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MUJERES CARDENALES: RESPUESTA A ARIAS


image Composición fotográfica de Católicos Alerta

Por Fray Eusebio

Interesante tema el que plantea el bien conocido Juan Arias, columnista del diario masónico “El País”.

Vista la importancia de la cuestión, dividiré estas pocas líneas en dos partes:

En la primera, irán algunas anotaciones sobre las afirmaciones del dicho Arias, representativas de cierta mentalidad clerical que Bergoglio parece compartir plenamente.

En un segundo momento, procuraré explicar por qué es totalmente imposible que una mujer pueda recibir el Cardenalato.

La cosa ya empieza mal desde el mismo título: Según el pensamiento de la secta modernista, habría existido un cristianismo primitivo, originario, en los primeros tiempos apostólicos, simple, sencillo y puro, en el que todos eran hermanos, había poca o ninguna diferenciación jerárquica, proponían un modelo revolucionario de sociedad y relaciones humanas, en que las mismas exigencias naturales iban a ser abolidas, superadas por la fuerza superior del Espíritu de un tal Jesús de Nazareth, especie de Che Guevara avant la lettre.

En esa fantasía onírica que pretende pasar por historia seria, las mujeres se situaban en plano de total igualdad con el varón, e incluso asumían un papel protagonista y de mando, como según ellos lo habría hecho santa Tecla, por ejemplo, eso, cuando no se las elevaba directamente al apostolado mismo, como supuestamente santa María Magdalena, apostola apostolorum, de quién el mismo san Pedro se habría mostrado envidioso (sic).

Hasta estoy por apostar a que ataban los canes con longaniza, y que los sestercios crecían en los árboles…

Se ve que luego, el misógino de Pablo de Tarso se sintió indispuesto con tanto predominio femenino, y que devolvió a las féminas al Küche, Kirche, Kinder…

Hasta que por fin, casi 2000 años después, llega Francisco, el gran libertador de las mujeres, cual Zapatero vestido de blanco, y por fin les va a devolver la preeminencia que les correspondía, y sin la cual a la Iglesia le ha faltado un elemento esencial durante casi toda su existencia.

Menos mal que el editorialista nos avisa con toda seriedad de que no se trata de una broma; lo llega a publicar el 27 de Diciembre…

Varios discursos por día,  pero no hay censura del "matrimonio" homosexual

Varios discursos por día,
pero no hay censura del «matrimonio» homosexual

Así que Francisco, a resucitar el cristianismo de los orígenes, ese que no ha existido más que en la calenturienta imaginación de los filo-cátaros que hoy pretenden pasar por católicos “sencillos”.

Y sigue dejando caer frases perfecta y evidentemente heréticas:

Un católico sabe que en su constitución, no hecha por mano de hombre, sino establecida por su Fundador y Esposo JesuCristo, y mantenida en su ser cada día por el Espíritu Santo, la Iglesia es perfecta, santa, sin mancha ni arruga, sin que le falte absolutamente nada, Maestra acabada en toda sabiduría, también la que se refiere a los deberes respectivos de varones y hembras.

No para Francisco, para quién la Iglesia tiene defectos no accidentales, sino esenciales y constitucionales, que deja sin resolver problemas tan importantes como los que afectan a la mitad de sus miembros, durante toda su existencia histórica hasta el presente, que todavía no ha llegado a ser ella misma, porque no goza de la participación femenil, y que no está completa, puesto que en ella, falta la mujer…

Al parecer, hasta ahora, no hemos tenido “una teología profunda de la mujer”; ya se sabe que para el modernista, “profunda” significa retorcer textos y conceptos hasta hacerles decir exactamente lo contrario de lo que objetivamente dicen, como algún ilustre “tradi”, que intenta “leer a Francisco a través de Benedicto”, a ver si así, logra enmascarar un poco el modernismo “hard” de uno, con el modernismo “light” del antecesor.

Y esa teología, para más inri, la van a elaborar las propias mujeres. Cosa absolutamente surrealista, como podrá comprobar cualquiera que se atreva a abrir alguna obra de la llamada “teología (sic) feminista”. Y si no, no tienen más que echar una ojeada a la desclausurada y desorejada benedictina sor Forcades, para saber lo que nos espera, eso, si no nombran Madre y Doctora de la Iglesia a la sapientísima Francesca Chaouqui.

 

Ahora ya, viniendo al tema, responderemos a las múltiples mentiras del cura resentido Arias de la siguiente manera:image

– Nunca fueron las mujeres diaconisas en el sentido de que recibieran el sacramento del Orden, y menos en el grado inmediatamente inferior al grado del presbiterado, o sacerdocio de segundo orden. Las que se llamaron diaconisas, eran mujeres de cierta edad y experiencia, que el clero solía delegar para la instrucción de las más jóvenes, en particular en lo que concierne más propiamente las peculiares obligaciones de su sexo, cosa en que no convenía se ingirieran los varones, y que prestaban algún servicio en la liturgia, como era el de introducir a las mujeres que se bautizaban dentro de la piscina bautismal, y revestirlas rápidamente con el vestido blanco a medida que iban saliendo del agua, cosa que evidentemente era totalmente inconveniente hiciera un hombre. O por ejemplo, leer el Evangelio al final de la Hora canónica de Maitines, uso que aún se ha conservado en algunas órdenes monacales, como las benedictinas o las cartujanas, en que incluso se les concedió recibir la estola y el manípulo, sin que jamás se entendiera que recibían el sacramento del Orden, ni siquiera en su grado ínfimo y puerta de entrada, que es la primera tonsura.

– La mujer es totalmente incapaz, por ley divina natural y positiva, de recibir la clericatura, mucho más aún, cualquiera de las órdenes, menores, o en este caso mayores, como lo es el diaconado. Y esto es absolutamente dogmático, contrariamente a lo afirmado por el clérigo apóstata Arias, puesto que siempre se ha observado, desde los días de los Patriarcas antediluvianos, pasando por todo el Antiguo Testamento, (cuando lo común era encontrar sacerdotisas en los cultos paganos), hasta toda la historia de la Iglesia, en que nunca jamás tuvo una mujer la audacia e impudencia de reclamar la ordenación, ni nunca cruzó por la mente de ningún clérigo el que se les pudiera conceder.

– Es monstruosamente falso afirmar que las Iglesias armenia o griega cuenten con diaconisas en el sentido antes precisado. Mentira semejante a la de Paulo VI, cuando afirmó que la nueva fórmula supuestamente esencial en el rito de consagración de obispos que él impuso en su Constitución “Pontifices Romani” del 18 de Junio 1968 era una venerable fórmula todavía utilizada para consagrar obispos en varios ritos orientales, cuando lo cierto es que era una mala reconstrucción, puramente hipotética, de la fórmula presuntamente usada por el antipapa Hipólito, que jamás había llegado a ser usada en la Iglesia, y cuyo más cercano parecido se utilizaba en la Iglesia siríaca, no para consagrar obispos, sino para entronizar como Patriarcas a los que ya eran obispos.

Con ello, sustituía una fórmula antiquísima, infaliblemente declarada válida por Pío XII en 1948, por una falsificación que entraba de lleno en los criterios que el Papa león XIII había sentado para afirmar la total invalidez de las consagraciones episcopales con ella conferidas.

Con su enorme mentira, Pablo VI invalidó la consagración de los futuros obispos de rito latino, lo mismo que Arias querría invalidar, si no lo estuvieran ya, las creaciones de cardenales, admitiendo en el Sacro Colegio a quienes por naturaleza no pueden entrar en él.

– Es igualmente falso que se haya nombrado cardenales a dos laicos: Los dos personajes citados recibieron, previamente a ser recibidos en el Sacro Colegio, la prima tonsura, por lo que ya no eran laicos, sino clérigos, cosa que una mujer no puede llegar a ser.

– Es verdad que el cardenalato, de por sí, no implica ordenación presbiteral ni consagración episcopal, pero es falso que se trate sólo de un puesto de consejero del Papa. Además de esa importante función, cada uno de los purpurados y todos en común son el quicio esencial de la Iglesia Romana, Madre y Maestra de todas las demás Iglesias del Orbe, y son los sujetos depositarios de la más alta jurisdicción eclesiástica sobre la tierra, sólo inmediatamente inferior a la del Papa mismo. Por lo que en Sede Vacante, son la máxima y más alta autoridad posible. Pero no siendo la mujer capaz de detener verdadera, propia y ordinaria jurisdicción eclesiástica, ni siquiera la mínima, que ejerce un clérigo provisto de la orden menor de exorcista, es evidente que no pueden ni poseer ni ejercer la más alta.

Así que no puede realizar un acto de jurisdicción máxima tan capital como la designación de un Papa.

Y desde luego, ni un verdadero Papa, ni el “Pueblo de Dios”, pueden pasar por encima de la ley divina natural y positiva, siempre observada y enseñada, y que no sufre excepción ni evolución.

Gracias a Dios, ni Francisco ni nadie puede hacer que se tambaleen, ni un poquito, los cimientos o las columnas de la Iglesia, edificada sobre la Roca de Pedro, siempre indefectible e infalible, y nunca deficiente.

Lo único que han conseguido los partidarios de la revolución eclesiástica, desde hace ya casi 50 años, es salirse ellos de la Iglesia Católica. Si al final intentara nombrar cardenales-hembras, sólo demostrarían un poco más lo lejos que están de ser, no ya Papa, o legítima autoridad, cualquiera que sea, sino remotamente católicos, incluso en el fuero puramente interno.

Me gustaría saber cómo se las arreglarán esta vez los falsos tradicionalistas para justificar una decisión de este tipo, y seguir pretendiendo que Bergoglio puede ser Papa de verdad….