El humo de Satanás todavía está permitido …

Francisco prohibe la venta de cigarrillos [pero no la de puros] en Ciudad del Vaticano

Una vez más, Francisco  ha mostrado su “papal” puño de hierro: en un movimiento intrépido contra los poderes de la oscuridad, el «Papa» prohibió la venta de cigarrillos en cada pulgada cuadrada de las 0.17 millas cuadradas del Estado de la Ciudad del Vaticano, desde enero de 2018.

En una declaración emitida el 9 de noviembre por la Oficina de Prensa de la Non Sancta Sede, el portavoz Greg Burke explicó la medida con el argumento de que «la Santa Sede no puede contribuir a una actividad que claramente daña la salud de las personas», según un informe publicado por Crux .

Rome Reports publicó el siguiente breve resumen en video: 

Hay señalar que, curiosamente, lo que está prohibido en el Vaticano a partir de enero de 2018 no es la venta de todos los productos de tabaco, sino solo la de cigarrillos : «La venta de cigarros grandes continuará», agregó el secretario de prensa Burke dando una justificación curiosa : «porque el humo en los puros no se inhala».

¡Lo tengo! Tal vez al pasar de fumar cigarrillos a fumar cigarros, los ciudadanos de Ciudad del Vaticano pueden demostrar que ahora están listos para dar «un primer paso en la dirección de una moralización, o sea una primera asunción de responsabilidad, en el camino hacia la recuperación de la conciencia de que no todo está permitido y que uno no puede hacer lo que uno quiera «, como podría decir el «Papa «Benedicto XVI .

Para ser claros: ciertamente no es malo prohibir las ventas de tabaco en la Ciudad del Vaticano. El Papa, un verdadero Papa, ciertamente tiene la autoridad y el derecho de hacerlo si la considera una medida oportuna. Ese no es el problema. El problema es que, una vez más, a Francisco le preocupa cualquier cosa, excepto aquello que debería preocuparle,  dado su reclamo de ser el Papa de la Iglesia Católica.

Cuando durante el proceso de canonización del Papa Pío X (muerto en 1914) a principios de la década de 1950, el advocatus diaboli (abogado del diablo) puso objeciones a la santidad de Giuseppe Sarto con el argumento de que había sido fumador, los cardenales presentes rieron a carcajadas  (algunos de ellos muy posiblemente con cigarrillos en la mano).

Uno debe preguntarse: ¿Dónde está esa muy publicitada «misericordia» para aquellos adictos al fumar cigarrillos? ¿Y las circunstancias concretas de su situación? ¿Qué pasaría si estas circunstancias  no les permitieran actuar de manera diferente? ¿Qué pasa con la complejidad de sus límites? ¿Qué pasa si ellos no entienden los valores inherentes de la regla? ¡Y ahora los están encasillando o encajando en clasificaciones excesivamente rígidas que no dejan espacio para un adecuado discernimiento personal y pastoral!

Por desgracia, las palabras de moda habituales de discernimiento, acompañamiento, integración y todo lo demás aparentemente no son aplicables al fumar cigarrillos, solamente a la práctica de graves males morales como el adulterio, que no representa una amenaza para el cuerpo pero causa la pérdida instantánea de la gracia santificante en el alma, no para uno,  sino para dos personas. Parece que si esperásemos una exhortación titulada  Fumandi Laetitia  tardaría eones en  venir.

Hasta el momento, no sabemos si «el humo de Satanás» ( palabras del «Papa» Pablo VI en 1972 ) ha sido echado fuera del Vaticano, pero a juzgar por indicadores externos, lo que es, inhalarlo parece que ahora sea  obligatorio.

De Novus Ordo Watch