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ACERCA DE UNA POSIBLE ELECCIÓN PAPAL


[Este artículo aparecido en Ia prestigiosa revista sedevacantista EINSICHT hace 25 años, sigue conservando su actualidad, y quizás con mayor urgencia]

SOBRE EL PROBLEMA DE UNA POSIBLE ELECCION PAPAL

Eberhard Heller
traducción de Alberto Ciria
(Reimpresión levemente modificada del artículo aparecido en EINSICHT XXIII/2 de julio de 1993, pp. 30 y ss.)
(Enviado por Novissima Hora
Desatado el problema – por una serie de reflexiones aparecidas en nuestra revista que primero habían quedado interrumpidas- de una posible elección papal ha vuelto a despertar cada vez más el interés de los creyentes que aguardan de aquí una solución para el desolador estado de la Iglesia.
Para evitar malinterpretaciones o para no despertar falsas impresiones he de confirmar algo ya de entrada: lo que pretendo en estas observaciones no es una exposición sistemática propia acerca de este problema, sino sólo una recepción de las diversas opiniones que sobre él se han formado en los últimos tiempos. En el marco de un examen crítico de las posiciones presentadas, al que debe seguir una clasificación sistemática de este tema y una serie de exigencias que cabría plantear a una solución teológico-jurídica y práctica, basta de momento con exponer las posiciones extremas.
I.
Si se indaga en las diversas posturas, se constata con sorpresa que la elección de un Papa – como paso decisivo para el restablecimiento de la unidad eclesiástica – en las filas de la oposición católica se ha valorado de modo completamente diverso (por las razones más distintas).
Al recordar la macabra “elección“ de Bawden, de Estados Unidos, como “Papa“ Miguel I, hace ya más de dos años (es decir, en 1991 – nota de la redacción –), a causa de la cual quedó desacreditada de la forma más masiva la demanda de una restitución y también – implicado por ello – de la elección de un Papa legítimo, en determinados círculos se teme que si se fuerza este tema como tal así como la preparación para la realización de una elección semejante, la repetición de una farsa semejante sólo podría perjudicar sensiblemente a la demanda general, incluida la custodia del tesoro de la fe. Con ello se habría perdido toda posibilidad de una reconstrucción decidida y efectiva de la Iglesia, según el ejemplo de aquel guardián nocturno que sacó de la cama varias veces a los habitantes de la ciudad con simulacros de alarma, asustándolos y confundiéndolos, y que luego, cuando realmente se produjo el incendio, no pudo sacarlos de la cama ni siquiera con los gritos más fuertes, con lo que la ciudad quedó totalmente devastada por el fuego. Es decir, hay que temer que semejantes aventuras desgasten el verdadero interés y que los creyentes se insensibilicen por culpa de tales maniobras desatinadas o que se retiren hastiados.
Pero los temores de un crítico de estos planes van aún más lejos: teme que la “Iglesia conciliar“ pueda abusar de las verdaderas necesidades de los auténticos católicos, es decir, de la falta de una cabeza en la Iglesia, para recluir con una imagen conservadora a personas de las propias filas reformistas en el grupo de la oposición [Sedevacantista]. Para ello bastaría con organizar a personas dirigentes o a agrupaciones de la oposición de modo que se convirtieran en instrumentos (¿ciegos?) de la Iglesia conciliar, para, mediante la propaganda y la repetición de una “elección papal“ (al estilo de la de Bawden), poner en ridículo público a la verdadera demanda como tal, de modo que en un tiempo previsible ya no fuera posible pensar más en trabajar seriamente en el restablecimiento de la Iglesia como institución sagrada sin exponerse de entrada uno mismo a la mofa de los afiliados más estrechos. (En este sentido piénsese sólo que en la Alemania de posguerra ha sido imposible hasta hoy formar un partido de derechas sin exponerse de inmediato a la polémica del nazismo.)
El mencionado crítico piensa incluso que este proceso está ya en marcha y que ciertas personas de la oposición, que él cita por el nombre, ya fueron metidos en tal complot o son manipulados desde fuera en la dirección correspondiente. Por tanto, en vez de ocuparse de esta materia – reflexiones sobre una elección papal –, que sólo perjudica al bien general, más bien habría que concentrar todos los esfuerzos en la custodia de la fe.
Pero las reservas frente a una elección papal no se proclaman sólo por razones tácticas, sino también:
a) por resignación o escepticismo (la elección de un Papa no resuelve todos los problemas; por contra, el elegido sólo representaría probablemente a un pequeño círculo al que le sería denegado un reconocimiento general),
b) por motivos teóricos (teológico-jurídicos), porque según la opinión de las personas que mantienen estas reservas una elección tal sería imposible bajo la observancia de los decretos del derecho eclesiástico, ya que, conforme al derecho actualmente vigente en materia de elección, únicamente los cardenales pueden elegir al Papa, pero a causa de su apostasía ya no hay cardenales que puedan elegir válidamente. (Con esto habría quedado descrito el círculo vicioso en el que se mueven los legalistas puros, es decir, los representantes de una absolutización de las normas jurídicas vigentes de facto.)
Frente a estas actitudes negativas hacia una elección papal, los partidarios insisten con todo derecho en que la Iglesia, en calidad de societas perfecta, sólo puede existir en y a través de todos sus miembros, y que el Papa como garantía de la unidad y como cabeza visible es irrenunciable para la dirección y la vida de la Iglesia como institución sagrada.
Aquí, los planteamientos de los partidarios de una elección papal van mucho más allá del mero ámbito principial en el que se señala el significado del Papa para la Iglesia. También se exponen ya ideas acerca de cómo habría que llevar a cabo tal elección. Asimismo se describen los efectos pastorales que podrían arrancar de ahí. Así, por ejemplo, el doctor en derecho B. Klominsky, de Gablonz – en la República Checa –, editor de la revista TRIDENT, en una carta pública escribe que habría que concentrarse en uno de los obispos creyentes según la fe auténtica que asimismo fuera oportuno como candidato. El resto de los obispos deberían comprometerse a apoyarlo y a informar sobre ello a los clérigos y a los creyentes de todo el mundo. Este obispo, que junto con una buena constitución psíquica también tiene que mostrar disposición pastoral de reagrupar a los más diversos agrupamientos en todo el mundo, caso de que no lo haya ya, habría de fundar un seminario, así como órdenes. Las informaciones o las proclamas deberían discurrir por una red de noticias.
El obispo que fuera calificado como candidato para el ministerio papal y que habría de caracterizarse por el fervor de su fe, tendría que disponer de un órgano extendido por todas partes para poder expedir noticias e informaciones. Klominsky considera muy decisivos los efectos pastorales que únicamente podrían partir de tal obispo: los indecisos que hasta entonces no hubieran dado el correspondiente paso consecuente también se volverían a este obispo, que en unión con los demás obispos, sacerdotes y laicos irradiaría una autoridad natural. Si se cumplieran estos presupuestos, se podría por fin llevar a cabo la elección papal según los modos de elección que propone Tello: habría de celebrarse en un convento al que tendría que invitarse a todos los obispos que profesaran la fe auténtica. En este convento se podrían tratar luego cuestiones discutibles… de modo semejante a como se hace en un concilio.
II.
Acerca de las posiciones que se han esbozado arriba quiero decir lo siguiente:
1. En nuestra situación, el problema de una elección papal justificada aparece sólo para los representantes consecuentes del sedivacantismo en relación con una restitución general de la Iglesia como la institución sagrada fundada por Cristo. (Para agrupaciones que sean partidarias de la teoría de +Monseñor Guerard des Lauriers, según la cual el actual ocupante es Papa materialiter, pero no formaliter, este problema no se plantea: ellos aguardan a que el Monseñor Wojtyla [hoy Bergoglio] se convierta, para que, en calidad de Papa materialiter, se haga también – de nuevo – Papa formaliter.)
2. El debate teológico que tiene como objetivo la  solución de la restitución de la Iglesia tiene que in-tensificarse y proseguirse; pues sin la reflexión sobre los principios que fundamentan la fundación de la Iglesia por Cristo no se puede definir exactamente la situación particular que tenemos que soportar. A su vez, sin una orientación precisa de la Iglesia no pueden explicarse las posibilidades que podrían llevar a una restitución de la Iglesia, o bien a su reconstrucción. Si no nos planteamos esta tarea, nuestra oposición se quedaría sin una justificación propia. Entonces nos desviaríamos inevi-tablemente hacia el sectarismo, que desde hace tiempo ha encontrado su suelo nutricio en el latente egoísmo de salvación de muchos creyentes, y perderíamos aquella conciencia para lo específico del estado eclesiástico al que Cristo concedió su fundación. Es decir, tenemos que ocuparnos del problema de la orientación de la Iglesia si queremos custodiar nuestra fe. Hasta ahora no se ha hecho demasiado a este respecto. En los periódicos y revistas conocidos el problema ha quedado hasta ahora sin elaborar.
Cuanto antes comencemos con la “limpieza de este antiguo vicio“, antes se abrirán perspectivas para una reconquista gradual de la visibilidad y alteza de la Iglesia. Dentro de esta discusión de principios habrá que tratar finalmente también el problema de una elección papal, y concretamente porque en seguida podría mostrarse el significado central que corresponde al ministerio de San Pedro para la existencia viva de la Iglesia. En este sentido hay que dar la bienvenida a los tratados [artículos] de Tello, de España, que ya han sido publicados en nuestra revista (y en KYRIE ELEISON), aunque en ellos el aspecto de una restitución general, a mi parecer, no queda lo suficientemente recalcado. En este sentido sería importante además estudiar la historia del derecho de elección papal. En las cabezas de muchos creyentes, un Papa es sólo una especie de soberano eclesiástico. Pero que un Papa únicamente es Papa porque es obispo de Roma, esta construcción doble, precisamente con esta vinculación, es conocida sólo por los menos.
3. Por muy urgente que pueda ser también una salida del estado caótico en el que erramos más o menos desasistidos (y en la que casi nos desesperamos), una vez que los problemas teológicos y jurídicos hayan quedado aclarados, la imposición práctica de la restitución requeriría de un tratamiento muy paciente y precavido, y de una planificación muy minuciosa y cautelosa, para no cometer errores que expusieran nuestras actividades al ridículo. (Les recuerdo de nuevo a Bawden, que de pronto se hizo llamar „Miguel I“.)
Una condición previa de tales actividades sería en mi opinión la unión a nivel mundial de los clérigos y laicos que componen (el resto de) la Iglesia. Sin marchar conjuntamente de esta manera, todos los esfuerzos en la dirección indicada llevarían de nuevo la marca del sectarismo. Todos nosotros estamos llamados a colaborar en estos esfuerzos de unificación, o mejor dicho de reunificación, que fueron una de las demandas principales de + Monseñor Carmona en sus últimos años.
[Énfadis en negritas propios para facilitar la lectura y señalar las cuestiones a mi juicio más importantes.]

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3 respuestas »

  1. Como hacen falta OBISPOS con la valentía de Mons. Carmona, que luchen por la unidad de la Iglesia y la futura elección de un Papa.

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  2. Un nuevo año comienza.
    Dios y la Santísima Virgen María nos ayuden a comprender la importancia de la UNIDAD DE LA IGLESIA. QUE ESTÁ SEA LA META MÁS IMPORTANTE ENTRE LOS VERDADEROS CATÓLICOS.

    LA UNIDAD DE LOS OBISPOS, SACERDOTES, RELIGIOSOS, RELIGIOSAS Y LAICOS DEL MUNDO.
    SE APROXIMAN TIEMPOS MUY DIFÍCILES PARA LOS CATÓLICOS (Tiempos Apocalipticos), LUCHEMOS TODOS POR LA UNIDAD Y LA ELECCIÓN DEL PAPA, LA IGLESIA NO PUEDE VIVIR SIN EL POR MUCHO TIEMPO. UN CUERPO NO PUEDE VIVIR SIN CABEZA.

    MIS MEJORES DESEOS PARA TODOS LOS CATÓLICOS DE ESTA ÚLTIMA CRUZADA.

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  3. En suramérica ya nombraron a su Obispo , se llama Edir Macedo, de la Iglesia Universal del reino de un dios, y han ganado la última elección presidencial en Brasil. Cerebros como Bannon, han ideado este tipo de incongruencias, porque es una secta millonaria, y coercitiva, lo que la transforma en destructiva. Compran espacios, en casi todos los medios, y lo idearon para oponerse, al marxismo cultural. Un bando quasi marxista, y el otro destructivo, son los dueños del templo masónico de Salomón, de San Pablo, inaugurado en el año :2014. Rodeado de pastores de esa secta, fue como asumió, Bolsonaro. Importante es advertir, porque las personas ingresan, con mucha facilidad. La última jugada de los EE.UU. es deleznable. Porque la idea era ir contra el Vaticano, hacerlo estallar, decían sus voceros, pero esto, es de una malignidad enorme, con un futuro, por ahora incierto.

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