[Enviado por Alejandro Sosa Laprida]

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Esto fue lo que Francisco dijo el 5 de septiembre en Mozambique, en un encuentro interreligioso:

« Gracias por estar presentes las distintas confesiones religiosas. Gracias por animaros a vivir el desafío de la paz y a celebrarla hoy juntos como familia; también a aquellos que sin ser parte de alguna tradición religiosa estáis participando. Es hacer la experiencia de que todos somos necesarios, con nuestras diferencias, pero necesarios. Nuestras diferencias son necesarias. »

Estamos ante la conocida tesis modernista, condenada por San Pío X, según la cual Dios es inmanente al hombre, revelándose a éste en su conciencia, las diferentes religiones expresando a su manera esta experiencia primordial. De ahí la necesidad de cada religión, pues en cada una de ellas Dios se manifiesta al hombre, quien conceptualiza esta revelación divina empleando sus propias categorías culturales. Huelga decir que ya no hay cabida para el Dios bíblico, personal y trascendente, ni para su unigénito Jesucristo, Redentor del género humano, ni para su Cuerpo Místico, la Iglesia Católica, única Arca de Salvación… 

Vale recordar que esto mismo es lo que proclamaba la declaración conjunta que Francisco y el Gran Imán de Al-Azhar firmaron el 4 de febrero en Abu Dhabi:

« El pluralismo y la diversidad de religión, color, sexo, raza y lengua son expresión de una sabia voluntad divina, con la que Dios creó a los seres humanos. »

La conclusión es insoslayable: la Iglesia está en manos de enemigos de Dios, a merced de impíos inescrupulosos, ocupada por lobos disfrazados con piel de cordero que buscan desfigurarla y vaciarla de su contenido sobrenatural. Percatarse de ello resulta indispensable si se desea conservar la Fe. Y dar testimonio, un acto de caridad hacia quienes todavía no perciben el peligro.