Comento en esta entrada, un artículo que «establece» la falsedad de la Profecía de San Malaquías conocida como la profecía de los papas, y que el portal Religión en libertad , publica.
Allí se nos presenta al autor Luis Santa María como sacerdote, miembro de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES), [diciendo] que despeja las dudas sobre este tema en el portal católico Aleteia, como «experto» (¿en la profecía? nos preguntamos).
Nosotros nos extrañamos de que el portal acoja un artículo como ese, de un autor que repite algunos tópicos y algunas informaciones que da, al parecer, como propias, pero que pueden encontrarse tanto en encilopedias como wikipedia, como en obras de diversos autores. Sólo que están dichas con menos seguridad y con más modestia.
El autor se contesta a las preguntas que al principio del artículo se hace y que son éstas.
¿Es cierta la profecía de San Malaquías sobre los Papas? ¿Escribió este santo obispo irlandés medieval la lista profética? Si es así, ¿qué hemos de pensar de ella? ¿Estamos ante el final de la Iglesia?
El autor las contesta en las fechas actuales «cuando hoy, 28 de febrero, Benedicto XVI deje el papado, la Iglesia católica entra en período de sede romana vacante. Ante la curiosidad y la preocupación de muchos por las profecías de San Malaquías»…
La respuesta del autor es negativa ante las cuestiones propuestas, que como bien dice, el mundo también propone actualmente con preocupación.
El autor establece que la profecía no es cierta, o sea que no es tal profecía. Es una profecía falsa. También nos ilustra como sacado de sus estudios que la lista de papas, no la escribió San Malaquías. Él llega a decir textualmente: La profecía de San Malaquías es una profecía además de falsa, pseudoepigráfica.[No está escrita por San Malaquías] Y en consecuencia nos dice que no estamos al final de la Iglesia. Los católicos sabemos que la Iglesia no tendrá final antes del fin del mundo[después pasará a ser la Iglesia Triunfante y seguirá eternamente] porque como dijo su Divino Fundador durará hasta la consumación de los siglos. Mejor hubiera hecho formulando con más exactitud la pregunta, en estos términos de «¿estamos ante el final del mundo?
Aquí me remito al artículo de este mismo blog El FINAL DE LA PROFECÍA DE SAN MALAQUÍAS Y NUESTROS TIEMPOS. En él comento el libro del gran estudioso, quizás el mejor, de la profecía, el jesuita Padre Juan Manuel Igartua, aunque en algunos puntos me aparto de su exhaustivo estudio. El libro se titula : El enigma de la profecía de S.Malaquías sobre los papas (Barcelona Acerbo, 4ª ed. 2005). Es de notar la modestia del autor que no se decide con certeza a asegurar su autenticidad y admite que posiblemente haya que tomarla como un enigma. Pero está claro por su estudio que él la considera muy probablemente auténtica. Modestia de la que, dicho sea de paso, carece el autor del artículo, Luis Santamaría.
A muchos cristianos les preocupa o asusta que se hable del fin del mundo, sin percatarse de que es una realidad que enuncia nuestra Santa Fe. Algún día, con certeza, será el fin del mundo. Pero no sabemos cuándo. Pudiera estar lejano o cercano. Y está positivamente excluído por N.S.Jesucristo, el que la respuesta a este interrogante pertenezca a las verdades que Él viniera a revelar y de las que es depositaria la Santa Iglesia.
Por eso no se comprende muy bien que ante cualquier atisbo -en profecías o ensayos teológicos- de la posibilidad del Fin del mundo- aunque sin precisar fechas- salten negándo todo, como si nunca hubiera de llegar el fin. Yo creo que esto descubre una falta de Fe. En el Evangelio se habla con claridad de ello y algún día tendrá que pasar.
Pero para tranquilizar a Religión en Libertad [y también a Infocatólica que publica el mismo artículo] les diré que no hace falta negar la autenticidad de la profecía, para tranquilizarse respecto de la llegada del Fin del mundo. Ella está abierta todavía a muchas hipótesis, como luego diré.
Otros cristianos, en particular los primeros cristianos, no sólo no se intranquilizaron sino que desearon y desean, la vuelta del Señor ardientemente. En realidad fueron siempre los verdaderos católicos los que suspiraron por la vuelta del Señor : ¡Maranathá!
Ahora me propongo hacer una pequeña crítica del artículo del «experto«.
Mi posición en este punto es coincidente con la del P.Igartua. No afirmo con certeza su autenticidad pero me inclino a creer que sea muy probablemente auténtica. También digo que en caso contrario es un enigma.
Veamos cómo, al hilo del artículo, su autor, o dice cosas irrelevantes o lanza afirmaciones sin pruebas, negando la autenticidad de la profecía.
Su artículo empieza reseñando las cosas ciertas de la persona de San Malaquías y de sus milagros y profecías tal colo lo describe San Bernardo. Esto puede encontrarse en infinidad de sitios. En eso no cambia ni dice nada nuevo respecto de lo que ya se sabe. Por ello sigo adelante.
Viniendo a la profecía de los papas, el articulista describe lo ya sabido sobre esta profecía. Hace de ello un sucinto resumen al que no hay nada que oponer.
Respeto de la aparición de l profecía en el siglo XVI dice que aparece 450 años después de la muerte de su presunto autor, San Malaquías.. Hace un paralelismo con otros textos atribuídos a santos, como San Francisco, que también son tenidos como auténticos y, en realidad, no lo son.
Un primer indicio de su falsedad es que San Bernardo no habla de ella en la biografía compuesta por él, a pesar de citar otras de profecías y hechos gloriosos del santo irlandés.. Tampoco se registra ningún autor anterior a 1595 que lo hiciera.
Todo lo cual está universalmente aceptado, desde mucho tiempo atrás, diría yo.
Su primer publicista Arnoldo Wyon dice que él la tuvo en las manos pero no aclara si tuvo un papel o un manuscrito medieval. En mi opinión es casi seguro que no sería un manuscrito medieval, porque un verdadero historiador, se hubiera cuidado de describirlo y decir el archivo donde hasta entonces se había guardado. Como digo en el estudio mío citado:
Ella está inserta en el libro publicado por el benedictino belga Wion [está así mejor escrito que wyon]] “Lignum vitae, ornamentum et decus Ecclesiae”, auctore D. Arnoldo Wion, duacensi Venet. MDXCV. o sea “Árbol de la vida, gala y honor de la Iglesia”. Fue publicado en Venecia en 1595. Su autor es el benedictino A.Wion y el asunto del libro es una recensión biográfica de monjes de su orden que fueron gala y honor de la iglesia y de la Orden. En el libro II enumera los obispos de la Orden entre los cuales el irlandés San Malaquías que aparece en el apartado D en el que se describe la vida del obispo de la ciudad de Down, Irlanda, de la que fue obispo nuestro santo. Allí aparece impresa junta con la reseña biográfica del santo, la profecía que Wion atribuye a San Malaquías con la transcripción de un manuscrito que Wion asegura haber visto (de este manuscrito nunca más se supo si es que haya existido alguna vez porque bien pudiera haber sido un papel escrito por algún contemporáneo y comentado por el piadoso historiador eclesiástico español P. Chacón O.P.[Ciaconus] archivero [probablemente es él el que escribió ese papel, e incluso el autor de la profecía, lo que no obsta a su carácter sobrenatural] que habría dado también el título de la lista de papas) . Los lemas aparecen, hasta el 74, con un añadido que Wion dice ser de Alphonsi Giaconis ordinis praedicatoris, haec prophetiae interpretis, o sea añadidos de Alfonso Chacón O.P. intérprete de esta `profecía. sus comentarios de los primeros 74 lemas se explican por su conocimiento detallado de ls historia eclesiásticaa y en particular del Epitome de Pannivio
Wyon habla de unas obrillas del Santo que él no ha visto (..opuscula de quibus nihil hactenus vidi) a excepción de cierta profecía de los Sumos Pontífices (praeter quamdam profetia de Summis Pontificis..) que por ser breve traigo-dice él- adjunta, (luego dice que la ha visto, sería bien en un manuscrito medieval o en un papel de un contemporáneo, cosa que no aclara).
Ante esto el autor dice que
No tenemos datos para rastrear su origen, y por tanto no sabemos si el monje Arnoldo se encontró el texto y lo aceptó de forma acrítica, o si lo compuso él directamente. Estamos hablando de lo que en literatura se denomina “pseudoepigrafía”, es decir, la atribución de un documento a un autor para que gane en autoridad y credibilidad, pero siendo falsa esa autoría.
Yo estoy en absoluto desacuerdo con esta suposición porque no tenemos por qué dudar de la honestidad del benedictino Wyon cuando afirma que él la tuvo en las manos y además traslada las anotaciones de un contemporáneo suyo el P.Chacón comentando los lemas anteriores a su publicación. ¿A tanto pudo llegar la falsía de Wyon, quien no fue desautorizado por el dominico Chacón- historiador de prestigio entonces y ahora, «- con el fin de darle autoridad a «su» profecía?. Este extremo demuestra que Santamaría no sabe muy bien de lo que habla o por decirlo mejor es un recién llegado a la profecía. Nunca Wyon se hubiera atrevido a hacerla pasar por profecía de San Malaquías para darle autoridad. Además él la cita como quitándole importancia- o dándole poca importancia- en el libro que publicó: «Lignum Vitae..» Otra cosa es Chacón o quien escribiera el papel, que quizás lo hizo por humildad. Esto no obsta para quitarle, como he dicho, el carácter sobrenatural.
Respecto de los lemas anteriores a su publicación cita al apologista católico Jimmy Akin, de Catholic Answers, que haciendo un exhaustivo estudio halló que los aciertos anteriores a 1595 superan el 95%.
A esto comento que se podría haber ahorrado esta cita de un «prestigioso» apologista. En realidad antes de él, muchos otros han constatado lo mismo. Haciéndome yo eco de esta constatación escribo en el estudio citado:
..hay que referirse al agustino Onofre Panvinio O.S.A. del siglo XVI y muerto tempranamente en 1568 (39 años) en el año del lema 69 de la profecía. Escribió una obra con un título algo largo “Epitome vitarun Romanorum Pontificum...” más conocida como “Epitome Romanorum Pontificum” de 1557. Panvinio es célebre en los anales de la Historia Eclesiástica y ha sido llamado “padre de la Historiografía moderna“. Publicó hasta 65 obras y sus libros destacan por sus grabados de medallas, escudos,inscripciones, etc…La obra que citamos ha sido muy citada para rebatir la autoría de la profecía por San Malaquías. No hay que poner en duda la buena fe de Wion o incluso del que compuso la profecía si es que también la tituló. Ha sido una práctica- que dio origen a lo que llamamos pseudoepigrafía, corriente en la antigüedad incluso en los libros bíblicos como un modo de autorizar el propio escrito y en este caso fue quizás usado para esconder la personalidad del autor de la profecía, que quizás vela modestamente los dones excepcionales proféticos con que fue investido. El caso, sucintamente dicho, es que algunos de los lemas anteriores al 69, año quizás cercano a la composición de la profecía (sería entre 1568 y 1595), son una copia o una composición de los datos que aparecen en el “Epitome…” bien en el texto, bien en los grabados de los escudos papales. Me remito a la obra que comento para ampliar este punto.
Luego estoy de acuerdo con la deducción de nuestro articulista y con la observación del prestigioso apologeta Jimmy Akin, de Catholic Answers, sólo que no habría hecho falta su exhaustivo estudio para decir lo que ya antes habían dicho muchos, señalando incluso la fuente que es el Epitome de Pannivio.
En el punto 4 en el que nuestro autor enuncia que: La Iglesia nunca ha aceptado esta profecía, y muchos autores la han rechazado de forma tajante- sólo decir que es lo que todos sabemos para lo que basta consultar las Encicliopedia Católica. ¿Acaso alguien habrá creído que la Iglesia se habría comprometido a darla por válida?
Distinta cosa hay que decir de lo que añade «muchos autores la han rechazado de forma tajante». Esto es cierto pero apenas tiene valor si no cita lo que también puede decirse de muchísimos autores, quizás más, que la han aceptado o por lo menos están abiertos a la posibilidad de su autenticidad.
Aragonés Virgili dice en su Historia del Pontificado (III,230) : «La Iglesia oficialmente no se ha pronunciado oficialmente sobre tan importante cuestión [su autenticidad] … lo que demuestra que es considerado importante documento y al mismo tiempo contradice la opinión de algunos que lo consideran indigno de tantos estudios (como E. Amann).
La lista de los estudiosos es larga, habiendo entre ellos los que se oponen a su autenticidad y los que la aceptan.Basta citar: Chacón O.P., Cornelio a Lápide (quien está abierto a su autenticidad con palabras memorables, pues en su Comentarios al Apocalipsis, cita la profecía de San Malaquías diciendo “Si haec prophetia vera est..”), Otros son Engelgrave, Sartorius.. y muchos más. En el sigo XX el gran comentarista Maitre es favorable (reunió en su estudio 125 obras favorables o contrarias), ; Dehin afirma que ha logrado reunir hasta 400 libros, o artículos que la estudian, el padre Igartua que reúne un centenar de títulos con aportaciones bibliográficas. La lista se multiplica y llega hasta nuestros días.
¿Pretende Luis Santamaría que citando a varios opositores ha zanjado la cuestión de la autenticidad de la profecía?
Nos toman- tanto Religión en Libertad como Infocatólica- por tan manejables y carentes de crítica que trayendo un artículo tan banal quieren que descartemos la autenticidad de la profecía. En realidad ni la descartamos ni la aceptamos. Simplemente nos sumamos a aquéllos que han aceptado la probabilidad de la inspiración de esta profecía. Pero no utilizamos métodos tan simples como citar unos cuantos nombres en la historia de los estudiosos de esta profecía.
Tampoco nos sumamos a lo que el autor dice tajantemente «de esta falsa profecía- pseudoepigráfica»- como si fuera una cuestión zanjada.
Creo que esta cuestión si se trata debe hacerse con seriedad y no con la frivolidad de que hace gala el autor del artículo.
Por venir al insigne paisano mío Benito Pérez Feijoo O.S.B que escribió en su
Teatro crítico universal (1726-1739), «en lo tocante a astrólogos y adivinos, que su vaticinio “es aplicable a mil sucesos diferentes, usando en esto del mismo arte que practicaban en sus respuestas los oráculos y el mismo de que se valió el francés Nostradamo en sus predicciones, como también el que fabricó las supuestas profecías de Malaquías”.
¿Piensa Santamaría que esta cita del ilustre benedictino echa por tierra en cuatro líneas los volúmenes, artículos y recensiones que se cuentan por centenares, inclinándose por su autenticidad?
Por citar el estudio de Igartua diré que dedica casi la mitad de su libro, desde la página 179 hasta el final de su libro, página 515, a estudiar los aciertos de la profecía. Estudia cada lema desde distintos puntos de vista y normalmente con un doble método: el personal y el histórico. En particular estudia en cada lema su relación con el Nombre personal del pontífice, Apellido familiar, lugar de nacimiento, escudo familiar o pontificio, Título cardenalicio, dignidad eclesiástica, términos no relativos a cualquier elemento personsl.
En el capítulo XI concluye y demuestra que EL AZAR NO PUEDE EXPLICAR LOS ACIERTOS, para lo cual hace un estudio de matemática probabilística
Pero el autor pontifica, cosa que será grata a los que echan de menos la infalibilidad pontificia en estos tiempos de SEDE VACANTE:
Basta con ser un poco hábil entremezclando catástrofes y felicidades para escribir algo que pueda aplicarse a los hechos venideros sin mucha dificultad.
¿Dice esto en serio? ¿No repara que es simplemente una burla para con aquéllos que han estudiado la profecía con seriedad durante años, tanto los favorables a ella como los opositores?
He aquí otra frase de nuestro autor:
Algunos pueden pensar que hay algo de verdadero, pero todo lo que parezca acierto ha de considerarse una simple coincidencia. Además, hay que tener en cuenta que, como en el caso de Nostradamus y de tantos otros visionarios, se emplea un lenguaje sibilino u oracular, lo suficientemente vago para que pueda “demostrarse a posteriori” su acierto.
Yo le recomendaría al autor que lea el trabajo de Igartua, en particular el capítulo IX. ¿Acaso cree que se le habrían escapado a Igartua, autor de numerosos libros, teológicos e históricos, por ejemplo el concienzudo y documentadísimo escrito sobre la Sábana Santa, el detalle de que los aciertos son meras coincidencias o usan un lenguaje sibilino y oracular? Yo le recomendaría a Santamaría que coja el libro a que me refiero y haga una crítica que no desmerezca y trate de echar al traste sus conclusiones. Entonces no hablaríamos de ligereza o frivolidad en su artículo.
Lo mismo habría que decir de los portales o blogs que han acogido su elemental y banal estudio de la profecía.
Me remito otra vez a mi estudio que como ilustración del tema puede servir. Aprovecho para decir que en ese estudio he establecido algunas hipótesis, meramente como tales, que han sido desbaratadas con la dimisión de Benedicto XVI y posterior elección de un pontífice. En efecto yo me sumaba a la opinión de quienes piensan que el lema «In psecutione» (su lectura alternativa, afín a la paleografía irlandesa, como «in prosecutione» abre insospechados términos temporales a la profecía virtualmente sin límite) y Petrus Romanus, no son lemas personales. Uno de ellos tiene que ser forzosamente personal si sale un nuevo pontífice del próximo cónclave. Pero en cambio yo no soy de la opinión de que la profecía se refiera al fin del mundo. Creo que los papas seguirán en el futuro, aunque en otro lugar, después de que la profecía agote sus lemas. Ni creo que la destrucción de la ciudad de las siete colinas, tenga que ver con el juicio final. El juicio de que se habla en ella podría ser un simple castigo, siguiendo la terminología bíblica.
Para no alargarme voy a copiar lo que digo en mi estudio sobre los mensajes crípticos de la profecía. Se trata de unas palabras que emergen después de aplicar una función multiplicadora del númeroo áureo y que de ninguna manera pueden ser producto del azar. ¿Podría también nuestro autor achacarlo a mera coincidencia o a un enunciado sibilino u oracular? Éste es el texto:
Número áureo y la “divina proporción”.
Aquí expongo, resumidísimas, unas misteriosas claves numéricas ocultas en la profecía. Ellas son un signo evidente de la autenticidad de la profecía. Si se rechazaran como indicio profético no harían más que aumentar su carácter enigmático.
Me remito a cualquier enciclopedia para el conocimiento de lo que es el “númerus aureus” y la resultante “proportio divina“. Sigo al P. Igartua para hacer una somera descripción. Intentaré sintetizar lo más posible sin desmedro de la claridad.
El número áureo es conocido desde la antigüedad y ha sido utilizado en ella (por ejemplo en Virgilio y por otros artistas de todas las artes) y también en el Renacimiento que lo descubrió con la exaltación de la antigüedad y casi seguro también en los tiempos medievales tan propensos al simbolismo y a la cabalística (por ejemplo en los tiempos de San Malaquías, San Bernardo y Santa Hildegarda de Bingen).
Brevemente diré que es el resultado de la armónica división de un segmento en media y extrema razón. Si dividimos un segmento (al que damos el valor de la unidad) en dos partes de modo que la mayor parte, m, resulte media proporcional entre el segmento entero (la unidad) y la parte más pequeña, hallamos la “sección de oro“.. O sea si m es la parte mayor y si damos al segmento, s, el valor 1, y a la parte menor llamamos s-m; entonces la sección áurea nos vendrá dada por la razón 1/m= m/1-m. Esto no da la ecuación de 2º grado siguiente: m(al cuadrado)+m- 1=0. Las resolución de esta ecuación con la consabida fórmula aritmética es m= 0,618. Este es el número áureo. Multiplicando este número con magnitudes halladas en diferentes objetos del arte-arquitectura, pintura jardinería, líneas de un poema etc.. nos da la “sección áurea” de esa magnitud.
Ahora vamos a hacer la aplicación a los 113 lemas de la profecía.
Multiplicando 113 por el número áureo obtenemos 69,834. Si consideramos que los lemas son 112 el resultado es 69,216. Y si consideramos que los lemas son 111 (lo cual me parece lo más probable) el resultado sería 68,598. Los tres resultados están en el entorno del número 69. que aplicado a los lemas nos daría el lema 69, “De fide Petri”. Que es el único lema (junto con el último, si es que fuese un lema personal aunque yo creo que no lo es, Petrus Romanus) en el que aparece la palabra Pedro.
Si seguimos aplicando el número áureo a las dos partes en que queda dividida la profecía por la sección áurea, obtendríamos los lemas 42 y 96 (69+27), que corresponden a los lemas “De cruce apostolica” y “Peregrinus apostolicus“, que son los únicos lemas en los que aparece la palabra “apostolicus” en clara referencia a “Apóstol“. Si proseguimos hallando las secciones áureas de las partes que restan obtenemos sucesivamente en la parte superior de la profecía el lema 26 , que corresponde al papa Juan XXI con el lema “Piscator Thuscus” con referencia a ”Pescador” que además es el de un papa llamado Juan Pedro. Pero por la parte inferior obtendríamos el número 10,5, que si lo hacemos entero nos daría el número 10 o el 11. En el primer caso, sumado a 96 obtendríamos el lema 106 ”Pastor angelicus” y en el segundo el lema 107 “Pastor et nauta” que nos remiten a las palabrasPastor, Angel y Timonel.
O sea. las secciones áureas sucesivas nos darían las palabras siguientes y en su orden:
Pedro Apóstol Pescador Pastor Angel y Timonel. Las cuales nos permiten confeccionar una bonita definición de los papas:
(lLos sucesores ) de Pedro el Apóstol son Pescadores (de hombres) Pastores (de la grey católica) Angeles (que la guían) y timoneles (de la nave de la Iglesia)
Las palabras halladas, tan perfectamente adaptadas a la función papal, son, tomadas individualmente únicas en la profecía, y tomadas en conjunto, forman un conjunto también único en la profecía y aparecen en el orden de la definición que he dado, siguiendo las sucesivas aplicaciones de la función multiplicadora del número áureo. Quiero decir que no aparecen al azar, ni debido al capricho de una elección humana, ni se dejan en la profecía otras palabras similares, tomadas individualmente o en conjunto. Esto constituye un enigma, imposible, en mi opinión, de explicar por el mero cálculo de probabilidades, a menos que esté detrás la inspiración divina o el genio de un autor humano excepcional, que haya puesto esos lemas, algunos de los cuales, los futuros, se corresponderían perfectamente a futuros contingentes como son los papas que vendrían cientos de años después de la publicación de la profecía.
Otra curiosidad matemática que nos llevaría probablemente a una fecha-la de 1930- en que se cumple con exactitud el bimilenario de Cristo después del Sacrificio del Calvario. O sea los 2000 años de Cristo, parejos a los dos pares de bimilenios de las edades-según los antiguos- del mundo.
Expongo aquí muy resumido el estudio que hace el autor en el capítulo VII de su libro dedicado a las claves matemáticas de la profecía, laexposición que hace del lema 73 que corresponde al papa Sixto V que reinó desde 1585 a 1590 (hallando que la mitad justa de su pontificado fue en la navidad de 1587). El lema de su pontificado es Acies in medietate signi, cuyo significado es “Eje en la mitad dl signo”. Es dudoso lo que signifique la palabra signi, genitivo de signum. Chacón el comentarista de los 69 primeros lemas lo ilustra añadiendo: “lleva un Eje en la mitad del león”. Viendo su escudo que es un león al que atraviesa una banda a modo de eje, se comprende el comentario de Chacón. Por lo menos se acepta visualmente. Lo discute el autor motejando al comentarista de poco acertado. Después de un minucioso estudio de la palabrasignum concluye que en realidad signum no designa al escudo, que porta un león, sino que más bien quiere decir “lema”. El autor lo pluraliza en “lemas”. Así que traduce el lema como sigue: Eje en la mitad de los lemas. Esto me parece acertado sin desdeñar el comentario de Chacón que lo interpreta “Eje en la mitad del (escudo en que se ve un) león”. Estariamos ante un caso de polisemia tan frecuente en la lista.
Lo interesante es las conclusiones que saca el autor y que yo creo sugerentes en orden a hallar claves matemáticas ocultas en la lista.
Brevemente: En la mitad cronológica del pontificado de Sixto V, que fue,como ya dije, en la navidad de 1987, han transcurrido justo 444 años desde el primer pontificado a que corresponde el primer lema de la profecía. Se trata del lema Ex castro Tiberis,del papa Celestino II. Por este lema axial se esperaría que al cabo de otros 444 años, la fecha tuviera un significado importante. Este trecho de tiempo nos lleva al año 2031. Este año es el primero después del bimilenario de la Redención. El autor dice muy acertadamente y citando una nota de la Biblia de Jerusalén, (a lo que yo podría añadir razones concretísimas evangélicas, históricas y astronómicas) que la muerte de Cristo tuvo lugar (frente al dato de la tradición católica que data de San Gregorio, y aun de Dionisio del Exiguo) el primer viernes, 7 de Abril del año 30 de Nuestra Era. Es evidente que aquel día en que tuvo lugar el Sacrificio del Calvario y la Institución de la Eucaristía que fue la primera misa, separados ambos hechos por 18 horas en el 14 del mes judío de Nisán, dia verdadero de la Pascua instituída por Dios en el Exodo, pero víspera de lapascua oficial de los fariseos, jefes del Templo (véase el post de este mismo blog “La última Cena fue una comida pascual” ); fue el día más importante de la historia de la humanidad.
Apoyándose en el gran escriturista Cornelio A, Lapide, de importancia excepcional en la hermenéutica bíblica. el autor da por bueno los cálculos que hace este comentarista. El año 2030 a que nos remite la profecía, se cumplirían (simbólicamente) los 6000 años de la historia del mundo, y los dos mil años que debían cumplir, según él basándose en los padres de la Iglesia, los “tiempos de Cristo”.
Por otra parte la cifra 888 años que es la que ofrece el cálculo e interpretación del lema 73, Axies in medietate signi, tiene su misterio. Porque 888 es la cifra de Jesús, como 666 es la cifra del Anticristo. En efecto el nombre de Jesús, leído en griegoIesous, equivale a 888, sumando el valor numérico de sus guarismos. Como se sabe el 8 es el colmo de la perfección, pues sigue al 7 que representa la perfección. Así como el 6 representa la imperfección absoluta, de ahí que sea la cifra del Anticristo. Tres veces (plenitud) 8 nos lleva a 888, que son los años a que nos remite la profecía desde su primer lema. y que indican la duración de 2000 años de la edad mesiánica que desde Sixto V serían 888 años, y acabarían en el año 2030.
Naturalmente la inducción suyacente, aunque no expresada por el autor, es la de que en ese año se acabará el mundo. Lo cual sería consonante con la profecía, ya que se supone que esta profecía, como lo dijo Maitre y antes he citado, es una “profecía de las últimas edades del mundo por medio de la exposición de la historia de los papas”.
Como se deduce de lo que he dicho antes en este mismo post,yo no estoy en absoluto de acuerdo con esa deducción. Con el respeto que me produce la gigantesca figura de Cornelio A.Lapide (que curiosamente en sus Comentarios al Apocalipsisdonde expone su interpretación, cita la profecía de San Malaquías diciendo “Si haec prophetia vera est..”) y al mismo autor del libro que comento, yo pensaría que dicho año sería el fin de la etapa mesiánica sujeta a tribulaciones y persecuciones (In persecutione). Y sería el comienzo de una nueva edad, que podríamos describir la Era del Espíritu Santo, así como el Antiguo Testamento lo fue del Padre y la era cristiana fue la era del Hijo (despojando esta frase de su reminiscencia herética). La imaginación nos lleva a pensar en el Milenio tan creído y anhelado por los primeros cristianos y muchos padres de la Iglesia (descartando el milenio carnal de los de Cerinto). En nuestra teminología actual hablaríamos del profetizado Reino de Cristo y de María, o el Triunfo definitivo del Inmaculado Corazón de María. Comenzaría con el 7º (perfección) milenio de las edades del mundo.
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Con frecuencia pasa que no se establece bien la diferencia entre la falsedad de la atribución de la profecía y la falsedad de la profecía misma. Es irrelevante cual haya sido su autor. Lo relevante es su contenido. Ahora bien, hay un espacio muy, muy estrecho entre las palabras que aparecen en Mateo, 24,36: «De die autem illa et hora nemo scit, neque angeli cælorum, nisi solus Pater.» y las que se pronuncian un poco antes, en Mateo, 20 y ss. El día y a la hora, nadie la sabe, pero habrá signos.
Si nos inclinamos un poco hacia un lado, toda profecía parece vana, puesto que, si nadie sabe ni el día ni la hora, nisi solus Pater, es incoherente que a posteriori haya habido revelaciones o que razonamientos de cualquier tipo puedan conducir a través de un muro impenetrable señalado por Cristo. Si nos inclinamos hacia el otro lado, corremos el peligro de aceptar como signos más allá de lo debido, e incluso de caer en un estado de excitación perpetua, como venteando un futuro que por principio no podemos vislumbrar. Además, los tiempos históricos, creo yo, no son cronológicos, sino causales. Es decir, una vez establecidas ciertas condiciones, por ejemplo las condiciones para la apostasía, se producirá ésta, con certeza, y esta conexión causal hace irrelevante si la apostasía se hace efectiva en cinco décadas o en cinco centurias. Quebrados los pilares del edificio, este caerá, necesariamente. Cuánto tiempo se consuma en la caída, no importa. Por eso le doy un valor relativo a los ejercicios numéricos. Y hay otra razón, y es que la probabilidad de que una relación numérica sea casual tiene que ver con el conjunto total de relaciones numéricas posibles, y este conjunto total es casi infinito. Por consiguiente, si bien la probabilidad de encontrar una relación numérica particular es muy baja, la probabilidad de encontrar alguna relación numérica es altísima.
Una última consideración tiene que ver con el valor de la profecía de San Malaquías en relación con otras profecías cuya autoría y cumplimiento no admiten sombra de duda. Porque puede discutirse la autoría de la profecía y la inspiración de su autor, a partir de los lemas que contiene, pero no puede discutirse ni la autoría, ni la autoridad de los Apóstoles. Sin salir de Mateo: «Sicut enim fulgur exit ab oriente, et paret usque in occidentem : ita erit et adventus Filii hominis. » lo cual deja muy claro que la segunda venida será repentina, imprevista y patente de forma universal. Y sobre la apostasía que estamos viviendo, se indica en 2 Tim. 4,3 y en otros sitios, y sin ambigüedad ninguna en 2 Tes. 2. Un poco más adelante, por cierto, en 2,15 se nos exhorta: «Itaque fratres, state : et tenete traditiones, quas didicistis, sive per sermonem, sive per epistolam nostram.» Muchas citas más aduce Straubinger en su comentario a esta carta. Así que, con independencia de la veracidad, o probabilidad de veracidad, de la profecía de San Malaquías, lo cierto, creo yo, es que las profecías apostólicas, indubitables, tanto en su autoría como en su cumplimiento, hacen a la primera del todo innecesaria. Hacen innecesario esforzarse en discernir si tenemos un «prosecutione» o un «persecutione» (*), ya que la apostasía y rebelión contra Dios (el único Dios verdadero) es patente y universal, y sabemos que anuncia la manifestación del inicuo. Y sabiendo que esto será así necesariamente, no sabemos sin embargo cuándo sucederá, porque la caída del hombre en la idolatría, en los vicios, en el pecado, no tiene fondo ni límite, pues la condición humana puede caer muy por debajo de la condición animal, ya que los animales se hayan sujetos a la ley natural que les es propia pero el hombre puede negar y combatir la suya. Podrían multiplicarse aberraciones inimaginables aún durante siglos. No es poco consuelo que a no mucho tardar todos los que vemos esto saldremos de este mundo para ponernos en manos de la misericordia de Dios, para que Su Justicia no nos aplaste.
Así que…»Vigilate, et orate».
(*) además, ¿qué sentido tiene que Dios inspire una profecía y que al mismo tiempo esa profecía sea materialmente dudosa en su forma? ¿qué sentido tiene que una profecía inspirada por Dios sea obstaculizada por una convención tipográfica? ¿el descuido o pereza de un tipógrafo, o la insuficiente anchura de una página, o el accidental acomodo de un vocablo a una longitud de línea determinada pueden desbaratar la intención divina de revelarnos algo?
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Vista la enorme importancia que la profecía de san Malaquías está tomando en el mundo entero con ocasión de la enfebrecida espera de un nuevo pontífice para la iglesia conciliar, me he trasladado a este idílico lugar:
Que no es otro que la casa donde hizo profesión y a la que pertenecía el monje benedictino Arnoldo de Wion, autor del libro Lignum vitae, enorme compilación de la portentosa historia de la Orden de San Benito, en la que va pasando revista a todas las figuras de su Orden que alcanzaron el episcopado, y como por pura casualidad, inserta una más entre los muchísimos documentos que le han hecho llegar, o que él mismo ha podido descifrar en la biblioteca de su propia abadía.
Como tendré ocasión de contaros otro día, buena parte de los acontecimientos religioso-políticos ocurridos desde finales de la Edad Media en la Cristiandad se han anudado en Venecia…
Como él mismo dice, inserta el texto profético a ruegos de sus amigos, entre los cuales ocupaba un lugar eminente el notable historiador Chacón.
La verdad es que las claves numerológicas reseñadas por nuestros amigos son muy representativas de los códigos que solían insertarse en los documentos previamente a la invención de la imprenta, para evitar las falsificaciones y las interpolaciones.
Son entre otras, las utilizadas por los primeros servicios secretos conocidos, los de la Serenísima República de Venecia, de cuya sabiduría se aprovecharon los creados por el 007 de la Reina Isabel de Inglaterra.
Precisamente porque existe una enorme disparidad entre el texto auténtico de la profecía, y el comentario último de Chacón, sabemos que el nombre de Pedro el romano, y las siguientes predicciones apocalípticas NO son proféticos, sino una interpretación, errónea , de Chacón.
Tong, tong, Benedicamus Domino, que llaman a Vísperas…
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