[Republicación del post de noviembre de 2012]

Prosigue del post anterior con el mismo título.

Antes de seguir con la continuación prometida, tengo que observar algo que yo he hecho mío, desde hace tiempo.

Las apariciones de la Santísima Virgen, incluso cuando son auténticas y aprobadas, se han de aceptar y creer «piadosamente«, pero siempre que no se les dé Fe sobrenatural como hacemos con los misterios de la religion. Simplemente son objeto de creencia humana, y además en tanto en cuanto nos ayuden en nuestro servicio a Dios. Extendida esta idea a las revelaciones particulares, se han de creer con cautela, buscando la aprobación de la Iglesia y estando prestos a deponer nuestro juicio. Tenemos que tener muy presente que lo que es el objeto de nuestra Fe son las verdades de la Escritura y de la Revelación, tal como nos las propone la Santa Madre Iglesia en su infalible Magisterio. Si las «revelaciones» nos ayudan a esto, bienvenidas sean. Aunque no faltan santos y doctores que nos digan que se han de rechazar todas por igual, como es el caso de San Juan de la Cruz.

Yo interpreto que el término «rechazar» es parecido al que se usa en el Santo Evangelio, cuando se nos manda «odiar a los padres y familiares«. Esto querría decir que en caso de colisión con la Santa Voluntad de Dios, ésta se ha de seguir, rechazando y despreciando cualquier afecto natural.

En el caso de apariciones y revelaciones privadas, hemos de estar prontos a rechazarlas, caso de que se viera impedimento o contradicción con la Revelación o la Ley divina. Pero nos debemos aprovechar de ellas para purificar nuestra Fe e incluso para entrar por la senda estrecha de la penitencia y seguimiento de Cristo, portando su Cruz y poniendo en práctica sus máximas y consejos.

Pues este es el caso con lo que vengo diciendo de las «apariciones» y «hechos sobrenaturales» de Ezquioga. El autor a quien sigo preferentemente para lo que digo en este post, se ha basado en diversa bibliografía, que yo utilizo siguiendo su exposición. No creo que lo que aquí traeré, muy resumido, sea objeto de la interdicción del copy right, puesto que aparece en gran parte en la bibliografía que utiliza, tanto más que aliento a los que esto lean a ir a su libro, y completar  lo que yo aquí resumo.

Sí me remito a los juicios prudentes del autor de los que extraigo algunas frases.

Estas son las fuentes del autor (las únicas que existen para una descripción de los hechos de Ezquioga). He aquí algunas de esas fuentes:

Amado de Cristo Burguera y Serrano, O.F.M. : «Los hechos de Ezquioga ante la razón y la Fe».  De él se extraen algunos testimonios de algunos videntes. Es la fuente más importante. Intenta rebatir la condena. Es una recopilación de declaraciones de 11 videntes, y testimonios de sangraciones, curaciones y conversiones.

El expediente del Santo Oficio: Dev. V.1933 N.4.  Sirvió para sus dos notas, con la condenación en bloque de la segunda. Adolece de contar, en la segunda nota, casi únicamente con el informe del obispo, que se mostró cerril opositor.

Las notas fotocopiadas por algunos sobre « Las apariciones de Ezquioga narradas por la vidente Benita Aguirre». (81 pág. aparecidas en 1934)

Mariano BORDAS FLAQUER, (Ex-diputado a Cortes y Tte. alcalde del Ayuntamiento de Barcelona): «La verdad de lo de Ezquioga»

William A. Jr. CHRISTIAN: Las visiones de Ezaquioga. La Segunda República y el Reino de Cristo. (Es una completa investigación publicada en varios idiomas).

Iker Jiménez (el popular presentador de la television). Puede consultarse en su página de internet rgnoticias.com

Algunos folletos en francés  como el de  S.Fort y G.L.BOUE.

Como se ve, las apariciones , tuvieron una repercusión no pequeña, tanto en la época como posteriormente.

A esto yo añado el folleto citado del P.Urrutia.

Juicios del autor Sánchez de Toca

Resumo algunos de estos juicios:

En Ezquioga hubo de todo: Donde se manifiesta Dios, no anda lejos el diablo. Pero los frutos  fueron abundantes conversiones, vocaciones, curaciones, y profecías que después se cumplieron. El carmelita Reinaldo de San Justo cree que aunque sólo fuera auténtica una ínfima parte de lo dicho allí, esto tendría gran significación. [Nota del editor del blog: Muchos parece que no están de acuerdo con esta idea. Deberían aclarar si conocen la historia de Lourdes.]

Allí hubo, digo yo, muchos errores derivados de la manera de ejercer la autoridad en la época. Aqui entran el gobernador civil, los militares de ambos lados, el gobierno vasco, el vicario y el obispo que llegaron a dejar a los videntes sin guías y sin sacramentos y desautorizaron la Comisión creada por el párroco sin sustituirla o hacer investigación alguna.

El Santo Oficio  dio una primera nota de exquisita prudencia, pero fue seguida por la segunda y condenatoria, que sólo se atuvo al voto hostil del  obispo, ignorando muchos hechos y las reclamaciones de videntes y familiares de éstos.

No se oyeron los pareceres de cuatro respetados místicos catalanes, dos de ellos ya citados, (algunos de ellos en proceso de beatificacion).

Se pasó por alto el parecer del Dr. Marañón, y de las simpatías del Cardenal Segura y del obispo Irurita.

El autor prosigue. » Contra toda evidencia se negó en bloque el carácter sobrenatural de las primeras apariciones proféticas  en las que millares de devotos  esperanzados recibían  mensajes de contenido profético[Añado yo : de los que tan necesitados estaban en aquellos años críticos, que preludiaban grandes desgracias y una gran persecución a la Iglesia que las autoridades religiosas en el País Vasco y en Roma se empeñaron en ignorar]. Ezquioga que hubiera debido ser una bendición se convirtió en una desgracia. La condena creó un sentimiento de vergüenza colectiva y Ezquioga pasó a ser  un tabú que no debía ni mencionarse.

Según un experto vasco se exigiría que se reparase el desaire hecho a la Virgen de Ezquioga. Aquel disparate dio la pauta para los sucesivos, porque como veríamos más adelante, Ezquioga no iba a ser un caso único. Se repitió en las autoridades religiosas la alergia a lo sobrenatural, a las gracias extraordinarias, a las intervenciones del cielo. Buen ejemplo de ello el nuncio Mons. Tedeschini que se felicitaba de la estupenda colaboración de los gobiernos, uno masónico, impío, y anticatólico; el otro separatista, nacionalista adorador de la Raza vasca, y de lo terrenal frente a lo español y verdaderamente católico.

Como resume el mismo autor, Ezquioga careció de investigación canónica, nadie se molestó en contrastarlo con los acontecimientos nacionales, eclesiales y mundiales que tuvieron lugar desde entonces. Nadie hizo caso no sólo de los videntes, sino de las almas selectas, clero ejemplar, perseguido y finalmente mártir. Desgarra el corazón la constatación de que el Santo Oficio no escapó a este estigma, ni el Cardenal Pacelli, futuro papa Pío XII  se dejó notar frente a aquéllos que él conocía muy bien, por su cargo. La Mater Dolorosa  que se aparecía con una espada en una mano y un rosario en la otra no fue comprendida como dando una alternativa, con su rosario, a la espada. Fue el triste sino de muchas apariciones en el pasado, que sólo fueron reconocidas ya muy tarde como en Fátima. A esta última se le contrarió ocultando sus mensajes y muy posiblemente [como cree el autor del blog y de estas líneas] se falsificó su Secreto y se montó la gran superchería de una suplantadora de la verdadera Lucía, que sirvió de coartada al falso secreto y a los aires conciliares.

Después de Ezquioga hubo paz en España, como se predijo en la aparición, con indudable acierto, muchas veces, pero más tarde en 1968 comenzaron los asesinatos en serie, principalmente en el país vasco, cuyos autores «recibieron aliento y complicidad de aquellos de los que sólo debieron haber oído exhortaciones al arrepentimiento y a la penitencia»[Añado yo, con ocultación de armas y asesinos en santuarios y templos como en Loyola, reconocido para mí por agentes judiciales que lo descubrieron] ayuda física y moral de sacerdotes, religiosos y hasta prelados que hemos visto renuentes a  oficiar funerales de víctimas, y a condenas morales]. «Aquella cristiandad pujante y misionera se secularizó, y los seminarios se vaciaron«.

Consideraciones propias

Hemos visto a curas y frailes rebotados, adquirir protagonismo público.  En suma las tierras más católicas de España, son ahora, quizás, las más descristianizadas [como dijo la visión, » en Ezquioga está la mejor gente de España, pero no siempre será así «]. En la tierra que supuestamente la Virgen visitó, hemos visto un drástico declive de la Fe, el culto al dios del nacionalismo sustituyendo al culto del Dios verdadero, sacerdotes y religiosos que pervirtieron su sagrado ministerio, alentados quizás por las equívocas palabras de un Concilio, que daban directrices equivocadas a una religión reivindicadora de lo humano y mundano, adaptándose al querido mundo y aggiornándose, disimulado en falsas consignas, aparentemente, aún católicas. Se han escrito libros con títulos escandalosos como «ETA nació en un seminario«. La pregunta surge inmediatamente: ¿Hubiera pasado todo esto si la visión de Ezquioga, condenada, en mi opinión, precipitadamente por el Santo Oficio, hubiera sido tenida en cuenta y su mensaje de penitencia y oración puesto en práctica? Ella predicó sangre y destrucción, pero también ofreció el rosario para evitarla. El paralelismo con Fátima salta a la vista: «La guerra va a acabar. Pero si no dejaren de ofender a Dios, en el reinado de Pio XI comenzará otra peor. Cuando viereis una noche iluminada por una luz desconocida, sabed que es la gran señal que os da Dios de que va a castigar el mundo por sus crímenes, por medio de la guerra , del hambre y de las persecuciones a la Iglesia y al santo Padre. Para impedir esto, vendré a pedir la consagración de Rusia a Mi Inmaculado Corazón y la comunión reparadora en los primeros sábados»  Fátima fue un anuncio de calamidades al mismo tiempo que se nos dieron los remedios. Pero nadie hizo nada para aprovecharse de ellos. La Iglesia tampoco. Es más, se oyó en ella, lo mismo que oyeron los profetas del A.T. «Dic nobis placentia«. «No queremos oír a  profetas de calamidades«

Me ha parecido exponer lo que antecede a la transcripción de algunos mensajes de los videntes más acreditados. Esto será objeto de un tercer post. Adelanto que será, en mi opinión, lo más relevante puesto que en algunos se verá cómo los videntes adelantaron cosas que por desgracia, íbamos a ver cumplidas en los acontecimientos bélicos que se sucederían desde 1936 en España, y más tarde en Europa; pero también otras cosas aún no cumplidas. Tienen más interés las cosas que todavía no hemos visto cumplidas totalmente, aunque, quizás, sí incoadas en nuestros días. Estas cosas podríamos titularlas, si fueran en realidad proféticas, cosa que de ninguna manera aseguro, como «Acontecimientos por venir en los últimos tiempos del mundo».  Quizás a algunos extrañe y decepcione, como ha sido mi caso, saber que en Ezquioga se habló del fin del mundo y de la venida de Cristo a juzgar el mundo. Claro que no se dan fechas, ni aproximadas. Pero el hecho está ahí. También se habla, lo que es más escandaloso, de mil años en los que Cristo establecerá un reinado. Claro que estos mil años tienen poco que ver con el Milenio, tomado en las diferentes acepciones más comunes dadas en la historia de la Iglesia y de la exégesis.

Pero no adelantemos lo que está por escribir. Los preámbulos están puestos en estos dos posts que anteceden al que sigue, fundamental. No creo que haya «orejas» [como decía San Ignacio a otro propósito] en el mundo para oir y tomar en serio las campanadas de la visión de Ezquioga. Pero todo el mundo tendrá posibilidad , que no se recrimina, ante la razón y la Fe de negar o no creer en tan grandes profecías [o pseudoprofecías].