Enviado por Manuel Morillo de Anotaciones de pensamiento y crítica
Los obispos, que como ellos mismos indican en un telegrama institucional[*] en nombre de todos ellos, ven en el cazador de elefantes africanos, en el amigo de Corinna, en el suegro de Urdangarín, en el sancionador de Ley de Anmistía para terroristas con delitos de sangre, en el sancionador de la Ley de despenalización del adulterio y el amancebamiento, en el sancionador de la Ley de divorcio, en el sancionador de laLey del Aborto de 1985, en el sancionador de la Ley que legaliza la blasfemia, en el sancionador de la Ley de Técnicas de Reproducción Asistida, en el sancionador de la Ley de uniones homosexuales, en el sancionador de la Ley de Divorcio «express», en el sancionador de la Ley de Educación para la Ciudadanía, en el sancionador de la Ley del aborto de 2010, etc… «motivos de inspiración para mirar adelante con fortaleza», esos obispos son peor valorados por el pueblo español que éste.
Es que son peor valorados que el TC [ Tribunal Constitucional] y los Fiscales, tan sumisos al poder como ellos.
Son peor valorados que las multinacionales explotadoras, son peor valorados que los corruptos sindicatos, cómplices de la explotación con la multinacionales.
Son peor valorados que Ayuntamientos y Autonomías, responsables en su mayor parte de la pobreza de los españoles
Pero es que son peor valorados que el Parlamento, al que, reunidos en Conferencia Episcopal, aspiran a imitar
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Totalmente de acuerdo con el post. Los datos hablan por sí mismos. Están entre los peor valorados de cualquier institución.
Tiene gracia que quisieran vendernos que con el Nuevo Pentecostés, la nueva primavera conciliar, todo el mundo mundial los iba a apreciar mucho más y mejor, cuando lo cierto es que se han envilecido tanto, han perdido de tal modo su sabor, que lo mismo que la sal no sólo sosa, sino envenenada, los pisan todos los descendientes de aquellos españoles para los que hasta hace 50 años, un obispo era la cosa más sagrada y respetada del mundo.
Es que no hay más que verlos en las fotos, solos o en manada conferenciante, transmiten una invencible sensación de repelencia, aumentada hasta la náusea cuando vemos cómo se alinean con los peores enemigos y traidores a la Iglesia y a España, tanto nacionales como extranjeros.


Luego, que se pregunten por qué sus «homólogos» rusos están entre las instituciones más valoradas de su país:
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