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LA MARCA HEDIONDA DEL ANTICRISTO EN EL VATICANO


Arai Daniele

La decadencia del mundo contemporáneo es general y profunda, alcanza a todos los campos y a todos los niveles: desde la familia al estado, desde la justicia a la política. Cuando no hay guerras inicuas hay violencia y corrupción desenfrenada.  Convive con la inmoralidad y el delito. Nunca la autoridad fue tan necesaria; Nunca fue tan ausente. Nunca hubo controles tan potentes, jamás hubo tal desgobierno. En el plano de los hechos la tentación moderna de sustituir el orden natural por un nuevo orden redunda en un descalabro: ya no se puede recurrir a poderes humanos para contener los desórdenes nacionales y las masacres internacionales. Una vez ignorado el origen divino del orden y de la autoridad en las conciencias, la sociedad humana ha resultado más libre, pero en realidad se ha degradado.
¿Cuándo comenzó  esta alteración del orden natural en las conciencias?
Al tener la degradación descrita un origen espiritual y dado que se ha incrementado de modo exponencial en las épocas de las revoluciones y en nuestra época, en la Iglesia, a partir de los años sesenta, hay que concluir   que la degradación  corresponde a la pérdida de la noción del origen divino de la autoridad en las conciencias. De hecho, la degradaciön  sigue a  la ausencia de una autoridad que sea la guía para el bien de las conciencias y freno para sus desvíaciones hacia el mal; Esta era la misión  de la Autoridad universal Católica. Pero se trata de una situación mucho peor que una simple ausencia; Se trata de la adulteración de la razón de su existencia; Una suprema autoridad que ya no se ocupa en atar al hombre para hacer  el bien, sino en liberarlo para hacer el mal. Y por esa razón hay que entender que su naturaleza es extremo castigo, previsible cuando se manifiesta en la sociedad humana una vasta incredulidad en la existencia del orden divino de la Autoridad.
¿Cuál es la relación causa-efecto entre la fe en Dios y el desorden social?
El bien del ser humano y de su sociedad está conexo con su razón de ser: con su principio y su fin. ¿Cómo podríamos conocer nuestro bien duradero, desconociendo nuestro fin último? ¿Y cómo podría el bien de la sociedad humana ser ajeno al fin último de sus miembros? Los hombres pueden distinguir un bien de un mal inmediato, pero no pueden conocer por sí mismos el propio bien permanente, ligado al fin de la vida humana. Es necesario que el Logos, que es principio de todo conocimiento, pueda discernir nuestro fin último y acoger el bien y apartar el mal para que la sociedad humana se gobierne en la certeza de la justicia.
Al ignorar pues la existencia de la Verdad absoluta, el Principio de todo bien, el hombre se priva de lo esencial para la distinción entre el bien y el mal, y hace su detección del mal errada, y éste como una infección en la vida humana, se extiende causando crisis de conciencia morales y mentales que degeneran en un desorden universal de desenlace letal para la sociedad. Todo esto es dicho para recordar que las conciencias deben ser formadas en la Verdad. Esta es la misión de la Iglesia, transmitir la revelación recibida. Lo contrario es la ilusión de la conciencia autónoma.
Sí, porque la verdad y los principios se pierden ante todo, en las conciencias, justamente en una rebelión, que se juzga pueden alcanzar la verdad y distinguir la raíz del bien y del mal por sí misma. Así pues, a partir de su conciencia el ser humano puede seguir direcciones opuestas: o seguir la dirección del orden revelado, o seguir una libertad desvinculada del Bien. Pero el libre albedrío humano, tiene un vínculo crucial en la misma conciencia, ya que no hay quien ignore que a la propia libertad no corresponde un conocimiento proporcional.
Esto significa que se abraza la libertad de hacer aquello de lo que no se conocen las últimas consecuencias. Por eso, el hombre, creado libre, necesitó desde el principio tener una norma indudable grabada en la conciencia. Ésta, al mismo tiempo que indica su fin trascendente, está vinculando su libertad con el bien. Esto se describe en el libro de Génesis (2, 15-17)
El Señor Dios colocó al hombre en el paraíso de delicias, para que lo cultivara y guardara. Y le dio este precepto : Come de todos los árboles del paraíso, pero no comas del fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal; Porque el día que comas de él, ciertamente morirás. Los elementos de la formación de las conciencias están ahí. Su motor es la felicidad, dada para ser cultivada y guardada según la Palabra divina. Este es el alimento de la vida espiritual ante cuyo bien el hombre es libre en todo menos para juzgar aceptable el mal. Este sería un juicio contrario a la vida, de auto-demolición de su fin y por tanto de muerte.
También los elementos para el desvío de las conciencias están todos ahí; Los mismos cambios. La felicidad asume las facciones del placer concupiscente de la carne, del poseer y del dominar, como dioses. La libertad se aplica al comercio y a la creatividad en el mal, en la ilusión de la autonomía de la Palabra divina; De la imposible conciliación de los contrarios. Esto lleva a la conciencia al devastador engaño de equiparar el mal con el bien y a cosechar, con un abuso culpable de la libertad, los frutos del mal. He aquí que las conciencias siguiendo falsas direcciones, condicionan la historia de la humanidad.
 Romanos 1 –  21. porque habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le  dieron gracias; antes se desvanecieron en sus fantasías, y el tonto corazón de ellos fue entenebrecido.  22. Diciéndose ser sabios, se hicieron fatuos,  23. y trocaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, y de aves, y de animales de cuatro pies, y de serpientes.  24. Por lo cual también Dios los entregó a las concupiscencias de sus corazones para inmundicia, para que contaminasen sus cuerpos entre sí mismos ;  25. los cuales mudaron la verdad de Dios en mentira, honrando y sirviendo a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén. 
Entonces volvemos a la cuestión arriba indicada,  la necesidad para el bien de los individuos y de las sociedades de que haya quien los  guíe en el bien trascendente al hombre, y los aleje, cohartando la atracción al mal. Y la falta de esa guía y de ese freno, que san Pablo describe en su segunda carta a los tesalonicenses, llamándola «obstáculo» (katejon), es el peor mal. De hecho, quitando de en medio el obstáculo al mal, éste será sustituido por quien se hace dios: el anticristo, para operar la «abominación de la desolación». En los tiempos cristianos se entendió que tal «obstáculo» trascendental al mal de las sociedades era el representante de Jesucristo; el Papa. ¡El Vicario de Cristo es el único hombre investido del poder necesario para constituir una barrera al mal operado por el Anticristo!
El orden humano debe ligarse directamente a la Palabra del Creador. Sólo en el Verbo divino todo encuentra su razón de ser, su orden y su bien. Es el orden del Ser, en el que se reconoce que el ser humano con su conciencia proviene del Ser divino como todo efecto de una causa; del Principio que reveló su nombre como origen y fin de todo ser y por lo tanto de todo conocimiento, diciendo: Yo soy Aquel que es (Éx 3, 14). Pero en esto se inserta la rebelión a la dependencia natural al Verbo creador; La conciencia que, en su afán de poder crear con el pensamiento, quiere la libertad de auto-crear su razón de ser. Y aquí se inserta la «revelación» del espíritu del mal cuyo susurro insinúa que sólo en el mal el hombre se emancipa.
Es el engaño de la libertad que pretende juzgar el bien y el mal, libre de todo vínculo divino; sin la «humillación» de una dependencia; es el término revolucionario de la «libertad de conciencia». No ya la libertad de las conciencias, predicado humano dado por Dios al hombre creado a su imagen y semejanza, sino una libertad de conciencia autónoma e individual, que va a ser ejercida para imponer sus «verdades», como lo hicieron los líderes de atroces ideologías.
Es necesario fijar bien este punto crucial porque de él irradian todos los impulsos humanos hacia el dominio del mundo material, de la ciencia y de la existencia según la religión del hombre que se hace dios, oponiéndose al Dios ‘tirano‘ que se hizo hombre. En este punto coinciden todas las rebeliones personales y revoluciones sociales, toda religión humana y fraternidad masónica, todo saber y arte nacidos del naturalismo, racionalismo y existencialismo filosófico; finalmente incluso el nuevo «cristianismo» retocado para alentar hacia una unión religiosa en un nuevo orden mundial.
Con esto se describe lo que «identifica» el Anticristo; es el promotor de la libertad de conciencia. Si lo hace desde la Sede suprema del Pontífice apostólico, constituido por Jesucristo justamente para vincularnos a la Palabra divina, estamos ante la mayor abominación, sólo posible dentro  del mayor engaño. Y hoy, en el mundo aún no se ve la gravedad de esa extrema impostura, que hace que el guía espiritual de los pueblos, que siguen y oyen quien tiene el poder de las llaves – el Papa – se desvincule de la Palabra divina para aceptar la libertad de conciencia que conduce  a la libertad de Religión.
Era la meta de toda revolución masónica y liberal, introducida disimuladamente en la Iglesia por Roncalli, Juan 23. Un momento tremendo para toda la historia humana, que vino después de otros dos momentos culminantes en el rechazo rebelde de la Palabra divina:
El de la transgresión original de Adán y Eva, que causó la caída del ser humano, para cuya redención fue necesaria la Encarnación y la Pasión del Verbo de Dios.
El rechazo de la acogida del Verbo encarnado de parte del Pueblo elegido.
Éste último rechazo histórico  precedió al tercero disimulado pero de carácter abisal, más grave que los  anteriores rechazos, pues la Iglesia y el Papa existen para esa obra de la Redención de Jesucristo. Sin embargo, en su Nombre se declaró que el hombre tenía derecho a la obra de rebelión del Anticristo. ¡Esto debe hacernos  reconocer la inmensa gravedad de la sutil rebelión conciliar en nombre de la libertad y del ecumenismo,  de poner a todas las religiones al mismo nivel!
El papa Pío VII definió lo que predijo ser la peor consecuencia de la revolución francesa, en los días de la revolución napoleónica: «So capa de proteger por igual a todos los cultos,  se oculta a la persecución más peligrosa, la más astutopa que es posible imaginar,  contra la Iglesia de Jesucristo y, desgraciadamente, la mejor combinada para llevarla a la confusión e incluso destruirla, y si fuera posible para que las fuerzas y astucias del infierno prevalecieran contra ella.
Se preveía así la apertura de la Iglesia al liberalismo que, dando libre curso al error, persigue al único antagonista que se le opone: la Verdad. Esto es lo que hizo la declaración Dignitatis humanae, «libertad religiosa», aprobada en  el Vaticano 2, cuyas referencias están en «Pacem in Terris» de Juan 23. Así hemos identificado a los peores perseguidores internos de la Iglesia de Dios. Mientras esta existe, instituida por Nuestro Señor Jesucristo para la reparación y redención de la fatal libertad de conciencia de los primeros padres frente a la Palabra divina, ellos proclamaron  la libertad de conciencia frente a la Verdad, como si fuera un derecho natural humano …!
Esto es lo que significa el «derecho» de enseñar el mal come si fuera el bien. Si los «papas conciliares» no lo declararon abiertamente, lo hicieron disimuladamente declarando el «derecho» a la libertad de perdición: la marca hedionda del Anticristo, que seduce  al ser humano con la idea de ser como Dios, tal como lo hizo  al principio el tentador original.
Puede ilustrarse sobradamente la gravedad de la repulsa ecumenista a «una sola fe, un solo bautismo, una sola Fe Católica y Apostólica» tal como la Virgen de Fátima, para recordar la unicidad de nuestra religión, profetizase la gran apostasía en la que se perdería esa  fe.
De ahí vendría la libertad de las falsas religiones según la invitación hecha por los  falsos papas conciliares, desde  Juan 23 a Bergoglio. Con ello viene a ser natural para las multitudes que aman este mundo de las verdades relativas, abandonar la unicidad que define la verdadera Iglesia.
«La última persecución revestirá el aspecto de una seducción.» (Père Emmanuel). En alariencia se escoge la libertad, igualdad y fraternidad, pero en realidad será la rendición al error, al odio y al caos, porque sólo hay amor y fraternidad entre los hijos que tienen por Padre, a Dios Uno y Trino.

De Pro Roma Mariana

13 respuestas »

  1. Si cabe me gustaría hacer una aclaración al buen escrito de Araí Daniele.
    Es en cuanto al » katejón» de San Pablo, que a nuestro entender es doble: El Orden Sacerdotal y el Santo Sacrificio, los dos «obstáculos» íntimamente relacionados al punto que sin uno no existe el otro, en efecto ¿cómo podría haber Santo Sacrificio si no hay Orden Sagrado?, y ¿cuál sería la razón de la institución del Sacerdocio si no fuera para renovar el Sacrificio -oblación e inmolación aunque incruenta- del mismo Sacrificio de la Cruz?
    El Papado como origen, fuente y fundamento de toda autoridad y punto clave de unidad del Cuerpo Místico y dador exclusivo y ordinario de toda jurisdicción y cargo en la Iglesia Católica, ciertamente ES el obstáculo que había que quitar para que impere el Anticristo (el Inicuo que habla San Pablo), pero el Anticristo mismo ES el Adversario de Cristo, NO del Papa. Es por eso que quitando del medio al Papa se allana la entrada del Inicuo. El mayor castigo -en el orden espiritual- es que Dios en su infinita Providencia haya permitido que fuera quitado del medio el Papa, y así como efecto inmediato quedara aniquilada -no solo el origen y fuente de toda autoridad- sino también la renovación universal del Santo Sacrificio, por el cual había quedado aplacada la ira de Dios sobre el género humano.
    Nada impide que Dios -Uno y Trino- descargue su ira -con las plagas reveladas en el Apocalípsis- contra la Apostasía generalizada: hombres y Naciones.
    Es evidente que ésto no toca ni de cerca a la Esposa del Cordero que se prepara -en su fidelidad y firmeza en » el desierto»- para las Bodas. Los Mártires que provocará la persecución violenta del Anticristo serán la corona que lucirá la Esposa en el encuentro con Cristo en Su Parusía.
    Tampoco nada impide que Dios, en su Providencia, sirviéndose de las causas segundas a través de la Doctrina y las Leyes, acabe con la Vacancia de la Sede, haciendo volver la autoridad y el orden por un Sucesor de San Pedro, aunque parezca imposible.

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  2. Para el conciliábulo la libertad es un DERECHO DEL HOMBRE. Pero la libertad es UN DON DE DIOS CONSTITUTIVO DE LA NATURALEZA HUMANA. Sin la libertad de conciencia el hombre sería un animal que viviría según sus instintos. Es por la libertad de conciencia que el hombre puede y debe elegir entre el bien y el mal para la salvación o la condenación eternas. Los conjurados del conciliábulo usurpan pues EL DERECHO DIVINO A FIJAR EL BIEN Y EL MAL como si fueran Dios. Tal es la herejía más grave proclamada por el conciliábulo.
    Desgraciadamente, Eva y Adam hicieron – con libertad plena de conciencia – la mala elección: el de reproducirse como los animales mortales. Bossuet muestra claramente donde se encuentra la culpa original: « Le huitième jour, où l’enfant devait être circoncis… » Jésus souffre d’être mis au rang des pécheurs; il va, comme un vil esclave porter sur sa chair un caractère servile et la marque du péché de notre origine. Le voilà donc en apparence fils d’Adam comme les autres : pécheur et banni par sa naissance, il fallait qu’il portât la marque du péché comme il devait en porter la peine… Réflexions sur les Quatre Evangiles tirées de Saint Luc, II, 21 ».

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  3. Una pregunta..que me he hecho varias veces..Ya que nos hemos reproducido como los animales mortales…como deberia de haber sido la otra reproduccion del genero humano ??? Desde ya gracias por las respuestas.Marisa

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  4. San Juan da la respuesta a su cuestión en el prólogo de su Evangelio a los versículos 10-13. La reproducción por la carne se acaba por la muerte. Eva y Adam, creados directamente por Dios, podían comprobarlo. Escogieron sin embargo el modo que conduce a la muerte. Sólo los que tienen la fe en la potencia creadora de Dios pueden comprender esto. Y para comprender hay que leer y meditar el capítulo III del Génesis.

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  5. La falsa promesa de la Serpiente » seréis como dioses, conocedores del bien y del mal» está en el orden espiritual de la pérdida de la Gracia, y NADA tiene que ver con el mandato de Dios, que fue anterior a la culpa, de «creced y multiplicaos», pues el pecado de Adán y Eva no destruyó la naturaleza humana. Cuando dice que se le abrieron los ojos y vieron que estaban desnudos, es porque por el pecado habían perdido la inocencia original, por eso se hicieron vestidos para cubrir la desnudez. Significa que la sexualidad estaba -antes de la culpa- subordinada a la razón y con el fin de la procreación, según el mandato de Dios, pero de ahí a suponer que el pecado original consistió en «la elección de reproducirse como animales» es un disparate.

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  6. El catecismo del Concilio de Trento dicho que el pecado original se transmite por la generación carnal. Bossuet indica pues por cual órgano se hace esta transmisión.

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  7. «Generación carnal» en cuanto que descendemos de Adán según la naturaleza humana que es carne y alma, pues sin pecado original la descendencia de Adán se hubiera dado de la misma manera, a través de los órganos reproductores «carnales», claro, pues el alma no tiene órganos. La única creatura libre del pecado original, concibió en su «carne» y con su sangre, al Verbo Encarnado, y lo dió a luz manteniendo intacta su virginidad, pero no así sería la generación de todos los hombres, pues Dios creó una pareja humana de los cuales sería lleno el mundo de seres humanos, y Eva hubiera dejado de ser virgen en el mismo momento de su primer acto matrimonial con Adán, pero si no hubiera habido pecado original, junto con el cuerpo y el alma, los hombres naceríamos en Gracia. Por tanto nada tiene que ver el pecado original de desobediencia de Adán y Eva, con el modo en que se reealiza la generación de los hombres.
    Tiene razón Bosuet que por «el órgano» se realiza la trasmisión, pero NO DEL PECADO ORIGINAL, que atañe principalmente al alma.
    No somos Angeles, por tanto sin «organo reproductor» nada se generaría.
    Cuando la Iglesia enseña que uno de los tres enemigos de la salvación, es la «carne», se refiere a la concupiscencia como efecto del desorden del pecado original en la naturaleza humana, pero de ninguna manera es la «carne» en cuanto parte substancial -junto con el alma- del cuerpo de un ser humano, que lo constituye en persona. De hecho el fin primordial del Sacramento del Matrimonio, que es la procreación, NO ES UN PECADO. Si así fuera, Dios estaría bendiciendo a los contrayentes del Sacramento, a cometer pecado, pues hay una sola manera de engendrar seres humanos, y es la misma de la que Adán y Eva en el Paraíso, ANTES del pecado original, se hubieran servido para ejecutar el mandato divino de «creced y multiplicaos». Otra manera NO EXISTE. Así quiso Dios que fuera. Lo único que Dios «cambió» fue el modo de dar a luz : «parirás con dolor». Y Eva engendró y parió con dolor a sus hijos, y fueron muchos…y cada vez que daba a luz se acordaba de su castigo…no de haber engendrado, sino de haberle hecho caso a la Serpiente de haber querido ser «como Dios, conocedores del bien y del mal». El fin del pecado es la muerte…y Eva no conocía qué significaba la palabra «morirás» dicha al expulsarlos del Paraíso, solo se dió cuenta del mal cometido al desobedecer a Dios cuando le trajeron a Abel muerto. En ese momento conoció el significado de «morir». La primera muerte en el mundo fue un fraticidio y violento…la Serpiente debe haber reido creyendo que había destruido el plan de Dios en el mundo…pero seguía pesando la maldición sobre ella….y creyó que había vuelto a vencer cuando vio a Jesucristo en la Cruz….pero finalmente «el linaje de la mujer , le aplastará la cabeza» cuando sea precipitado para siempre » al lago de fuego y azufre», antes del Juicio Final.

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  8. El salmo 50, al versículo 7, declara que el modo de reproducción como los animales es un pecato: « Ecce enim in iniquitatibus conceptus sum, et in peccatis concepit me mater mea ». Nadie puede discutir la similitud de los concepciones animales y humanos. El Concilio de Trento y Bossuet dicen la misma cosa. La orden de crecer y de multiplicarse perdura pero se hará según el modo escogido por Eva y Adam que conduce a la muerte. Para remediar esto, hay el sacramento del bautismo y el sacramento del matrimonio. Este último es destinado a proporcionar todas las gracias para usar de eso correctamente para la procreación.

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  9. A ver si entendemos ésto de una buena vez: El pecado Original NO FUE un pecado SEXUAL, pues, según el TEXTO pareciera de -materialmente hablando- y en todo caso de GULA, por curiosidad. Y esto es así porque el conocimiento de la mujer es sensible y concreto, y éso lo sabía el Tentador, razón por la cual se dirige a la mujer y no a Adán, después de declararle la mentira engañosa, y en lugar de aplastarle la cabeza, Eva continúa hablando, permitiendo al Tentador que siguiera con su treta notando la debilidad de Eva ante lo SENSIBLE, entonces Eva vio que el fruto prohibido era agradable AL PALADAR (aclaro por las dudas que el paladar no se encuentra situado en los órganos reproductores), dice el TEXTO : «como viese que el ARBOL era bueno para COMIDA (sentido sensible del GUSTO), y una delicia para los ojos (sentido sensible de la VISTA), y que el árbol era apetecible para alcanzar sabiduría ( CURIOSIDAD derivada de lo sensible), tomó del fruto Y COMIÓ y dió a su marido, contraviniendo el precepto de no comer del fruto del árbol. Dice el TEXTO que «estaban DESNUDOS, mas no se avergonzaban» pues eran inocentes y en Gracia, y no había NADA que pudiera desordenar su naturaleza humana, salvo la DESOBEDIENCIA y el QUERER SER COMO DIOS.
    De ninguna manera significa que son Adán y Eva quienes eligen la muerte como consecuencia de unirse para engendrar hijos.
    Por favor deje de TORCER el texto de la Escritura. Para aquellos que les interese remito al comentario de Monseñor Straubinger al respecto.

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  10. El pecado original y la necesidad del bautismo son expuestos claramente por Jesús en este texto de santo Juan. Se trata de la reproducción por vía sexual.
    Erat autem homo ex pharisæis, Nicodemus nomine, princeps Judæorum. Hic venit ad Jesum nocte, et dixit ei: Rabbi, scimus quia a Deo venisti magister, nemo enim potest hæc signa facere, quæ tu facis, nisi fuerit Deus cum eo. Respondit Jesus, et dixit ei: Amen, amen dico tibi, nisi quis renatus fuerit denuo, non potest videre regnum Dei. Dicit ad eum Nicodemus: Quomodo potest homo nasci, cum sit senex? numquid potest in ventrem matris suæ iterato introire et renasci? Respondit Jesus: Amen, amen dico tibi, nisi quis renatus fuerit ex aqua, et Spiritu Sancto, non potest introire in regnum Dei. Quod natum est ex carne, caro est: et quod natum est ex spiritu, spiritus est. Non mireris quia dixi tibi: oportet vos nasci denuo.
    Juan 3, 1-7.

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  11. Los comentadores de este texto de San Juan hablan de la NECESIDAD del Bautismo para nacer de nuevo, a la vida de la Gracia, porque lo nacido de la carne necesita del agua y del Espíritu: «oportet vos nasci denuo». No EXISTE otra explicación. Pero el ser dado a luz no es un pecado, el pecado consiste en rechazar la Gracia Bautismal para «volver a nacer», lo cual nos hace hijos de Dios por adopción sobrenatural. Aquí no se habla- en el texto de San Juan- en ningún momento que el mero hecho de nacer sea un pecado ni que sea pecado haber sido engendrado, de hecho el Bautismo se da tan solo a los nacidos, no se bautizan fetos en el vientre de la madre -salvo casos de excepción como enseña la Iglesia, pero no porque el acto que hicieron sus padres estuviera contaminado por el pecado. Bien se puede concebir un hijo estando en Gracia de Dios. Con sus conceptos equivocados usted hace injuria al Sacramento del Matrimonio, que tiene por fin principal la procreación y la educación cristiana de la prole.

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  12. Jesús denuncia la reproducción carnal porque por ella los hombres no pueden entrar en la vida eterna. No es pues Dios quien se la impuso a Eva y Adam. Para reparar esta elección catastrófica instituyó el sacramento del bautismo y el del matrimonio. Este sacramento proporciona las gracias necesarias para la procreación como lo expone Pie XI en la encíclica Casti Conubii.

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  13. La procreación por vía sexual contiene sui géneris la muerte. Adam y Eva lo saben en toda certeza. Afirmar que ha sido impuesta al hombre por Dios es un error y una herejía de extrema gravitad. Es afirmar que Dios impuso al hombre una vía que conduce a la muerte.

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