29 de abril San Pedro Mártir, de Verona , de la Orden de Predicadores,1252.

Horas de Ana de Bretaña. S. XVI
Nada supera el entusiasmo del gran Inocencio IV en la Bula de canonización del mártir:
«La fe cristiana que se apoya en tantos prodigios brilla ahora con un nuevo brillo. Aquí viene un nuevo atleta por su triunfo a revivir nuestras joyas. trofeos de la victoria que brillan ante nuestros ojos, el derramamiento de sangre levanta la voz, los sonidos de la trompeta del martirio, la tierra rociada con la sangre generosa escucharon su predicación, el país que produjo tan noble guerrero proclama su gloria, y la espada del homicidio aplaude su victoria. En su alegría, la Madre Iglesia canta al Señor un cántico nuevo, y el pueblo cristiano halla material para cantos de alegría. Una deliciosa fruta recolectada en el jardín de la fe se ha puesto sobre la mesa del Rey eterno. Un grupo seleccionado de la viña de la Iglesia llena de generosos jugo el cáliz real. La Orden de Predicadores produjo esta rosa escarlata cuyo olor agrada al Rey celestial. Una piedra preciosa de la Iglesia militante, cortada y pulida por la terrible experiencia del martirio, se ha ganado su lugar en el cielo « ( Constitución y Magnis crebris 9 calendas del mes de abril de 1253. ).

Estatua de San Pedro de Verona.Iglesia de San Esteban. Puy-d’Arnac. Limousin. XVII.
[Sigue el texto de A. Butler, en «Vidas de Santos»]

Legendario Áurea. BXVI J. De Vorágine. S. XV
(1252 p.c.) – Pedro nació en Verona, en 1205. Sus padres pertenecían a la secta de los cataros, una herejía muy semejante a la de los albigenses, que negaba, entre otras cosas, que Dios hubiese creado la materia. Pedro asistió a una escuela católica, no obstante la indignación de un tío suyo, cuando supo que el niño, no sólo había aprendido el Símbolo de los Apóstoles, sino que defendía el artículo «Creador del cielo y de la tierra». En la Universidad de Bolonia Pedro tuvo que hacer frente a todas las tentaciones, pues sus compañeros eran muy licenciosos. Pronto decidió solicitar la admisión en la Orden de Santo Domingo y, en cuanto tomó el hábito, el joven novicio se entregó ardientemente a las prácticas de la vida religiosa, que comprendían el estudio, la lectura, la oración, el cuidado de los enfermos y la limpieza de la casa.
Más tarde, le encontramos dedicado a la actividad de predicar en Lombardía. Una de sus mayores pruebas fue que se le prohibiese enseñar y se le enviase a un remoto convento, pues había sido falsamente acusado de recibir extraños y aun mujeres en su celda. Un día, arrodillado ante el crucifijo, exclamó: «Señor, Tú sabes que no soy culpable. ¿Por qué permites que me calumnien?» La respuesta del crucifijo no se hizo esperar: «¿Y qué hice yo, Pedro, para merecer la pasión y la muerte?» Avergonzado y consolado a la vez, el fraile recuperó el valor y, poco después, su inocencia quedó probada. A partir de entonces, su predicación tuvo más éxito. Pedro iba de pueblo en pueblo para sacudir a los negligentes, convertir a los pecadores y reconquistar a los que habían abandonado la religión. A la fama de su elocuencia se añadió pronto la reputación de sus milagros. En cuanto aparecía en público, la multiutd se apretujaba junto a él para pedirle la bendición, para presentarle a los enfermos y para oír la Palabra de Dios.
Hacia el año 1234, el Papa Gregorio IX nombró a Pedro, inquisidor general pura los territorios milaneses. El santo desempeñó su oficio con tal celo y eficacia, que Cremona, Ravena, Genova, Venecia y aun en la Marca de Ancona, dan testimonio de su fe; su jurisdicción llegó a extenderse a casi todo el norte de Italia. En Bolonia, discutió con los herejes, desenmascaró los errores y reconcilió con la Iglesia a quienes la habían abandonado. Sin embargo, Pedro sabía perfectamente que sus éxitos le habían ganado también muchos enemigos y, frecuentemente, pedía a Dios la gracia del martirio. En un sermón que predicó el Domingo de Ramos de 1252, anunció públicamente que se estaba tramando una conspiración contra él y que su cabeza había sido puesta a precio. «Dejadles tranquilos —añadió—; después de muerto seré todavía más poderoso.»

El asesino Carino mata a San Pedro de Verona,
religioso dominico , acompañado de Santo Domingo
Imagen Marie libro. Hainaut. Decimotercera Tardío.
Dos semanas después, cuando viajaba de Como a Milán, dos asesinos cayeron sobre él, en un bosque de los alrededores de Barlassina. Uno de ellos, llamado Carino, le golpeó en la cabeza y después se lanzó sobre su acompañante, un fraile llamado Domingo. Aunque herido muy gravemente, el santo no perdió el conocimiento y aún tuvo tiempo de encomendarse a sí mismo y a su asesino a Dios, usando las palabras de San Esteban. Después, si hemos de creer a la tradición, mojó un dedo en su propia sangre y empezó a escribir las palabras «Credo in Deum». En ese momento, uno de los asesinos le remató con otro golpe en la cabeza. Era el 6 de abril de 1252. El mártir acababa de cumplir cuarenta y seis años. El hermano Domingo sólo le sobrevivió unos cuantos días.

La Virgen y su divino Hijo con san Geminiano de Módena, san Juan Bautista San Pedro Mártir y San Jorge.
Dijo Giovanni Francesco Barbieri Guercino. XVII.
El Papa Inocencio IV canonizó a San Pedro de Verona al año siguiente de su muerte. Carino huyó a Forli, donde se arrepintió de su crimen, abjuró de la herejía, entró en la Orden de Santo Domingo y murió tan santamente, que el pueblo empezó a venerarle. En 1934, los restos de Carino fueron trasladados de Forli a Balsamo, su pueblo natal, en las cercanías de Milán, donde se le tributa cierto culto.
En las Acta Sanctorum, abril, vol. III, hay varios documentos sobre San Pedro de Verona; entre otros, La bula de canonización y una biografía escrita por su contemporáneo Fray Tomás Agni de Lentino. Ver también Mortimer, Maitres Généraux O.P., vol. III, pp. 140-166; Monumento Histórica O.P., vol. I, p. 236 ss. En el Catalogus Hagiographicus O.P. de Taurisano, p. 13, hay una biografía más completa. Fra Angélico inmortalizó a San Pedro de Verona en un famoso cuadro en que aparece con la cabeza herida y el dedo sobre los labios; pero existen otras muchas representaciones del santo: cf. Künstle, Ikonographie, vol. n. Ver S. Orlandi, S. Pietro maniré da Verona: Legenda di jr. Tommaso Agni… (1952), y otras obras más recientes.
Fotos de Hodiemecum.
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