San Alfonso de Ligorio…
… juzga la idea de Francisco de que católicos y musulmanes comparten la misma fe
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Los cristianos tienen razón en confiar en Dios, al contrario de los seguidores de Mahoma
Moría un sacerdote de la Compañía de Jesús, que en vida se había desvelado mucho por la conversión de los pecadores (como se lee en el menólogo de la Compañía) y moría con tanta alegría y confianza de su salvación, que parecía excesiva; y se le dijo que en la muerte se debía confiar, pero también temer. Pero él respondió: “Y ¡que! ¿he servido por ventura a Mahoma? He servido a un Dios que es tan grande como fiel; ¿por qué he de temer?”. (San Alfonso de Ligorio. Selva de materias predicables. p. 101)
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El Islam promete un paraíso carnal
El paraíso de los mahometanos, sin embargo, sólo es apto para bestias; pues el asqueroso placer sensual es todo que el creyente debe esperar allí. (San Alfonso de Ligorio. The History of Heresies and their Refutations, p. 93)
… juzga los métodos educativos de la juventud que tiene Francisco
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Todo lo de este mundo acaba
En suma, el tiempo es breve, por lo que es necesario que lo aprovechemos para prepararnos a morir penetrados del pensamiento de que todo lo de este mundo acaba. Por esto dice el Apóstol que los que en tierra lloran, como si no llorasen, porque pasan todas las miserias de la vida, y los que se salvan serán felices por toda la eternidad; y los que gozan, como si no gozasen, porque día vendrá en que habrá que dejarlo todo, y quien se condena será desgraciado por toda la eternidad. (San Alfonso María de Ligorio. Sermones abreviados, Sermón XXXIX, Obras ascéticas, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1954, vol. 2, p. 794)
… juzga la idea que Francisco tiene sobre el sufrimiento humano
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¿Qué pedir a Jesús después de verlo en la Cruz?
Señor, viéndoos tan despreciado y maltratado por mi amor ¿qué otra cosa puedo pediros sino cruces y desprecios? (San Alfonso María de Ligorio. Selva de materia predicables e instructivas, p. 208)
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Es muy justo que padezcamos por amor a Jesucristo
Si Jesucristo padeció tanto por nuestro amor, ¿no será justo que también nosotros padezcamos algo por amor suyo? (San Alfonso María de Ligorio. Selva de materia predicables e instructivas, p. 210)
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Los santos han recibido las enfermedades a manera de tesoros
La única y más escogida ocupación de los santos ha sido desear con ardor poder sufrir toda suerte de fatigas, ultrajes, y dolores para agradar a Dios, que tanto ha merecido ser amado, y que tanto nos ha amado. […] ¿Y qué mayor felicidad, que mayor consuelo puede alcanzar el alma que soporta alguna fatiga o sufrir algún dolor para agradar a Dios? […] Para agradar a Dios, en fin, los santos se han desprendido de todos sus bienes, han renunciado a las más altas dignidades del mundo, y han recibido, a manera de tesoros, las enfermedades, las persecuciones, el despojo de sus bienes, y la muerte más dolorosa. (San Alfonso María de Ligorio. Reflexiones piadosas sobre diferentes puntos espirituales, p. 296)
… juzga la idea de anticlericalismo que tiene Francisco
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Público embajador de toda la Iglesia
El sacerdote es el ministro destinado de Dios para público embajador de toda la Iglesia para honrarle, y para que por su medio todos los fieles puedan impetrar la divina gracia. Toda la Iglesia junta no puede dar tanto honor a Dios, ni puede alcanzar de Él tantas gracias, como un solo sacerdote que celebra una misa. (San Alfonso María de Ligorio. Selva de materias predicables e instructivas, cap. I, 2)
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Dispensadores de la divina gracia, puertas y porteros del cielo
Los sacerdotes son los dispensadores de la divina gracia y los compañeros de Dios. Son el honor y las columnas de la Iglesia, son las puertas y los porteros del Cielo. (San Alfonso María de Ligorio. Selva de materias predicables e instructivas, cap. I, 6)
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La más elevada dignidad entre todas las jerarquías de la tierra
El sacerdocio es la suprema dignidad entre todas las dignidades creadas […]. La dignidad del sacerdote es la más elevada de todas las jerarquías de la tierra y de todas las altezas celestiales, y a Dios solamente es inferior el sacerdote. (San Alfonso María de Ligorio. Selva de materias predicables e instructivas, cap. I, 1)
… juzga la idea de pedir oraciones a no católicos y ateos que tiene Francisco
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Dios no oye, ni siquiera en la hora de la muerte, al pecador obstinado
¡Cuán infeliz el pecador obstinado que resiste a la voz divina! El ingrato, en vez de rendirse y enternecerse por el llamamiento de Dios, se endurece más, como el yunque por los golpes del martilló (Jb 41, 15). Y en justo castigo de ello, así seguirá en la hora de morir, a las puertas de la eternidad. El corazón duro mal se hallará al fin. Por amor a las criaturas —dice el Señor—, los pecadores me volvieron la espalda. En la muerte recurrirán a Dios y Dios les dirá: “¿Ahora recurrís a Mí? Pedid auxilio a las criaturas, ya que ellas han sido vuestros dioses” (Jer 2, 28). Esto dirá el Señor, pues aunque acudan a Él, no será con afecto de verdadera conversión. Decía San Jerónimo que él tenía por cierto, según la experiencia se lo manifestaba, que no alcanzaría buen fin el que hasta el fin hubiera tenido mala vida. […] ¡Cosa digna de admiración! Dios no cesa de amenazar al pecador con el castigo de la mala muerte. “Entonces me llamarán, y no oiré” (Pr 1, 28). ¿Por ventura oirá Dios su clamor cuando viniere sobre él la angustia? (Jb 27, 9). Me reiré en vuestra muerte y os escarneceré (Pr 1, 26). El reír de Dios es no querer usar de su misericordia. “Mía es la venganza, y Yo les daré el pago a su tiempo, para que resbale su pie” (Dt 32, 35). Lo mismo dice en otros lugares; y, con todo, los pecadores viven tranquilos y seguros, como si Dios les hubiese prometido para la hora de la muerte el perdón y la gloria. Sabido es que, cualquiera que fuere la hora en que el pecador se convierta, Dios lo perdonará, como tiene ofrecido. Más no ha dicho que en el trance de morir se convertirá el pecador. Antes bien, muchas veces ha repetido que quien vive en pecado, en pecado morirá (Jn 8, 21, 24), y que si en la muerte le busca, no le encontrará (Jn 7, 34). (San Alfonso María de Ligorio. Preparación para la muerte, 6, 2-3)
… juzga los criterios para ser obispo que tiene Francisco
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El obispo debe ir delante los fieles por el camino de la virtud
No basta que el obispo sea lucerna ardens en su interior, sino que debe ser lucens (Jn 5, 35) al exterior, por el buen ejemplo, si quiere ver caminar a sus ovejas por el camino de la virtud. Para que éstas suban a la montaña es preciso que el pastor vaya delante, a su vista. El obispo estambién la luz colocada por Dios en el candelero para que alumbre a todos los que están en la casa (Mt 5, 15). Por mucho, pues, que les predique y exhorte la práctica de las máximas del Evangelio, si no va delante con el ejemplo acontecerá lo que dice el Concilio de Verceil: que los súbditos le creerán poco, porque los hombres creen más a los ojos que a los oídos. (San Alfonso María de Ligorio. Reflexiones útiles a los obispos, II. Obras ascéticas, Madrid, BAC, 1954, p. 32)
… juzga la idea sobre ofrecer rosarios que tiene Francisco
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La fervorosa violencia de la oración es muy grata al corazón de Dios
Debemos acudir al Señor y no cansarnos de repetir: Ayúdame, Señor, sostenme con tus manos benditas… no me dejes… ten piedad de mí. ¿Hay por ventura cosa más sencilla que decir a Dios: Ayúdame… asísteme…? Dijo el Salmista: haré dentro de mí oración a Dios, autor de mi vida. Comentando este lugar la glosa añade: Alguno por ventura podrá decir que no puede ayunar, ni dar limosna, pero si se le dice: reza… a esto no podrá alegar que no puede. Y es que no hay cosa más sencilla que la oración. Sin embargo, por eso mismo no debernos dejar apagarse en nuestros labios la oración. A todas horas hemos de hacer fuerza sobre el corazón de Dios para que nos socorra siempre; que esta fervorosa violencia es muy grata a su corazón, como nos lo asegura Tertuliano. Y San Jerónimo llega a decir que cuanto más perseveramos e importunamos a Dios en la oración, más gratas le son nuestras plegarias. […] No dejemos nunca de pedir al Señor esta gracia y este espíritu de continua oración, porque, si siempre rezamos, seguramente que alcanzaremos de Dios el don de la perseverancia y todos los demás dones que deseemos, porque infaliblemente se ha de cumplir la promesa que El hizo de oír y salvar a todos los que oran. Con esta esperanza de orar siempre ya podemos creernos salvos. (San Alfonso María de Ligorio. La oración gran medio de salvación, 3, VIII)
… juzga la idea de que la Virgen María sería capaz de rebelarse contra Dios que tiene Francisco
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Jesús y María ofrecieron un mismo sacrificio
Al morir Jesús, María unió su voluntad con la de su Hijo de tal manera que ambos ofrecieron un mismo sacrificio, y por eso dice el mismo santo abad que así es como el Hijo y la madre realizando la Redención humana obtuvieron la salvación de los hombres. La Madre de Dios puede ser llamada “salvadora del mundo”, pues con el sufrimiento soportado compadeciendo a su Hijo —y que ofreció voluntariamente a la divina justicia— mereció que se comunicaran a los hombres los méritos del Redentor. (San Alfonso María de Ligorio. Las glorias de María, II, 1, 6, 6)
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Con todo su corazón, ofreció y consintió que su Hijo muriera para salvarnos
Nuestra madre amorosísima estuvo siempre y del todo unida a la voluntad de Dios, por lo que —dice San Buenaventura— siendo ella el amor del eterno Padre hacia los hombres que aceptó la muerte de su Hijo por nuestra salvación, y el amor del Hijo al querer morir por nosotros para identificarse con este amor excesivo del Padre y del Hijo hacia los hombres, ella también, con todo su corazón, ofreció y consintió que su Hijo muriera para que todos nos salváramos. (San Alfonso María de Ligorio. Las glorias de María, I, 1, II, 3)
… juzga la idea de que podemos enorgullecernos de nuestros pecados que tiene Francisco
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Nuestra gloria ha de consistir en un profundo conocimiento de nuestra insuficiencia
Decía el Apóstol San Pablo: “Libentur igitur gloriabor in infirmitatibus meis, ut inhabitet in me virtus Christi” (2 Cor 12, 9). Así debemos también decir nosotros: toda nuestra gloria ha de consistir en un profundo conocimiento de nuestra insuficiencia, y de este modo adquiriremos la virtud de Jesucristo, esto es, la santa humildad. (San Alfonso María de Ligorio. Selva de materias predicables e instructivas, 2, 6, 10)
… juzga la idea de origen de los Salmos que tiene Francisco
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El oficio mal rezado perjudica la Iglesia
¡Ah! Si los sacerdotes y los religiosos tuvieran empeño en rezar el oficio como se debe, no se vería a la Iglesia en el deplorable estado en que se la ve. ¡Cuántos pecadores saldrían de la esclavitud del demonio, cuantas almas amarían a Dios con más fervoroso amor! Hasta los propios sacerdotes no se verían tan imperfectos como se ven, irascibles, glotones, ávidos de intereses terrenos y deseosos de vanos honores. (San Alfonso María de Ligorio. Obras ascéticas, Madrid, BAC, 1954, vol. 2, p. 428)
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Los eclesiásticos que rezan los Salmos con negligencia no son atendidos en sus pedidos
¿Cómo se explica que el sacerdote haga mil y mil oraciones al día en sólo el rezo del Oficio Divino y no sea oído? Siempre la misma debilidad y la misma facilidad en las recaídas, no sólo en materia leve, en que ya está habituado y de cuyas faltas no tiene el más mínimo cuidado de corregirse, sino en materia grave contra la caridad, la justicia o la castidad. De aquí que el desgraciado, al recitar las horas, llega a maldecirse a sí mismo cuando dice a Dios: Son malditos los que de tus mandatos se desvían. Para colmo de males, desaparecen los remordimientos con la excusa de que es tan de carne como los demás y que no tiene fuerza para resistir. (San Alfonso María de Ligorio. Obras ascéticas, Madrid, BAC, 1954, vol. 2, p. 429)
… juzga la idea de que el Papa no debe juzgar que tiene Francisco
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Corregir siempre, pero en secreto si el delito fuere oculto
Monseñor Sanfeliz, de grata memoria, me dijo esto, temblando, cierto día: “Don Alfonso, ¿cómo podré yo descansar tranquilo cuando me consta que una de mis ovejas se halla en desgracia de Dios?”. San Gregorio imputa al obispo que no corrige el mismo crimen que comente el malhechor. Mas para que la corrección se haga como se debe es preciso, en primer lugar, que se haga con caridad, y si por fortuna, en casos extremos, hubiera de acudirse a la firmeza, siempre ha de mezclar el vino con el aceite, el rigor con la dulzura […]. Corríjase en secreto, máxime si el delito fuere oculto; quien ha perdido la fama, fácilmente se dejará después arrastrar por los vicios. (San Alfonso de Ligorio. Reflexiones útiles a los obispos. Obras Ascéticas. Madrid, BAC, 1954, p. 43)
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El escandaloso le quita a Jesucristo las almas que Él ha redimido con su sangre
El pecado del escándalo no consiste solamente en aconsejar a los otros directamente que obren el mal, sino también en inducir a otros directamente con sus hechos a pecar: Dictum vel factum minus rectum, prcebens alleri ruinam. Así definen el escándalo Santo Tomás y otros comúnmente. Y para conocer cuán grande sea la malicia del escándalo, basta saber lo que de él dice San Pablo, esto es, que quien ofende a su hermano, haciéndole caer en pecado, ofende propiamente a Jesucristo: Peccantes in fratres et percutientes conscientiam eorum infirmam in Christum peccatis (1 Cor 8, 2.) Y San Bernardo nos da la razón de ello, diciendo, que el escandaloso le quita a Jesucristo las almas que ha Él redimido con su sangre. Y así, dice el santo, que Jesucristo padece mayor persecución de los escandalosos, que de aquellos que le crucificaron. (San Alfonso de Ligorio. Selva de materias predicables e instructivas Parte I, c. 8, n. 2)
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El pastor que no corrige a sus ovejas dará cuenta a Jesucristo de los males que les sucedieren
También es oficio propio del pastor apartar a las ovejas de la mala vida con la corrección, a lo que está obligado, aunque fuese a costa de la propia vida. “El buen pastor expone su vida por las ovejas” (Jn 10,11). Si no obrare así, deberá dar cuenta a Jesucristo de cuantos males les sucedieren y que él hubiera podido evitar con la corrección. Este es el gran peso que hacía temblar a los obispos santos. (San Alfonso de Ligorio. Reflexiones útiles a los obispos. Obras Ascéticas. Madrid, BAC, 1954, p. 42)
… juzga la idea de condenación eterna que que tiene Francisco
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Más almas van al infierno por la misericordia que por la justicia de Dios
Dices que el Señor es Dios de misericordia. Aquí se oculta el tercer engaño, comunísimo entre los pecadores, y por el cual no pocos se condenan. Escribe un sabio autor que más almas envía al infierno la misericordia que la justicia de Dios, porque los pecadores, confiando temerariamente en aquélla, no dejan de pecar, y se pierden. El Señor es Dios de misericordia, ¿quién lo niega? Y, sin embargo, ¡a cuántas almas manda Dios cada día a penas eternas! Es, en verdad, misericordioso, pero también es justo; y por ello se ve obligado a castigar a quien le ofende. Usa de misericordia con los que le temen (cf. Sl 102, 11-13). (San Alfonso de Ligorio. Preparación para la muerte. Parte III, consideración 23, punto 2)
Ese blog de idiotas que insulta a alguien como Denzinger, poniéndo a bergoglio al mismo nivel en el título de su blog, ¿porque no le hace la misma cuestión a woytila, sobre los musulmanes, que le hace a bergoglio?
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