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PRINCIPIOS SOBRE EL USO DE SACRAMENTOS


Es republicación del texto publicado en este blog en 15/06/2014]

[Este artículo se encuadra en los  días en que aún estaban vivos Mons. Lefebvre y Juan Pablo II. Su autor, es el P. Egregyi., teólogo de reconocida solvencia de quien hay textos en el blog. Fue expulsado de la Fraternidad pir Mons. Lefebvre y mantiene un Sedevacantismo quizás extremo, porque no reconoce las Consagraciones episcopales de Mons. Thuc y tampoco reconoce las consagraciones de Mons. Lefebvre ni las hechas después por sus obispos así como las ordenaciones sacerdotales de estos. Tampoco  reconoce las consagraciones episcopales hechas sin mandato, ateniéndose a la letra de lo que disponen los cánones, así como a la prohibición expresa, bajo excomunión, de Pío XII en Ad apostolorum Principis Sepulchrum.  

Es muy posible que haya que estar en desacuerdo con el autor en materias muy sensibles, pero, con todo, nos da abundante materia de reflexión sobre algunas prácticas, demasiadas, por desgracia, en nuestros días, como la Communicatio in Sacris. También nos hace reflexionar sobre la frivolidad en suponer Ia validez de las “epikeyas” en algunas consagraciones episcopales hechas por obispos sedevacantistas que ciertamente no están hechas en un marco católico como serían las hechas a obispos deliberada y y voluntariamente acéfalos  e independientes. Igualmente se diga de las ordenaciones sacerdotales hechas por ellos que serían ilícitas como también las misas y confesiones de los ordenandos.

En fin es un texto para Ia reflexión y que podría contener algunos excesos]

PRINCIPIOS SOBRE EL USO DE SACRAMENTOS

 

Todas las desgracias del hombre se derivan del hecho de no ser capaz de estar tranquilamente sentado y solo en una habitación.»  (Blaise Pascal)

 

El Papa Juan Pablo II  estuvo en tratos con los arzobispos Thuc y Lefebvre

Principios  que han de aplicarse tratando con sacerdotes que quieren defender a la Iglesia Católica

[Publicado por Rev. François Egregyi]

Las notas al pie se encuentran al final de este estudio.

Con el fin de demostrar a los fieles cuándo están obligados a huir de algún  sacerdote en particular sin que puedan, en ninguna circunstancia (1), recibir de él los sacramentos, es suficiente saber:

[1] Que el sacerdote reconoce a Juan Pablo II como Papa, o

[2] que apoya el arzobispo Marcel Lefebvre, o

[3] Que, incluso si se refiere a la Santa Sede como vacante y denuncia a Lefebvre, da los sacramentos a personas que aceptan a Juan Pablo II como Papa o a los partidarios de Lefebvre, o

[4] Da los sacramentos a personas que, incluso si denuncian a Juan Pablo II y Lefebvre, sin embargo, reciben los sacramentos de sacerdotes que, o bien los apoyan o se muestran ambiguos respecto de ellos, o

[5] Reconocen la autoridad del arzobispo vietnamita Ngo Dinh- Thuc, o

[6] Da los sacramentos a personas que también reciben los sacramentos de sacerdotes que reconocen la autoridad de Ngo Dinh Thuc-.

Probemos, por autoridades definitivas o con  argumentos irrefutables en última instancia, sobre la base de autoridades definitivas, que las proposiciones son correctas. Echemos un vistazo a cada caso .(2)

[1] El sacerdote reconoce Juan Pablo II como Papa. De él sólo es necesario decir:

[12] Quien reconoce Juan Pablo II como Papa, por tanto, se pone totalmente fuera de la Iglesia Católica de las siguientes maneras:

[13] Sin perjuicio de la excepción ya mencionada en la nota Nº (1), un católico no puede, en ningún caso, recibir los sacramentos de un sacerdote no católico, incluso si los sacramentos son válidos (4), y cualquiera que lo hiciere conscientemente comete pecado mortal.

Porque, si bien la ley permite que los fieles “por cualquier causa justa” reciban sacramentos de un sacerdote excomulgado (Canon 2261), este permiso no se extiende a un sacerdote excomulgado que no es católico. Sería participación activa en el culto con no católicos – communicatio in sacris cum acatholicis – y está inequívocamente prohibida por el Canon 1258/1:

Es ilícito que los fieles de cualquier manera activa presencien o participen en los servicios religiosos de los no católicos. “(5)  No es necesario decir que no existen circunstancias en las que se pueda cometer pecado mortal, ni siquiera para recibir los sacramentos; sobre todo, cuando se trata de sacramentos.

[2] El sacerdote apoya al Arzobispo Lefebvre o se niega a denunciarlo.

[22] “Pero suponiendo que lo que se dice en [214] no fuere verdad”, se puede objetar, “¿por qué no hemos de recibir los sacramentos de un tal sacerdote, con el permiso otorgado por la ley en virtud del Canon 2261, que permite a los fieles recibir los sacramentos por causa justa “de un sacerdote excomulgado?”  Pues porque  nadie puede exponerse al peligro de ser pervertido por  falsos maestros, ni puede  recibir los sacramentos de un sacerdote que da escándalo público. Refiriéndose a pecadores notorios (6) Santo Tomás de Aquino dice que,  siendo sacerdotes herejes y cismáticos,

sin embargo tienen el poder de consagrar la Eucaristía, aunque no hacen un uso adecuado de la misma, por lo que pecan al celebrarla. Ahora bien,  el que comunica con otro que está en pecado se convierte en partícipe de su pecado. De ahí que leemos en 2 Juan 11 que “el que le dice: Dios te salve, comunica con sus malas obras.” Por consiguiente, no es lícito recibir la comunión de él o asistir a su Misa “

Por otra parte, el sacerdote que apoya Lefebvre con toda seguridad estaría dispuesto a dar los sacramentos a los demás que apoyan Lefebvre, incluidos los miembros de la Sociedad de San Pío X, y esto implica otro delito de sacrilegio público, como se explica en los números [3] y [4] de abajo.

[23] ¿Pero qué pasa si un sacerdote da un apoyo meramente restrictivo a Lefebvre, manteniendo que ahora procede incompetentemente, por ejemplo, en defensa de la verdad y de la tradición católica- pero que al menos al comienzo acostumbraba a explicar la verdad?  Al decir que Lefebvre es absolutamente un obispo católico, el sacerdote está diciendo que Lefebvre es miembro de la misma Iglesia que él, lo que es lo mismo que decir que él (el sacerdote) es miembro de la misma iglesia de Lefebvre. Y como Lefebvre abierta y públicamente profesa que Juan Pablo II es su papa, al estar en la misma iglesia que Lefebvre, siguiendo estrictamente el argumento, profesa que se encuentra en la misma iglesia que Juan Pablo II y por tanto, fuera de la Iglesia Católica. Es cierto que es posible imaginar a alguien diciendo que él es miembro de la misma iglesia que Juan Pablo II – de hecho, en nuestros días, es posible imaginar a la gente decir prácticamente cualquier cosa – sin que tal afirmación tenga más sentido que el que tiene afirmar de que algo que es a la vez blanco y negro; pero el fiel que se expone a un sacerdote así es como si se expusiera a un loco.

Por otra parte, como se dijo en  [23] no existe ninguna posibilidad de que dicho sacerdote niegue los sacramentos a los Lefebvristas , crimen que se explica en los números [3] y [4] abajo.

[24] ¿Y si el sacerdote no apoya Lefebvre sino que simplemente se niega a denunciarlo cuando es justo que deba hacerlo? Un sacerdote, o cualquier otro, está obligado a hacer lo que pueda para evitar que los fieles bajo su influencia se expongan  a los herejes y participen en sacramentos sacrílegos, y su deber de decir a los fieles que se aparten  de Lefebvre y sus colaboradores es no menos grave que su deber de decirles que no tengan nada que ver con la Iglesia ortodoxa griega o los luteranos. En este caso, como Lefebvre sostiene que él es un obispo católico, no oponerse a él es darle apoyo tácito. Tampoco se trata de una teoría inventada por nosotros mismos para dar peso a nuestro posición. Por el contrario, se trata de una enseñanza de la Iglesia.

No oponerse a una doctrina errónea es aprobarla“, escribió el Papa Inocencio III, “y no defender la verdadera doctrina es suprimirla“. (7)

Es difícil pensar en una doctrina más desastrosamente errónea  que la que sostiene que la Sede de Pedro está válidamente ocupada por Juan Pablo II, el cual  puedo ser descrito justamente como la personificación de la síntesis de las doctrinas erróneas que impregnan nuestra era.

Y, una vez más, si el sacerdote no denuncia a Lefebvre, no puede negar los sacramentos a las personas que también van a Lefebvre o a sus asociados para recibir los sacramentos, que ahora examinaremos en los siguientes dos números.

[3] El sacerdote se refiere a la Santa Sede como vacante y denuncia a Lefebvre, pero da los sacramentos a personas que consideran a Juan Pablo II como Papa y / o a los partidarios de Lefebvre.

[33] El sacerdote que hace caso omiso de Canon 731 está cometiendo públicamente el delito de sacrilegio por profanar la Preciosa Sangre de Nuestro Señor, y el que recibe los sacramentos de un sacerdote de quien él sabe que hace eso, está asociado a su acción y debe compartir su castigo. [Ver 22] Y cualquiera que piense que no es adecuado para un lego  preocuparse de los dichos delitos, diciéndose a sí mismo que tal vez el sacerdote sólo lo hace por caridad, y que lo mejor es no ser duro en estos tiempos de confusión, simplemente está demostrando su ignorancia, muy frecuente en la actualidad, acerca de cuán terribles son hoy día los sacrilegios.  Los pecados directamente contra Dios son mucho peores que los pecados contra nuestros semejantes.

Quizás lo mejor que debe hacer una persona que desea ir a la misa de un sacerdote que acoge a todos los asistentes a la barandilla de la comunión, es preguntarse a sí mismo si él también iría a la misa de un sacerdote que, como parte de su actuación, escupe a Hostias consagradas y luego las arroja al suelo, porque el delito los dos casos es de la misma naturaleza.

[4] El sacerdote que da los sacramentos a personas que, a pesar de que  denuncian a Juan Pablo II y a Lefebvre, sin embargo también reciben  los sacramentos de  sacerdotes que los apoyan o son equívocos acerca de ellos. Aunque la demostración de que tal sacerdote debe ser evitado es más complicada, no es menos irrefutable, como se muestra por una lectura cuidadosa de los argumentos siguientes

[5] El sacerdote reconoce la autoridad del arzobispo vietnamita Ngo Dinh Thuc.

Canon 953: “La consagración de los obispos está reservada al Romano Pontífice, de tal manera que no se permite a ningún obispo  consagrar como obispo a nadie a menos que primero hubiera tenido la certeza de tener  un mandato del Papa.”

Canon 2370: “Un obispo que consagra a otro obispo, y los obispos que asisten, o los sacerdotes que asisten a los obispos,  al consagrante y al obispo recién consagrado,  que hayan hecho la consagración sin mandato apostólico en violación del Canon 953, están todos suspendidos automáticamente (y excomulgados) hasta que la Sede Apostólica los haya relevado de la pena “.

Y, para que nadie opine que, en estos días de confusión sin esperanza y con prácticamente toda la jerarquía aniquilada (excepto, tal vez, unos 60 obispos romanos católicos clandestinos en China que ignoran la existencia del Concilio Vaticano II y la existencia de los cuatro últimos no papas de Roma), una modificación en las leyes de la Iglesia para rectificar la situación que fuera a la vez, “modificación” admisible y razonable significaría un  “cambio” o una “innovación”; lo cual -durante la vacancia de la Santa Sede, el legislador ha prohibido categóricamente. El Canon 436, el Canon más corto del Código de Derecho Canónico, de manera sucinta y concluyente dice:

nihil innovetur sede vacante.” “Durante la Sede vacante, no se permite ninguna innovación (o cambio)”.

[53] Los sacerdotes que apoyan Thuc y sus obispos se dividen en dos categorías:

[531] Los que han sido ordenados por uno de sus obispos recién consagrados.

Su caso es simple. Ellos han sido ordenados de manera ilegal y sacrílega por un obispo suspendido que fue consagrado ilegalmente por un hereje que también había usurpado la autoridad de la Santa Sede. Por otra parte, negar la necesidad de un mandato papal para consagrar es rechazar la autoridad del papado, lo cual es un acto de cisma. Así, todo sacerdote “descendiente de” Thuc, que afirma que puede funcionar como sacerdote, no es católico.

[532] Los que estaban ordenados en la Iglesia católica, pero han respondido a las exhortaciones de los obispos de Thuc a someterse a su jurisdicción y autoridad. (En los Estados Unidos un obispo Thucista, Obispo Vezelis, reclamó jurisdicción sobre la mitad de los EE.UU. al este del Mississippi, y el otro, el obispo Musey, sobre la mitad oeste del Mississippi, y también sobre  Florida.) Aunque Thuc no haya sido hereje y por lo tanto no católico – lo cual no  es verdad-  un sacerdote sometiéndose  a su organización aún estaría entrando en una secta cismática por dos razones.

En primer lugar, la ley establece claramente que un obispo sólo puede consagrar cuando se ha asegurado de tener  un mandato papal. Darse un mandato que sólo el Papa puede dar es  rechazar la autoridad del Papa o de usurpar la autoridad del papa, los cuales son actos de cisma. En segundo lugar, el Papa y sólo el Papa es, como Dom Guéranger dice, “la fuente de toda jurisdicción espiritual.” (11) A los obispos simplemente no se les permite darse a sí mismos o a  los demás territorios sobre los que puedan tener  jurisdicción episcopal, y nadie está autorizado a someterse a los que lo hacen. Ejercer un dominio que pertenece al papado supone la creación de la propia iglesia, y por tanto, incluso un sacerdote que no ha sido ordenado por uno de los obispos de Thuc entra en cisma en el momento en que se somete a su autoridad, y los fieles no pueden recibir los sacramentos de los cismáticos.

[6] El sacerdote da los sacramentos a  personas que también reciben los sacramentos de sacerdotes que reconocen la autoridad del Arzobispo Ngo Dinh-Thuc. Virtualmente se  aplican los mismos principios que los establecidos en el punto [4], en el que se dice que los sacerdotes que dan sacramentos a personas que en otras ocasiones los recibieron de los  Lefebvristas se considerarían como  tales. En resumen, a un sacerdote no se le permite dar los sacramentos a personas que también participan en servicios religiosos de sectas no católicas, y un católico que recibe los sacramentos de un sacerdote de quién sabe que actúa así, comparte su crimen.

***

Hay una pregunta que, junto con otras cuestiones que se derivan de ella, vale la pena hacer antes de abandonar el tratamiento general de este tema. ¿Qué hay de los sacerdotes que dan los sacramentos a personas que reconocen a Juan Pablo II, o que apoyan a Lefebvre, o que se someten a Thuc, o que los dan indiscriminadamente  sin darse cuenta? Si estos sacerdotes ven a alguien en la Misa por primera vez, por ejemplo, ¿cómo van a impedir el recibir la Sagrada Comunión, si él (o ella) se acerca a la barandilla de la comunión? Los sacerdotes nunca interrogaban a todos los que acudían a misa acerca de sus creencias religiosas antes de darles la comunión, así que ¿por qué deberían hacerlo ahora? Por otra parte, seguramente rechazar a alguien a la Comunión sería poco caritativo, y escandaloso, y probablemente se intimidaría a alguien nuevo que podría haber llegado a la verdad.

En primer lugar,  permitir cometer un sacrilegio sin duda no es caridad. El primer deber de un católico es amar a Dios, y por otra parte,  dar una mayor importancia a los sentimientos -o incluso a lo que él cree que son los mejores intereses- de su vecino- que cumplir con su deber para con Dios es cometer el pecado de respeto humano. La obligación principal de un sacerdote es no permitir que el Cuerpo de Nuestro Señor sea profanado, y los problemas derivados de cualquier sentimiento se deben dejar a Dios para su resolución.(12). El  Canon 731 es claro y definido, y expresamente incluye entre aquéllos a los que se prohíben los sacramentos a los que incurren  en error de buena fe.

Y si bien es cierto que en otros tiempos los sacerdotes no preguntaban las creencias de los recién llegados antes de darles la Sagrada Comunión,  en esos días no había razón para hacerlo. Antes del “despegue” del ecumenismo en los últimos tres o cuatro décadas, casi ningún  no-católico quería recibir los sacramentos de un ministro católico – la Iglesia Católica, en general, era aborrecida por “el mundo” – por lo que que había una presunción razonable de que quien quisiera recibir los sacramentos tenía derecho a ellos, y esto era especialmente cierto dado que no había dificultad en determinar si alguien que decía ser católico lo era en realidad.

Hoy en día, por el contrario, cuando se trata de una cuestión del hecho obvio de que la verdad, por muy demostrable que pueda ser, es encontrada por tan pocos, (13) sin duda  la presunción de que cualquier particular recién llegado, tiene derecho a recibir los sacramentos, es por lo menos un asunto de seria duda. Suponer lo contrario sería un pecado contra la prudencia, un pecado, de hecho, de muy considerable temeridad. Por lo tanto es claro el deber de un sacerdote respecto de alguien de quien no sabe nada,  de no darle los sacramentos hasta que, si fuere necesario, se le haya preguntado cuidadosamente sobre sus creencias y sobre  si recibe los sacramentos en  otro lugar, para que se le puedan dar  instrucciones acerca de que se disponga (en lpalabras de Canon 731) a  “reconciliarse con la Iglesia.”

¿Y si el sacerdote no tiene tiempo para hablar con un recién llegado antes de que comience la Misa? Lo que se debe hacer, y entendemos que esto se hace a veces incluso por sacerdotes que son menos escrupulosos sobre obedecer otras leyes de la Iglesia, es, sin duda que el sacerdote mencione, en algún momento conveniente, tal como antes del comienzo de la Misa o antes de la distribución de la Sagrada Comunión, que él desearía que los recién llegados no se acerquen a recibir la Santa Comunión en esta ocasión, dando una breve explicación de la razón, y pidiéndoles  discutir el asunto con él después de la Misa. Un católico que tenga un sincero respeto de la Santísima Eucaristía no se opondrá a ser impedido a acercarse a ella, por el riesgo de profanación, incluso si eso significa que tiene que renunciar a la Santa Comunión en esta ocasión.

 

NOTAS 

(1) Excepto  en condiciones restringidas, o en peligro de muerte, para la recepción del sacramento de la penitencia o, si está inconsciente, el sacramento de la extremaunción.

(2)  Podríamos haber añadido una séptima proposición “que el sacerdote no dice misa exclusivamente según el rito tridentino o uno de los otros ritos aprobados por el Papa San Pío V en la Bula Quo Primum, pero no hay necesidad de hacerlo, ya que cualquiera de estos sacerdotes, sin duda, también será afectado por lo menos por una de las seis proposiciones que hemos expuesto.

(3) Matt. 06:24.

(4) Con frecuencia hay confusión entre “validez” y “licitud” (o legalidad) en relación con los sacramentos. Cuando los sacramentos son inválidos no se han confeccionado en absoluto, y recibir los sacramentos inválidos siempre es ilícito. Sin embargo, también puede ser ilegal (que significa “prohibido por la Iglesia”)  recibir incluso sacramentos válidos, como por ejemplo cuando se administran por  no católicos, de lo cual hemos tratado  aquí. Recibir sacramentos válidos ilícitamente es cometer el pecado mortal de sacrilegio.

(5) El Canon 1258/2 continúa diciendo que la presencia pasiva es tolerada en ciertas circunstancias, siempre que ningún escándalo o peligro de pecado pudieran derivarse de ello.

(6) Pero sólo cuando son conocidos o bajo sentencia eclesiástica. Aunque siempre está prohibido recibir los sacramentos de los cismáticos y herejes, puede ser lícito recibirlos  de sacerdotes pecadores a menos que sean notorios “, ya sea después de haber sido declarado culpable y condenado, o por haber reconocido la culpabilidad en forma legal, o de que sea imposible ocultar la culpa por medio de subterfugios. “(Summa Theologica, parte III, q. 82,. art 9, responder a la objeción de 3)

(7) Dist. 85.

(8) 2 Juan 11.

(9) Véase [4]  más abajo.

(10) No debe decirse  que si se retractó  de sus herejías él  “de forma automática y sin declaración” recupera el cargo de obispo. Los obispos deben ser designados o re-nombrados, y esto sólo lo puede hacer  el Papa reinante, si es que existe. Véase [514].

(11) El año litúrgico de Dom Prosper Guéranger: Fiesta de Nuestra Señora, Auxilio de los Cristianos (24 de mayo).

(12) La principal excepción a la regla de que un sacerdote cometa un sacrilegio en la administración a sabiendas de la Sagrada Eucaristía a  receptores indignos, es cuando su negativa implicaría el riesgo de ruptura, aunque sólo sea implícitamente, del secreto de confesión.

(13) Esto no es debido a las dificultades intelectuales acerca de  cuál sea la verdad. El problema radica en la voluntad. “Porque habrá un tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina.” (2 Tm 4:03) No es que no puedan, es que no quieren.

 

2 respuestas »

  1. SE agradece al director del blog que alerte a los lectores del rigorismo del autor del artículo y sus excesos, porque en efecto, los hay.
    Lo que es difícil de comprender es la razón por la cual el autor confecciona sacramentos si él mismo, no sólo apoyó al que denomina hereje: Lefebvre, sino que además recibió las «ordenes» – salvo error mío, ya que perteneció a la FSSPX-de este mismo «obispo»ordenado por el masón grado 31 luceferino Card. Lienart. Si me los explica a lo mejor lo entiendo. De acuerdo con él respecto a los hijos «sacramentales» de Lefebvre, y queda pendiente que explique por qué, el autor mismo nieto sacramental de un masón de alto grado no se ha ido a un erimitorio en el desierto.
    Sin embargo, tengo un manifiesto desacuerdo con lo que afirma respecto a Mons. Thuc., porque olvida una virtud importante inherente a la Justicia, que es la Epiqueya. Claro, que a la Epiqueya no se puede acoger cualquier sacerdote u obispo que pretenda ser acéfalo, ni que haya recibido la ordenación o consagración sin necesidad, o por simple simpatía. Pero al margen de los detalles de la aplicación de esta virtud, no se puede usar el CIC a la manera que los protestantes usan la Biblia, citando cánones sin ver el conjunto armónico. Hay siempre que tener en cuanta al menos cuatro principios: 1º La ley eclesiástica cede ante la Ley divina cuando existe conflicto 2ª La salvación de las almas es el fin de la Iglesia y 3º El legislador no puede prever todos los casos particulares, por lo que el propio CiC tiene argumentos interpretativos de sus precepto ante el conflicto o la imposibilidad de la aplicación de los textos 4º Cuando la ley no se puede aplicar porque el fin para el que fue hecha ha desaparecido o porque la circunstancia es novedosa y no prevista por el legislador, es obligado acudir a conocer la mente del legislador. Por ejemplo; un padre decreta que sus hijos no salgan de casa en su ausencia, porque quiere librarlos del peligro de ser atropellados por un automóvil o ser raptados puesto que está viviendo en un lugar inseguro ( tenemos la ley positiva, que siempre puede cambiar el legislador, el padre, por otra más benévola o severa, y la razón de la misma: proteger la salud de sus hijos). Ahora bien, un día el padre va a su trabajo y como siempre cierra con llave la casa, con los hijos dentro; al las pocas horas sufre un infarto y fallece ( ya no existe legislador- sedevacante-, pero la ley humana- El Derecho Canónico- existe: la de que los hijos no salgan de casa). Los súbditos obedecen a la ley, pero esa misma noche se produce un incendio en el interior de la vivienda que amenza no sólo con quemar entera la casa en pocos minutos y abrasar a los infantes.¿ Qué hacer? Un hijo dice: hay que obeceder el precepto de nuestro papa y no salir de casa; otro, sien embargo quiere salir y alega ¿ Cuál era el fin, el espíritu de la norma, del CIc qiue nos dio nuestro padre? Obviamente proteger nuestra salud, por lo tanto él no hubiera querido jamás que su ley- el CIC- tuviera el fin de que nos abrasásemos y murieramos quemados para impedir que fuéramos atropellados. Finalmente, no logró convencer a su hermano que quería cumplir la ley, pero él salió por la ventana salvndo a tres hermanos más pequeños: Me olvidaba la nacionalidad del que saltó por la ventana y salvó a sus hemanitos, pero ahora que recuerdo era vietnamita; el que se que quemó apegándose a la letra de la ley era sin embargo francés. La letra mata, el espíritu vivifica. Thuc usó laa Epiqueya debidamente; Lefebvre no, y este hijo sacramental de lefebvre, y nieto sacramental del cardenal luciferino, también francés creo que tampoco. No obstante en otros escritos suyos matiza bastante su posición. De todas la maneras, no se es canonista por citar cánones del CiC. Mucas veces los árboles impiden ver el bosque; en los Pirineos tenemos otro ejemplar semejante, cerca de Pamplona, y no es el único, que también en España los hay rigoristas.

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  2. Tampoco estoy de acuerdo con mucho de lo que dice el autor, pero ya Máximo se ha encargado de refutar gran parte. El principal es ese: la Ley no puede ir contra el espíritu de la Ley, y el espíritu de todas las leyes de la Santa Iglesia es salvar almas.

    Lo que sí que sería recomendable (creo yo) es que el sacerdote sedevacantista a la hora del sermón y los «avisos de la semana», si ve alguna cara nueva en la capilla le advierta que no dará los sacramentos a los nuevos hasta después de entrevistarse personalmente y asegurarse que está en comunión completamente con la verdadera iglesia de Cristo (que acepta todo lo que enseña la Iglesia Católica como verdad revelada por Dios; y por tanto no acepta como válidos a ningún Papa modernista (o que sin serlo él manifiestamente haya apoyado a modernistas manifiestos); y que no participa de ninguna manera en los sacramentos de modernistas), si se lo está pensando aún es una especie de nuevo catecúmeno y ha de esperar a convencerse completamente antes de recibir los sacramentos de ese sacerdote.

    Hay gente que recibe un domingo los sacramentos de un sacerdote de la Pío X, la semana que viene de un «sacerdote» con la «misa» novus ordo y la siguiente de un sedevacantista… y así vive, con lo que tenga más a mano. Esto es un sacrilegio, un escándalo y no evitarlo es fomentar el indiferentismo.

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