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DEJAMOS LAS COSAS CLARAS


A la entrada anterior en la que se llega a afirmar..

Por esta razón, muchos teólogos se han planteado la cuestión de un Papa, que deviniese hereje o cismático, como sucedió con los Papas Liberio, Honorio, Pascual II, Juan XXII.

…nosotros tenemos que contestar afirmando de nuevo como lo hemos hecho en incontables ocasiones que NO HA HABIDO NINGÚN PAPA HEREJE. Además NO PUEDE SUCEDER QUE UN PAPA PROTEGIDO POR LA ORACIÓN DE N.S.  PUDIERA LLEGAR A SER HEREJE :

Yo rogaré por tí para que tu fe no desfallezca y tú una vez convertido confirma a tus hermanos (Lc. 22, 31-34)

Es EL FRUTO DE LA ORACIÓN INFALIBLE DE CRISTO. En ella se basa la infalibilidad pontificia, incluso en el magisterio ordinario. Un papa no puede enseñar TAMBIÉN EN SU MAGISTERIO ORDINARIO herejías ni tampoco errores contra la Fe. (Revísense los posts bajo las categorías infalibilidad infalibilidad pontificia). La enseñanza de un papa en el magisterio ordinario bien puede no ser obligatoria (por ejemplo en la verdad de la Inmaculada Concepción que durante mucho tiempo no fue obligatoria, pero que los papas nunca la han negado  porque en este caso sería un error contra la Fe).

Yo puse el post anterior para que hubiera una respuesta contundente a lo que parece pensaba el P.Luigi Villa y parece aprobarlo el P. Méramo. Por tantas razones  tan beneméritos. Pero en esto creemos que  se equivocan.

No puede haber un PAPA HEREJE, NI LO HA HABIDO JAMÁS. Los ejemplos que dan están completamente refutados en los respectivos posts de ese blog, traídos de teólogos de muchísima solvencia. Revísense las categorías pertinentes de la parte superior. Y refútenlos si pueden.

Este es el comentario de

Fray Eusebio de Lugo

  1. Me encuentro con una conexión mas bien aleatoria, pero no puedo dejar de expresar mi indignación por la reincidencia del P. Meramo en sus heréticas afirmaciones de que un verdadero Papa puede caer en herejía, o que la iglesia conciliar que manda y perpetra tales abominaciones es la Esposa de Cristo.

    Creo que ya hemos insistido suficientemente en esta bitácora sobre lo imposible de esa tesis, y sobre lo calumnioso de seguir acusando a ciertos Papas de herejía, cuando los trabajos históricos encargados por los Padres del Concilio Vaticano I no dejan resquicio a la duda, y el mismo Concilio, en sus Actas, afirma solemnemente que la Fe de Pedro no fallo nunca, y hasta el final, no fallará.

    Y todo ello, por encabezonarse en que la iglesia de Bergoglio es la Iglesia Católica.

    Se atreve hasta a querer alistar en su blasfemia hasta a Paulo IV, que precisamente, supone sabido que un verdadero Papa está inmunizado contra la herejía, por lo que proferir tantas herejías como las que llevamos viendo, es señal infalible de ilegitimidad de origen.

    A pesar de todos sus  sermones, Méramo no vale más que Williamson, los dos juegan a favor de la falsa iglesia conciliar, y en contra de la verdadera Iglesia de Cristo, a la que ellos tan vilmente calumnian…

1 respuesta »

  1. Es posible que no pocos se pregunten el por qué de tanta insistencia en los temas de la indefectibilidad e infalibilidad de la Iglesia, que fluyen ambas desde la Cabeza Visible de la Iglesia, gracias a la todopoderosa Oración y Promesa de su Fundador y Señor nuestro.

    Podría empezar a desgranar una vez más las razones por las que la suma e indefectible solidez de la Roca de Pedro es el articulus stantis et cadentis ecclesiae, en palabras de Lutero…

    Podría seguir explicando cómo el poner en duda esta verdad conduce a hacer imposible un verdadero acto de Fe sobrenatural, poniendo en gravísimos peligro la salvación de muchos fieles.

    O cómo esta cuestión constituye precisamente la línea divisoria que separa a los que aún pertenecen a la Iglesia Visible, y se ven en la obligación de reconocer lo evidente, que la iglesia conciliar no es la Iglesia Católica, y que «pontífices» como el Sr. Bergoglio no pueden en modo alguno ser Papas verdaderos, mientras los demás simili-tradis se entregan a unas contorsiones intelectuales, doctrinales, espirituales y morales verdaderamente bizarras en su intento de reconocer en Bergoglio al Buen Pastor, mientras los demás se hunden definitivamente en las tinieblas de la desesperanza.

    Para acabar señalando cómo la culpa de que esta «crisis» siga durando desde hace 60 años sin que tenga visos de remitir, la tienen principalmente, no los conciliares, que cumplen su papel, sino esos presuntos católicos que desobedecen la monición del Pontifical llamando al bien mal, y al mal bien, a la oscuridad luz, y a la luz oscuridad, extravagante a Pablo IV y san Pío V, Santo Padre a Ratzinger y Bergoglio.

    Pero prefiero llamar brevemente la atención sobre un aspecto más general de esta verdad fundamental:

    Imaginen que por un acto milagroso de la bondad de Dios, nos viéramos antes del final de éste año libres del mamotreto conciliar, y acaudillados por un Papa indudablemente legítimo, mezcla afortunada de los mejores pontífices habidos en casi 2000 años de historia…

    Pero al mismo tiempo, que siguiera viva entre los católicos esa condenada doctrina según la cual un Papa puede caer en el error en la Fe, enseñarlo a la Iglesia Universal, grabarlo en el mármol de la liturgia, fundirlo en el bronce de las leyes, sin que quede aniquilada la misma Iglesia, y correspondiendo a los súbditos la tarea de identificar el error del Soberano, e incluso declararlo depuesto…

    ¿Qué ocurriría? Que volveríamos infaliblemente (nunca mejor dicho) a las andadas, porque siempre se encontrarían descontentos, rebeldes o subversivos que pretenderían que, pudiéndose equivocar el Papa, todo sigue sujeto a eterna discusión, hasta los fundamentos más evidentes del Orden natural.

    ¿No fue acaso ésto lo que pasó a principios del S. XIV, por ejemplo, cuando los legistas franceses empezaron a sostener que el Papa podía equivocarse, y lo llegaron a acusar de herejía, porque Bonifacio VIII había enseñado con la máxima autoridad la adecuada jerarquización de los dos poderes o espadas, que los presuntos católicos de nuestros días siguen sin querer tomar en cuenta?

    ¿ O no fueron los «pobres» «santos» sencillos» y «espirituales» antecesores de Bergoglio-Francisco los que llegaron a acusar al papa Juan XXII de herejía, por condenar la de los fraticellos y otros dulcinianos del montón?

    Así como en el Orden político, todo pende de un poder soberano uno, indivisible, inalienable e imprescriptible, que no puede cuestionarse sin que todo el resto del edificio se cuartee y caiga, así ocurre también con el Orden del que éste poder político depende, el Orden sobrenatural y metafísico, cuya llave se encuentra directamente en la mano de Pedro.

    Si las leyes físicas y biológicas que rigen la creación inferior fallasen aunque sólo fuera un momento, ello significaría la instantánea anarquía y muerte del mundo, sin posibilidad de recuperación alguna.

    Mucho más todavía en el orden metafísico y espiritual. Si la Iglesia, soberana en su Cabeza visible, pudiera fallar en proponer la ley, es decir, las verdades de las que depende todo el orden humano, éste se derrumbaría irremediablemente, y sin esperanza alguna de restauración.

    «Dadme un punto de apoyo, y moveré el mundo», decía Arquímedes.

    Ese punto de apoyo no es otro que la verdad indeficiente propuesta por la no menos indeficiente autoridad de Pedro.

    Quitad ese punto de apoyo, y volveremos todos a la nada.

    Stat Crux, dum volvitur orbis.

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