Tomado de Blog Catholique
sucesión de Benedicto XVI: ¿Veremos a un laico disfrazado de Papa?
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Doctor en Ciencias Políticas y ensayista. |
Cuando huía de Roma por la Via Appia, San Pedro vio a Cristo, que venía en opuesta dirección. Entonces hizo la célebre pregunta «¿Quo Vadis Domine? «La respuesta de Cristo fue que iba a Roma a ser crucificado de nuevo. San Pedro comprendió su cobardia y volvió a Roma dispuesto a ofrecer en sacrificio lo que le quedaba de vida por el bien de la Iglesia.
Al parecer las tradiciones se pierden. Benedicto XVI, queriendo terminar sus días como un simple peregrino, ha dimitido. De esta manera, se ha desacralizado su oficio. Su salida crea jurisprudencia. Debido a profundas rivalidades entre cardenales, al nuevo Papa podrán «agradecérsele los servicio prestados«, con la misma presteza que a un Presidente de la República. Razones oficiales (salud, edad …), y también oficiosas podrán utilizarse para renovar los cargos de futuros empleados. La Iglesia se democratiza y se impone el naturalismo. Esta tendencia viene del Vaticano II. El Concilio pretendiendo adaptar la Iglesia al mundo, permitió formular documentos cargados de graves consecuencias, siendo los derechos humanos una referencia insoslayable. Ya el papa Juan XXIII, en la encíclica «Pacem in Terris» en 1963, recordó la importancia de tener una «autoridad pública con jurisdicción universal» de acuerdo a la Declaración de los Derechos Humanos de 1948: «Creemos que esta Declaración es un paso adelante para el establecimiento de una organización jurídica y política de la comunidad mundial«. Los hombres de Iglesia se sintieron comprometidos con el nuevo orden mundial y los principios de una religión universal.
Sin embargo, a raíz del Concilio Vaticano II, sucedió otro acontecimiento muy importante. Pablo VI, en un documento de fecha 18 de junio de 1968, decidió – sin respeto alguno por la tradición – imponer un nuevo ritual de ordenación de sacerdotes y consagración de obispos: el «Pontificalis Romani». Durante siglos, había sido codificado un ritual que regulaba el paso del estado laico al sacerdocio, y del sacerdocio al cargo episcopal. Nunca se planteó problema alguno. La guinda del pastel se puso cuando Pío XII con su suprema e infalible autoridad, finalmente declaró irreformable con la Constitución Apostólica, de 30 de noviembre de 1947, el ritual de ordenación. Resulta asombroso el cambio radical de un ritual probado en el tiempo, teniendo en cuenta sobre todo, que el nuevo ritual se parece como una gota de agua a otra, al de ordenación de los sacerdotes anglicanos. Ahora bien, este último fue condenado con declaración ex-cathedra infalible por el Papa León XIII en su encíclica «Apostolicae Curae» en 1896. Por ello, teólogos de renombre afirman la invalidez del ritual actual por sus vínculos con el anglicanismo. Cuando hay teólogos eminentes que se oponen entre sí, concediendo o negando la validez del ritual en curso, los católicos quedan confusos porque no tienen el conocimiento teológico necesario para ver con claridad. En este caso, la sabiduría de la Iglesia enseña que la duda haría inválido el rito….
Hoy en día, la mayoría del clero en todo el mundo ha sido ordenado con el nuevo rito. Sin embargo, si fuera inválido, significaría que estamos ante simples laicos disfrazados de sacerdotes, obispos y cardenales. Pero hay más, se observa una gradación descendente desde Juan Pablo II (ordenado sacerdote en 1946 y consagrado obispo en 1958 por el ritual clásico) Benedicto XVI (ordenado sacerdote en 1951 según el antiguo ritual, pero consagrado obispo con el rito nuevo en 1977) no sería … obispo. Si seguimos hasta nuestro días, el nuevo papa que resultara elegido por los cardenales, si ha sido ordenado y consagrado por el nuevo rito de 1968, no sería ni sacerdote ni obispo. Estaríamos ante un simple laico disfrazado de Papa. En este caso, ello significaría la extinción de la sucesión apostólica inaugurada por San Pedro.
Siendo verdad que la Santísima Virgen en La Salette (1846) afirmó que «Roma perderá la fe y se convertirá en la sede del Anticristo«, y que «la Iglesia será eclipsada,» deberíamos con todo recordar, aunque hubiere que pasar por muchas pruebas, las palabras de Cristo: «Las puertas del infierno no prevalecerán contra ella [la Iglesia]» … ¡Uf!
Pierre Hillard, 04 de marzo 2013
Nuevo rito de ordenación de sacerdotes y consagración de obispos
Categorías:ALL POSTS, Iglesia Conciliar, Ritos conciliares
Estimado moimunan: estoy plenamente de acuerdo con el juicio de Pierre Hillaire. Hace pocos días Ud daba entrada a un comentario mío en el que expresaba entre otras cosas, que Ratzinger no es obispo, y que por ello no podía ser papa, amén de su herejía y apostasía que lo colocan ipso facto fuera de la Iglesiaa. Y que esto se puede decir con plena verdad de todos los actuales conclavistas. Pero quiero fijar la atención por un momento en el tema de la necesaria pertenencia del Supremo Pontífice a la jerarquía de orden, y no solamente de jurisdicción, siendo pues condición del todo necesaria la consagración episcopal para poder desempeñar la función de Pastor Supremo de la Iglesia. Pero como hay quienes se resisten a admitir tal cosa, aquí le adjunto un comentario sobre este punto, que se lo había ya enviado a Ud por separado. Aclaro que mi intención ino es en absoluto polemizar con otro participante en su blog, pero con respecto a la intervención del Sr. Stuart corrigiendo mi aseveración acerca de que PíoXII establecía la necesidad de ser obispo para ser Papa, se impone una breve clarificación, a fin de no confundir a los lectores, si es que los mismos tienen alguna duda u oscuridad sobre este punto, pues tal vez no la tengan. En efecto, si uno lee en la Constitución Apostólica ‘Vacantis Apostolicae Sedis’ los párrafos del Capítulo VII referidos a la aceptación y proclamación de la elección y de la consagración y coronación del nuevo pontífice, y tras esto, el párrafo numerado 107 -que está casi al final del capítulo- referido a la ordenación sacerdotal y consagración episcopal del elegido como Papa, puede fácilmente llamarse a engaño con respecto a este tema, pues al estar antes la elección y nombramiento como Papa, y luego la ordenación sacerdotal y la consagración episcopal, resulta de ese ordenamiento en el proceso eleccionario, que el candidato puede no ser no ya obispo pero ni siquiera sacerdote, esto es, un simple laico. Hasta ahí todo parece muy claro: cualquier simple fiel, parecería con sólo estar bautizado, puede potencialmente acceder al pontificado. Pero aquí se hecha al olvido un detalle, a saber, que lo que en ese acto se colaciona es tan sólo la potestas jurisdictionis (el poder de jurisdicción) pero no la potestas ordinis (el poder de orden), el cual se confiere solamente por la administración del sacramento del orden sagrado. Ahora, que este poder de orden es del todo necesario a quien detenta un poder de jurisdicción en la Iglesia, es una verdad que no hay que probar: es indiscutible. A fortiori tratándose del Papa, quien tiene «la suprema y plena potestad de jurisdicción en la Iglesia universal», como lo dice el canon 218, párrafo 1, del CDC: y en el párrafo 2 del mismo canon, se afirma lo siguiente:»Esta potestad es verdaderamente episcopal, ordinaria e inmediata, lo mismo sobre todas y cada una de las iglesias que sobre todo y cada uno de los Pastores y fieles, e independientemente de cualquier autoridad humana». Y la explicación que va al pie, referida a este canon es del todo ilustrativa, pues dice: «La constitución de la Iglesia es jerárquica en forma de monarquía. De ahí que la potestad jurisdiccional del Romano Pontífice sea suprema; es decir sin apelación o recurso a ninguna otra potestad humana, ni siquiera al Concilio Ecuménico; plena, o sin limitación, tanto en las cosas de fe y costumbres como en las que se refieren a la disciplina y régimen de la Iglesia, pero sin excluir la potestad episcopal… «. Y algo más abajo, siguiendo con la explicación de las notas esenciales de la potestad del Romano Pontífice, se puntualiza » … episcopal -la potestad-, por cuanto el Romano Pontífice es el Obispo y Pastor de todos los fieles, aunque especialmente se llama Obispo de Roma…». Esta doctrina es clara y de siempre, hasta Pio XII (sobre lo que establecieron los que le sucedieron, es claro que carece de toda validez, a tenor de la Bula ‘Cum Ex Apostolatus Officio’ de Paulo IV, por lo que es vano buscar incoherencias entre las propias acciones de quienes no detentan ningún poder en la Iglesia; amén de que no resulta -como se aduce en el comentario referido- para nada incoherente, antes todo lo contrario, que los herejes y apóstatas tengan por válidas todas las ordenaciones y consagraciones efectuadas conforme al nuevo ritual montiniano del año 68. Resulta pues lógico que para ellos Ratzinger sea obispo. Con ser claro todo esto, no obstante, para mayor abundamiento, traigo aquí una cita que corresponde a un documento del episcopado alemán, el cual salió a la luz como respuesta a ciertas dudas y cuestiones planteadas tras el Concilio Vaticano I, en relación particularmente a los poderes jurisdiccionales de los obispos y su correcto vínculo con la suprema potestad pontificia. Dicho documento, que contó con la aprobación del Papa Pío IX, a propósito del tema de que se trata aquí, dice: «…Según estas doctrinas de la Iglesia Católica, el Papa es Obispo de Roma, pero no obispo de alguna otra diócesis o ciudad, v. gr…. Pero en su calidad de Obispo de Roma, es al mimo tiempo Papa, es decir el Pastor y Jefe supremo de la universal Iglesia, jefe de todos los obispos y fieles… » . Reitero que este documento contó con la aprobación de Pío IX en enero de 1875. Y para finalizar, la aparente contradicción entre todos estos testimonios y lo aducido de Pío XII, no es tal, pues en la colación del poder de jurisdicción supremo, que es lo que propiamente lo constituye como Papa, esto es Pastor Supremo, está presupuesta la consagración episcopal, que de no haberla se le confiere de inmediato al flamante electo Papa. De lo contrario no estaría previsto y claramente establecido por el legislador tal paso como algo obligado -y no ya ad libitum-, aunque en alguna ocasión pudiera suceder cronológicamente al primer paso, la elección papal. Por último, todos sabemos que los poderes de que hablamos les vienen a los obispos y al Papa, obispo de Roma, como cabeza que es de todas las iglesias, de los apóstoles, entre los cuales el primero es obviamente Pedro. Pero hete aquí que cuando éste recibe de Nuestro Señor la elección como Cabeza y Fundamento de la Iglesia, aún no era obispo. ¿Podríamos acaso deducir con verdad de esta circunstancia, que no le era necesario de toda necesidad el carácter sacramental que poco después recibió del propio Jesús? ¡En absoluto! Es preciso entender que en el instante en que Pedro, tras su confesión de fe, escucha de labios del Divino Maestro «tú eres Cefas (Piedra) y sobre esta ‘piedra’ edificaré mi Iglesia» (Mt.XVI,18), ya en ese momento estaba presente, aunque aún ‘in potentia’ ya que no ‘in actu’, la futura consagración episcopal. Y es que en el orden de las realidades espirituales, como sabemos, la sucesión cronológica cede a menudo ante la sucesión ontológica. Pasando a otro tema y como simple acotación, con respecto al consejo que me da el Sr. Stuart de no preocuparme demasiado con Enoch Y Elías, «no sea que me atrape -dice- el demonio de la desesperación», le digo que le agradezco la recomendación, por un lado, pero por otro, que ninguna desesperación habrá en todos los que confiamos plenamente en la fortaleza que nos viene de Nuestro Señor Jesucristo, cualquiera sea la situación que nos toque vivir, y esto a pesar de nuestra evidente y absoluta fragilidad. Y si a esto le sumamos que a no dudar podemos contar con el auxilio de nuestra Buena Madre del Cielo, bueno…no hay nada que no podamos superar. Lo que sí me produce un tanto de inquietud es el ver cierta confusión, que a veces se traslada a discordia, que el enemigo siembra entre los que estamos, se supone, del mismo lado. Un cordial saludo.
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Totalmente de acuerdo en que el próximo «papa» será un laico forzosamente. Pero meditando en este hecho, yo me pregunto ¿dónde queda el que todas las religiones están esperando al «mesías»? Si no es ahora que todo está dispuesto (inclusive el puesto vacante y vilipendiado el «papado») No hace mucho tiempo los judíos hicieron una oración en todo el mundo a la misma hora, para pedir la venida del «mesías» y es un hecho que tanto ellos como las demás religiones aceptarán al falso «mesías», el cual ´tendrá un carácter universal. En este momento los ojos del mundo entero están en Roma y en el cónclave, y existe una gran expectativa por conocer al nuevo dirigente de la iglesia «católica». Dicho dirigente promoverá aún más fuertemente el gobierno mundial, así como la unificación de la economía y de las leyes juridicas y especialmente la unificación de las iglesias en una sola religión sincretista. Todo está a punto, los preparativos están hechos y solamente esperan el advenimiento del presidente mundial. (El lobo disfrazado de oveja). La Iglesia verdadera debe pasar por todos los estadios de la Pasión. Ha sido capturada, enjuiciada falsamente, condenada y crucificada. Estamos en la etapa de las últimas palabras antes de las finales: «Todo está consumado» Solamente falta decir: «Padre en Tus manos encomiendo mi Espíritu» para que las tinieblas nos cubran y esperar el momento de la resurrección, que llegará sin duda alguna. Que Dios nos ampare, y la Santísima Virgen nos cubra con su manto.
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