8 de Marzo, San Juan de Dios , fundador de los religiosos hospitalarios de la caridad. 1550.
Papas Alejandro VI , Julio III . Rey de España Carlos V (Carlos I de España).
«La caridad es una flor cuyo fruto se cosecha en el cielo.»

San Juan de Dios. Hospital de San Kuan de Dios. Barcelona. S. XVII
Juan Ciudad Duarte nació en Montemor o Novo (Portugal), allá por el año de 1495. Con apenas ocho años se trasladó a España donde pasó su juventud en un pequeño pueblo de la provincia de Toledo llamado Oropesa, ejerciendo de pastor y otras labores del campo, hasta la edad de 27 años en que decidió enrolarse en las tropas españolas que marchaban para defender de los franceses la plaza de Fuenterrabía.
Desde entonces Juan vivió como aventurero incansable, en permanente búsqueda de una vocación desconocida por el momento. Participó nuevamente como soldado en la defensa de Viena. De regreso volvió a ejercer de pastor en tierras de Sevilla, desde donde se desplazó hasta Ceuta para trabajar como peón en la construcción de sus murallas. Poco después regresó a Andalucía y comenzó a recorrer los caminos desde Algeciras hasta Granada como vendedor ambulante de libros de caballería, estampas y otros objetos religiosos.

Granada será tu cruz . Y tu gloria añadimos.
Una vez en Granada montó una pequeña tienda de libros en la calle Elvira, hasta que el 20 de enero de 1537, escuchando predicar al Maestro Juan de Ávila en la Ermita de los Mártires, sintió que todo su ser se estremecía al escuchar hablar del amor de Dios por los hombres.

San Juan de Dios. Pedro de Raxis. Granada. Del siglo XVI.
Esta experiencia le hizo confrontar su vida, los años perdidos, el vacío interior…
Sintió tan profundo arrepentimiento que con abundantes lágrimas y grandes muestras de dolor, recorrió las calles y plazas de la ciudad gritando sus muchos pecados y deseos de penitencia, hasta el punto que algunas personas se compadecieron de él y, considerándolo enfermo mental, lo condujeron al Hospital Real, donde lo encerraron pudiendo experimentar la crueldad con que se trataban a los enfermos que allí se encontraban.
A partir de esta experiencia de gracia y sufrimiento, Juan de Dios se prometió a sí mismo fundar su propio hospital donde poder tratar a los enfermos con el respeto y cariño que se merecen.

Antiguo Hospital Real de Granada
A su salida del Hospital Real, sin más recursos que el corazón lleno de amor de Dios y grandes deseos de servir a los pobres y enfermos desamparados, le llevó a abrir un pequeño hospital al que fue trasladando sobre sus hombros a cuantas personas se encontraba abandonadas por las calles granadinas. Allí les cuidaba con tanta caridad y destreza que muy pronto la gente se conmovió comenzando a colaborar con limosnas y otros enseres, e incluso algunos médicos, sacerdotes y otras personas de bien, le prestaban su ayuda desinteresada, impresionados y atraídos por el ejemplo de su nuevo estilo de hospitalidad.
Cuando murió en Granada, el 8 de marzo de 1550, extenuado por el trabajo y lleno de deudas por atender a tantos pobres, Juan de Dios había conseguido reunir en torno suyo a unos cuantos compañeros a los que les legó su nuevo estilo de vivir el evangelio de la misericordia y la semilla de una nueva familia religiosa, que la Iglesia reconoció como Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, y que se ha extendido por los cinco continentes con cerca de 300 obras asistenciales para la atención de las personas más necesitadas de la sociedad.

Basílica de San Juan de Dios, patrono de Granada
Fue canonizado por Alejandro VIII el 16 de octubre de 1690. En 1886 fue proclamado patrón de los Hospitales y Enfermos. En 1930 es declarado patrón de los Enfermeros y sus asociaciones. También es patrono del cuerpo de Bomberos por su actuación durante la extinción de un incendio declarado en el Hospital Real de Granada, del que consiguió sacar ilesos a cuantos enfermos se encontraban en su interior.

Interior de la deslumbrante basílica de San Juan de Dios. Arte Churrigueresco. Deslumbran los brillos de sus luces y oros.

Retablo del altar mayor de la basílica.
De Centro San Juan de Dios de Granada
[Sigue texto de Santoral]
Este santo tenía más avidez de humillación y de menosprecio que la que tienen los hombres mundanos de honores y distinciones. Un día, una mujer lo colmó de injurias y lo trató de hipócrita, y él, secretamente, dióle dinero, comprometiéndola a repetir lo dicho en la plaza pública. El arzobispo de Granada le reprochó, porque recibía en el hospital, que administraba, a vagabundos ya personas poco recomendables, arrojóse el santo a los pies del prelado diciéndole:
«No conozco en el hospital a otro pecador fuera de mí mismo, que soy indigno de comer el pan de los pobres». Otro día corrió en todas direcciones sacando enfermos del hospital, que estaba en llamas, y salió al cabo de una media hora sin la menor quemadura. De rodillas exhaló su último suspiro, abrazando a Jesús crucificado, cuya abnegación, mansedumbre y humildad tan bien había imitado.
MEDITACIÓN
SOBRE LA MANSEDUMBRE
I. Practica la mansedumbre, ahoga con esmero 1os movimientos incipientes de la cólera; ¿qué ganas con satisfacer esta violenta pasión, que turba tu entendimiento, y que atormenta a sus servidores y amigos? Acuérdate de la mansedumbre de Jesucristo. ¡Qué alegría experimentarás por haber reprimido este arranque! ¡Qué recompensa recibirás si te vences a ti mismo! Los que triunfan de sí mismos hacen violencia al cielo. (San Cipriano).
II. Practica la suavidad, soportando el mal humor y las imperfecciones del prójimo. Quieres que te soporten tus defectos, es muy razonable que uses de igual indulgencia para con los demás. Ese carácter molesto que reprochas en tu hermano es un defecto de la naturaleza; acaso ella te trató a ti peor todavía, y te hizo más desagradable para el prójimo. Examina tus defectos, y soportarás fácilmente los de los demás.
III. Practica la mansedumbre soportando que se te menosprecie. ¿Quién eres tú, en definitiva, para que tanto te cueste soportar desprecios? Tu nada y tus pecados muy merecido tienen este trato. Si te los conociesen dirían mucho más. ¿y qué mal pueden hacerte ante Dios las palabras que te digan? Más aun, ¿qué corona no merecerías si las sufrieses con paciencia? Si fueses verdaderamente humilde, nada te costaría sufrir el desprecio y los malos tratos. La humildad suaviza todas las tribulaciones. (San Eusebio).
La mansedumbre
Orad por los enfermos.
ORACIÓN
Oh Dios, que después de haber abrasado con vuestro amor al bienaventurado Juan, lo hicisteis andar sano y salvo en medio de las llamas y por su intermedio enriquecisteis a vuestra Iglesia con una nueva familia, haced, en consideración a sus méritos, que el fuego de su caridad nos purifique de nuestras manchas y nos eleve hasta la eternidad bienaventurada. Por J. C. N. S. Amén.
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San Juan de Dios, de Granada, gracias y FElicidades.
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