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SANTOS SIMÓN Y JUDAS, APÓSTOLES


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28 de octubre SANTOS SIMÓN Y JUDAS, APÓSTOLES DEL SEÑOR

 

Martirologio Romano: Fiesta de san Simón y san Judas, apóstoles, el primero llamado Cananeo o Zelotas, y el segundo, hijo de Santiago o también Tadeo, el cual, en la última Cena preguntó al Señor acerca de su manifestación, recibiendo esta respuesta: «El que me ame, observará mi palabra, y el Padre mío le amará, y vendremos a él y haremos nuestra mansión en él».
Etimológicamente: Judas = honrado, alabanza a Dios, es de origen hebreo.
Etimológicamente: Simón = Dios le oye, es de origen hebreo

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Hoy se celebra en toda la Iglesia universal la fiesta de estos dos apóstoles del Evangelio. Simón pertenecía al grupo formado en Israel. Se llamaban los “zelotes”. Su fin era trabajar duramente contra la invasión romana en su país. Sin embargo, la escucha de la palabra de Cristo fue para él el descubrimiento a la universalidad del amor de Dios.
Judas se ha convertido en un de los santos más populares por los favores que concede a la gente en lo concerniente a la búsqueda de trabajo.
Esta devoción la vivió ya en su vida la santa Brígida. Se puede leer en su libro “Las revelaciones” el profundo respeto y devoción por este apóstol del siglo I de nuestra era.
¿Por qué razón celebran la fiesta el mismo día?
La cosa es muy sencilla. Cuenta la tradición que los dos iban siempre juntos en su rico y fecundo apostolado. El Señor lo llamó para completar el número de los doce apóstoles, encargados de ser los continuadores de la obra de Jesús en el mundo.
Se le llama Tadeo para distinguirlo del otro Judas Iscariote que traicionó, vendió al Señor por treinta monedas de plata y después se ahorcó.
San Judas escribió poco. Tan sólo una Carta suya se encuentra en la Biblia. La finalidad de su escrito era una crítica severa contra los gnósticos, una herejía que separa lo físico de lo espiritual. Lo físico o corporal es malo, y el espiritual es el bueno. Y los dos provienen mediante emanaciones del mismo Dios.
Su Carta termina con estas palabras:» Sea gloria eterna a nuestro Señor Jesucristo, que es capaz de conservarnos libres de pecados, y sin mancha en el alma y con gran alegría».
Los dos murieron martirizados de forma cruel.
¡Felicidades a quienes lleven estos nombres!
 San Judas
Oración a San Judas Tadeo
 
Apóstol gloriosísimo de Nuestro Señor Jesucristo, 
aclamado por los fieles 
con el dulce título de ABOGADO DE LOS CASOS DESESPERADOS, 
hazme sentir tu poderosa intercesión
aliviando la gravísima necesidad en que me encuentro. 
Por el estrecho parentesco
que te hace primo hermano de Nuestro Señor Jesucristo, 
por la privaciones y fatigas que por El sufriste, 
por el heroico martirio que aceptaste gustoso por su amor, 
por la promesa que el divino Salvador hizo a Santa Brígida 
de consolar a los fieles que acudiesen a tu poderosa intercesión, 
obtenme del Dios de las misericordias 
y de su Madre Santísima 
la gracia que con ilimitada confianza te pido a Ti, 
Padre mío bondadosímo, 
seguro que me la obtendrás 
siempre que convenga a la gloria de Dios
y bien de mi alma. Así sea.
 
Glorioso Apóstol San Judas Tadeo, ruega por nosotros. (Repetir 3 veces)
 
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
[Sigue el texto de mercaba]

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28 de octubre SAN SIMÓN Y SAN JUDAS, APÓSTOLES

El apóstol es un enviado de Jesucristo. Un hombre llamado por Jesucristo para ser un testimonio vivo de su mensaje redentor en el mundo. Así estos dos hombres: Simón y Judas.

imageBien poco sabemos de Simón. Unos le identificaron con Simón el Cananeo, o el Zelotes, uno de los doce apóstoles del Señor. Otros aseguran que fue obispo de Jerusalén, sucesor del apóstol Santiago el Menor (hacia el a. 62; cf. EUSEBIO, H. E., 11 t.20 col.245 ). En esta última hipótesis hubiera sellado con su sangre la fe cristiana en la persecución del emperador Trajano, hacia el año 107. Pero esto resulta insostenible, puesto que el Simón obispo de Jerusalén fue, según Eusebio, hijo de Cleofás y no hermano de Santiago.

En la lista de los apóstoles le suelen llamar siempre Simón el Cananeo, o el Zelotes, dos términos que se identifican. Son, en efecto, dos traducciones de un mismo vocabla hebreo,qanná, que quiere decir zelotes o celoso. Así Simón, apóstol fiel de Jesucristo, encarna en su persona el gran celo del Dios omnipotente; «de hecho, el Dios de Israel se muestra como un ser «celoso» de sí mismo, que no puede en manera alguna tolerar cualquier atentado contra su trascendente majestad» (Ex. 20,5; 34,14).

En los albores ya de la era mesiánica los romanos toman definitivamente en sus manos las riendas de la administración palestinense. Los judíos, agobiados por el peso aplastante de la opresión extranjera, se esfuerzan desesperadamente por abrirse un resquicio de libertad y de esperanza. Quieren crear una fuerza de resistencia que los libere. A impulsos de Judas de Gamala y del fariseo Sadduk se organiza un partido de oposición. Los miembros que integran el partido toman el sobrenombre de zelotes.

El partido se ampara en un sentido eminentemente religioso. Quieren ser en medio de la dominación extranjera corrompida por el paganismo, un monumento vivo a la fidelidad a la ley mosaica.

Una gran preocupación mesiánica invadía el sentimiento nacional de estos hombres. La espera incontenida del gran Libertador se vivía en el partido con el alma en tensión, siguiendo la línea de los grandes profetas de Israel.

La impotencia humana para quebrar, por fin, la esclavitud, les empuja irresistiblemente a un patriotismo exaltado y zozobrante, que culmina en la guerra judía.

Simón pertenecía evidentemente a este partido, en el que se habían enlazado indisolublemente la religión y la política. No podemos olvidar que en la historia del pueblo elegido la preocupación social, religiosa y política iba siempre de la mano. Simón fue un zelotes. Es verdad que en su vida pesaba, sobre todo, el matiz religioso. El celo ardiente por la Ley le quemaba el centro de su alma israelita. Como San Pablo, es Simón un judío entregado plenamente al cumplimiento de las tradiciones paternales. Rozando en su persona el formulismo asfixiante y agobiador de los fariseos.

Pero un día, venturoso para él, se encontró con la mirada del Maestro y se convirtió sinceramente al Evangelio (Act. 21,20).

Perdido en su humildad, la Providencia ha querido dejarle olvidado en un casto silencio. De todos los apóstoles, él es el menos conocido. La tradición nos dice que predicó la doctrina evangélica en Egipto, y luego en Mesepotamia y después en Persia, ya en compañía de San Judas.

En la lista de los apóstoles aparece ya al final, junto a su compañero San Judas (cf. Mt. 10,3-4; Mc. 3,16,19; Lc. 6,13; Act. 1,13).

Simón es el Zelotes para distinguirle de Simón Pedro, el príncipe del Colegio Apostólico; Judas es llamado Tadeo (Lebbeo en algunos manuscritos de San Mateo) para distinguirle de Judas el traidor. San Juan le llama expresamente «Judas, no el Iscariote».

San Judas aparece también en el Evangelio con un gran celo apostólico. En la última cena, Jesucristo hace de sí mismo causa común con su Padre. El que le ame a Él, será amado de su Padre celestial. Acaba el Señor de proclamar el mandamiento nuevo. Y Judas siente que se le quema el alma de caridad al prójimo, y no puede aguantarse: «Señor, ¿cómo ha de ser esto, que te has de mostrar a nosotros, y no al mundo?» (Io. 14,22). La inefable dulzura del amor a Jesucristo, el testimonio caliente de la revelación del Verbo, tenía que penetrar el mundo entero. A través de estas palabras tímidas, pero selladas con el marchamo inconfundible de un apóstol, descubrimos la presencia de un alma grande y un corazón ancho.

Los evangelios no nos conservan de él ni una palabra más. La tradición, recogida en los martirologios romanos, el de Beda y Adón, y a través de San Jerónimo y San Isidoro, nos dicen que San Simón y San Judas fueron martirizados en Persia.

Afirma la leyenda que los templos de la ciudad de Suamir estaban recargados de ídolos. Los santos apóstoles fueron apresados. Simón fue conducido al templo del Sol y Judas al de la Luna, para que los adoraran. Pero ante su presencia los ídolos se derrumbaron estrepitosamente. De sus figuras desmoronadas salieron, dando gritos rabiosos, los demonios en figuras de etíopes. Los sacerdotes paganos se revolvieron contra los apóstoles y los despedazaron. El azul sereno de los cielos se enluteció de pronto. Una horrible tempestad originó la muerte a gran multitud de gentiles. El rey, ya cristiano por la predicación de los santos apóstoles, levantó en Babilonia un templo suntuoso, donde reposaron sus cuerpos hasta que fueron trasladados a San Pedro de Roma.

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El nombre de Judas es muy frecuente en el Nuevo Testamento y en la Iglesia primitiva (cf. Mt. 13,55, Mc. 6,3). San Clemente de Alejandría, influenciado, sin duda, por el protoevangelio de Santiago, cuenta a Judas entre los hijos del primer matrimonio de San José. San Lucas le llama «Judas de Santiago» (6,13,16). Aquí se suelen apoyar no pocos exegetas para decir que Judas era hermano de Santiago. Así lo afirmaban los escritores eclesiásticos de los primeros siglos testificando al propio tiempo que era «hermano», es decir, «pariente» del Señor, aunque luego no se pongan de acuerdo al darle el título de apóstol. Y así se viene invariablemente repitiendo en la exégesis católica. Y, sin embargo, el genitivo suele indicar siempre relación de paternidad, más que de fraternidad. El mismo San Lucas, en el mismo contexto, habla de «Santiago de Alfeo», es decir, hijo de Alfeo.

Cuando San Judas se presento a sí mismo en su carta apostólica, parece que no se incluye en el número de los doce. Se llama humildemente «un siervo de Jesucristo». Y hasta da la sensación que se excluye positivamente del grupo apostólico (v. 17 ) .

Esto, tal vez, concordaría más con la actitud de Jesucristo, que no elige a sus familiares para ser apóstoles de su doctrina. De hecho los hermanos del Señor se colocan fuera de los doce (cf. Act. 1,13-14).

Pero los católicos han proclamado siempre para San Judas el apostolado apoyados en Mc. 6,3, donde Santiago y Judas son llamados «hermanos de Jesucristo».

A través de la breve carta, escrita con un claro sentido de polémica, contra las primeras herejías nacientes, descubrimos en San Judas un escritor de mentalidad semita, con un conocimiento exquisito de la lengua griega. El clasicismo griego alterna en él con alguna influencia popular del estilo.

Desprecian ya estos herejes primeros del cristianismo la divinidad de Jesucristo, imbuidos indudablemente por las ideas gnósticas. Quieren propalar una doctrina esoterica, con una clara tendencia al iluminismo. Se creen con el monopolio de la santidad y no vacilan en llamarse «pneumáticos» o espirituales, mientras menosprecian a los demás con el nombre de «psíquicos» o carnales. Contra ellos levanta San Judas su voz, llena de un santo celo.

La fuente de inspiración es para él el Viejo Testamento, donde descubre una serie de sentidos típicos en orden al Nuevo Testamento. Tiene San Judas un gran conocimiento de documentos extrabíblicos. Hace referencia a los Apócrifos de Henoc y a la Asunción de Moisés.

Este uso que el apóstol hace en su predicación de la Biblia y de la tradición judaica tenía, sin duda, un valor extraordinario para los convertidos del judaísnio. La fe, según San Judas, constituye el fundamento de la vida cristiana. Pero esta fe, cálida y viva, va necesariamente unida a la caridad. El cristianismo es en él una aventura. Hay que jugárselo todo por el amor de Dios y del prójimo. Así la predicación de San Judas evoca la doctrina del cuarto evangelio. Como San Juan, predica él la confianza plena en el día del juicio, como una consecuencia obligada de haberse refugiado en la misericordia de Jesucristo.

La misericordia, la paz, la caridad, son una maravillosa expresión del ritmo ternario de la epístola y de su doctrina apostólica, La doxología final tiene una gran influencia doctrinal en la literatura cristiana de los primeros tiempos, comenzando por San Pedro y San Pablo. San Policarpo, igual que San Judas, desea a los filipenses la misericordia, la paz, la caridad en abundancia.

San Judas

El hecho de llamarse a sí mismo «hermano de Santiago», nos indica que San Judas se dirige a cristianos que tenían en gran estima a aquel apóstol. Y estas comunidades hemos de buscarlas en Palestina, Siria y Mesopotamia, donde, como hemos dicho, señala la tradición el campo de actividades al apóstol.

San Judas, tal vez, perteneció a la humilde clase de los trabajadores. Eusebio cuenta que fueron acusados ante el emperador Domiciano unos nietos de Judas, por ser parientes del Señor. Pero el emperador los dejó en libertad, al ver sus manos encallecidas por el trabajo.

EVARISTO MARTÍN NIETO

 

5 respuestas »

  1. 28 de octubre este mundo celebra el 50 aniversario de Nostra Aetate, y es el documento que los define. Firmado Yo Pablo. La contra iglesia ha nacido. porque no solamente engaña a todos los católicos sino tambien a todos los cultos.
    María santísima, tuvo un solo Hijo y es Jesucristo nuestro Señor. Hijo de del Padre eterno y de santa María, misterio que al principe de este mundo se le oculto. Es María la mujer más importante de toda la historia y de todos los tiempos a la única que el arcangel Gabriel le anunció el nacimiento del Salvador honor que solamente una tiene en toda la santa Biblia, por eso es siempre santa y siempre.Bendita
    Y lo que leo lo de zelotes se confunde, nungún discípulo santo del Señor perteneció a ningún movimiento nacionalista o político. Fueron todos santos y mártires. de una bondad y fidelidad hasta dar su vida por Dios, como fue predicho por nuestro Señor.
    San Esteban y san Santiago, lo testifican y nos demuestran la crueldad y malignidad del poder religioso de esos tiempos. Que Bendición a tenido España.
    Y aun así nunca podran a vencer al Rey de reyes y Señor de señores. Cordero y León de Judah, Ha vencido. Gracias al Señor de la Vida, a su Madre María, a san Jose su padre legal, la sagrada familia, a su ejercito celestial y a todos sus santos y santas Porque su Reino no tiene fin. Amén.

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  2. Desconocía a esa sra. Valtorta, pero si leí de sacerdotes comprometidos, que analizaban sus videncias con la santa Biblia y descartaban que hayan sido del Cielo y de Dios.
    Es decir puede encuadrarse lo que la Escritura llama falsa profeta y su condena esta serveramente escrita. Al menos por frases dichas, la sra sabe cero de teología. y lleva a la falsa teología de la novus religión..
    Como expresó el señor G, cuidado con los falsos profetas y profetisas que dicen hablar en nombre de Dios, de los cuales toda la santa Biblia y el libro de apocalipsis, nos advierte que van a perdición..Amén. II Tesal. II

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