[Es republicación]
[La Iglesia de Cristo no puede cambiar en lo esencial porque es indefectible. Esos cambios equivaldrían, contra la promesa de su divino fundador, a su desaparición. Los cambios que vemos han transformado sus estructuras externas, haciendo que aparezca en nuestros días una Iglesia reducida a muy pocos, aunque visible, que conservan con amor y devoción, la Tradición Católica sancionada por el magisterio de papas y concilios, que grita en angustias de parto, como los primeros cristianos ¡Ven Señor Jesús!. Su viva imagen es la Mujer del Apocalipsis que grita y huye al desierto.
En su lugar ha aparecido una Contra-Iglesia con nueva doctrina contraria a la secular, Nueva Misa, nuevos sacramentos, nueva legislación, nuevos catecismos, nueva y desacralizada liturgia, nuevo rezo oficial, nuevos ritos, nuevas iglesias, nuevo arte sacro… todo cubierto bajo el manto de una evolución necesaria para adaptarse a un mundo que se proclama a sí mismo mejor que el anterior, pero que en realidad ha expulsado a Dios y elevado el ídolo de un humanismo secular ateo que pone en su centro al Hombre adorador del becerro de oro, y pasea en su carro victorioso, por pocos días, a la ramera enjoyada vestida de púrpura que sostiene el cáliz con la sangre de los mártires.
Querido lector, en tus manos está la decisión de dónde quieres estar, en la Iglesia de Nuestro amado Señor Jesucristo o en la Contra Iglesia de Satanás.]
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