26 de febrero SAN LEANDRO, OBISPO
[En España 13 de noviembre]
Por A. Butler
Los godos o visigodos, que reinaron en España durante cuatro siglos, se convirtieron del arrianismo gracias sobre todo a los esfuerzos de san Leandro. El padre del santo era Severiano, duque de Cartagena, ciudad en la que Leandro nació. Su madre era hija de Teodorico, rey de los ostrogodos. Sus hermanos fueron san Fulgencio, obispo de Écija, y san Isidoro, quien le sucedió en la sede de Sevilla. Tenía también una hermana, santa Florentina y la tradición afirma que otra de sus hermanas se casó con el rey Leovigildo. Pero este último dato no es seguro y, en caso de ser cierto, debió crear muchas dificultades al santo, pues Leovigildo era un ferviente arriano.
Desde niño, se distinguió Leandro por su elocuencia y su fascinante personalidad. Siendo muy joven, entró en un convento de Sevilla, donde se entregó durante tres años a la oración y el estudio. A la muerte del obispo de Sevilla fue elegido unánimemente para sucederle; pero su nueva dignidad no le hizo cambiar de costumbres. El santo se dedicó inmediatamente a combatir el arrianismo, que había hecho grandes progresos, y con su oración y predicación obtuvo numerosas conversiones, entre otras la de Hermenegildo, el hijo mayor del rey Leovigildo. El año 583, san Leandro fue a Constantinopla al frente de una embajada; en esa ciudad conoció a san Gregorio Magno, que aun no era papa, y había ido allí como legado del papa Pelagio II. Una gran amistad les unió desde entonces, y san Gregorio escribió su comentario sobre el libro de Job («Moralia in Iob»), a instancias de san Leandro.

Bartolomé Esteban Murillo, S. Leandro, 1655, Catedral de Sevilla
Al regresar a España, san Leandro continuó luchando por la fe;

Muerte de san Hermenegildo. Sevilla. Alonso Vázquez. 1602.
pero en el 586 Leovigildo condenó a muerte a su propio

San Hermenegildo, joven mártir de la Eucaristía. Fiesta: día 13 de abril.
hijo, san Hermenegildo, por haberse negado a recibir la comunión de manos de un obispo arriano, y al mismo tiempo desterró a varios prelados católicos, entre los que se contaba a san Leandro y a su hermano san Fulgencio. El santo obispo continuó su tarea desde el destierro, escribiendo dos libros contra el arrianismo y otro más para responder a las objeciones que se habían hecho a los dos primeros. Leovigildo levantó la pena de destierro poco después y, ya en su lecho de muerte, confió a san Leandro a su hijo Recaredo para que le instruyese en la verdadera fe. Sin embargo, el propio Leovigildo murió sin reconciliarse con la Iglesia, por miedo de ofender al pueblo, según cuenta san Gregorio.

Conversión del príncipe Recaredo. Bajo su reinado se fraguó la unidad católica de España, al rechazar en masa el pueblo el arrianismo traído por la monarquía goda.
Bajo la dirección de san Leandro, Recaredo llegó a ser un fervoroso católico, bien instruido en la fe. Leandro demostró tal sabiduría en sus discusiones con los obispos arrianos, que acabó por ganarles a su doctrina, más con sus argumentos que con su autoridad. Esto produjo la conversión de todo el pueblo visigodo. Igual éxito tuvo el santo con los suevos, otro pueblo de España pervertido por Leovigildo. Nadie se regocijó más de los triunfos del santo obispo que san Gregorio Magno, quien le escribió una afectuosa carta de felicitación y le envió un palio.

Miniatura de un códice. Monasterio del Escorial

San Leandro preside el tercer Concilio de Toledo. Imagen del Códice Vigiliano. Fol. 145. Biblioteca del Escorial
En el 589, san Leandro presidió el tercer Concilio de Toledo, que redactó una solemne declaración de la consustancialidad de las tres Personas divinas y votó veintitrés cánones disciplinares. Como se ve, san Leandro no se preocupaba menos de la pureza de la fe que de las buenas costumbres. Al año siguiente, tuvo lugar en Sevilla otro concilio con el fin de confirmar y sellar la conversión del pueblo a la verdadera fe. San Leandro conocía, por experiencia, el poder de la oración y trabajó por fomentar la verdadera devoción en todos los fieles, pero sobre todo en los que se habían consagrado a Dios en la vida religiosa. Su carta a santa Florentina, documento conocido con el nombre de «Regla de la Vida Monástica», tiene por tema principal el desprecio del mundo y la oración. Una de las obras más importantes de san Leandro fue la reforma de la liturgia. Siguiendo la práctica de las iglesias orientales, el tercer Concilio de Toledo introdujo en la misa el Credo de Nicea, que repudiaba la herejía arriana. Más tarde, otras Iglesias de Occidente y la misma Iglesia de Roma adoptaron esa práctica.
San Leandro se vio frecuentemente atacado por las enfermedades, particularmente por la gota. San Gregorio, que sufría también de ese mal, alude a ello en una de sus cartas. Según una antigua tradición española, la famosa imagen de Nuestra Señora de Guadalupe del Real Monasterio de Nuestra Señora de Guadalupe en Cáceres, Extremadura, fue un regalo del Papa san Gregorio a su amigo san Leandro. De los numerosos escritos del santo, los únicos que han llegado hasta nosotros son la «Regla de la Vida Monástica» y una homilía de acción de gracias por la conversión del pueblo godo. San Leandro murió hacia el año 600. Sus reliquias se conservan en la catedral de Sevilla. La liturgia española celebra la memoria de san Leandro el 13 de noviembre.

San isidoro y San Leandro, hermanos junto con San Fulgencio y santa Florentina.
Las exequias tuvieron lugar en la basílica de la Santa Cruz, y desde allí fueron a la iglesia de San Vicente, donde Isidoro fue sepultado en la misma tumba en la que ya descansaban sus hermanos Leandro y Florentina. Un artista anónimo pintó los retratos de los tres hermanos sobre el sepulcro, y sobre la losa se grabaron estos versos, atribuidos a san Ildefonso:
Crux haec alma gerit sanctorum corpora fratrum
Leandri Isidorique, priorum ex ordine vatum:
Tertia Florentina soror, Deo vota perennis,
Et posita concors sic Christo digna quiescit.
Isidorus in medio disjungit membra duorum,
Hi quales fuerint, libris inquiritio, lector,
Et cognosces eos bene cuncta fuisse locutos.
Dogmatibus sanctorum cerne crevisse fideles,
Ac de Domino, quos impia jura tenebant.
Utque viros credas sublimes vivere semper,
Aspiciens sursum pictos contende videre.
(Esta cruz señala los cuerpos de los santos hermanos
Leandro e Isidoro, gloriosos en el orden episcopal.
La tercera es Florentina, su hermana consagrada a Dios para siempre,
y así puesta con ellos descansa, digna de Cristo.
Isidoro es el del medio.
Quiénes fueron éstos, búscalo, lector, en sus libros.
Y verás que en todo hablaron bien.
Con la doctrina de estos santos creció el número de fieles,
y volvieron al Señor los que estaban en la impiedad.
Para que creas que estos varones sublimes vivirán para siempre,
mira sus imágenes pintadas arriba)(53).
Ver Acta Sanctorum, marzo, vol. II; Gams, Kirchengeschichte von Spanien; vol. II pte. 2, pp. 37 ss., 66 ss.; DTC, vol. IX, p. 95. Ver también el excelente artículo de la Sra. Humphry Ward sobre san Leandro, en A dictionary of Christian Biography, ed. William Smith y Henry Wace, vol. III, pp. 637-640. Leovigildo y la conversión de Recaredo corresponden al cuadro general de la historia de la Iglesia en su transición a la Edad Media, cfr. Jedin, H. manual de Historia de la Iglesia, II, pág 757ss. Herder. Leandro como autor está tratado en Patrología, Di Berardino, BAC, tomo IV, pág 91.
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