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SANTO TOMÁS DE AQUINO SOBRE LOS PAPAS


Santo Tomás de Aquino (1225-1274) es el más grande de todos los doctores de la Iglesia. Es llamado “doctor común”, “doctor angélico” o “ángel de la escuela”, en razón de la excelencia de su doctrina. Ha sido frecuentemente exaltado por los papas.

“Tomás, él solo, ha iluminado más la Iglesia que todos los otros doctores. Su doctrina no ha podido provenir más que de una acción milagrosa de Dios”

(Juan XXII: bula de canonización). 

¿Qué enseña pues ese doctor casi tan infalible como el papa?El doctor angélico es partidario de la infalibilidad absoluta y permanente del soberano pontífice:

“La Iglesia apostólica (de Pedro), situada por arriba de todos los obispos, de todos los pastores, de todos los jefes de Iglesias y de los fieles, permanece pura de todas la seducciones y de todos los artificios de los herejes en sus pontífices, en su fe siempre entera y en la autoridad de Pedro. Mientras las otras iglesias son deshonradas por los errores de ciertos herejes, sola ella reina, apoyada sobre fundamentos inconmovibles, imponiendo silencio y cerrando la boca a todos los herejes; y nosotros (…), confesamos y predicamos en unión con ella la regla de la verdad y de la santa tradición apostólicas”

(cita de San Cirilo de Alejandría retomada por Santo Tomás en su Cadena de oro, en relación a su comentario de Mateo XVI, 18). Apoyándose sobre Luc XXII, 32, el doctor común enseña que la Iglesia no puede  errar, porque el papa no puede errar.

“La Iglesia universal no puede errar pues Aquél que es escuchado en todo a título de su dignidad ha dicho a Pedro, sobre la profesión de fe del cuál es fundada la Iglesia: «Yo he rogado por ti para que tu fe no desfallezca jamás»” (Suma teológica, II-II, q. 1, a. 10).

“Una vez que las cosas han sido decididas por la autoridad de la Iglesia universal quien rehusara obstinadamente someterse a esta decisión, sería hereje.. Esta autoridad de la Iglesia reside principalmente en el soberano Pontífice. Pues se ha dicho (Decret. XXIV, q. I. c. 1.2): “Todas las veces que una cuestión de fe es agitada, pienso que todos nuestros hermanos y todos nuestros colegas en el episcopado no deben remitirse más que a Pedro, es decir a la autoridad de su nombre y de su gloria”.

Ni los Agustín, ni los Jerónimo, ni ningún otro doctor ha defendido su sentimiento contrariamente a su autoridad. Es por lo cual San Jerónimo decía al papa Dámaso (in expo. symbol.):

Tal es  la fe, muy santo Padre, que nosotros hemos aprendido en la Iglesia católica: si en nuestra exposición se encontrara alguna cosa poco exacta o poco segura, nosotros te rogamos corregirla, tú que posees la fe y la Sede de Pedro. Pero si nuestra confesión recibe la aprobación de vuestro juicio apostólico, quién quiera acusarme probara que es ignorante o mal intencionado, o que no es católico. Pero no probará que soy hereje”

(Suma teológica II-II. q 11. a. 2).

“Es necesario atenerse a la sentencia del Papa a quién pertenece el pronunciarse es materia de fe, mucho más que a la opinión de todos los sabios”

(Quaestiones  quodlibetales q. 9 a 16)

En el Salmo XXXIX. 10, está escrito: “Yo he anunciado tu justicia en la gran asamblea”. He aquí el comentario de Santo Tomás.

El salmista ha hablado “en la gran asamblea”, es decir en la Iglesia católica, que es grande por su poder y firmeza: “Las puertas del infierno no prevalecerán contra ella” (Mateo XVI, 18)”

(Santo Tomás: Comentarios sobre los salmos).

Esta “firmeza”, la Iglesia la debe en primer lugar a la fe sin falla del pontífice romano como es explicado en uno de los Opúsculos del santo doctor:

La Iglesia es Una, Santa, Católica y “firme”. “Cuarto, ella es firme. Una casa es firme 1) cuando sus fundaciones son sólidas”.
La verdadera fundación de la Iglesia es Cristo (1. Corintios III, 2) y los doce apóstoles (Apocalipsis XXI, 14). Para sugerir la firmeza, Pedro es llamado la roca. 2) “La firmeza  de una casa se manifiesta también cuando no puede ser derribada por una sacudida”. La Iglesia no ha podido ser derribada ni por los perseguidores, ni por las seducciones del mundo, ni por los herejes. Según Mateo, XVI, 18, las “puertas del infierno” (= los herejes) pueden triunfar sobre tal o cual iglesia local, pero no contra la Iglesia de Roma donde reside el papa. “Es por esta razón que solamente la Iglesia de Pedro (a quién fue atribuida Italia luego del envío de los discípulos) permanecerá siempre firme en la fe. Y mientras que en otra parte la fe no está completa, o bien mezclada con muchos errores, la Iglesia de Pedro, ella, es fuerte en la fe y pura de todo error, lo que no es sorprendente, visto que el Señor dijo a Pedro: Yo he rogado por ti, para que tu fe no desfallezca”

(Santo Tomás: Opuscula, opúsculo intitulado Expositio symboli apostolorum, pasaje relativo al artículo “yo creo… en la Iglesia católica” del símbolo de los apóstoles).

La enseñanza del doctor angélico por consiguiente puede resumirse así:

La fe del papa es de una de una firmeza absoluta y permanente. La doctrina del doctor angélico debe ser “tenida religiosamente” (santa) por todos los profesores de seminarios (canon 1366, § 2) ¡! La Iglesia da a entender por esto cuánto ella juzga necesario que los jóvenes seminaristas (que más tarde formarán el bajo y el alto clero) sigan en todo al doctor común.

San Pío X decía:

“Alejarse de Santo Tomás no va jamás sin grave peligro” (motu proprio Sacrorum antistitum 1 de septiembre de 1910).

Y todavía: “Aquéllos que se alejan de Santo Tomás son por eso mismo conducidos a tal extremo que se arrancan de la Iglesia” (Carta Delata Nobis, 17 de noviembre de 1907, dirigida al padre Thomas Pègues).

Fuenta:  Misterio se iniquidad – 1. (Descargar en barra lateral)