El artículo siguiente es muy interesante por cuanto demuestra que la admisión en la creación del primer hombre de cierto transformismo “mitigado” es decir un transformismo no natural sino especial o sea que pueda suponer en el Creador cierta intervención o dirección de manera que pueda hablarse en ese marco de Ia creación del primer hombre a partir de un organismo viviente (vulgo “mono”), ciertamente no es herética ni siquiera deja de tener alguna, aunque muy escasa, probabilidad, teológicamente hablando.
La cuestión puede resumirse por mí como sigue después de haber consultado algunos textos utilizados en la enseñanza teológica aprobada desde comienzos del siglo XX.
Tanquerey afirma resueltamente tanto en la “Synopsis brevis” (1923) como en la extensa (1926) que el llamado transformismo mitigado, en referencia al principal autor Mirwat, entre otros, que no es una tesis herética. Sin embargo “prima facie” parece contradecir el texto del Génesis (que habla de la creación de Adan “ex limo terrae”)Ya la Comisión bíblica como explica la “Medulla” de Valentín Zubizarreta , había respondido en 1909 que el texto debe tomarse en sentido literal.
En 1952 cuando se editó la Summa Teológica (la BAC) de los profesores S. I, el Padre Sagües trata el tema extensamente. Su calificación teológica es la siguiente:
1. El transformismo especial, en general, si se admite cierta intervención del Creador , no es contrario a la Fe.
2. Que el cuerpo de Eva fue creado inmediatamente por Dios es “de fide”
3. Que el cuerpo de Adán ha sido creado inmediate a Deo es una sentencia común en teología. Que excluya el transformismo natural es cierta absolutamente en teología. Que se excluya el transformismo especial (con alguna intervención del Creador para cambiar la especie animal en la humana) o sea el llamado transformismo mitigado, no es sentencia cierta sino que tiene alguna probabilidad. Sagües llama a la sentencia común, contraria a este transformismo mitigado “probabilissima”
Pío XII en la Encíclica Humani Generis (como puede leerse en el artículo que traigo) llama a científicos y teólogos a profundizar en la cuestión indagando sobre la probabilidad de este transformismo mitigado, al par que afirma resueltamente la creación inmediata del alma humana que sería infundida en ese cuerpo humano “evolucionado” a partir de un organismo viviente (aunque con intervención del Creador) . También niega resueltamente como contrario a Ia Revelación divina (que habla del pecado original de un protoparente) el entonces muy en boga “poligenismo” (creo, sin estar seguro, que después la misma ciencia ha terminado por excluirlo, en cuanto se demuestra la descendencia de todo el género humano de una única hembra).
De todo lo anterior se sigue que achacar a Pío XII, el delito de herejía está fuera de lugar y es una impudencia (sic) teológica de primer orden. Esto se ha hecho en el pasado a propósito del tema de la infalibilidad pontificia en algún comentario del blog.
Yo creo firmemente que la herejía pública y notoria depone ipso facto a cualquier pontífice que la hubiere cometido en cuanto hombre particular porque en cuanto papa estamos obligados a descartarlo.
También creo que la colosal figura (por su magisterio ) de Pío XII es la verdadera luz que debe orientar a los sedevacantistas, que debemos cerrar filas ante su bendita persona, siempre estando sometidos a su obediencia en todas las materias, sin negar que algunos casos (liturgia o elección de cardenales que después se mostraron nefastos ) ensombrezcan su pontificado, concediendo que en general pudiera haberlo hecho mejor como acontece con cualquier ser humano. Pero hay que reconocer que siempre estuvo libre de la herejía que con tanta profusión se dio en sus sucesores, los antipapas conciliares, verdaderos anticristos de estos últimos tiempos.
Someto lo anterior a Ia Iglesia (cuando tengamos, de lo que estoy cierto, un bienaventurado Pastor elegido sobrenatural y milagrosamente, como creo). Y estoy dispuesto si procede a retírarlo, aunque no si lo hace un mindundi en internet.
ADÁN Y EVA
Hay una vieja historia (apócrifa o no, no puedo estar seguro), que habla de un ateo prominente que viajaba en un tren. En los asientos, justo al otro lado del pasillo, hay un rabino ortodoxo y la nieta del rabino que tenía unos 17 años. El ateo y el rabino se conocían y habían debatido públicamente sobre la existencia de Dios. El ateo siempre le daba la espalda al rabino, ya que detestaba a cualquiera que creyera en Dios. Ambos hombres tenían poco más de 70 años y no se reconocieron. Durante el largo viaje en tren, la nieta del rabino hizo de todo por su abuelo, ayudándolo a ir y venir del baño, ajustando la almohada detrás de la cabeza, preguntándole si necesitaba algo y preguntándole cómo se sentía. La chica dejó a su abuelo para ir al baño, dejando sólo al rabino.
«Debo admitir, rabino, que tu nieta es una señorita respetuosa y educada y que realmente te ama. Estoy celoso. Mi nieta tiene la misma edad que la tuya y no tiene una hora del día para mí». «No creo que a ella le importe si sigo vivo o no». El rabino respondió: «¡Esa es la verdadera diferencia entre alguien que cree en Dios y alguien que no cree!» El ateo, perplejo, preguntó: «¿Qué quieres decir con eso?» El rabino respondió: «Cuando mi nieta me mira, ve a alguien dos generaciones más cerca de la maravillosa creación del mundo por Dios. Cuando tu nieta te mira, ve a alguien dos generaciones más cerca del mono». La historia, verdadera o no, tiene en su núcleo una lección vital: las ideas tienen graves consecuencias,
El mundo (en general) y los modernistas (en particular) intentan reducir la verdad de la aparición de la humanidad como descendientes de un único par de Primeros Padres, a una razón más para burlarse de la religión, especialmente del cristianismo. Yo era profesor de ciencias de secundaria aquí en la ciudad de Nueva York antes de ir a la facultad de derecho. Una vez, uno de mis alumnos me preguntó, de repente, si creía en Adán y Eva. Simplemente dije «sí», sin más detalles. Al día siguiente, me llamaron a la oficina de mi director y me advirtieron que nunca más mencionara «mis creencias personales» en clase. Le pregunté si estaba bien responder a esa pregunta en forma negativa. «Eso no es una creencia, eso es ciencia». Para él, la negación de la existencia de Adán y Eva fue «científica». Eso es en realidad cientificismo (la creencia de que solo la ciencia puede obtener el verdadero conocimiento) y no ciencia. Como todavía no estaba en el cargo, simplemente dije «OK» y salí de su oficina.
Al completar mi maestría en educación en ciencias y recibir la la acreditación presenté un documento a una organización de maestros de ciencias en Nueva York de la que era un miembro al corriente de sus cuotas. Mi tesis fue que existen pruebas de que en la naturaleza hay una fuerza guía en la Creación (esto fue antes del advenimiento del Diseño Inteligente), y que en esto no había referencias a autoridades religiosas, solo hechos científicos y argumentación filosófica. El editor de la revista se negó a publicarlo. Cuando le pregunté el motivo, él no respondió por escrito, sino que me llamó por teléfono. Dio tres razones; (1) «confundiría a nuestros miembros» [¿a personas con maestrías y doctorados? ¿En serio?], (2) es un «problema nacional» y sólo queremos lo que es relevante en Nueva York [¿el origen de la vida en la tierra no es relevante en NY?], y (3) «no es lo que defendemos» [esa fue la única razón real]. Me ofrecí a debatirlo frente a la membresía; después de todo, tenía un doctorado en biología, tenía alrededor de 50 años, y había obtenido mi maestría, cuando tenía 20 años. Él terminó la llamada y se negó a seguir comunicándose conmigo. Me convertí en el primer profesor de ciencias de Nueva York que renunciase a pertenecer a esa organización en protesta por la censura académica.
Cuando defendemos la verdad del monogenismo de nuestros primeros padres, debemos ser cuidadosos de no exagerar afirmando cosas no enseñadas por la Iglesia, y negar o minimizar las verdades esenciales de la fe. Este post expondrá las enseñanzas de la Iglesia sobre este tema y demostrará que los asertis científicos, incluso cuando son dados por científicos darwinianos, no pueden refutar nuestra descendencia común de Adán y Eva.
… la Autoridad de Enseñanza de la Iglesia no prohíbe que, de conformidad con el estado actual de las ciencias humanas y la teología sagrada, haya investigación y discusiones, por parte de los hombres con experiencia en ambos campos, refiriéndose a la doctrina de la evolución, en la medida en que indaga sobre el origen del cuerpo humano como proveniente de materia preexistente viva , ya que la fe católica [sólo] nos obliga a sostener que las almas son creadas inmediatamente por Dios. Sin embargo, esto debe hacerse de tal manera que las razones de ambas opiniones, es decir, las favorables y las desfavorables a la evolución, sean sopesadas y juzgadas con la seriedad, moderación y medida necesarias, y siempre que todas admitan someterse a el juicio de la Iglesia …
Sin embargo, cuando se trata de otra conjetura a saber, el poligenismo, los hijos de la Iglesia de ninguna manera disfrutan de tal libertad. Porque los fieles no pueden abrazar esa opinión que sostiene que después de Adán existieron en esta tierra hombres verdaderos que no se originasen a través de la generación natural de él como el primer padre de todos, o que Adán representa un cierto número de primeros padres. Pues de ninguna manera es evidente cómo se puede conciliar esa opinión con la que las fuentes de la verdad revelada y los documentos de la Autoridad del Magisterio de la Iglesia proponen con respecto al pecado original, que proviene de un pecado realmente cometido por un Adán individual. y que, a través de la generación, se transmite a todos y está en cada uno como suyo. (Véanse los párrafos 36 y 37; el énfasis es mío).
El papa no descartó la creación del cuerpo a través de la evolución y sostuvo la necesidad de la creencia en la creación inmediata del alma por Dios, así como el rechazo necesario del poligenismo. La mayoría de los tradicionalistas quedarán «escandalizados» por la idea de que el cuerpo humano podría haberse desarrollado con el tiempo a través de un proceso de evolución. Sin embargo, el papa Pío XII y los teólogos aprobados no vieron ningún problema.
Según el teólogo Tanquerey:
es de fide que nuestros primeros padres con respecto al cuerpo y al alma fueron creados por Dios: es cierto que sus almas fueron creadas inmediatamente por Dios; La opinión, antes común, que afirma que incluso el cuerpo del hombre fue formado inmediatamente por Dios, ahora está sometida a controversia … Mientras el origen espiritual del alma humana sea preservado correctamente, las diferencias de cuerpo entre el hombre y el simio no se oponen al origen. del cuerpo humano desde la animalidad … La opinión que afirma que el cuerpo humano ha surgido de la animalidad a través de las fuerzas de la evolución no es herética, de hecho puede ser admitida teológicamente … Tesis: La raza humana universal ha surgido del primer padre Adam . Según muchos teólogos, esta afirmación es próxima a la fe. (VerA Manual of Dogmatic Theology , [1959], 1: 394-398; El énfasis es mío).
El teólogo Ott dice de manera similar:
el alma del primer hombre fue creada inmediatamente por Dios de la nada. En cuanto al cuerpo, su formación inmediata a partir de materia inorgánicas por parte de Dios no puede mantenerse con certeza. Fundamentalmente, existe la posibilidad de que Dios inspirase el alma espiritual en una materia orgánica, es decir, en un cuerpo originalmente animal …
La encíclica Humani Generis de Pío XII (1950) establece que la cuestión del origen del cuerpo humano está abierta a la libre investigación por los científicos y a la teología natural [teodicea]
Contra … la opinión de ciertos científicos modernos, según los cuales las diversas razas se derivan de varios tallos separados (poligenismo), la Iglesia enseña que los primeros seres humanos, Adán y Eva, son los progenitores de toda la raza humana (monogenismo). La enseñanza de la unidad de la raza humana no es, de hecho, un dogma, pero es una suposición previa necesaria del dogma del pecado y la redención originales (ver Fundamentals of Catholic Dogma , [1955], págs. 94-96; El énfasis es mío).
La Comisión Bíblica Pontificia en 1909, afirmó que el Génesis enseña los siguientes hechos sobre la creación que deben ser aceptados por todos los católicos. El decreto fue promulgado por el Papa San Pío X.
«… la creación de todas las cosas que fue realizada por Dios al principio del tiempo; la creación especial del hombre; la formación de la primera mujer del hombre; la unidad de la raza humana; la felicidad original de nuestros primeros padres en un estado de justicia, integridad e inmortalidad; el mandato divino impuesto al hombre para demostrar su obediencia; la transgresión de ese mandato divino a instancias del demonio bajo la forma de una serpiente; la caída de nuestros primeros padres de su estado primitivo de inocencia, y la promesa de un futuro Redentor «. (Ver Acta Apostolis Sedis , 1 [Comisión Pontificia Bíblica de 1909], páginas 567-69).
Finalmente, la esencia básica de la enseñanza de la Iglesia en esta área es expuesta por el eminente teólogo Van Noort:
Además, incluso en aquellas verdades que el Magisterio Ordinario y Universal inculca inequívocamente, a veces hay lugar para cuestionar si todos los elementos de esa enseñanza deben ser inculcados con la misma fuerza. Por ejemplo, las siguientes doctrinas siempre han sido inequívocamente propuestas por el Magisterio Ordinario: que Dios creó a nuestros primeros padres formando sus cuerpos a partir del limo de la Tierra y de la costilla del hombre; que Adán pecó al probar el fruto prohibido a instancias de la serpiente; que Dios en castigo por los pecados de la humanidad causó un diluvio sobre toda la Tierra; que Cristo vendrá un día como Juez sobre las nubes del cielo, etc. ¿Hay que creer que la intención definitiva del Magisterio tiene la misma fuerza sobre el modo?
¿Con igual fuerza la formación corporal y el hecho mismo de la creación? ¿Con igual fuerza sobre la descripción externa del pecado de nuestros primeros padres y sobre el pecado mismo ? ¿Con igual fuerza la universalidad del diluvio y la manifestación de la Justicia Divina? ¿Con igual fuerza las circunstancias del espectáculo celestial y sobre el regreso real del juez? Incluso a priori los argumentos de una respuesta afirmativa tendrían pocas probabilidades de hacerlo, ya que las circunstancias descritas no contribuyen en absoluto o muy poco a la religión. En realidad, si uno verifica la historia, encontrará que al menos una serie de circunstancias enumeradas han sido puestas en duda por uno u otro de los Padres de la Iglesia, o por excelentes teólogos, sin que sus enseñanzas sean consideradas en lo más mínimo heréticas. (Ver Dogmatic Theology , 3: 223-224; Énfasis en el original).
De lo anterior podemos saber que la Iglesia nos enseña como verdad:
- La creación del mundo ex nihilo (de la nada) por Dios al comienzo del espacio-tiempo
- la creación especial del primer hombre
- la creación especial de la primera mujer del primer hombre
- las almas de los seres humanos son creadas inmediatamente ex nihilo por Dios
- toda la raza humana desciende de un hombre soltero y una mujer soltera; nuestros primeros padres
- nuestros primeros padres estaban en un estado de justicia original y por desobediencia nos trajeron el pecado original
- El pecado original se transmite por descendientes del primer hombre (Adán)
- El pecado original surgió por instigación de Satanás
- Dios prometió enviar un Redentor que es el Señor Jesucristo
No solo la geología, sino también la zoología y la anatomía comparada, nos enseñan que la muerte entre los animales inferiores no fue el resultado de la Caída del Hombre, sino de la constitución original que les dio su Creador. Una gran clase de animales, los carnívoros, tienen órganos destinados expresamente a destruir otras clases para la alimentación. [Incluso los herbívoros] deben haber destruido una multitud de insectos, de los cuales varias especies habitan casi todas las especies de plantas, [sin mencionar la destrucción de] millones de animales[organismos microscópicos], que abundan en muchos de los líquidos que beben los animales, e incluso en el aire que respiran.
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