FESTIVIDAD DE LA EXALTACIÓN DE LA SANTA CRUZ
La Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz en Jerusalén antiguamente
La fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz que se celebra el 14 de septiembre tiene su origen en Jerusalén. Es el aniversario de la Dedicación de los edificios construidos por el Emperador Constantino para proteger y magnificar los lugares donde Jesucristo Nuestro Señor llevó a cumplimiento su Misterio Pascual de Muerte y Resurrección.
El Gólgota – Martyrium ligados a la muerte, la Anástasis (Sepulcro) a la Resurrección. El día de la inauguración se vincula al día del hallazgo de la Santa Cruz del Señor y al aniversario de la dedicación del tempo de Salomón. Con la inauguración de estos edificios nace un nuevo tipo de liturgia.
La acción litúrgica de Jerusalén se adapta a ellos y se inspira en el misterio que contienen y se renueva en las celebraciones. De ahí, entre otras razones, de la importancia de esta fiesta de su Dedicación comparable a Pascua y a Epifanía. De la lectura del Itinerario de Egeria salta a la vista que las grandes fiestas de Jerusalén no se celebraban aisladas en sí mismas, sino que engloban a todas las demás fiestas, es decir, todo el misterio de Cristo.
La razón estriba en la duración de ocho días de las tres grandes fiestas. Durante la octava se recorren los diversos lugares relacionados con el misterio pascual para celebrar en ellos la eucaristía en cada uno de ellos. Al tiempo de duración de las fiestas ha de vincularse el adorno, luces, vestidos litúrgicos que dan vistosidad y alegría a las celebraciones. Son realmente fiestas y de ellas gozan los fieles de Jerusalén y a ellas son atraídos los fieles de las regiones circunstantes.
Tiene encanto especial el relato que la peregrina Egeria (Itinerario 48-49) hace de esta fiesta en el siglo IV:
«Se llama día de las Encenias al que fue consagrada la iglesia que está en el Gólgota y que llaman Martirio. También la santa iglesia que hay en la Anástasis, es decir en el lugar donde resucitó el Señor después de la Pasión, fue consagrada a Dios en el mismo día. Se celebra, pues, con gran solemnidad las Encenias (dedicación) de estas iglesias, porque en este mismo día se encontró la cruz del Señor. Y es por eso por lo que se instituyó que el día en que se consagraran por primera vez las santas iglesias supradichas, fuera el día en que se encontró la cruz del Señor, para que las fiestas se celebrasen al mismo tiempo y en el mismo día, con toda alegría. Y esto se encuentra en las santas Escrituras que era día de Encenias aquel en que el santo Salomón, después de terminar la casa de Dios que había edificado, se presentó ante el altar de Dios y oró, como está escrito en los libros de los Paralipómenos (Crónicas).
Cuando llegan las fiestas de las Encenias se celebran durante ocho días, pues muchos días antes comienzan a reunirse de todas partes muchedumbres, no solo de monjes y apotactites (ascetas caracterizados por sus ayunos) de diversas provincias, es decir, tanto de Mesopotamia como de Siria, Egipto y Tebaida, donde hay muchos monazontes (monjes), sino también de todos los lugares y provincias; pues no hay ninguno que deje de encaminarse este día a Jerusalén para celebrar tanta alegría y tan solemnes fiestas.
También los seglares, tanto hombres como mujeres de todas las provincias, se reúnen igualmente con ánimo piadoso durante estos días en Jerusalén, para asistir a la sagrada solemnidad. Asimismo en estos días se reúnen en Jerusalén, por lo menos, más de cuarenta o cincuenta obispos, y con ellos acuden muchos de sus clérigos. ¿Y, qué más? Se cree incurrir en gran pecado el que durante estos días no ha participado en una solemnidad tan grande, a no ser que haya tenido un grave impedimento que le haya apartado de su buen propósito. Durante estos días de las Encenias, el ornato de las iglesias es el mismo que en Pascua y Epifanía. El primer día y el segundo se procede en la Iglesia Mayor, que se llama Martirio. Luego, el tercer día, se procede Eleona, es decir, en la iglesia que hay en el monte desde el cual subió el Señor a los cielos después de su pasión, en el interior de cuya iglesia está la gruta en la que el Señor enseñaba a sus Apóstoles en el monte Olivete. El cuarto día…» (interrupción y final del manuscrito de Egeria).
La denominación de la Exaltación de la Cruz deriva probablemente de un rito del cual informa el Leccionario Armenio de Jerusalén (s. V) que se hace el día siguiente a la Dedicación, el día 14 de septiembre. El Leccionario se expresa del modo siguiente: «El 13 de septiembre, Dedicación de los santos lugares de Jerusalén… El segundo día [día 14], se hace asamblea en el Santo Martirio y se realiza el mismo canon. Y el mismo día, se muestra la venerable Cruz a toda la asamblea» (cap. 67-68).
fray Enrique Bermejo Cabrera (De la custodia de Tierra Santa)
Monasterio de la Santa Cruz (Ucrania. S.XVII)
Cuán pocos son los que aman la Cruz de Cristo.
Por Tomás de Kempis, del libro Imitación de Cristo
Libro segundo: De la conversión interior
Del Amor a la Santa Cruz de Cristo.
- Jesucristo tiene ahora muchos amadores de su reino celestial, mas muy pocos que lleven su cruz.
Tiene muchos que desean la consolación, y muy pocos que quieran la tribulación.
Muchos compañeros halla para la mesa, y pocos para la abstinencia.
Todos quieren gozar con Él, mas pocos quieren sufrir algo por Él.
Muchos siguen a Jesús hasta el partir del pan, mas pocos hasta beber el cáliz de la pasión.
Muchos honran sus milagros, mas pocos siguen el vituperio de la cruz.
Muchos aman a Jesús, cuando no hay adversidades.
Muchos le alaban y bendicen en el tiempo que reciben de Él algunas consolaciones: mas si Jesús se escondiese y los dejase un poco, luego de quejarían o desesperarían mucho.
- Mas los que aman a Jesús, por el mismo Jesús, y no por alguna propia consolación suya, bendícenle en toda la tribulación y angustia del corazón, tan bien como en consolación.
Y aunque nunca más les quisiese dar consolación, siempre le alabarían, y le querrían dar gracias.
- ¡Oh! ¡Cuánto puede el amor puro de Jesús sin mezcla del propio provecho o amor!
¿No se pueden llamar propiamente mercenarios los que siempre buscan consolaciones?
¿No se aman a sí mismos más que a Cristo, los que de continuo piensan en sus provechos y ganancias?
¿Dónde se hallará alguno tal, que quiera servir a Dios de balde?
- Pocas veces se halla ninguno tan espiritual, que esté desnudo de todas las cosas.
Pues ¿quién hallará el verdadero pobre de espíritu y desnudo de toda criatura?
Es tesoro inestimable y de lejanas tierras.
Si el hombre diere su hacienda toda, aún no es nada.
Si hiciere gran penitencia, aún es poco.
Aunque tenga toda la ciencia, aún está lejos: y si tuviere gran virtud y muy ferviente devoción, aún le falta mucho; le falta cosa que le es más necesaria.
Y esta ¿cuál es? Que dejadas todas las cosas, deje a sí mismo y salga de sí del todo, y que no le quede nada de amor propio.
Y cuando ha hecho todo lo que conociere que debe hacer, aún piense no haber hecho nada.
- No tenga en mucho que le puedan estimar por grande, mas llámese en la verdad siervo sin provecho, como dice Jesucristo.
Cuando hubiereis hecho todo lo que os está mandado, aún decid: Siervos somos sin provecho.
Y así podrás ser pobre y desnudo de espíritu, y decir con el profeta: Porque uno solo y pobre soy.
Ninguno todavía hay más rico, ninguno más poderoso, ninguno más libre, que aquel que sabe dejarse a sí y a toda cosa, y ponerse en el más bajo lugar.
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Muchísimas gracias, sinceramente desconocía esta celebración tan importante. Bendito sea.
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