ALL POSTS

SAN SIXTO I. PAPA


– San Sixto I , Papa. 117, 127. Papas: San Alejandro I (predecesor  a.117) St. Télesphore (sucesor, a. 136). Emperadores Adriano , Antonino Pío .
» Por mucho que leas y llegues a saber es preciso volver siempre al único principio. Ese principio soy Yo que enseño a los hombres la ciencia, y doy a los pequeñuelos más clara inteligencia que la que el hombre puede jamás enseñar.» 

Imitación, III, cap. XLIII.

San Sixto I. Dibujo. Antoine Montfort. XIX.

San Sixto sucedió  en el año 117, a San Alejandro I, cuyo martirio glorioso había coronado una vida gloriosa. El nuevo Pontífice estaba ausente cuando los votos del clero y del pueblo lo ensalzaron a la silla de San Pedro y llegó treinta y cinco días después para tomar posesión de una dignidad que lo llevaría al martirio.

San Sixto era romano de origen. En su pontificado, los gnósticos hacían gran daño a la Iglesia y se preparaban para hacerle un daño mayor. Estos herejes, cuyo origen se remonta al propio Simón el Mago, decían ellos solos tener la inteligencia y el conocimiento perfecto de las Escrituras. Decían que ellos poseían la comprensión de  la revelación contenida en las Escrituras que por sí solas eran  inexactas e insuficientes. Según estos sectarios,  la Redención permitía la práctica de todas las pasiones.

«Así, dice Tertuliano, sus atrocidades no se limitaron a crímenes vulgares sino que cometían crímenes monstruosos. Por odio a la carne,  sacrificaban niños recién nacidos, trituraban sus miembros mezclándolos con especias con los que se daban un horrible festín. Desacreditando a los cristianos, se mostraban a los ojos de los gentiles, como discípulos de nuestro Señor Jesucristo por lo que  los gentiles concebían un odio igual a  gnósticos y cristianos».

Consagración de San Peregrino, obispo de Auxerre, por Sixto I. Martirio de
San Peregrino. Speculum Historiale. V. de Beauvais. XV.

Este estado de cosas, en el siglo II de la Iglesia, explica una de las razones, quizá la más poderosa, por la que Sixto renovó las letras de obligaciones formales, o cartas de recomendación, que los fieles, y los más altos obispos tenían que llevar con ellos cuando se trasladaban de una iglesia a otra, de un país a otro, con lo que resultaba posible a los pastores de los pueblos  distinguir los lobos de las ovejas, para no introducir en el redil a los gnósticos, cuya sola presencia en la Iglesia habría sido una gran mancha.

Sixto dio otros  varios reglamentos de disciplina eclesiástica:
prohibió que nadie tocara los vasos sagrados si no fuese ministro del altar ,
– los corporales no debían ser de ninguna materia fuera del lino ;
-. finalmente  mandó que el pueblo continuara el cántico el Trisagion iniciado por el sacerdotes.

Así como  los gentiles recuerdan con honor los nombres de aquellos que habían aumentado la pompa de su culto absurdo;  nosotros, los cristianos, con más razón, deberíamos tener un gran respeto a los santos Pontífices  que, en el espíritu de la piedad cristiana, hicieron más venerables los misterios más augustos.

Durante el pontificado de Sixto, la persecución decreció. Un procónsul, Serenius Granianus,  todavía más valiente  que Plinio, hizo ver al emperador Adriano que era injusto ejercer la crueldad sin examen y sin proceso, por una simple prevención contra una gente cuyo sola culpa, a los ojos de los romanos razonables era sólo su nombre de cristianos, porque estos cristianos respetaban las leyes del país, y obedecían al emperador en todo lo que no perteneciera al fuero de la conciencia.

Catedral de San Pablo, donde se veneran las reliquias de San Sixto I.
Alatri. Lazio. Estados Pontificios.

Hay que introducir en la historia con letras de oro, el nombre de este procónsul  que se atrevió a exponerse al odio del emperador por proteger a unos pobres desafortunado,pero con verdad y justicia. El emperador se conmovió; aceptó las brillantes disculpas que le daban un santo y terminó por apaciguarse.

Adriano escribió una carta memorable en favor de los cristianos, prohibió con firmeza denunciarlos, quiso que las calumnias perversas fueran  castigadas, aunque no llegó a adorar a Jesús, estaba sin embargo bien dispuesto a adorarlo.

Sin embargo, la persecución brotó de nuevo en este inconstante príncipe. Sixto fue entonces una víctima de ella. Pero al menos entonces fue la única víctima..

San Sixto fue enterrado en el Vaticano, cerca del sepulcro de San Pedro. En 1132, sus restos fueron llevados a la Catedral de Alatri, donde todavía se encuentran. La ciudad lo reconoce, junto a San Pablo, por su patrón secundario.

En tres ordenaciones en diciembre, de acuerdo con la costumbre, creó cuatro obispos para diversos lugares, once sacerdotes y tres diáconos. Era un hombre de santidad rara, gran pureza de costumbres, liberalidad extrema con los pobres. Muchos milagros hechos por él,  han exaltado su memoria.

Extracto y fotos de Hodiemecum.