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DOMINUS FLEVIT


[Republicación del post de agosto de 2011]

En primer término las murallas. En el lugar de la explanada del Templo, ahora desaparecido, se ve la cúpula de la gran Mezquita.

EL SEÑOR LLORÓ

Los peregrinos a Jerusalén no dejen de visitar el lugar llamado «Dominus flevit». Se dice que aquél fue el lugar en donde Jesús lloró a la vista de Jerusalén y de las hermosas construcciones que en el altozano cercano se divisaban. Se divisaban desde aquél lugar, las murallas del Templo, en particular el Pináculo del Templo, una esquina de las murallas, desde donde caía un altura impresionante. Fue allí donde Jesús fue trasladado por Satanás cuando le  dijo «Arrójate al vacío..». Jesús se conmovió a la vista de aquél espléndido panorama, porque sabía que cuarenta años más tarde todo sería destruído. Desaparecerían con el Templo,  los sacrificios del Templo, porque ya para entonces había otro sacrificio que era el de la Alianza Nueva y eterna y otro templo, que era el mismo N.S.Jesucristo,  el cual había venido a establecer el culto a Dios en espiritu y en verdad. El derrumbe del templo y de la ciudad sucedió cuarenta años justos (30 d.C.  -70 d.C.) más tarde del Sacrificio del Calvario y del Sacrificio sacramental  de la Última Cena.

He aquí la narración evangélica con su traducción: Mat. 24,2. Es la lectura evangélica del Domingo IX después de Pentecostés que hoy hemos oído.

Cum appropinquáret Iesus Ierúsalem, videns civitátem, flevit super illam, dicens: Quia si cognovísses et tu, et quidem in hac die tua, quæ ad pacem tibi, nunc autem abscóndita sunt ab óculis tuis. Quia vénient dies in te… et non relínquent in te lápidem super lápidem: eo quod non cognóveris tempus visitatiónis tuæ… 

 Y cuando llegó cerca, al ver la ciudad, lloró sobre ella, diciendo: ¡Ah si tú reconocieses siquiera en este tu día lo que puede traerte la paz! Mas ahora está encubierto a tus ojos. Porque vendrán días contra ti, en que tus enemigos te cercarán de trincheras, y te pondrán cerco, y te estrecharán por todas partes. Y te derribarán en tierra, y a tus hijos, que están dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra; por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación. Y habiendo entrado en el templo comenzó a echar fuera a todos los que vendían y compraban en él. Diciéndoles: Escrito está: mi casa de oración es. Mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones. Y cada día enseñaba en el templo.

Homilía del Papa San Gregorio Magno. 39 sobre los Evangelios. (Lectura del Breviario Romano)

Ningún hombre que haya leído la historia de la destrucción de Jerusalén por los Generales romanos Vespasiano y Tito, puede ignorar que se trataba de  la destrucción que el Señor predijo cuando lloró sobre la ruina de la ciudad. Fueron estos los príncipes que se señalan cuando se dice «Vendrán días sobre ti cuando tus enemigos  te rodeen con un foso.» De la verdad de lo que sigue «ellos no dejarán en ti piedra sobre piedra«da testimonio lo que aún hoy  vemos  cumplido por el cambio de emplazamiento de la ciudad, que ha sido reconstruida alrededor de ese lugar fuera de las puertas, donde el Señor fue crucificado, mientras que la antigua ciudad ha sido, según me han dicho, arrancada desde los cimientos.El pecado de Jerusalén fue lo que la llevó a sufrir la sanción de esta destrucción,  Y se encuentra escrito al decir «Por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación.» El creador de los hombres, a través del misterio de su Encarnación, se complació en visitar a los hombres, pero  nos recordó que tuviéramos temor de El  y que lo amásemos. De ahí también el profeta Jeremías, para reprender la dureza del corazón del hombre, invoca a los pájaros del aire a declarar contra este pecado, diciendo: «La cigüeña en el cielo conoce su tiempo señalado y la tortuga, y la golondrina y la grulla, observan el tiempo de su venida pero mi pueblo no conoce el juicio del Señor. » .

 El Salvador lloró con antelación la ruina de la ciudad infiel, cuando ella no sabía lo que  en el futuro le sucedería: Si lo  hubieses conocido, le dijo entre lágrimas, Tu también llorarías aunque  ahora   estas contenta porque  desconoces lo que te sucederá. Y le dijo más: «Hoy, desconoces  lo que te será útil hacer para conseguir tu paz».  Mientras ella se entregaba a los placeres carnales, y no miraba al futuro, sin embargo podría haber hecho las  cosas que podrían darle la paz.

No fue la primera vez que el Salvador usó la misma expresión «No quedará piedra sobre piedra» porque en otra ocasión ante la admiración de los apóstoles por el Templo diciendo : » Maestro mira qué piedras y qué construcciones«;  Él les contestó: «No quedará aquí piedra sobre piedra que no sea destruído» (Mc.13,2)

Se ve que era algo que el Salvador llevaba en el Corazón: La destrucción del Templo y de la ciudad porque no había conocido el tiempo de su visitación. Las cigueñas y las aves del cielo, como dice Jeremías «sí la conocieron pero mi pueblo ha conocido  el juicio del Señor».

Jerusalen pagó caro el no haber conocido la venida del Señor que después de visitar a los hombres pasando por su Encarnación y Nacimiento rehusaron acogerse al Mesías que les llamaba como la gallina a sus pollitos.

Piedra angular de la Catedral de Nôtre Dame (París)

Nosotros nos podríamos preguntar si hemos permanecido fieles al conocimiento del Señor «Salvador» del mundo. El primer papa, San Pedro, había establecido el dogma de la salvación ante el Sanedrín, proclamando el primer y fundamental dogma de la Fe:

« El es la piedra que rechazaron los constructores, que ha venido a ser la piedra angular, porque en ningún otro hallamos la salvación pues no hay otro nombre bajo el cielo por el que podamos alcanzar la salvación» . (Act.4,11).

La piedra angular  de que había hablado el Mesías era la que habla el salmo 117,22:

«La piedra que desecharon los constructores ha venido a ser la piedra angular», cuando  Jesús dijo (Mt.21,42):   No habéis leído  «la piedra que… » así os será quitado el reino de Dios y entregado a un pueblo que rinda sus frutos».

Se puede establecer esta ecuación: Piedra Angular= Cristo= Salvación= Reino de Dios. A todos estos términos se les llama en los textos citados «piedra angular». Y cualquiera de ellos depende de los otros.

San Pedro dice que la piedra angular es Cristo porque en el está la salvación. Luego el dogma de la salvación es la piedra del Reino de Dios que es la Iglesia. Cuando se remueve la piedra angular de una construcción, como  fue el caso del Templo de Jerusalén, la construcción se derrumba y no queda «piedra sobre piedra».

Cuando el dogma de la salvación se difumina oscureciendo la figura del Salvador Cristo Jesús, cuando un ecumenismo desquiciado mide con el mismo rasero todas las religiones, o se establece en la conciencia colectiva católica, la herejía de la salvación universal o  incluso la salvación fuera de la Iglesia, cuando desaparecen de la mentalidad católica términos como infierno o cielo  o salvaciónse ha removido la Piedra angular.  El derrumbe del Templo, entonces, es imninente. O si se quiere,  el «Reino de Dios» les será quitado a sus administradores (como fue la interpretación que dio Cristo del salmo 117, 22) y dado a otros administradores que rindan su fruto. Pero el Reino de Dios seguirá su andadura en los tiempos de Dios hasta su consumación.

Yo creo que todas las lamentables cosas a as que asistimos, provocaría también las lágrimas de Cristo.