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SAN LEONARDO DE PORTO MAURICIO


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26 de noviembre: San Leonardo de Porto Maurizio

Fiesta: 26 de noviembre.
Beatificación: 19 de junio de 1796
Canonización: Pío IX, 29 de junio de 1867
Nacimiento: Porto Maurizio (hoy Imperia, Italia), 20 de diciembre de 1676
Muerte: 26 de noviembre de 1751
Orden: Franciscanos Menores Reformados
Patrón de los misioneros populares

San Leonardo de Porto Maurizio, gran predicador

Este santo ha sido uno de los mejores predicadores que ha tenido Italia, y logró popularizar por todo el país el rezo del santo Víacrucis. Nació en Porto Maurizio, hoy Imperia (Liguria, Italia), el 20 de diciembre de 1676, en el seno de una familia de marineros.

A los trece años fue enviado a Roma, a estudiar humanidades, retórica y filosofía en el célebre Colegio Romano o Gregoriano de los Jesuitas, a la vez que se formaba espiritualmente como congregante de los oratorios de san Felipe Neri y del padre Caravita.

A los veintiún años decidió entrar en la Comunidad de los franciscanos de la Reforma, con el propósito de imitar fielmente la vida de san Francisco de Asís. Y lo logró, sobre todo en la penitencia heroica, en la altísima contemplación y en el celo apostólico. Vistió el hábito y el cordón el 2 de octubre de 1697, en la provincia reformada romana. Fue ordenado sacerdote el 23 de septiembre de 1702 y lo destinaron a enseñar filosofía. Pero contrajo una grave afección pulmonar cuya curación, cinco años después, en su tierra natal, atribuyó a la intercesión de la Virgen. A partir de entonces se dedicó de lleno a la predicación.

En 1709 fue trasladado al convento de San Francisco al Monte de Florencia, desde donde trabajó incansablemente en el establecimiento y organización de los conventos-retiros de la Orden, donde una selección de religiosos, observantísimos entre los observantes, pudieran vivir la pureza de la regla franciscana en un intransigente aislamiento del mundo.

Nombrado guardián de San Francisco al Monte, durante nueve años exigió a sus hermanos la más rigurosa obediencia a los estrictos reglamentos de la reforma. No recibían ayuda en dinero de nadie ni cobraba por la celebración de las misas. Vivían únicamente de lo que recogían por las calles pidiendo limosna de casa en casa. Su convento se llenó de religiosos muy fervorosos y con ellos empezó a predicar grandes misiones por pueblos, campos y ciudades, uniendo este apostolado al más estricto cumplimiento de los reglamentos de su comunidad, y dedicando largos tiempos al silencio y a la contemplación. Decía que hay que hacer penitencia para que el cuerpo no esclavice el alma y que es necesario dedicar buenos tiempos al silencio para tener oportunidad de que Dios nos hable y de que logremos escuchar sus mensajes.

En 1717 fundó un «super-retiro» en la cercana colina de L’Incontro (El Encuentro), dotándole de unos férreos «Propósitos» o estatutos calcados en el austerísimo espíritu de San Pedro de Alcántara y del Beato Buenaventura de Barcelona. Su objetivo era alcanzar «trato íntimo y comercio interior con Dios Uno y Trino». La base estaba en crear lo que él llamaba el «País de la fe, donde en olvido de todas las criaturas hablaré y conversaré con Dios». Tres debían ser las obras principales del día: la Misa celebrada con cilicio, previa confesión, el oficio divino meditando la Pasión de Cristo, y la oración mental, pan cotidiano que debía extenderse a todas las horas libres de la jornada. Mortificación y ascetismo para adquirir las virtudes de fe, esperanza y caridad, humildad, modestia. Prácticas devocionales para cada día, semana y mes: meditación de la Pasión, Via-crucis, los siete dolores de la Virgen, jaculatorias. Silencio absoluto, abstinencia absoluta de carne… Así hasta 66 propósitos, fruto de 20 años de experiencia como religioso austero, ansioso de perfección. Cinco veces los revisó, a lo largo de su vida, sometiéndolos siempre a la firma de su confesor, en señal de obediencia y sometimiento.

San Leonardo se retiró más de una vez en la soledad de «El Encuentro», para meditar en absoluto silencio. Solía decir: «Hasta ahora he estado predicando a otros. En estos días tengo que predicarle a Leonardo».

En su espiritualidad buscó siempre el equilibrio entre soledad («estar ocupado en Dios» y acción (estar ocupado por Dios»).

Por cuarenta y tres años, desde 1708 hasta su muerte en 1751, Lorenzo de Porto Maurizio se dedicó a la predicación de las misiones populares, que él llamaba «campaña contra el infierno». Sus temas principales, recogidos en sus obras escritas «Cuaresma» y «Sermones de la Misión», eran las grandes verdades de fe: cielo, infierno, purgatorio, gravedad del pecado el escándalo… Su «Reglamento de misiones», compuesto en 1712, coincide en lo substancial y en muchos detalles con el método corriente de las misiones populares más recientes. Cada misión duraba de 15 a 18 días, con la entrega de un gran crucifijo que se plantaba en el palco y se presentaba al pueblo como compendio de lo que iba a consistir toda la predicación: «Jesucristo crucificado». Se empleaban ciertos recursos para mantener el clima de misión: la disciplina, la procesión penitencial, el cuadro del «condenado», las procesiones del entierro de Jesús y la Virgen del Amor Hermoso, el toque de la campana del pecador a las 9 de la noche… La misión concluía con la solemne inauguración del Vía-crucis, la «gran batería contra el infierno». En los días siguientes, Leonardo daba sucesivas charlas al clero, y ejercicios espirituales a las religiosas, antes de retirarse en la ermita más cercana, a «predicar la misión a fray Leonardo».

Su sola figura, austera, delgada y ardiente en fe y caridad, era ya una predicación. Su retórica, sencilla y directa, al contrario que la ridícula y vana oratoria barroca de la época, no rehuía los signos exteriores que pudieran mover a contrición, lágrimas y abundancia de elementos dramáticos, e incluso trágicos. Un párroco escribía: «Bendita sea la hora en que se me ocurrió llamar al Padre Leonardo a predicar en mi parroquia. Sólo Dios sabe el gran bien que ha hecho aquí. Su predicación llega al fondo de los corazones. Desde que él está predicando no dan abasto todos los confesores de la región para confesar los pecadores arrepentidos».

Turbas inmensas acudían a escucharlo, de modo que tenía que predicar en las plazas, por falta de espacio en las iglesias. Y todos quedaban impresionados por su ardiente llamada a la penitencia y piedad cristianas. Era frecuente que el auditorio entero prorrumpiera en sollozos. Numerosas y admirables eran las conversiones. San Alfonso María de Ligorio lo consideraba «el más grande misionero de nuestro siglo». Predicó en toda Italia. En el diario de su inseparable compañero fray Diego de Florencia hay anotadas 339 misiones, y los prodigios obrados en ellas.

San Leonardo fue a Roma a predicar unos días con motivo del Jubileo extraordinario de 1740, y allá lo retuvo el santo Padre predicando, por seis años, en la ciudad y sus alrededores. Regresó diez años después, durante el Jubileo de 1750, y logró cumplir algo que había deseado durante muchos años: poder inaugurar un Vía-crucis en el Coliseo de Roma, aquel gran anfiteatro con capacidad para 80,000 espectadores, construido en tiempos de Vespasiano y Tito, en el año 70, que había estado siempre estado destinado a fines no religiosos. Desde san Leonardo se ha venido celebrado el el Vía-crucis cada Viernes Santo en el Coliseo, presidido casi siempre por el Papa. San Leonardo dejó escrito: «Me queda la satisfacción de que el Coliseo haya dejado de ser simplemente un sitio de distracción, para convertirse en un lugar donde se reza».

El Duque de Médicis envió un navío con la orden expresa de volverlo a llevar a Florencia porque allá necesitaban mucho de su predicación. En aquel siglo XVIII racionalista, frívolo y decadente, en Toscana, se difundía, más que en otros lugares, el jansenismo hipócrita y frío. Lorenzo lo combatió con todo el ardor de su corazón, propagando por doquier las devociónes mariana, la del nombre de Jesús y, sobre todo, la práctica del Via-crucis, del que fue el más eminente y convencido promotor, y del que difundió numerosos cuadros. San Leonardo estimaba muchísimo la meditación y contemplación del doloroso camino de Cristo, desde el palacio de Herodes hasta el Calvario y el sepulcro. Lo imponía como penitencia en las confesiones, y en sus sermones no se cansaba de recomendarlo. En todas las parroquias donde predicaba dejaba instaladas solemnemente las 14 estaciones del Viacrucis, que logró erigir en 571 parroquias de Italia.

También propagaba la devoción del Santísimo Sacramento, la del Sagrado Corazón de Jesús y la del Inmaculado Corazón de María, que entonces eran mucho menos conocidas que ahora. Fue san Leonardo quien tuvo una idea que después obtuvo mucho éxito: recoger firmas en todo el mundo para pedir al Sumo Pontífice la declaración del dogma de la Inmaculada Concepción. Esto no se llevó a cabo hasta el siglo XIX, pero el resultado fue extraordinario: millones de firmas llegaron a Roma, casi como un plebiscito a favor de la Concepción inmaculada de María.

Curiosas y accidentadas, pero plenamente logradas, fueron las misiones en la Isla de Córcega, que estaba en un estado lamentable de abandono espiritual. Fue la más difícil de sus misiones. «En cada parroquia -nos cuenta él mismo- encontramos divisiones, odios, riñas, pleitos y peleas. Pero al final de la misión hacen las paces. Como llevan tres años en guerra, en estos años el pueblo no ha recibido instrucción alguna. Los jóvenes son disolutos, alocados y no se acercan a la iglesia, y lo grave es que los padres no se atreven a corregirlos. Pero, a pesar de todo, los frutos que estamos consiguiendo son muy abundantes».

Aparte de la predicación, dirigía espiritualmente a muchas personas por medio de cartas. Ochenta y seis de ellas las dirigió a una misma persona, tratando de llevarla hacia la santidad. También dejó algunas obras escritas, desde simples propósitos, hasta tratados de ascética y predicación.

«Deseo morir en misión, con la espada en la mano contra el infierno», decía en uno de sus Propósitos. Y así fue. En 1751, mientras misionaba en los montes de Bolonia, su amigo el papa Benedicto XIV, que lo llamaba el «gran cazador del paraíso», le mandó regresar a Roma, para predicar retiros y ejercicios a religiosos y monjas. En noviembre de 1451, muy anciano y consumido por la fatiga y la penitencia, después de 43 largos años de itrabajo misionero por todo el país, emprendió su último viaje. El Papa le mandó que ya no lo hiciera a pie, sino en carroza, pero el carruaje se destrozó por el camino, y tuvo que seguir a pie, lo cual lo fatigó inmensamente. El 26 de noviembre, apenas entró en Roma, cayó en cama, en su amado retiro de San Buenaventura, en el Palatino. En seguida envió un mensaje al Papa contándole que había obedecido su orden de volver a esa ciudad. A las nueve de la noche llegó un monseñor con un mensaje muy afectuoso del Sumo Pontífice. Una hora después moría nuestro santo. Los soldados tuvieron que intervenir para contener a la multitud que quería ver al santo y llevarse alguna reliquia suya. «Perdimos un amigo en la tierra -dijo el papa- pero ganamos un santo en el cielo». Antes, en cierta ocasión, encendido en celo apostólico, Leonardo había escrito: «Cuando muera revolucionaré el paraíso y obligaré a los ángeles, a los apóstoles y a todos los santos a que hagan una santa violencia a la Santísima Trinidad, para que mande hombres apostólicas, y llueva un diluvio de gracias eficacísimas que conviertan la tierra en cielo».

Fue beatificado el 19 de junio de 1796. Pío IX lo canonizó el 29 de junio de 1867. El 17 de marzo de 1923, Pío XI lo nombró patrono de los sacerdotes que se dedican a las misiones populares. La iconografía lo representa con el crucifico misionero en el pecho, o en actitud de mostrarlo al auditorio. (Fratefrancesco.org).

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Dos obras famosas de San Leonardo :

El tesoro escondido de la Santa Misa

El pequeño número de los que se salvan

2 respuestas »

  1. TEXTO COMPLETO

    https://radiocristiandad.wordpress.com/2017/11/25/respuesta-de-la-semana-16/

    PREGUNTA DE LA SEMANA (de Julio Olaf)

    ¿Solo hacen el bien los católicos?

    ¿Pueden otras concesiones, confesiones o religiones hacer algún bien?

    Si el bien es la única causa del Amor, es de entender que cuando una persona hace el bien, ahí está Dios. Aunque no pertenezca a nuestra religión.

    Al igual que Dios está y es partícipe, unas veces directamente, otras indirectamente en toda la creación.

    Esto también nos debería hacer reflexionar a la hora de ser beligerantes con otras concesiones, confesiones o religiones. Claro, estå, sin llegar al extremo de negación a la verdad o de la Verdad o de no defenderse de el mal o de un ataque.

    Mas si veo ha alguien hacer bien o el bien y no pertenece a mi concesión, confesión o religión, es un indicativo para el proselitismo, pues ahí está Dios, lejos de la marginación.

    Si hubiera sido a pies juntitas la Máxima del Apostol Juan, de que al hereje ni siquiera le recibáis en casa y de que hulleramos de ellos, NO HUBIERA HABIDO, NI EVANGELIZACIÓN NI PROSELITISMO, o catequización a alguien que no fuera católico o cristiano.

    Esto debería hacernos reflexionar ciertas actitudes en ciertos tradicionalistas.

    Pues por esa regla de tres de alejarse de todo lo que no es catølico, hoy en día no estaríamos hablando de catolicismo, si no de cristianismo, sólo en el pueblo judío.

    Eso sí, no todo católico está capacitado para llevar esa evangelización, y si viéramos que esa evangelización es vana, lo más acertado es sacudirse las sandalias para no poner nuestra fe en peligro.

    (Ejemplo: En la evangelización del nuevo mundo,¿Quienes se encargaban de esta? ¿Laicos? O ¿Los que tenían el ministerio del orden o Apóstoles?

    Antaño en las Misiones siempre había un sacerdote, pues la Santa Misa está vinculada y unida a la salvación.

    He ahí la trampa del Concilio Vaticano ll. No todo el mundo puede ejercer esa tarea.

    ¿Se podría? SI , los Apóstoles en su mayoría eran analfabetos.

    Entonces ¿Cual es el inconveniente? LA INFILTRACIÓN. Y que uno debe tener ese ministerio de Apostol o el Sacramento del ORDEN. Ya que es el Propio Espíritu Santo quien Obra DIRECTAMENTE.

    ¿Donde obra el Espíritu Santo directamente? En los sacramentos.

    ¿Puede obrar el Espíritu Santo indirectamente?Si, a caso…¿Sólo los católicos pueden hacer algún bien? ESTO SIN GENERALIZAR

    Mas es una actuación más completa y PLENA , y segura, hacerla a través de los Sacramentos pues el demonio podría engañar.

    Comentario: PONER LA FE EN PELIGRO.

    Otra trampa demoníaca del último concilio, fue cambiar el ritual de los Sacramentos. Esto generó Anatemas de otros Concilios, pues también indirectamente y de forma sibilina, se negaron Dogmas.
    Esto junto con la infiltración, vemos la debacle del día de hoy.

    Si, entendemos que la Iglesia es apostólica, es de entender que el laico no puede ejercer ese magisterio. De lo contrario, cometeríamos, y hemos cometido, el error del protestantismo con sus muchas excisiones. Visto como en infinidad de “Blogs Católicos”, todo perrito pichichi opina e induce al error. Manipulando la fe, tergiversando definiciones, y propiciando el caballo de Troya.

    …” Es que mi opinión cuenta”… bonito… aquí cuenta y siempre contó la opinión del sacerdote o Apóstol. …

    …”Es que ellos están muy mal o en el error”..
    Y Tú como estás? Quizá gracias a tu vanagloria, hemos pasado de católicos, a católicos progres , católicos modernistas, católicos religiosidad natural,católicos tradicionales, a fraternidad San Pio X, a Fellay, a Willianson, a Resistencia, a falsa resistencia, a Vaticano católico, y a Dios que sabe que…

    Ningún blog sin la dirección de un Apostolno sólo eso, sin su supervisión, es válido, e incurre en flagrante pecado mortal. Ya que se induce al error.

    Esto es lo que siempre se llamó poner la fe en peligro.
    Primero, los fieles coqueteando con los herejes (fieles no sacerdotes)
    Y segundo los fieles ejerciendo un magisterio sin sacramentos.
    Luego nos quejamos que no hay sacerdotes. Claro, si se puede ejercer, sin estar ordenado.

    Os digo a todos los blogs que esto queda ya total y terminante prohibido. Más quien lo haga debe confesarse.

    Es que el sacerdote no sabe o está confundido…. ya pero no tiene un blog, para crear más disensión.

    Todo blog que se dedique a difusión de la fe católica, debe llevarla dirección y supervisión de un sacerdote o Apóstol.
    Y cada vela aguantará su palo.

    Quieres ser sin ser, pues el resultado es que amontonas a tus espaldas un gran fardo a la hora del juicio.
    Pues dijo y bien dicho San Pablo: “Hermanos,a nadie seáis motivo de tropiezo”.

    Esto es un pecado grave, pues juega directamente con la condenación del alma.

    Lo mismo en grupos de catequesis, deben ser dirigidos o supervisados por el párroco y éste por su Obispo ( Pueden darse situaciones extraordinarias como la que vivimos hoy en dīa) entonces será un sacerdote quien dirija que practique la fe católica, pero nunca un LAICO.

    …”es que me he dado hoy tres misas y estoy cansado” Si …y yo trabajo 10 Horas, no seas vaguete.

    O quizá diga un laico:Es que yo soy titulado en filosofía, más si quiere ejercer ese magisterio, tiene y DEBE pasar por el sacerdocio.( Me refiero a enseñar doctrina católica)

    Con esto vemos también el error y caballo de Troya de estos Teólogos sin ser sacerdotes que an pululado y de otros sacerdotes que mamaron erróneamente de sus fuentes o doctrinas.

    Todo está así de mal, por nuestra desobediencia, soberbia y Vanagloria, hablando ésta y no El Espíritu Santo.

    Es que todo el mundo tiene derecho a opinar…¿Donde te crees que estás?¿En la tele basura?

    Y convertís la fe en eso …. EN BASURA.

    Lo mismo que la lectura de un libro espiritual de un fiel, debe pasar por la supervisión y consulta del sacerdote o director espiritual. Pues no todo el mundo está en el mismo nivel, ni preparado para mascar o digerir toda clase de alimentos

    Lo mismo con supuestas REVELACIONES. Se nos cuelan enemigos por todos los lados, por que nosotros les damos paso a ellos. No solo abrimos las ventanas de par en par si no que también las puertas para que hagan de nosotros lo que les de la gana.

    También la lectura y doctrina de un sacerdote o hermano, ha de pasar por la supervisión de un superior, u obispo. Siendo casos extraordinarios, cuando haya duda de su puesta elección, o que éstos obispos se conviertan en herėticos. Quedando bajo propia responsabilidad, la virtud o el pecado del sacerdote.

    OJO LOS PROGRAMAS DE RADIO Y TELEVISIÓN DE SUPUESTOS CANALES CATÓLICOS.

    Punto de inflexión por favor.

    Hay que buscar acercamiento sin poner en peligro la Verdad, como en este tiempo, que lejos de Evangelizar, estamos importando muchos errores doctrinales y perdiendo nuestra esencia o tradición.

    El enemigo hoy, ha cambiado la estrategia de batalla, con la infiltración y ataque sibilino. Mal disfrazado de bien.

    Ahora otra pregunta ¿Dios de un mal puede sacar un bien?

    RESPUESTA: Si, para Dios no hay nada imposible.

    Es de entender que esta es la respuesta cuando alguien pregunta encizañando:

    ¿Por qué Dios permite tanto mal en el mundo?

    RESPUESTA: Por la causa arriba expuesta, (Sacar un bien mayor)

    Para probarnos en la fe (Para que destaquen los de Fe probada)

    Como Salvación (El Misterio de las Bienaventuranzas)

    También como prueba y castigo a los que practican iniquidad. (Dios no quiere un Amor maniatado)

    En conclusión por Amor.(Apurando nuestra conversión)

    A TENER EN CUENTA

    Y con todo el cariño.

    Un saludo en Cristo.: Julio Olaf

    Ad majorem Dei Gloriam.

    ¡Viva Cristo Rey!

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