha disfrutado de más  tiempo  que anteriormente, como lo demuestra su producción sin parar de libros personales, al ritmo de un nuevo libro cada dos años.

Por lo tanto, la excusa de encontrarse débil,  no es una razón válida para su retiro. Más bien habría que pensar que es un cobarde o que tiene una agenda oculta.

Transforma el papado en un trabajo administrativo

Me han relatado el  comentario de una mujer sencilla de la calle sobre la abdicación del Papa Ratzinger. Ella dijo: «Yo lo consideraba mi Padre, ¿acaso no lo es un Papa ? Pero, ¿cómo puede un padre renunciar a su misión? Un padre es siempre un padre, al igual que una hija es siempre una hija. Es una realidad inherente a la persona … es imposible renunciar a ello. Sería absurdo «.

Con la renuncia al papado, Ratzinger está llevando a término su agenda progresista

Con la renuncia al papado, Ratzinger está llevando a término su agenda progresista

Esta mujer decía palabras  que reflejan el sentido católico de siglos.  ¡Es absurdo!

Tal vez sea la nota paternal  la que él  quiere destruir,  con el fin de destruir a su vez el carácter patriarcal del Papado. ¿Acaso no fue el primer acto de Benedicto XVI el  abolir el título de Patriarca de Occidente  entre  los muchos títulos que tiene el Papa ? En realidad, su última acción fue  quebrar la nota paternal del Papado. Con este acto, se nos lleva a ver al Papa como algo parecido a un presidente de una empresa y al Papado como una función administrativa, no como una misión dada por Dios inherente a una vida humana para orientar a  la humanidad en el camino de la salvación.

La destrucción de la monarquía en la Iglesia

Recordemos aquí que fue el Cardenal Joseph Ratzinger quien aconsejó a Juan Pablo II  jubilarse a los 85 años. Ahora está aplicandose su  consejo, al jubilarse a esa misma edad. Con esto parece que está tratando de establecer una regla. Si esta regla se hiciera efectiva, entonces tendría graves consecuencias para  el régimen monárquico de la Iglesia Católica.

El régimen actual de la Iglesia es una monarquía electiva vitalicia. Esto sigue un proceso: el Colegio de Cardenales,  corporación de iguales, se reúne para elegir a uno de sus miembros de acuerdo con reglas precisas, las cuales, por cierto, fueron modificados ligeramente por el nuevo Motu Proprio,  Normas nonnullas dado a conocer esta mañana. Una vez elegido, Dios confirma la elección y el hombre se convierte en Papa.

El colegio de Cardenales acabará por convertirse en

El colegio de Cardenales acabará por convertirse en el poder supremo de la Iglesia

Esta investidura es de por vida. La nota esencial que confiere el carácter monárquico del papado es que es vitalicio. Ahora se  acaba con esta característica, el Papado será esencialmente temporal. En vez de ser una estructura basada en un hombre, el papado se convierte en un oficio delegado  a uno de sus miembros, por el Colegio de Cardenales, el cual  ejercerá una función provisional por un período limitado de tiempo.

Este cambio transformará a la Iglesia de monarquía en república aristocrática, donde el poder pertenece esencialmente al Colegio de Cardenales.

En otras palabras, después de que los Papas conciliares han atacado en los últimos 50 años a la Monarquía Papal, todo lo posible, ahora Benedicto XVI , da un paso adelante  y trata de establecer  los 85 años como la edad de jubilación de los papas . Da el golpe final, que será  fatal, al régimen.

¿Acaso no son suficientes razones para que Dios haya enviado  un rayo del cielo en la cúpula del Vaticano como una seria advertencia para que no se lleve a efecto el cambio en el  papado?

Apertura de un nuevo período de cambio

Otro aspecto de la abdicación de Benedicto XVI es que abre la veda para el cambio en la estructura misma de la Iglesia. ¿Esta acción tiene consecuencias? ¿Cuáles serán?

Romano Imperio Alemán

Arriba : el águila bicéfala del Sacro Romano Imperio Alemán

  • ¿Veremos un régimen  bicefálico  –  con dos cabezas – en la Iglesia? En efecto, si Benedicto XVI sigue viviendo en los aledaños del Vaticano, como se ha dicho por muchos, ¿ acaso no seguirá con poder e influencia en los asuntos de la Iglesia? ¿Va a compartir decisiones con el nuevo Papa?¿Va a tener poder de veto? ¿O sólo influirá? Si se produce un desacuerdo entre las dos cabezas, ¿no será  este otro factor de caos en la Iglesia? El bicefalismo es algo hermoso en la heráldica, pero no funciona en los gobiernos. ¿Debemos esperar un cambio en la distribución real de poder en la Iglesia, pasando a lo que los progresistas llaman pentarquía? Esto significaría volver a una  época de la historia, en la que había cinco patriarcados:  Roma , Alejandría, Antioquía, Constantinopla y Jerusalén – disfrutando  de poderes casi iguales. Algunos progresistas han presentado esto como un modelo para la Iglesia descentralizada y colegiada del  por venir.
  • ¿Veremos la completa destrucción de la Iglesia con un cierre masivo de iglesias y una reestructuración de la vida de los fieles promovida por algunos de los discípulos más cercanos del Papa Ratzinger? Fue, después de todo, el cardenal de Viena Christoph von Schönborn quien  predijo en enero de 2012 – que «la naturaleza misma de la Iglesia» tendría que  cambiar muy pronto.¿O la Revolución en la Iglesia continuará a un ritmo más lento con el fin de tranquilizar a los fieles y acostumbrarlos  a los cambios? Si esto sucede, el ambiente tendría que  estar preparada para otro golpe estructural.

Estas son las preguntas que debe tener en cuenta los participantes en el nuevo cónclave que está apunto de reunirse.

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