San Francisco de Sales (Obispo y Doctor de la Iglesia): “¿No está escrito que la revuelta y la separación deben venir (2 Tes. Ii. 3), y que el sacrificio cesará (Dan. Xii. 11), y que el Hijo del Hombre difícilmente encontrará fe en la tierra en su segundo retorno visible (Lucas xviii 8), ¿cuándo vendrá a juzgar? Todos estos pasajes se entienden de la aflicción que el Anticristo causará en la Iglesia … Pero la Iglesia … no fallará, y será alimentada y preservada en medio de los desiertos y las soledades a las que Ella se retirará, como dice la Escritura, (Apoc. Ch. . 12), «—La controversia católica
San Alfonso Ligorio (gran teólogo moral, fundador de los Redentoristas): “Es cierto que [la Misa] cesará en la tierra en el tiempo del Anticristo: el sacrificio de la Misa se suspenderá … según la profecía de Daniel (Dan. 12:11) «.
San Alfonso Ligorio: “El diablo siempre ha intentado, por medio de los herejes, privar al mundo de la Misa, convirtiéndolos en precursores del anticristo, quienes, antes que nada, tratarán de abolir y abolirán el Santo Sacrificio de la Misa , como castigo por los pecados de los hombres, según la predicción de Daniel: «Y se le dio fuerza contra el sacrificio continuo».
Papa Pío XII “Llegará un día en que el mundo civilizado negará a su Dios, cuando la Iglesia dudará como Pedro dudó. Estará tentada a creer que el hombre se ha convertido en Dios. En nuestras iglesias, los cristianos buscarán en vano la lámpara roja donde Dios los espera. Al igual que María Magdalena, llorando ante la tumba vacía, preguntarán: «¿Dónde lo han llevado?»
San Alfonso consuela al rebaño disperso de Cristo: «el Hijo de Dios, Sacerdote Eterno, siempre continuará ofreciéndose a Dios, el Padre, en el Cielo como un sacrificio eterno». —La Sagrada Eucaristía
San Ireneo de Lyon (destacado teólogo cristiano del siglo II): Y luego señala el tiempo que durará su tiranía, durante la cual los santos serán puestos en fuga, los que ofrecen un sacrificio puro a Dios: Y en medio de de la semana, dice, el sacrificio y la libación serán quitados, y la abominación desoladora [estará ] en el templo: y hasta la consumación del tiempo se completará la desolación. Daniel 9:27 Ahora bien, tres años y seis meses constituyen la media semana. Contra las Herejías, Bk V, Capítulo XXV
San Hipólito de Roma (el teólogo más importante del siglo III): «Como también se anunció a Daniel:» Y una semana confirmará un pacto con muchos; y en medio de la semana sucederá que el sacrificio y la ofrenda serán abolidos … »
San Hipólito: Las Iglesias se lamentarán con un gran lamento, porque no se ofrecerá más oblación, ni incienso, ni adoración aceptable para Dios. Los edificios sagrados de las iglesias serán como casas [abandonadas]; y el precioso cuerpo y la sangre de Cristo no se manifestarán en esos días; la liturgia se extinguirá; cesará el canto de los salmos; la lectura de la Sagrada Escritura ya no se escuchará más. Pero habrá sobre los hombres tinieblas, y luto tras luto, y ay sobre ay. (tributus Liber de Consum. Mundi, § 34.)
El Cardenal Manning (uno de los teólogos instrumentales en el Vaticano I y favorito del Papa Pío IX): “Los Santos Padres que han escrito sobre el tema del Anticristo y las profecías de Daniel, todos ellos por unanimidad, dicen que en los últimos tiempos del mundo , durante el reinado del Anticristo, el Santo Sacrificio del altar cesará. ”- La crisis actual de la Santa Sede
Reverendo JC Fenton: «El Concilio de Trento identificó la enseñanza unánime de los padres con la interpretación de la Iglesia misma (Concilio Vaticano-Ed.), Como el estándar para la explicación correcta de la Sagrada Escritura» (p. 135.) Malvenda (Teólogo y asesor del cardenal, empleado en la revisión del Breviario dominicano): Los Santos Padres que han escrito sobre el tema del Anticristo, y de estas profecías de Daniel, sin una sola excepción, que yo sepa, y ellos son los padres tanto de Oriente como de Occidente, la Iglesia griega y la latina, todos ellos por unanimidad, dicen que en los últimos tiempos del mundo, durante el reinado del Anticristo, cesará el santo sacrificio del altar. (de Antichristo], lib. viii.)
Marie Julie Jahenny (la famosa estigmatizada británica) escuchó a Satanás decirle a Cristo: «Por un tiempo seré el Amo de todas las cosas, todo estará bajo mi control, incluso tu templo y toda tu gente». Algunos extractos más de Marie , «Y continuará implacable para obtener el cese de la Santa Misa …»
El p. Francis Hunolt (1724 famoso predicador de la Compañía de Jesús): «Y los brazos se levantarán de su parte, y profanarán el santuario de la fuerza, y quitarán el sacrificio continuo: y será allí la abominación a la desolación«. Tales son las palabras del profeta Daniel. Por lo tanto, durante aproximadamente cuatro años [interpretación personal suya], la duración del reinado del Anticristo, la celebración pública del Santo Sacrificio no será tolerada en ninguna parte del mundo entero; no habrá un solo crucifijo para que uno pueda consolarse de sus penas mirándolo «.
Beato John Henry Newman (los teólogos de habla inglesa más importantes del siglo XIX): «Quitarán el sacrificio diario», palabras que los primeros Padres interpretan que significan, que el Anticristo suprimirá durante tres años y medio todo el culto religioso. San Agustín cuestiona si el bautismo incluso se administrará a los bebés durante esa temporada «.
Venerable Anne Catherine Emmerich (1774 Agustina Canonesa Regular de Windesheim, mística, visionaria mariana, extática y estigmatizada): «El Santo Sacrificio de la Misa cesará».
San Roberto Belarmino (una de las figuras más importantes de la Contrarreforma): “Porque se debe saber que en las letras divinas el Espíritu Santo dio como seis señales seguras sobre la venida del Anticristo: dos que preceden a sí mismo a saber, la predicación del evangelio en todo el mundo y la devastación del imperio romano; dos hombres contemporáneos (2 testigos) que se debe ver profetizados Enoc y Elías y la mayor y última persecución y también que el sacrificio público (de la misa) cesará por completo … »
San Nicolás von Flue (siglo XV) “La Iglesia será castigada porque la mayoría de sus miembros, altos y bajos, se volverán muy pervertidos. La Iglesia se hundirá más y más hasta que por fin parezca extinguirse, y la sucesión de Pedro y los demás Apóstoles haya expirado. Pero, después de esto, Ella será exaltada victoriosamente a la vista de todos los que dudan «.
Visto en https://truecatholics.org/quotes/the-mass-shall-cease/
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Es absolutamente aterrador imaginar la proporción que tendrá el cese de la Santa Misa, pues se deduce de los textos, y se refiere explícitamente Belarmino, ¡que cesará por completo!
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«El sacrificio público cesará » (Belarmino)
Cesó ya hace décadas la celebración pública del Sacrificio Eucarístico.
Hago hincapié en la palabra público…
El Sacrificio no ha desaparecido ni puede desaparecer.
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Católica,
¡Completamente de acuerdo!
El sacrificio no ha desaparecido, ni puede desaparecer, justamente por eso se dice Sacrificio Perpetuo …
Sin embargo, hago hincapié en la palabra «cesará» … es decir, será interrumpido.
Que «desaparecerá» por completo nadie lo dijo.
¡Ojo en la distinción!
Daniel (12,11) deja en claro que la cesación del Sacrificio será por mil doscientos y noventa días en el tiempo del Anticristo. Que en estes terroríficos tiempos «cesará» por completo o solo públicamente el Sacrificio es discutible, considerando todo lo que ha dicho sobre la cuestión por el mismo profeta.
Además de todo esto, no es menos aterrador que el Sacrificio cese solo públicamente por completo.
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Pensemos un poco sobre lo expuesto:
El Apóstol San Juan en su primera Carta hace una distinción entre anticristos y Anticristo. Es en el único lugar que aparece este nombre en la Sagrada Escritura. Ya San Juan conocía a través de las Visiones del Apocalipsis de qué y de quienes se trataba: “…todo espíritu que no confiesa a Jesús, no es de Dios, sino que es el espíritu del Anticristo” (IV,3). Ahora bien, “espíritu” es designado como aquello que informa un cuerpo, y en este caso, “es el espíritu del Anticristo”, o sea, perteneciente al Cuerpo “místico” del Anticristo, el que viene a “la hora final” (II,18) como persona singular, pero como conocemos que “muchos se han hecho anticristos, conocemos que es la última hora”, lo que significa que son los “anticristos” constituidos en Cuerpo contrario a Cristo los que preparan ( La Gran Ramera, representante del mundo anticristiano y de forma particular de la Roma Apóstata paganizada e idólatra) , de donde surgirá el Adversario personal de Cristo, el “sin Ley”, el “Inicuo”, el que querrá arrebatarle el honor y la gloria a Cristo, intentando ocupar su lugar “hasta sentarse en el templo de Dios queriendo ser adorado como si fuera Dios”, dice San Pablo en II Tesalonicenses, como coronamiento del Misterio de Iniquidad.
Entonces, nos preguntamos, ¿quién hace cesar el Sacrificio Perpetuo, siendo así que el Cuerpo que informa el “espíritu del Anticristo”, es decir, la Ramera apóstata e idolátrica constituida en Religión oficial del Anticristo, la Roma conciliar, son también ellos “anticristos”? ¿Es que ha cesado el Santo Sacrificio Perpetuo? ¿Es que el Anticristo personal ya ha aparecido?
Tenemos que responder que no a las dos preguntas.
Los signos enumerados por San Roberto Belarmino, dos están prácticamente cumplidos: la predicación a todo el mundo del Evangelio y la devastación del Imperio Romano. Los Dos Testigos estarían prontos a aparecer para dar su testimonio, y los últimos dos, pensamos que serán cumplidos con la aparición del Anticristo personal y su tiranía religiosa y política, persiguiendo a muerte a la Iglesia Católica y pretendiendo culto de latría, constituyendo la “abominación de la desolación en el lugar santo”.
Esto nos lleva a concluir que de entre los “anticristos de la última hora”, surgirá el “Anticristo” personal, siniestro y seductor, poseso y adorador de Satanás, parecido a Cristo, pero lo odiará al extremo de pretender ocupar el lugar que el Padre preparó al Verbo Encarnado desde toda la eternidad: el de Señor y Rey.
Pareciera que la Gran Ramera (todo el Cuerpo «místico» del Anticristo conformado por las Naciones apóstatas y la Falsa Iglesia conciliar: los «anticristos») estuviera a punto de dar a luz al Inicuo Adversario de Cristo.
«De entre nosotros han salido, mas no eran de los nuestros, pues si de los nuestras fueran, habrían permanecido con nosotros» , dice San Juan.
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Si las consagraciónes y ordenaciones hechas por Lefebvre y Thuc no son válidas, la afirmación de Bellarmino se ha realizado. San Pablo habla del MISTERIO de iniquidad. Esta preocupante pregunta es una manifestación.
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«Pareciera que la Gran Ramera (todo el Cuerpo “místico” del Anticristo conformado por las Naciones apóstatas y la Falsa Iglesia conciliar: los “anticristos”) estuviera a punto de dar a luz al Inicuo Adversario de Cristo.»
La Grand Ramera ya ha producido los Inicuos Adverarios de Cristo: Roncalli, Montini, Luciani, Wojtyla, Ratzinger et BerGOGlio. ¡No hay necesidad de un nuevo y último anticristo ya que todo ya está destruido!
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La verdadera Misa Tridentina continúa celebrándose en la intimidad de las catacumbas,por Voluntad de Dios, como por ej. las oficiadas por e Rvdo. P. Ramiro Ribas .
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A Michel Mottet:
Lamento desilusionarlo, pero no es así la realidad como la que usted imagina. Si-como dice usted- «todo ya está destruido», tendríamos que incluir en «el todo» suyo a la Iglesia Católica, pero eso contradice las Promesas de Jesucristo, por tanto usted no dice la verdad No parece que fuera por ignorancia.
Los «anticristos» de la Ramera no son EL «Anticristo». Todos ellos componen el «Cuerpo» nefasto y hediondo que ha preparado y sigue haciéndolo con Bergoglio, los caminos para hacer más fácil la aparición del Inicuo poseso y satánico seductor. Todos estos actúan «contra» Cristo» pero su última intención no es ser adorados como si fueran Dios, como dice San Pablo, reservan esa «abominación desoladora» para aquel que esperan y para quien son los trabajos de apostasía que realizan y a quien presentarán como el «mesías» esperado, socavando la Fe en el Dios Uno y Trino y en su enviado Jesucristo, el Verbo Encarnado. El Inicuo «es uno de ellos, pero es un cuerno que crece y parecía más grande que los otros» dice el Profeta Daniel, y que «prevalecía sobre los otros y le hacía guerra a los santos». Lea lo que dice el Profeta: «…será diferente de los anteriores (se refiere a los otros diez cuernos de la Bestia cuarta que es la plenitud de las Naciones apóstatas). Proferirá palabras contra el Altísimo, oprimirá a los santos del Altísimo y pretenderá mudar los tiempos y la Ley y ellos serán entregados en su mano hasta un tiempo, tiempos y la mitad de un tiempo…» «Un ejército le fue dado para destruir el Sacrificio perpetuo a causa de los pecados, echó por tierra la verdad y lo que hizo le salió bien» Y esto sucederá «hasta dos mil trescientas tardes y mañanas; y será purificado el Santuario». «Esta visión es para el tiempo del fin». «Será muy poderoso, pero no por propia fuerza, de rostro duro y perito en intrigas, hará destrucciones estupendas, tendrá éxito en sus empresas y destruirá a los fuertes y al pueblo de los santos. Su astucia hará prosperar el fraude en su mano y se ensoberbecerá su corazón; destruirá a muchos que viven en paz y se levantará contra el Príncipe de los príncipes; pero será quebrado sin mano humana». Esta descripción no se ajusta con los «anticristos» ,pero sí con el Inicuo Adversario de Cristo: el Anticristo personal del que habla San Pablo y describe San Juan.
Diciendo lo que usted dice, no da lugar a la plena realización de la Profecía de San Juan: El envío de parte de Dios de los Dos Testigos -Enoch y Elías- que toda la Tradición admite, son contemporáneos del Anticristo personal y por misión divina se opondrán no solo al Inicuo sino a todo el «Cuerpo místico anticristiano compuesto por las Naciones apóstatas junto con la Gran Ramera idolátrica regenteada por el Falso Profeta, previo a la Parusía.
Si habría que hacerle caso a usted, por favor indíquenos a los cristianos que estamos dispersos, dónde están los Testigos que aguardamos y cuándo comenzó la extrema persecución religiosa a la Iglesia Católica, persecución literal y universal, no metafórica, de parte del Anticristo. Si fuera así yo no me he enterado. ¿Y usted, está siendo perseguido por ser católico por las milicias del Anticristo?
Como me parece que no, tampoco me parecen ciertas sus afirmaciones. Como le dije al principio, lamento desilusionarlo.
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La apostasía, o cambio de religión, fue llevada a cabo oficialmente por el conciliabulo Vaticano II. Es el triunfo del modernismo condenado por San Pío X. Todos los «papas» (Roncalli y Montini), cardenales, arzobispos, obispos que apostataron en masa fueron nombrados por Benedicto XV, Pío. XI y Pío XII. Todo verdadero católico debe tener en cuenta este hecho crucial para tratar de comprender cómo se han demolido todas las estructuras de la verdadera Iglesia católica.
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Simon Del Temple dice « “hasta sentarse en el templo de Dios queriendo ser adorado como si fuera Dios”, ».
San Pablo no dice « adorado » pero «TAMQUAM SIT DEUS».
Esto significa que los Roncalli, Montini y otros han usurpado el Trono de San Pedro y actúan como si tuvieran la autoridad divina para imponer una nueva religión. No se trata de adorar a una persona en absoluto.
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[Cita de The Phantom Church by T. S.Benns]
Conclusión
Es difícil, si no imposible, ver cómo, si uno se adhiere a la interpretación espiritual de quién y qué esperaba la Iglesia que fuera el Anticristo, podría ser otra cosa que Montini. Un gobernante político mundial que pretenda ser Cristo mismo no tendría base para su reclamo, Pues no habría ninguna oposición perfecta a Cristo que emanase de largos siglos de Tradición. Décadas de películas de terror han desensibilizado a los católicos hasta el punto de que ya no pueden percibir la defección de la Iglesia, la jerarquía, la misa, los sacramentos y las instituciones católicas, como la pérdida más terrible imaginable. Todo se ha reducido a lo material y lo físico; lo espiritual ya no tiene ningún significado o valor. Roncalli y Montini trabajaron juntos como dos hombres de una sola mente para lograr esto. Sólo la sangre… los cuernos y los vapores sulfurosos impresionan más. Si estos dos hombres se hubieran presentado como algo que no fuera lo que eran, no habrían podido lograr lo que hicieron. Pocos entre los fieles y el clero se dieron cuenta de que habían estado trabajando juntos en secreto durante años antes de la «elección» de Roncalli. Como dice el Canon 2209: «Las personas que conspiran para cometer un delito y también concuerdan físicamente en la ejecución de los mismos son todas culpables en el mismo grado…» Roncalli y Montini eran Anticristos conjuntos, por así decirlo. Pero sólo Montini fue el Hombre de Pecado, porque sólo Montini cerró el falso Concilio Vaticano 2, decretó el cese del Santo Sacrificio, la alteración de la forma de los Sacramentos y la destrucción general de la doctrina. El reinado de Roncalli fue demasiado breve para todas estas cosas, aunque tuvo éxito en proporcionar todo lo que Montini necesitaba para ser «elegido». La Iglesia jurídica terminó el día en que murió el Papa Pío XII, y nació la anti-Iglesia. Tocaba al [la Iglesia] remanente que aún quedaba decidir cómo debía procederse, y ellos fueron acorralados deliberadamente y conducidos en la dirección equivocada. Lo que sigue muestra hacia dónde deberían haberse dirigido y por qué.
[En mi opinión la categoría de Anticristos está perfectamente prefigurada en los papas que siguieron a Montini, sobretodo Wojtyla, y Bergoglio, pero la figura del Anticristo personal encaja perfectamente en Montini que como Cristo tuvo también un Precursor, tal como Roncalli se llamó a sí mismo, Juan XIII (nombre de un papa hereje ).
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Comparto plenamente su opinión, querido señor Moimunan. El trabajo de demolición realizado por Montini es tan prodigioso que no veo quién podría hacer más. Todo está destruido. Wojtyla hizo el mismo trabajo de demolición en el plano moral, porque era la serpiente del Jardín del Edén hablando a través de su boca.
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Por favor indicar concretamente cuándo y dónde actuaron los Dos Testigos profetizados por San Juan, quién los mató, cuándo hubo un terremoto luego de su resurrección seguida por la muerte de siete mil judíos en Jerusalén.
Personalmente no me he enterado de una persecución a muerte de parte de ningún Anticristo . Además cuándo sucedió el Día de la Ira del Verbo en su Manifestación contra las Naciones. Cuándo aconteció la destrucción real de la Gran Ramera de parte de las huestes del Anticristo.
Pareciera que hacen una exégesis alegórica de las Profecías, de lo cual no pueden tomarse argumentos serios, y sobre la cual interpretación pesa una condena de la Pontificia Comisión Bíblica del año 1941.
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La secta resultante del conciliabulo y presidida por individuos, que no creen en la divinidad de Cristo, no es la Iglesia Católica fundada en la fe de San Pedro. Podemos ver que la predicción de San Pablo sobre la apostasía del clero se cumple plenamente.
Bajo estas condiciones, ¿En qué iglesia predicarán los Dos Testigos? Ciertamente, no en esta secta cuyo propósito ha sido, siempre será la destrucción de la verdadera Iglesia Católica Romana.
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Eis o resumo de tudo: «A Igreja, nos últimos tempos, será espoliada de sua virtude. (…) Para o Anticristo está se preparando um exército de sacerdotes apóstatas» (São Gregório Magno).
Louis Veuillot, o ilustre católico, elogiado por Pio IX, em seu excelente livro “A Ilusão Liberal”, no capítulo XXI – “A verdade vos fará livres” (Jo. 8,32), escreve sobre os sinais da proximidade do fim dos tempos:
“Quando a Igreja não puder ensinar Jesus Cristo integralmente, quando os povos deixarem de compreender que é preciso obedecer a Deus mais que aos homens, quando já não houver vozes que se levantem para confessar a verdade sem disfarces ou restrições; então, a liberdade terá deixado a Terra. Então, a história humana estará perto do fim”.
Santo Agostinho diz que “nos últimos tempos haverá muito poucos com fé pura e sincera entre os cristãos”.
Santo Hipólito, em sua “A consumação do mundo”, reconhece que “a sedução encherá o mundo inteiro, que a cidade deserta de Isaías é a mesma Igreja; os pastores, então, se converterão em lobos ATÉ QUE NO FIM TODOS DEEM CRÉDITO AO ANTICRISTO”.
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Opino que los dos Testigos son San Pedro y San Pablo que hacen las veces de una figura de la verdadera Iglesia, igual que las Bestias, la prostituta Babilonia, el Falso Profeta y otros elementos como la Mujer vestida de Sol, son figuras que representan cuerpos morales.
La lucha contra el Anticristo comienza inmediatamente a la ascensión de Jesucristo, por eso dice San Pablo que el misterio de iniquidad ya está actuando en su tiempo y San Juan dice que ya había anticristos que habían salido del seno de la Iglesia. El tiempo de predicación de los testigos es, entonces, el tiempo de la Iglesia, va desde la ascensión hasta la muerte de Pío XII.
La muerte de los dos testigos por la Bestia que sube del abismo, es la muerte de la Iglesia militante a manos de esa bestia «que era, ya no es, pero subirá del abismo» esto es el judaísmo farisaico que ha resucitado tomando cuerpo político en el Israel de hoy (ha vuelto a ser) coincidiendo con la muerte de la Iglesia militante-dos Testigos.
Los cadáveres de los dos testigos son los actuales antipapas (un cadáver es la forma de representar una muerte espiritual) Estos cadáveres yacen en la plaza de la ciudad donde fue crucificado su Señor, esto se cumple en que todos los antipapas-cadáveres, desde Montini, han estado en Jerusalén en la plaza del muro de los lamentos.
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Profeta Daniel interpretado (Dan 12, 11-13): «Y desde el tiempo que sea quitado el continuo sacrificio hasta la abominación desoladora, habrá mil doscientos noventa días. Bienaventurado el que espere, y llegue a mil trescientos treinta y cinco días».
La supresión del sacrificio perpetuo (misa tridentina) ocurrió al aprobar la falsa misa, la de Pablo VI, cosa que ocurrió el 3 de abril de 1969. A partir de esa fecha pasaron los 1290 días para la colocación del ídolo abominable en todos los altares de la tierra, cosa que aconteció el domingo, 18 de noviembre de 1973. El ídolo abominable es la ofrenda de la nueva y falsa misa, «los frutos de la tierra» (trigo y vid sin transubstanciación). A partir de ahí vienen 45 días que faltan a los 1335 de Daniel (en realidad, 45 años de idolatría, pues para Dios, 1 día es 1 año), lo cual nos coloca en el domingo, 18 de noviembre de 1918, día en el que se aceptó de nuevo por el Cielo la santa misa tridentina oficiada por el verdadero Papa Francisco (no Francisco – Bergoglio sino Papá Francisco de Fátima Mística, http://francisco-pastor-universal.simplesite.com). Esta es la correcta interpretación de Daniel 12, 11-13, la que enseña la Iglesia Católica Remanente, el Resto Fiel del que habla el libro del Apocalipsis.
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Verdaderamente causa pavor y espanto la libertad que algunos se toman para hacer decir a la Escritura las ALEGORÍAS más variadas y según quien sea el que escribe, distintas, dejando el TEXTO SACRO hecho jirones.
Ni los protestantes han llegado a tanto!!!!!
La muerte de los Dos Testigos sería la muerte de la Iglesia militante!!!!!
Los cadáveres de los Dos Testigos… son los antipapas que han estado en el muro de los lamentos y al mismo tiempo la Iglesia militante muerta!!! No se puede creer a lo que conduce no sujetar la mente al TEXTO de la Escritura!!!!
Si no hay ni el mínimo respeto a la inspiración del Espíritu Santo que es el autor principal de la Escritura, aquí mismo dejo de comentar.
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Es sentencia común entre muchos exegetas que, para convertir a los judíos volverá el Profeta Elías, que fue arrebatado al cielo sin morir (2Rey. 2,11). Así lo dijo Nuestro Señor: ”SÍ, Elías vendrá y lo restaurará todo”(Mt. 17,11; Mc. 9,12), chamó aún a Juan Bautista Elías, pero, figura de Elías, pues tenía su espíritu para convertilos (Lc. 1,7). Uno fue precursor de su primer venida, y el otro lo será de su segunda. Que Elías volverá para convertir a Israel es sentencia común de todos los Santos Padres, hasta el punto de que Belarmino (que es de fé) y Suárez consideran herética la contraria. Según antigua tradición de la Iglesia y algunos Padres, junto a Elías vendrá Enoc, quien tampoco murió y que del mismo modo que Elías fue llevado al Paraíso.
¿Acaso ustedes conocen, o han leído, el libro titulado: «El fin del mundo y los misterios de la vida futura», del P. Charles Arminjon?
Parece ser un libro interesantísimo, pues como el nombre ya dice, trata sobre los acontecimientos de los últimos tiempos. Este libro fue leído por santa Teresa de Lisieux, que en sus escritos, entre otras cosas, dice que la lectura de este libro fue una de las mayores gracias de su vida.
Al leer algunos extractos de este libro encontré un fragmento muy interesante, donde el P. Charles Arminjon, refiriéndose a la venida de los dos testigos predichos, dice:
«En el momento en que la tempestad es más violenta, cuando la Iglesia estará sin piloto, donde el sacrificio sin sangre cesará en todas partes, donde todo parecerá desesperante humanamente, veremos, dice San Juan, dos testigos.»
Y más aún:
“Una de estas antorchas y dos olivos es Henoc, el bisabuelo de Noé, el antepasado directo de toda la raza humana. El otro es el profeta Elías, quien, como dijo el Salvador, está destinado a restaurar todas las cosas. Viene por segunda vez para reprimir el torrente del mal, más impetuoso y desbordante que en el tiempo de Acab. También es la hora de la redención de Israel. El gran profeta convencerá a los descendientes de Abraham de la venida del Mesías para eliminar la banda de ignorancia y oscuridad que ha estado habitando en sus ojos durante diecinueve siglos. ¿Cuál será el exterior y la actitud de estos fantasmas de otra época? ¿Qué antigua majestad brillará en tu pueblo? ¿Qué acentos inspirados saldrán de tus labios? Esto es lo que las Escrituras no nos dicen. Nos enseña que profetizarán durante mil doscientos sesenta días, vestidos de cilicio, con sus vestiduras y con la imagen de humildad y penitencia en sus rasgos.»
(P. Charles-Marie-Antoine Arminjon (1824-1885), «El fin del presente y mi futuro», Oficina Central de Lisieux, 1970)
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Los dos versículos relativos a los dos testigos del capítulo 11 del Apocalipsis son conocidos como unos de los de más difícil interpretación. Se han dado múltiples versiones interpretativas. Unas pretenden apegarse a la letra del texto y otras son libres o alegóricas, o espirituales como dicen. Algunas participan de ambos caracteres.
La situación es la siguiente : La Iglesia está prácticamente extinguida. O como se dice en una Aparición de Ia Virgen que considero parcialmente verdadera, la Iglesia parecerá que ha desaparecido. El impulsor de éste desastre fue sin duda Pablo VI, ayudado por su falso profeta Precursor Juan XXIII. Actualmente la Iglesia carece de doctrina, sacramentos, sacerdocio, papas, obispos, Sucesión Apostólica, tanto en el papa como en los obispos (San Nicolás de Flue).
Frente a éste desastre algunos piensan que precedieron dos TESTIGOS. Los identifican como Pío IX y Pío X. La descripción de los dos testigos y su predicación en el texto inspirado encaja perfectamente¡ con la acción de estos dos papas. Predicaron contra el modernismo-masonería- judaísmo carnal. Al final su obra acabó en fracaso. Lo cual místicamente está descrito como su muerte en la Jerusalén carnal, que es Sodoma y Egipto, donde su Señor fue crucificado a manos de los mismos que han logrado casi destruir la Iglesia, que a imitación de su Señor Resucitado tambièn surgirá de nuevo y será restaurada.
No se puede rechazar sin más interpretaciones que parece se apartan del sentido literal. San Vicente Ferrer dijo que él era el Ángel del Apocalipsis y para probarlo resucitó a una mujer muerta en Salamanca. No parece que fuera una interpretación literal la suya.
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¿La iglesia militante no está muerta? Y donde está la Iglesia militante? La estructura oficial de Roma hoy es Babilonia. Los obispos, sucesores de los apóstoles, donde están? no me diga que son los sedevacantistas conocidos, porque esos no valen para nada. Lo único que hay son fieles dispersos, quizás algunos sacerdotes, quizás algunas misas verdaderas. Mas muerto que esto no me lo imagino
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Respetuosamente, disiento de las interpretaciones alegóricas que se presentan aquí, de las cuales, algunas extremadamente forzosas e insuficientes, y confieso, junto a Simón del Temple, ¡algunas me sorprenden!
Pero, creo que pronto sabremos cómo termina todo eso…
Además, el tema es una controversia muy interesante.
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Uno puede pensar que los dos testigos vestidos con sacos – el vestido dominicano y franciscano es un símbolo de pobreza – son San Domingo y San Francisco de Asís. En ellos también figuran todos los fundadores de las Congregaciones que han logrado verdaderos milagros de conversión de pecadores y paganos. Vale la pena mencionar a San Ignacio de Loyola en este día cuando celebramos a uno de sus discípulos más famosos, San Francisco Javier.
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En la actualidad, todos los miembros de estas congregaciones han renegado. Son como muertos en este mundo gobernado por una multitud de anticristo … hasta que suena la TROMPETA. Luego todos los santos como Domingo, Francisco de Asís, Francisco Xavier, Ignacio de Loyola, Vicente Ferrer, etc. serán llevado al aire por el Hijo del Hombre. Será el triunfo del CORDERO y de sus elegidos nacidos por la Madre del Cordero, representada en el Apocalipsis por «MULIER AMICTA SOLE … y en el útero habens, clamabat parturiens y cruciabatur ut pariat». Si el nacimiento de Jesús su Hijo fue milagroso e indoloro, el nacimiento de los elegidos se llevó a cabo en los atroces dolores de la Virgen-Madre María al pie de la Cruz.
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Los dos TESTIGOS del Apocalipsis: son El Padre y el Hijo, quienes por la boca de su Templo, Jesucristo (segunda venida) combatieron al anticristo en el período Junio de 1990 a Diciembre de 1993 en una importante parroquia de la cristiandad vinculada a la evangelización de Africa, América y Europa. El anticristo (Lucifer + antipapa Juan Pablo II + obispo masón + párroco comunista + teólogas/ os modernistas) los reprimieron y silenciaron y marginaron (es decir, los asesinaron sin muerte biológica). Sus cadáveres fueron expuestos tres días y medio (es decir tres años y medio, pues para Dios un día es un año), puesto que siguieron vinculados a la parroquia por tres años y medio mas. Luego, el Espíritu los resucitó, esa decir, los llevó a continuar su ministerio (ejecutar la segunda venida) en otras parroquias. Así lo enseña la Iglesia Católica Remanente (http://francisco-pastor-universal.simplesite.com).
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Curioso. Citei acima duas frases com clara conotação acerca do ANTICRISTO REAL QUE VIRÁ e não pude deixar de notar também a clara acentuação em prol do sedevacantismo explícito nelas:
“A Igreja, nos últimos tempos, será espoliada de sua virtude. (…) Para o Anticristo está se preparando um exército de SACERDOTES APÓSTATAS” (São Gregório Magno).
Santo Hipólito, em sua “A consumação do mundo”, reconhece que “a sedução encherá o mundo inteiro, que a CIDADE DESERTA de Isaías é a mesma IGREJA; os PASTORES, então, se converterão em LOBOS (nota minha: portanto, não serão mais pastores obviamente) até que no fim todos deem crédito ao anticristo”.
Mas claro que isso, impossível!
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Simon Del Temple todavía está esperando que vengan los dos testigos. Por lo tanto, debemos saber claramente en qué iglesia predicarán.
Debes saber que la verdadera Iglesia Católica, actualmente, existe solo en la fe de aquellos que todavía creen en la divinidad de Cristo y en la intangibilidad de su enseñanza.
Quiero declarar que para mí el primer testigo enviado por Dios es el padre Joachim Sáenz y Arriaga, el primer denunciador de la secta inventada por anticristos Roncalli / Montini.
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¿QUE DICE LA SAGRADA ESCRITURA DEL ANTICRISTO?
I
El vocablo Anticristo pertenece exclusivamente a San Juan, quien lo usa tan sólo en sus Epístolas (I Juan II, 18, 19, 22; IV, 3, y II Juan 7), tomándolo a veces en plural y haciéndolo proceder «de entre nosotros», en lo cual coincide con lo que San Pablo llama apostasía (II Tes. II, 5) y «misterio de iniquidad» (ibid. II, 7). También lo llama San Pablo «hombre de pecado» (ibid. II, 5) y «aquel inicuo» (ibid. II, 8). De ahí que se discuta si será una persona singular o un fenómeno colectivo. Aun en este menos probable caso parecería une siempre habrá alguien que obre como cabeza de ese movimiento.
Algunos identifican al Anticristo con la Bestia del Apocalipsis, o sea, «la bestia del mar, que tenía siete cabezas, y diez cuernos y sobre los cuernos diez diademas, y sobre las cabezas nombres de blasfemia» (Apoc. XIII, 1 ss.). Pero será más bien «la bestia de la tierra» o el «falso profeta» (Apoc. XIII, 11-18). La unión de elementos tan contrarios en las dos bestias significa que las tendencias más opuestas se reunirán para destruir el Reino de Dios. Compárese este capítulo 13 del Apocalipsis con la Profecía de Daniel sobre las cuatro bestias (Daniel cap. VII). En Daniel salen todas las bestias del mar, y entre todas tienen también siete cabezas[1], igual a la bestia del Apocalipsis. Además le sale a la cuarta bestia daniélica un pequeño cuerno que se hace grande. En este pequeño cuerno ven los Padres una figura del Anticristo o a ése mismo.
II
Para estudiar el fenómeno del Anticristo no debe prescindirse tampoco del Misterio de la gran Babilonia, o sea, la ramera sentada sobre el Dragón (Satanás)[2], cuya caída describe el Apocalipsis en los capítulos XVII, XVIII y principio del XIX.
Estos tremendos anuncios escatológicos para los tiempos que precederán a la Parusía o Retorno de Cristo, coinciden con lo que El mismo nos dijo muchas veces, al revelarnos que a su vuelta no hallará fe en la tierra (Luc. XVIII, 8); que su regreso sorpresivo será como en los días de Noé y los días de Lot en que nadie temía ni creía en la catástrofe (Mat. XXIV, 37; Luc. XVII, 26-30); que en esos últimos tiempos se enfriará la caridad de la mayoría (Mat. XXIV, 12, texto griego) y será tal la iniquidad que aún los escogidos, si posible fuera, se perderían (XXIV, 24), si bien los tiempos serán abreviados por amor de los elegidos (XXIV, 22).
Estos tiempos calamitosos del fin son también anunciados por San Pedro (II Pedr. III, 3 s.), por San Judas (18), y por los Profetas Isaías, Ezequiel y Daniel, aunque en la visión escatológica de Isaías aparece Edom como representante de los enemigos de Dios. Bien clara y muy citada es la profecía de Daniel sobre el Anticristo: «Y hablará palabras contra el Excelso, y atropellará los santos del Altísimo y pensará poder mudar los tiempos y las leyes; y (los hombres) serán puestos en su mano hasta un tiempo, y dos tiempos, y mitad de un tiempo” (Dan. VII, 25).
III
La dominación del Anticristo sobre el mundo, será, pues, de un tiempo, y dos tiempos, y mitad de un tiempo, o sea, en total de tres tiempos y medio. Numerosos intérpretes antiguos, entre ellos San Jerónimo, San Efrén, Teodoreto, y muchos modernos sostienen que «tiempo» corresponde aquí al espacio de un año. Con esto parece coincidir el Apocalipsis de San Juan que dice: Diósele asimismo una boca[3] que hablase cosas altaneras y blasfemias, y se le dió facultad de obrar, por espacio de cuarenta y dos meses (XIII, 5), tiempo durante el cual predicarán los dos testigos[4]: «Entretanto Yo daré (orden) a los dos testigos míos y harán oficio de profetas, cubiertos de cilicio, por espacio de 1260 días” (XI, 5). En aquel tiempo la mujer misteriosa será llevada y guardada en el desierto: «A la mujer, empero, se le dieron dos alas de águila grande, para volar al desierto a su sitio, en donde es alimentada por un tiempo y dos tiempos, y la mitad de un tiempo lejos de la Serpiente» (XII, 14).
Tres tiempos y medios -42 meses-, 1260 días, significan aparentemente el mismo lapso de tiempo. Sin embargo, aunque esta opinión es muy plausible hay que observar que en esta materia nada sabemos de seguro (Fillion).
Sobre la obra destructora que realizará el Anticristo, léanse los pasajes citados, en primer lugar el capítulo XIII del Apocalipsis. Se le dará: «potestad sobre toda tribu, y pueblo, y lengua, y nación»; y lo adorarán “todos los habitantes de la tierra, aquellos cuyos nombres no están escritos en el libro de la vida del Cordero” (Apoc. XIII, 7 y 8). Será un dictador como el mundo no lo ha visto nunca, un señor absoluto que reúne en sus manos todos los poderes del mundo, aprovecha todos los progresos e invenciones de la técnica, y avasalla irresistiblemente las masas con el resplandor de sus éxitos.
IV
¿Y cuál será su fin? Dice S. Pablo que Jesús matará al Anticristo «con el aliento de su boca» y «con el resplandor de su venida” (II Tes. II, 8), o como dice el texto griego: con la «epifanía de su parusía». Cf. Apoc. XIX, 15, y también Is. XI, 4: «Con el aliento de sus labios dará muerte al Impío».
En la gran Biblia con comentario de Dom Calmet y de Vence, se dice a este respecto: «En efecto, ya hemos observado que, según toda la Tradición, el Apóstol habla de la última venida de Jesucristo, cuando, después de haber anunciado la venida del Anticristo, agrega que el Señor Jesús destruirá a ese impío por el aliento de su boca y lo perderá por el resplandor de su presencia, o mejor de su advenimiento; porque el griego «parusía» significa una y otra cosa, y la Vulgata prefiere la última: ille iniquus quem Dominus Jesus interficiet spiritu oris sui et destruet illustratione adventus sui» (Disertación sobre el Anticristo, Tomo 16, p. 85).
Y en la Disertación sobre la sexta edad de la Iglesia, la misma erudita obra expresa: «Por consiguiente el tercero y último “ay» (del Apocalipsis) es del advenimiento del soberano Juez[5], como los santos Doctores lo reconocen. Por tanto, la persecución que precede inmediatamente, y en la cual los dos testigos, son matados por la bestia que sube del abismo, es la del Anticristo, como toda la Tradición lo ha reconocido. Hay, pues, bien realmente una trabazón íntima entre estos cuatro grandes acontecimientos: la misión de los dos testigos, la venida de Elías que será uno de ellos, la persecución del Anticristo por quien los dos testigos deben ser condenados a muerte, y la última venida de Jesucristo que debe exterminar al Anticristo por el resplandor de su gloria: Eliam Thesbiten, fidem Judaeorum, Antichristum persecuturum, Christum venturum» (Tomo 16, 11 722).
Más adelante (p. 781) repite este concepto y lo atribuye a San Agustín, diciendo: «Es, pues, verdad que habrá una unión íntima entre estos cuatro grandes acontecimientos, la misión de Elías, la conversión de los judíos, la persecución del Anticristo y la última venida de Jesucristo, como San Agustín lo había aprendido de aquellos que aparecieron antes que él, y como nosotros mismos lo hemos aprendido de todos los que han venido después de él (San Agustín, de Civitate Dei 20, cap. último)».
Mons. Juan Straubinger.
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LOS TESTIGOS DE CRISTO CONTRA EL ANTICRISTO
Tenemos los dos primeros artífices de la restauración escatológica en dos grandes caudillos, el pontífice y el tsémah. Vamos a ver los otros dos, que son dos insignes profetas, Henok y Elías redivivos, según una tradición no despreciable. Estos dos profetas. Aparecen juntos en su lucha postrera contra el anticristo o bestia rediviva (Ap. XI, 3.7; cf. XIII, 3; XVII, 11) pero debieron aparecer bastante antes, y por lo que a Elías se refiere es cosa cierta, como veremos oportunamente.
San Juan, después de decir de ellos que profetizarán vestidos de saco durante los postreros días del último anticristo, añade: «Estos son los dos olivos y los dos candelabros, los que están de pie delante del Señor de la tierra (Ap. XI, 4 = Zac. IV, 14). Serían, pues, dos pacificadores de primer orden, los mensajeros de la paz, en tiempos los más calamitosos, de que nos habla Isaías XXXIII, 7 (cf. Zac. XIII, 7-9).
No vemos la ventaja de ver designados en esos dos testigos el Viejo y el Nuevo Testamento, ni tampoco la de sustituir a Henok por Moisés, sin negar por eso el color egipcíaco (cf. Ap. XI, 8) de la gran tribulación del anticristo, la cual habrán de soportar los dos testigos, como Moisés y Aarón hubieron de soportar la del soberbio Faraón.
Nos parece mucho más acertado ver ahí, no una representación del Antiguo y el Nuevo Testamento, sino de la Ley natural y la escrita, ambas dando testimonio de Cristo contra el anticristo. Lo que fué Elías en la Ley mosaica, eso fué Henok en la Ley natural, un celador insuperable de los divinos intereses. De los ocho pregoneros de la justicia, a partir de Enós, quien fué «el que comenzó a clamar en el nombre de Yavé» (Gen. IV, 26), hasta Noé, que hace así el octavo de la serie, y lo consigna San Pedro en su canónica (II Pet. II, 5), Henok es sin disputa el que mayor renombre dejó como profeta.
En el comienzo del libro apócrifo de Henok se nos da un spécimen de la valiente predicación de este profeta, donde se nos advierte expresamente que sus palabras trascienden con mucho los lindes de aquel tiempo: «y no pensaban en aquella generación que ahora está, sino que hablo de la que está lejos» (Hen. I, 2); y de ella recoge San Judas Tadeo en su carta la parte más interesante: “He aquí que ha venido el Señor con las miríadas de sus santos a hacer juicio contra todos y redargüir a todos los impíos de todas las obras inicuas que consintió su impiedad y de todo lo duro que ellos, impíos pecadores, profirieron contra Él” (Jud. 14 s = Hen. I, 9).
Un pasaje de la II Pet. III, 5 ss., que parece un comentario de la carta de San Judas, puede darnos mucha luz acerca de este punto. Tendríamos aquí otra vez un caso flamante de la teoría antioquena. A través de los hombres corrompidos del mundo antiguo («el mundo de entonces: cielos desde antiguo y tierra»), que iba a quedar sumergido en un diluvio de agua, el profeta amonesta a los hombres no menos corrompidos del mundo actual («los cielos de hoy y la tierra»), destinado a ser anegado en un diluvio de fuego para que de sus cenizas nazca un tercer mundo renovado y mejorado : «Pues esperamos también conforme a su promesa cielos nuevos y tierra nueva en los cuales habite la justicia» (II Ped. III, 13 = Ap. XXI, 1; cf. Is. LXV, 17; LXVI, 22).
Henok, pues, que previno con tiempo a los mortales sobre la catástrofe impensada del diluvio, reaparecerá de nuevo con Elías, para prevenirles sobre el torbellino de fuego que los amenaza desde entonces, en el día grande y terrible de la postrer venida del Señor, que tal la columbran los videntes:
“Delante de Él va fuego y abrasa en derredor a sus enemigos” (Sal. XCVI [XCVII], 3); “Pues he aquí que Yahvé viene en medio del fuego… Yahvé va a ejercer el juicio con fuego” (Is. LXVI, 15 s.); “En llamas de fuego, tomando venganza en los que no conocen a Dios y en los que no obedecen al Evangelio” (II Tes. I, 8), etc. etc.
Alguien pensará tal vez que esta misión de Henok y Elías, para resistir al anticristo más que obra de restauración es obra de defensa, y no deja de tener visos de verdad la observación. Y es que en la misión de Elías, sino también en la de Henok, habrá que distinguir dos períodos. El primero es cuando Elías, como auxiliar extraordinario de entrambas potestades, promueve más propiamente la obra de la restauración, y el segundo, cuando juntamente con Henok, continúa y sostiene hasta donde puede su obra restauradora de frente al anticristo; y cuando éste logra apoderarse de ambos profetas y les da muerte, no resta sino esperar que Cristo haga sentir una vez más su personal intervención, aniquilando al anticristo y a sus fanáticos seguidores (Is. LIX, 16 ss.; LXIII, 1-6; LXVI, 15 ss., etc., arriba citados).
Sin insistir más sobre esta misión conjunta de Henok y Elías, o de quienes por ellos, vamos a describir un poco más por menor la misión anterior de sólo Elías, acerca de la cual hay muchas referencias y muy precisas en la Escritura.
11. LA MISIÓN PARTICULAR DE ELÍAS EN LA ESCRITURA
San Pedro en un discurso a los judíos menciona la restauración universal, como el tiempo límite a la quedada del Señor en el cielo:
“A Éste es necesario que lo reciba el cielo hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas» (Hech. III, 21).
Y a su vez el Señor dice de Elías por San Mateo:
«Ciertamente, Elías vendrá y restaurará todo» (Mt. XVII, 1), y por san Marcos: «Elías, en efecto, vendrá primero y lo restaurará todo» (Mc. IX, 12).
Ahí tenéis la restitutio omnium atribuida en términos formales a Elías por el mismo Cristo. Lo del «primo» de la respuesta se explica por el “primum” de la pregunta, igual en ambos evangelistas: Antes de venir el Mesías, no había de venir primero (primum) Elías? Pues bien, cuando venga primero, ha de restablecer todas las cosas.
Elías, pues, entenderá en la obra de la restauración universal, que tendrá lugar antes que venga, es decir antes que vuelva, el Mesías; y el Mesías no se tardará mucho una vez puesta en marcha esa restauración, pues se pone ahí como término de su quedada en el cielo.
Hoy, empero, ha comenzado a cundir la idea de que Elías ya vino en la persona del Bautista, y que por consiguiente no hay más que esperar en este punto. Y en confirmación de esa sentencia se alegan dos declaraciones del Maestro.
La primera son las palabras, que a manera de explicación dió a los discípulos, y que suenan así en San Mateo: » Os declaro, empero, que Elías ya vino, pero no lo conocieron, etc. Entonces los discípulos cayeron en la cuenta que les hablaba con relación a Juan el Bautista» (Mt. XVII, 12 s.). Pero en San Marcos dice con más explicitud: «Yo os declaro: en realidad también Elías vino» (Mc. IX, 12). Nótese bien la copulativa «et» (también), que es la clave de la solución. Elias veniet y Elias venit. Vino en la persona del Bautista de quien se dijo que precedería al Señor in spiritu et virtute Eliae (Lc. I, 17), y vendrá en su propia persona, a impulsar la esperada restauración de todas las cosas en Cristo.
La otra declaración parece más apremiante en favor del Bautista, mas eso es sólo una parcial inteligencia de las sentencias del Maestro. Termina así el panegírico del Bautista: «Si queréis creerlo, él mismo es Elías, el que debía venir» (Mt. XI, 14). Pero en seguida agrega: «¡Quién tiene oídos oiga!” (Mt. XI, 15). Ahora bien, según un principio hermenéutico de San Jerónimo, que era preciso tener en cuenta, «quando ad intelligentiam provocamur, mysticum monstratur esse quod dictum est» (in Mt. XXIV), es decir que en tales casos, bajo el velo de la letra hay otro sentido oculto que se nos invita a escudriñar. Así, v. gr., en el discurso escatológico del Señor, según la redacción de Mt. y Mc. (Mt. XXIV, 15; Mc. XIII, 14), para señalar bajo la desolación histórica de Jerusalén por los romanos, la desolación escatológica, por obra del último anticristo, que es la que luego allí se desarrolla. Por eso Lucas XXI, que se limita a la desolación histórica, omite ese toque de atención. El caso se repite más de una docena de veces en los Evangelios y el Apocalipsis. Según esto en la expresión «ipse est Elias», bajo la letra que alude al gran profeta, tenemos indicado al gran Bautista, que es un Elías en Espíritu. Es solución que, como sabemos, dió ya San Gregorio (hom. 7 in Ev.), y no hay por qué enmendarle la plana en este punto.
La tradición sobre la vuelta de Elías tiene fundamentos excelentes. El autor del Eclesiástico, aludiendo a su traslación misteriosa (IV Reg. II, 11) y resumiendo la tradición profética (Is. XLIX, 6; Mal. IV, 5 s.), dice de él:
«Tú fuiste arrebatado en un torbellino de fuego sobre una carroza tirada de caballos de fuego. Tú estás escrito en los decretos de los tiempos, para aplacar el enojo del Señor, reconciliar el corazón de los padres con los hijos, y restablecer las tribus de Jacob” (Eccli. XLVIII, 9 s.).
Las variantes del texto hebreo, modernamente descubierto, no tienen importancia desde el punto de vista exegético, salvo el inciso «in judiciis temporum», que en el dicho texto es «paratus ad tempus», con una significación más transparente. Nótese ante todo la expresión «restituere tribus Jacob», que nos pone en la pista de la gran restauración atribuida a Elías desde Is. XLIX hasta Ap. VII.
Según ésto, el personaje que se celebra en Isaías, cc. XLIX-LII, no sería otro que Elías redivivo. Así su escondimiento temporal en la frase «me escondió bajo la sombra de su mano» (Is. XLIX, 2); su obra de restauración universal en Is. XLIX, 6.9 ss.; sus ardientes palabras de aliento en Is. L, 4 (cf. cc. LI-LII); su intrepidez característica en Is. L, 6-9. Extraño empeño el de tantos modernos exégetas por incluir estas perícopas entre las del siervo de Yavé por excelencia, es decir el Mesías paciente, para luego no acertar a armonizarlas con las exigencias del contexto (v. Vaccari, La Redenzione, Roma, 1933, pág. 7 ss.).
Malaquías le llama por su nombre, cuando escribe:
«He aquí que os enviaré al profeta Elías, antes que venga el día grande y tremendo de Yahve. Él convertirá el corazón de los padres a los hijos, y el corazón de los hijos a los padres; no sea que Yo viniendo hiera la tierra con el anatema» (Mal. IV, 5 s.)”.
Ese día grande y horrible, en que el Señor viene dispuesto a exterminarlo todo de sobre la tierra, no es ciertamente el de su primera venida, en que se presentó manso y humilde, como cordero preparado al sacrificio, como que no fué enviado a juzgar, sino a salvar el mundo (Jn. III, 17), sino el día de su segunda venida, en que se presentará como león (Ap. V, 5) para los impíos, sin dejar de ser cordero (Ap. VI, 17) para los justos (Ap. VII, 17).
Que no se nos diga, pues, que Elías vino ya, y en consecuencia que no hay más que esperar. Vino en la imagen viva de Juan el Bautista, a preparar los senderos del Mesías Sacerdote y víctima expiatoria: falta que venga en persona, a preparar los caminos del Mesías Rey y juez de todos los mortales.
Y ¿quién, si no, es ese ángel que San Juan ve surgir del oriente y que imprime la señal del Dios vivo en la frente de los escogidos, en prenda de inmunidad (Ap. VII)[5]? A juzgar por las varias alusiones de todo ese capítulo al XLIX de Isaías, no puede ser otro que Elías redivivo, quien desapareció por el oriente y del oriente volverá; y esa señal del Dios vivo no sería otra que el carácter bautismal, con que Elías contraseña a los de su pueblo (Ap. VII, 4 ss.), al convertirse al cristianismo, y a cuantos (Ap. VII, 9 ss.), vueltos por su ministerio de la apostasía o la infidelidad, se le agregarán sucesivamente, para formar de hecho en adelante un solo rebaño bajo el cayado de un solo pastor (Ap. ib).
Elías, pues, como Juan, será un gran Bautista, pero mejorado.
(Ramos García, en «Perspectiva escatológica.)
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Por tanto SÍ, sigo esperando a los Dos Testigos enviados por Dios, y también al Anticristo personal, líder político-religioso quien junto con el Falso Profeta de la Gran Ramera caerán vivos al estanque de fuego encendido con azufre.
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El último estado del mundo se describe en las Escrituras en los capítulos 2 y 7 del profeta Daniel. Jesús inmediatamente cita a este Profeta cuando los discípulos le preguntan. Este último estado está representado por los pies de la Estatua vista en sueños por Nabucodonosor. No es un imperio mundial sino un conglomerado de estados: algunos poderosos y otros débiles.
Estos textos son una exposición del estado actual del mundo donde se está librando una lucha feroz entre las naciones poderosas que literalmente saquean a las naciones débiles … hasta que el Hijo del Hombre aplasta toda la estatua reduciendo a cenizas.
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Has escrito bien Michel, pero todo no acaba ahí.
El Mesías En su Parusía pleno de Gloria y Majestad comienza a reinar y juzgar en la tierra en el Reino preparado por Su Padre, al que sencillamente San Juan llama » Mil Años» en el capítulo XX del Apocalipsis…
Pero este es otro tema al que he hecho referencia cientos de veces en este blog sujetando mi mente a la exégesis Patrística, jamás condenado por la Iglesia, ya que los Decretos prohíben enseñar un milenarismo carnal -ese sí condenado- y un milenarismo espiritual, que no es al que los Padres hacían referencia. Los Decretos mencionados del año 1941/44, están relacionados con el MODO de la presencia de Cristo en Su Reino, pero en nada se oponen -¿cómo podrían?- a Su Reino en este mundo.
La Visión de la Estatua se completa con la de las cuatro bestias en el mismo Daniel, y sobre todo con las Visiones de San Juan.
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Corrección : debí escribir «milenarismo mitigado», no, » espiritual».
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Estamos actualmente viviendo lo que se ha predicho en el capítulo 17, 1 y 8 de Apocalipsis: Et venit unus de septem angelis, qui habebant septem phialas, et locutus est mecum, dicens: Veni, ostendam tibi damnationem meretricis magnæ… Entonces uno de los siete Angeles que llevaban las siete copas y mi habló : « Ven, que te voy a mostrar el juício de la célebre Ramera… La Bestia que has visto, era y ya no es ; y va a subir del Abismo, pero camina hacia su destrucción… Esa Bestia que era y que surgirá del Abismo para perderse es la descendencia de aquellos que condenaron a muerte a Cristo. Ellos son los que actualmente revelan todos los vilezas de la Gran Ramera.
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Los de la Sociedad sacerdotal Trento ordenan utilizando el español en vez del latin.
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Cumpridas:
1. a propagação do Evangelho;
2. a grande apostasia.
Não cumpridas:
3. a vinda de Elias e Enoch;
4. a conversão dos judeus;
5. a vinda do Anticristo.
Esses cinco itens ordinariamente se encontram nas narrativas e explicações correntes dos exegetas ilustres. Desconheço qualquer interpretação onde Elias e Enoch são tomados figurativamente ou de modo impróprio.
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Jd,
¡No digas tonterías! En la Sociedad Sacerdotal Trento es una costumbre que un lector lea para los presentes, en voz alta (o micrófono) y en vernáculo, el ceremonial de ordenación, al mismo tiempo que es dicho en voz baja, y en latín, por el Obispo. Esto se puede ver en YouTube y Facebook.
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El que recitaba las oraciones de ordenacion en español era sin duda el obispo celebrante.
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Jd,
Ahí está:
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Tiene usted razon.
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Alexandre, la conversión de los judíos es una interpretación falsa de los textos de San Pablo. Cuando dice que todo Israel se salvará, solo nombra a los judíos que esperaban al verdadero Mesías, los que lo reconocieron cuando vino y el pequeño número que se convirtió en el transcurso del tiempo. En la actualidad son los peores enemigos de los verdaderos católicos.
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La creciente infiltración de los Judíos en otros pueblos, incluso los de América, ha dado nueva importancia a un viejo problema, cuya solución ha inspirado una multitud tan inmensa de libros, que apenas caben en los estantes de las bibliotecas. Hasta revistas hay cuyo único tema es el problema judío; mas a despecho de todos los esfuerzos literarios y periodísticos, el problema queda en pie y aqueja a la Humanidad; y ciertamente conmoverá al mundo mientras vivan Judíos entre los pueblos cristianos.
Nos limitamos en este estudio al aspecto bíblico-religioso del problema; y dentro del mismo, al sector más pequeño y prácticamente olvidado, que podemos circunscribir con la pregunta: ¿Qué dice la Biblia sobre la restauración del reino de Israel y el actual retorno de los Judíos al país de Abrahán, Isaac y Jacob, sus padres, que vivieron hace tres mil años en la tierra de Palestina? A tal pregunta y su posible solución nos estimulan los acontecimientos modernos que han mostrado que se reconoce a Judá derechos, si bien parciales, sobre el suelo de Palestina.
En la historia del género humano no existe un caso semejante de que un pueblo hubiese reclamado el derecho al territorio donde moraron sus antepasados en la antigüedad; los habitantes de ese territorio y todas las naciones se hubieran opuesto y considerado a ese pueblo como agresor e invasor. Con toda razón, porque es imposible reconstruir el mundo antiguo sin destruir el moderno.
Sin embargo, precisamente en esta argumentación consiste el error principal de quienes ven un acto de injusticia en la ocupación judía de Palestina y el consiguiente desplazamiento de la población árabe residente allí desde muchos siglos.
Es porque el pueblo judío es un pueblo especial, el único que tiene un título divino e irrenunciable a su tierra. De ahí que triunfe siempre sobre las leyes de la historia y el derecho internacional.
Considerado desde el punto de vista bíblico, goza de promesas divinas no borradas por su apostasía, sino que al contrario extienden un puente sobre el abismo de su reprobación y se vinculan íntimamente a su conversión final.
San Pablo evoca estas promesas en la Carta a los Romanos, revelándonos que la vocación de Israel es irrevocable (Rom. XI, 29) y que Dios no deja de amarlo a causa de sus padres (ibid. v. 28) aunque ha sido desobediente respecto del Evangelio (ibid. v. 28 y 31).
Su endurecimiento durará «hasta que la plenitud de los gentiles haya entrado» (ibid. v. 25), es decir, como explica Scío, hasta que un número prodigioso de paganos se haya incorporado a la Iglesia, con lo cual terminará lo que Jesús en Lc. XXI, 24 llama el tiempo de los gentiles.
Lo que más llama nuestra atención es que San Pablo, en este admirable pasaje, afirme expresamente que la vocación de los Judíos es irrevocable, o sea incondicional, en contraposición a otras promesas de Dios vinculadas a determinadas condiciones.
“En efecto, dice Nácar-Colunga en la nota a Rom. XI, 29, muchas veces declara Dios renunciar al pacto de Sinaí, repudiar a su infiel esposa, Israel; pero es para volver de nuevo, con entrañas de misericordia, a renovar la alianza, en forma más noble (Jer. XXXI, 31), a tomar de nuevo la esposa, que había antes repudiado, con mayores muestras de amor” (Os. I-III; Ez. XVI, 23).
La irrevocabilidad de la vocación y elección de Israel es para San Pablo tan evidente, que no vacila en revelarnos su futura readmisión (Rom. XI, 15) a la grey de Cristo, lo cual constituirá la riqueza del mundo (ibid. v. 12); por eso nos exhorta a no engreírnos (ibid. v. 18), porque si nosotros, siendo un olivo silvestre, hemos sido injertados en el olivo pingüe de Israel y participamos de su raíz y grosura (ibid. v 17), no tenemos ningún motivo para gloriamos, antes bien debemos adorar la bondad del Padre Celestial, que nos ha hecho herederos de la savia de aquel olivo pingüe y al mismo tiempo admirar la sabiduría divina que ha conservado milagrosamente ese pueblo para el cumplimiento definitivo de su misión.
Despreciar a los Judíos caídos y actualmente desparramados sobre la faz de la tierra sería imitar a los fariseos que despreciaban a otros pueblos, jactándose de tener el monopolio de las promesas mesiánicas, y precisamente por eso cayeron en la incredulidad y perdieron el fruto de las promesas.
La advertencia de San Pablo (Rom. XI, 18) de no engreírnos, resulta tanto más apremiante cuanto que el Apóstol predice también la apostaría de esos gentiles, injertados en el olivo pingüe (II Tes. II, 3 ss.) y el mismo Jesucristo nos anuncia la falta de fe en su segunda venida (Lc. XVIII, 8).
¿Qué tiene que ver todo esto con la vuelta de los Judíos a Tierra Santa y la organización de un Estado Judío independiente de otras naciones? Mucho en todo sentido. Por de pronto, es muy inverosímil que los Judíos, mientras estén dispersos entre los pueblos cristianos, mahometanos y paganos, se conviertan todos al mismo tiempo. ¿No es obvio que a la conversión de Israel preceda su concentración en un territorio geográficamente determinado, donde pueda desarrollarse como pueblo? Exigir una conversión más o menos simultánea de los Judíos de Nueva York, Buenos Aires, Londres, El Cairo, Hong Kong, etc., etc., aunque se interpretase esta conversión sólo limitado como lo hacen algunos exégetas, equivaldría a multiplicar sin necesidad los milagros…
(Mons. Juan Strumbinger: «La restauración del Reino de Israel a la luz de la Revelación»)
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Continuación:
Gran luz arrojan sobre nuestro problema las profecías del Antiguo Testamento. Sean ellas la antorcha que nos ilumine en el estudio de tan oscura y compleja materia.
¿Quién no conoce los grandiosos cuadros proféticos en que los vates de Israel pintan el regreso de su pueblo al país de sus padres? Cuadros que a primera vista parecen haberse cumplido y realizado en la repatriación de los cautivos después del regreso de Babilonia; pero sin negar que algunas profecías se refieren solamente a aquel acontecimiento histórico hay, sin embargo, otras muchas que sobrepasan el estrecho marco de aquel período de la historia de Israel y apuntan a una repatriación completa y definitiva, porque abarcan a todas las tribus de Israel y no solamente a las dos tribus de Judá y Benjamín que volvieron del destierro.
Abriendo el Libro Sagrado hallamos ya en el Deuteronomio (XXX, 1-6), una hermosa profecía de Moisés, relativa al retorno de Israel. Moisés profetiza a los Israelitas no solamente el destierro sino también, para el caso de arrepentirse ellos de la apostasía, el regreso a su patria y a la vez la circuncisión del corazón, de modo que esta profecía encierra ambos aspectos, el nacional y el religioso, que al parecer siempre están entre-lazados en el pueblo judío. Dice Moisés:
“Cuando te sobrevengan todas estas cosas, la bendición y la maldición que hoy te he expuesto, si las tomas a pecho en medio de las naciones a las que Yahvé, tu Dios, te haya desterrado, y te vuelves hacía Yahvé, tu Dios, y escuchas su voz conforme a cuanto hoy te ordeno, tú y tus hijos, con todo tu corazón y toda tu alma, Yahvé, Dios tuyo, cambiará tu destino, se compadecerá de ti y volverá a juntarte de en medio de todos los pueblos, entre los cuales te habrá dispersado. Aunque estuviesen tus proscriptos en el extremo de los cielos, de allí te juntará Yahvé, tu Dios, y de allí te recogerá, te conducirá a la tierra que tus padres poseyeron, y la poseerás, y Él te favorecerá y te multiplicará más que a tus padres. Yahvé, tu Dios, circuncidará tu corazón y el corazón de tu prole para que ames a Yahvé, tu Dios, con todo tu corazón y toda tu alma por amor de tu vida”.
Sobre el destino del pueblo judío no hay vaticinio más claro que éste, que le profetizara su profeta más grande. Nadie dirá que ya se haya cumplido del todo. Sobre el sentido de la circuncisión del corazón véase Jer. XXXII, 39; Ez. XI, 19; Hech. VII, 51.
El Profeta Isaías nos ha dejado el siguiente cuadro:
En aquel día
el Señor extenderá nuevamente su mano,
para rescatar los restos de su pueblo
que aún quedaren,
de Asiria, de Egipto, de Patros,
de Etiopía, de Elam, de Sinear,
de Hamat, y de las islas del mar.
Alzará una bandera entre los gentiles,
y reunirá los desterrados de Israel,
y congregará a los dispersos de Judá
de los cuatro puntos de la tierra.
(Is. XI, 11-12)
Según San Jerónimo, anuncia aquí Dios por boca del profeta, la vuelta definitiva de Israel a la tierra de promisión. Dios, después de haber extendido su mano sobre los convertidos a su fe, la extenderá por segunda vez sobre los Hebreos al fin de los tiempos para que también ellos la abracen.
El Doctor Máximo no se ha equivocado, pues en los versículos que siguen, se refiere el profeta claramente a todas las tribus de Israel, no solamente a las dos que volvieron del cautiverio de Babilonia.
El Profeta Jeremías consuela a su pueblo varias veces, vaticinándole un glorioso retorno. Citamos solamente dos vaticinios.
Yo mismo reuniré el resto de mis ovejas,
de todos los países donde las he dispersado,
y las haré volver a sus prados,
y crecerán y se multiplicarán.
Les suscitaré pastores que las apacienten;
no temerán más, ni tendrán que temblar;
y no faltará ninguna de ellas.
(Jer. XXIII, 3-4)
“He aquí que vendrán días, dice Yahvé, en que trocaré el cautiverio de me pueblo, Israel y Judá, dice Yahvé, y los haré regresar al país que di a sus padres y lo poseerán… En aquel día, dice Yahvé de los ejércitos, quebraré el jugo del enemigo sobre tu cerviz y romperé tus coyundas. No lo sojuzgarán más los extranjeros; pues servirá a Yahvé su Dios y a David su rey, que Yo le suscitaré” (Jer. XXX, 3-9).
También estos vaticinios están muy lejos de haberse cumplido después de la vuelta del cautiverio de Babilonia, ya que no volvieron los hijos de ambos reinos (Israel y Judá), y mucho menos se rompieron las coyundas que los extranjeros habían puesto sobre su cerviz. El padre Páramo, S. J., comenta este último pasaje de Jeremías con las siguientes palabras:
“El Profeta parece que habla principalmente de la libertad completa en que será puesto el pueblo de Israel cuando todo entero reconocerá al Mesías y entrará en la Iglesia por la fe, porque tan sólo una pequeña parte de la Nación fue la que se convirtió en tiempos del Mesías. Tal vez por esto se añade en el ver. 24 que las cosas que aquí se dicen serán entendidas al fin de los tiempos”.
El Padre Páramo se dirige en esta nota contra aquellos que quieren aplicar a los Cristianos las profecías que hablan del porvenir de Israel. No es viable suponer que todas las promesas hechas a Israel en el pasaje citado y semejantes, puedan aplicarse a la Iglesia que formamos los gentiles, puesto que ésta surgió con bendiciones propias y de un orden superior, y como Cuerpo Místico de Cristo, cuyo misterio, dicen los Apóstoles, estuvo escondido por los siglos (Ef. III, 9; Col. I, 26; Rom. XVI, 25; I Ped. I, 20).
El Profeta Ezequiel repite la promesa divina de una gloriosa y definitiva restauración de Israel, especialmente en los capítulos XXXVI y XXXVII de su libro:
“Yo (Yahvé) os sacaré de entre los gentiles, os recogeré de todos los países y os llevaré a vuestra tierra. Derramaré sobre vosotros agua limpia para que quedéis limpios, y os purificaré de todas vuestras inmundicias y de todos vuestros ídolos; os daré un corazón nuevo, y pondré en vosotros un espíritu nuevo; quitaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne. Infundiré mi espíritu en vuestros corazones y haré que sigáis mis mandamientos y observéis mis leyes, poniéndolas por obra. Y habitaréis en la tierra que Yo di a vuestros padres, y vosotros seréis el pueblo mío, y Yo seré vuestro Dios” (Ez. XXXVI, 24.28).
En el capítulo XXXVII de las profecías de Ezequiel dice Dios:
“He aquí que Yo sacaré a los hijos de Israel de entre las naciones a donde fueron; los recogeré de todas partes y los llevaré a su tierra. Y haré de ellos una sola nación en el país, en los montes de Israel; un sólo rey reinará sobre ellos, nunca jamás serán dos naciones ni se dividirán en dos reinos… Mi siervo David será rey sobre ellos, y todos tendrán un solo pastor; observarán mis leyes y guardarán mis mandamientos y los cumplirán. Y habitarán en la tierra que Yo di a mi siervo Jacob, donde moraron vuestros padres; allí habitará por siempre (Ez. XXXVII, 21-25)
Nadie osará aplicar esta profecía únicamente a los regresados del cautiverio de Babilonia. Aquel retorno, a más de ser sumamente precario, como vemos en los libros de Esdras y Nehemías, no fue para siempre. La promesa del retorno definitivo y la mención del nuevo David (cfr. Jer. XXX, 9) dan a la profecía de Ezequiel un significado superior a cuanto sucedió en tiempos post-exílicos.
De los Profetas Menores escuchemos primero la voz de Amós, cuya última profecía termina así:
“Yo los plantaré en su propio suelo; y no volverán a ser arrancados de su tierra, que Yo les he dado, dice Yahvé, tu Dios” (Am. IX, 15).
El profeta Miqueas expresa la misma idea cuando anuncia:
“En aquel día, dice Yahvé, recogeré a la que cojea, y congregaré a la desechada y a la que he afligido, y haré de la que cojea un resto, y de la arrojada una nación fuerte; y reinará sobre ellos Yahvé en el monte Sión, desde ahora y para siempre” (Miq. IV, 6-7).
El profeta habla en este capítulo no de una época cualquiera de la historia de Israel, sino de los tiempos del fin, como lo dice el primer versículo: Sucederá al fin de los días… De ahí que Fillion refiera este vaticinio a un nuevo Israel transfigurado, muy distinto del Israel que conocemos por la historia.
Si con todo, alguien creyera que estas profecías tuviesen por objeto solamente el regreso del destierro babilónico y la restauración de las dos tribus de Judá y Benjamín le aconsejamos leer las profecías de los profetas post-exílicos que, por supuesto no se refieren al pasado, sino necesariamente a un destierro futuro y a una vuelta definitiva.
Citamos a este respecto a Zacarías, quien dice en nombre de Dios:
“Volveos, ¡oh, cautivos!, a la fortaleza llenos de esperanza; hoy mismo prometo que te daré doblados bienes… En aquel día Yahvé, su Dios, los salvará, como ovejas del pueblo suyo, porque serán como piedras de una diadema, que brillarán sobre su tierra” (Zac. IX, 12.16).
“Los llamaré con un silbido y los congregaré porque los habré rescatado, y se multiplicarán como antes se multiplicaron. Los he dispersado, sí, entre los pueblos, pero aún en (países) lejanos se acordarán de Mí, y vivirán juntamente con sus hijos, y volverán; los conduciré a la tierra de Galaad y al Líbano, pues no se hallará lugar para ellos” (Zac. X, 8-10).
“Así dice Yahvé de los ejércitos: En aquellos días diez hombres de todas las lenguas de las naciones se asirán de la falda (del manto) de un judío y dirán: Iremos con vosotros, porque hemos oído que con vosotros está Dios” (Zac. VIII, 23).
Las profecías de Zacarías que acabamos de citar, revisten especial importancia no sólo por la época post-exílica en que fueron pronunciadas, sino también por su semejanza con los vaticinios de los anteriores. No pueden, pues, limitarse a la repatriación de las dos tribus. Su último sentido es más bien de carácter escatológico.
Pasamos por alto los Salmos, que contienen muchas alusiones al regreso de los cautivos (por ej. CV, 47; CVI, 3; CXXIV, 3; CXXV, 1-2; CXLVII, 1). No obstante su referencia inmediata al regreso de Babilonia, dejan entrever un retorno de mucha mayor envergadura y terminan en general pintándonos una restauración de colores claramente mesiánicos.
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Continuación:
Aun en el Nuevo Testamento encontramos profecías alusivas a la restauración de Israel (no sólo a su conversión, como en Rom. XI). Recordamos la misteriosa palabra del sermón escatológico de Cristo:
“Caerán (los habitantes de Jerusalén) a filo de espada y serán deportados a todas las naciones, y Jerusalén será hollada por los gentiles, hasta que el tiempo de los gentiles se haya cumplido” (Lc. XXI, 24).
Si tomamos hollar en el sentido de dominar, se anunciará aquí su liberación del dominio de los gentiles, que en el lenguaje bíblico significa a los no-judíos. La Catena Aurea agrega en paréntesis: y es de esperar que volverán a su patrio suelo, claro está cuando Israel alcance la salud prometida, o sea, cuando se convierta, lo cual coincide con Rom. XI, 25, donde el Apóstol fija la conversión de los judíos para el tiempo en que la plenitud de los gentiles haya entrado (en la Iglesia).
También en los Hechos de los Apóstoles podemos descubrir una idea de un nuevo reino de Israel. Los Apóstoles, que mejor que nosotros conocían los pensamientos de Jesús, esperaban con ansias que Él mismo inaugurara ese reino, y la última pregunta que le dirigieron antes de su Ascensión al cielo fué precisamente ésta: Señor, ¿es éste el tiempo en que restableces el reino para Israel?
Dejemos de acusar a los Apóstoles de un falso mesianismo como si no hubiesen comprendido la doctrina del reino de Dios que Cristo vino a fundar sobre la tierra. No hay duda de que la conocían, pero pensaban también en las profecías sobre la restauración de Israel y no sabían combinar las dos cosas. El Espíritu Santo no tardará en revelarles el misterio de la Iglesia. Cf. Ef. III, 9; Col. I, 26.
En Hech. III, 21, habla San Pedro de la restauración de todas las cosas de las que Dios ha hablado desde antiguo por boca de sus santos profetas. Ahora bien, Dios habló también de la restauración de Israel. ¿No se cumplirá acaso en la restauración de todas las cosas?
Sea de ello como fuere, en todo caso tenemos en Hech. XV, 16, un precioso testimonio de cómo los Apóstoles pensaban sobre el tema de la restauración. En dicho pasaje, que forma parte del discurso de Santiago, en el Concilio de Jerusalén, el Apóstol, fundándose en Am. IX, 11 ss., alude a la restauración del tabernáculo de David (Hech. XV, 16), que en el fondo no es otra cosa que la restauración de Israel. El exégeta francés Boudou comenta esta palabra de Santiago de la siguiente manera:
“Según la profecía de Amós, Dios realzará el tabernáculo de David, reconstruirá el reino davídico en su integridad y le devolverá su antiguo esplendor”.
Más aún, que la restauración de Israel es la imagen de la futura gloria de Jerusalén, la que inspira las visiones de los profetas. Remitimos al lector a Is. II, 2-4; XXIV, 23; LIV, 1-3; LX, 3-9; LXV, 19-22; LXVI, 10-11; Ez. XXXVII, 28; Miq. IV, 1 ss; Zac. VIII, 22; XII, 10; XIV, 8-11; Sal. XLVII, 2 s.; LXVII, 29 ss.; LXXXVI, 4 ss; CI, 5 ss.; Tob. XIII, 11. En todos estos y muchos otros pasajes contemplamos a Jerusalén bañada en la luz lejana de las esperanzas mesiánicas e inundada de gentes de todas las naciones y razas, rebosantes de júbilo y trayendo regalos.
“La misma gloria divina, dice Cales, está interesada en la restauración de Israel. Naciones y reyes temerán y honrarán a Yahvé cuando comprueben que Él ha reedificado a Sión y ha desplegado su magnificencia; que ha escuchado la plegaria de aquellos a quienes los enemigos habían despojado y que parecían, perdidos sin esperanzas”.
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Concluyendo este pequeño estudio, podemos resumir su resultado en cinco puntos:
1) La restauración de Israel en el país de sus padres es objeto de muchas profecías del Antiguo Testamento, y aún en el Nuevo oímos su resonancia.
2) Es imposible referirlas a la Iglesia como si ella fuese aludida en todas ellas. Tampoco es exegéticamente lícito diluirlas en alegorías vacías de realidad.
3) En parte, sí, cumpliéronse estas profecías en el regreso de Judá y Benjamín del cautiverio, pero no volvieron en aquella ocasión los israelitas de las demás tribus. Es de notar que algunas profecías anuncian expresamente la repatriación de todas las tribus, no solamente las del reino de Judá.
4) Hay profecías que combinan la restauración de Israel con su conversión a Cristo.
5) Según los profetas, el día de la restauración y conversión de Israel es un día de gloria y triunfo.
Hasta ahora no conocemos ningún acontecimiento en que coincidan la restauración política por una parte y la conversión por la otra. Debemos, pues, esperar hasta que se cumpla el vaticinio de Zacarías:
“Derramaré sobre la casa de David y sobre los moradores de Jerusalén el espíritu de gracia y de plegarias y pondrán sus ojos en Mí a quien traspasaron” (Zac. XII, 10).
Sin embargo, podemos ver su comienzo en los sucesos de los últimos años. Después de la primera guerra mundial el rey de Inglaterra, cual segundo Ciro, prometió a los Judíos, en recompensa de la ayuda prestada a Inglaterra, la creación de un hogar internacional en Palestina (Declaración Balfour). Después de la segunda guerra mundial Estados Unidos y la ONU les prestaron su enorme influencia en la ocupación de la mayor parte de Palestina, incluso el Négueb (Edom), de modo que el nuevo estado de Israel se extiende de mar a mar, del Mediterráneo hasta el golfo de Akaba (Océano Índico). En el mismo intervalo, es decir, en el transcurso de 35 años, la población judía de Palestina ascendió de 35.000 a 1.200.000, debido a la inmigración que actualmente suma 10.000 almas por mes. De esta manera Eretz Israel (País de Israel), como ahora los Judíos llaman a su tierra, ha tomado un aspecto completamente nuevo, nunca visto ni sospechado: enormes progresos técnicos, colonización de tierras incultas y desérticas, instalación de fábricas de toda clase, fundación de institutos culturales, incluso la Universidad Hebrea en Jerusalén. Todo lo cual nos autoriza a suponer, que por lo menos la restauración nacional de los Judíos ha empezado.
En cuanto a su conversión, es verdad que no se han registrado conversiones en masa en ninguna parte, y mucho menos en Palestina misma. Pero notamos con satisfacción que el odio a Cristo ha disminuido hasta tal punto que muchos escritores hebreos reconocen a Jesús como un gran Judío.
Al ocupar el país de sus padres obedecen los Judíos, sin darse cuenta, a un plan divino revelado hace miles de años por boca de los profetas. Es Dios quien los reúne en aquel pequeño territorio, puente entre África, Asia y Europa, para obrar en ellos el misterio predicho por San Pablo. Nada sabemos sobre el modo de su realización, pero estamos seguros de que será llevado a cabo a su tiempo, tal vez cuando menos lo pensemos.
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En enero de 1904, San Pío X recibió a Theodore Hertzl, uno de los fundadores del sionismo, y le dijo: «No podemos apoyar este movimiento [sionista]. No podremos evitar que los judíos vayan a Jerusalén, pero no podemos apoyar eso. Aunque no siempre ha sido santo, la tierra de Jerusalén ha sido santificada por la vida de Jesucristo. Como jefe de la Iglesia, no puedo decirte nada más. Los judíos no reconocieron a nuestro Señor, por lo que no podemos reconocer al pueblo judío»
La Declaración Balfour es una carta de 1917 al banquero Walter Rothschild que financia el sionismo. Pretender que sería un signo de la Providencia que anularía la declaración de San Pío X es totalmente absurdo. Los Rothschild hasta el día de hoy se encuentran entre los maestros de Mammon y sabemos lo que Jesús estaba pensando al respecto.
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Las promesas de Dios expresadas en la Escritura no pueden fallar.
Hay que distinguir: las Promesas NO SON para el Israel carnal, sino para el Israel según el espíritu.
El movimiento sionista condenado por San Pio X está relacionado con el Israel según la carne por eso no lo reconoce, pero las Promesas de Dios son para el verdadero Israel, el convertido.
Simón Del Temple
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Está ud. esperando la conversión masiva de Israel carnal. Según usted, ¿en qué iglesia se reunirán estos conversos? ¿En la secta presidida actualmente por BerGOGlio?
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¿Me cree usted ingenuo para creer que la secta presidida por el hereje Bergoglio podría recibir la conversión de Israel a la verdadera Fe sostenida por la verdadera Iglesia Católica?
Le pregunto a usted: ¿Cree que la Iglesia Católica no ha sucumbido? Si no ha sucumbido,¿sigue conservando sus notas? Si conserva sus notas, está unido usted a Ella, o no? ¿Cree todavía en el Dogma que fuera de Ella no hay salvación? ¿Es visible o es simplemente un ente «pneumático? como expresa Pio XII? El hecho que esté en este momento con Sede vacante no significa que esté muerta, y si no está muerta, ¿cómo pregunta usted a qué Iglesia han de convertirse los judíos?
No entiendo su «catolicismo».
Simón Del Temple
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¿Dónde está actualmente la verdadera Iglesia Católica basada en la fe de Pedro desde que el clero renegó en el concilabulo ? Es la realización de la apostasía claramente predicha por San Pablo.
¿ Y cómo se reconstituirá una verdadera Iglesia católica con un verdadero Papa a la cabeza? Humanamente eso es imposible.
Estas son las preguntas que un verdadero católico debe plantearse en el caos actual.
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La Iglesia Católica en «sociedad perfecta» y por tanto posee los medios convenientes y oportunos para no sucumbir en ninguna circunstancia.
Lo de «humanamente imposible» no es totalmente cierto, porque siendo la Iglesia una institución sobrenatural fundada por el Hijo de Dios, el Verbo Encarnado, sobre hombres, han mostrado los siglos que jamás fue vencida, porque Dios dio la fuerza sobrenatural para hacerlo, pero los hombres pusieron manos a la obra sirviéndose de los medios que el mismo Hijo de Dios depositó en Ella . ¿Acaso no contamos nosotros con los mismos medios? Claro que si !!!!!
La pregunta que debe hacerse todo católico es hasta cuándo los que debieran actuar siguen poniendo trabas y argumentos falaces para cruzarse de brazos mientras los enemigos siguen llevando almas al infierno. ¿Qué hace usted en este combate? ¿Adopta una actitud quietista esperando alguna solución del Cielo? Pues del Cielo vendrá si los hombres se deciden a combatir en vez de llorar arrinconados en sus casas escudándose en la «apostasía que había predicho San Pablo», Hacen lo mismo que las vírgenes necias que no llenaron de aceite sus lámparas y vino el Esposo y las expulsó a las tinieblas exteriores.
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Diga claramente dónde está la Iglesia ahora y cómo elegir un papa en el caos actual.
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Ya lo he dicho mil veces. Encárguese usted de averiguar del mismo modo que yo lo hice.
Simón Del Temple
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Los seudopapas y obispos del conciliabulo se comportaron TAMQUAM SINT DEUS, según la expresión de San Pablo, es decir, propusieron una nueva religión donde Jesucristo ya no es el único camino de salvación. Rechazaron su declaración: YO SOY EL CAMINO, LA VERDAD, LA VIDA. Es APOSTASIA, el rechazo de la enseñanza más fundamental de Cristo. Por lo tanto, su nueva religión ya no es la Iglesia Católica sino una nueva secta que niega la divinidad de Jesús. De hecho, es imposible cambiar la enseñanza de un Dios porque Jesús es Dios y hombre.
Bajo estas condiciones, es vano y absurdo hablar de la conversión masiva de Israel carnal, ya que ya no hay una verdadera Iglesia Católica con un Papa válido a la cabeza.
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Si es imposible que la Iglesia Católica sucumba debido que es de institución divina y las Promesas de Cristo sobre Ella no pueden fallar porque Jesucristo es el Verbo de Dios Encarnado, se sigue que, siendo una «sociedad perfecta» DEBE tener un Papa válido a la cabeza. Ahora bien, estando con Sede vacante y no siendo este estado un estado permanente, sino transitorio y temporal, y puesto que no estamos -con certeza absoluta- en los últimos tiempo del mundo, NECESARIAMENTE se sigue que como San Pedro DEBE tener perpetuos sucesores y Cristo, su Vicario, la Iglesia Católica se DEBE procurar un Pontífice, que NADA ABSOLUTAMENTE tiene que ver con la Ramera apostática e idólatra.
Pregunta: ¿La Iglesia Católica posee en sí misma los medios adecuados para procurarse un Pontífice en cualquier tiempo que sea mientras perdure el mundo?
Respuesta: Si los posee.
Entonces si los posee y DEBE tener NECESARIAMENTE una Cabeza Visible .según están expresadas las disposiciones de Cristo para que así sea, ¿qué espera para hacerlo?
Bien, en eso estamos los católicos sedevacantistas intentando hacer que los Obispos válidos con los sacerdotes que estén con ellos, se reúnan y puedan establecer una estrategia adecuada dejando de lado intereses y pareceres personales, para encarar sin más vueltas una elección, que como usted sabrá, la elección en sí misma no otorga NADA, es tan solo la designación del elegido, el cual una vez aceptada y revestido con la autoridad que otorga el Superior -en este caso Dios mismo- inmediatamente adquiere jurisdicción universal como Cabeza de la Iglesia, siendo Fuente y Principio de toda autoridad delegando, con pleno poder, cargo y jurisdicción a los Obispos , y es presentado a toda la Iglesia -no interesa el número- a fin de ser pacíficamente aceptado.
Usted, ¿quiere o no quiere ser regido por un Papa? Si quiere ¿qué hace para que haya uno? Que las dificultades sean muchas o que estemos en la gran apostasía no es excusa.
Por el contrario, si usted cree que «ya no hay una verdadera Iglesia Católica», lo que es lo mismo que decir que «está muerta» , bueno, entonces no hablemos más. Hágase a un lado y no impida con argumentos falaces la supervivencia de los católicos que queremos ser regidos por un Papa. Los judíos se convertirán y entrarán a la Fe mediante su entrada a la Iglesia por el Bautismo, y para ello es necesario que haya un Papa Visible que los reciba.
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Me surge un gran interrogante acerca de este tema, y es éste: ¿Cómo saber a ciencia cierta si la actual ocupación de Palestina por parte de los judíos, se debe, efectivamente, al cumplimiento del plan divino de Dios, revelado hace miles de años a los profetas; o a una decisión puramente humana y anticipada por parte de ellos, adelantándose en el tiempo, por propia voluntad, al momento previsto por Él para la concreción de tal acontecimiento?
Dicho de otro modo, ME PREGUNTO si el solo hecho de que la ocupación (por parte de los judíos) del país de sus padres coincida con la promesa, significa, SIN DUDA ALGUNA, el cumplimiento de esta última, o, como expresé antes, es sólo el producto de una mera decisión anticipada del pueblo judío a la resolución del propio Dios, acerca de cuándo y cómo cumplir su plan divino.
Por mi parte, desde el momento que los designios de Dios nos son -huelga decirlo- total y absolutamente desconocidos, no descarto como posible ninguna de las dos hipótesis.
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Juan José:
Siempre la Divina Providencia obtiene su fin «suaviter et fortiter», el cual se identifica con el cumplimento de los designios divinos, parte por justicia, parte por misericordia, pero siempre para bien de aquellos que aman a Dios y quieren obedecer sus Mandamientos.
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¿Dónde están los fieles que reconstruirán una nueva Iglesia Católica y elegirán un nuevo Papa? Después de la apostasía masiva del clero del conciliabulo, no hay más cardenales para elegir un nuevo papa. Para los fieles, Jesús predijo:
Verumtamen Filius hominis veniens, putas, inveniet fidem in terra? Luc, 18, 8.
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Palestina fue dada a Abraham y sus descendientes. Aquellos que lo ocupan ahora, que se hacen llamar judíos y no lo son, como nos enseña San Juan, no tienen derechos en esta tierra. Sabemos por la parábola de los vinicultores deicidas que luego fue dada a los discípulos de Jesucristo. Ahora han renegado y, por lo tanto, han perdido todos los derechos en esta tierra santificada por Cristo. Esta es la situación actual. San Pablo ha demostrado claramente cuál será el castigo de Dios. Rom. 11, 21.
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Michel tienes que distinguir entre Derecho Divino y Derecho Eclesiástico,
La elección de parte de Cardenales es una disposición eclesiástica, que faltando éstos la elección la pueden realizar otras personas calificadas para ello, pero al no haber en la Ramera conciliar ningún tipo de autoridad ni cargo, NUNCA podrá ser apta para elegir a un verdadero Pontífice, por tanto el poder de elegir -que le pertenece tan solo a la Iglesia Católica- se encuentra en los que no han perdido la Fe, ya sean Obispos, Sacerdotes o simples fieles. En la historia existieron mil formas distintas de elegir un sucesor de San Pedro. Por tanto no habiendo disposiciones divinas sobre el modo -aunque sí en el DEBER que SIEMPRE haya un Pastor Supremo en la Iglesia por disposición de Jesucristo- este DEBER recae inmediatamente en los Obispos ordenados válidamente y en sus Sacerdotes.
Inútil es decir que no poseen jurisdicción delegada por un Papa, porque no lo hay, tan solo la tienen de manera supletoria hasta que un Papa -elegido por ellos- los confirme y les conceda el cargo y la jurisdicción. No son los electores los que confieren autoridad al designado, sino Dios. Por tanto los que DEBEN elegir al Papa solamente son los católicos que no han perdido la Fe. Sin Papa nunca habrá autoridad que descienda de Dios sobre la Iglesia, los Obispos sedevacantistas solo poseen autoridad que les confiere el Sacramento del Orden en vista a ser confirmados en sus cargos por un verdadero Papa cuando sea elegido.
Esta grave responsabilidad se ha diluido con el paso de los años, por eso que es nuestro trabajo de católicos recordarles y incluso exigirles -por deber de Caridad- que hagan lo que tienen que hacer. No hay excusas de ningún tipo para no hacer esto: si San Pedro DEBE tener perpetuos sucesores hasta el fin del mundo -no de los tiempos- también DEBE tener perpetuos electores, es por eso que NO EXISTE una reglamentación divina acerca del MODO o de QUIENES DEBAN hacerlo. No estamos en tiempos pacíficos, por tanto las disposiciones eclesiásticas que existían para la Iglesia Católica en TIEMPOS NORMALES, hoy día han quedado suspendidas, no derogadas.
Dios no es cruel para impedir la perpetuidad de la Iglesia tal como la fundó El mismo. Somos los hombres los que inventamos mil vericuetos para abstenernos de cumplir con el DEBER. Es nuestra obligación de católicos secundar y alentar a los que por la validez de las Ordenes recibidas DEBEN ser los que hagan lo que hay que hacer. No importa el número ni la violencia ni la fuerza que tenga la Apostasía ni siquiera el mismo Infierno: Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre, dice la Escritura, y Dios no se deja ganar en generosidad.
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Conozco la historia de la elección de los papas y creo que originalmente fue San Pedro quien eligió a su sucesor. Actualmente no sabemos si las consagraciones y ordenaciones de los partidarios de la vacante de la Sede de Pedro son válidas. ¿Cómo entonces cumplir con las condiciones para designar quién es parte de la verdadera Iglesia Católica Romana y luego cómo organizar la elección de un Papa? Estamos en un caos total en un mundo de incredulidad y paganismo donde la única deidad reconocida es Mammon. ¿Quién actúa como maestro de esta divinidad? Los judíos. ¿Están cerca de convertirse? Esto es lo que San Pablo dice al respecto.
“Sed et illi, SI NO PERMANSERINT EN INCREDULITATE, inserentur: potens est enim Deus iterum inserere illos.
Si los judíos NO PERSISTEN EN LA INCREDULIDAD, serán reintegrados: Dios es suficientemente poderoso para reinsertarlos de nuevo.”(Rom. 11, 23)
SAN PABLO HABLA EN CONDICIONAL.
Ahora vemos en el siglo XXI que los judíos siempre están incrédulos y unidos con Caifás y el Sanedrín que condenaron a Cristo a muerte.
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