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DULCE NOMBRE DE MARÍA


MÍSTICA CIUDAD DE DIOS

Ven. Sor María de Jesús de Ágreda 

[Extracto del Libro I . CAPÍTULO 21. Del nacimiento dichoso de María santísima y Señora nuestra; los favores que luego recibió de mano del Altísimo; y como la pusieron el nombre en el cielo y tierra.

335.​Se determinó en aquel consistorio y tribunal divino de la santísima Trinidad de dar nombre a la niña Reina; y como ninguno es legítimo y propio sino el que se pone en el ser inmutable de Dios, que es donde con equidad, peso, medida e infinita sabiduría se dispensan y ordenan todas las cosas, quiso Su Majestad ponérsele y dársele por sí mismo en el cielo; donde manifestó a los espíritus angélicos, que las tres divinas personas habían decretado y formado los dulcísimos nombres de Jesús y María, para Hijo y Madre de ab initio ante saecula, y que en todas las eternidades se habían complacido con ellos y tenido grabados en su memoria eterna y presentes en todas las cosas que habían dado ser, porque para su servicio las criaban. Y conociendo estos y otros muchos misterios los santos ángeles, oyeron una voz del trono que decía en persona del Padre eterno: “María se ha de llamar nuestra electa, y este nombre ha de ser maravilloso y magnífico; los que le invocaren con afecto devoto recibirán copiosísimas gracias; los que le estimaren y pronunciaren con reverencia serán consolados y vivificados; y todos hallarán en él remedio de sus dolencias, tesoros con que enriquecerse, luz para que los encamine a la vida eterna. Será terrible contra el infierno, quebrantará la cabeza de la serpiente y alcanzará insignes victorias de los príncipes de las tinieblas.” Mandó el Señor a los espíritus angélicos que evangelizasen este dichoso nombre a santa Ana, para que en la tierra se obrase lo que se había confirmado en el cielo. La niña divina, postrada con el afecto ante el trono, rindió agradecidas y humildes gracias al ser eterno y con admirables y dulcísimos cánticos recibió el nombre. Y si se hubieran de escribir las prerrogativas y gracias que le concedieron, fuera menester libro aparte de mayores volúmenes. Los santos ángeles adoraron y reconocieron de nuevo en el trono del Altísimo a María santísima por Madre del Verbo futura y por su Reina y Señora; y veneraron el nombre, postrándose a la pronunciación que de él hizo la voz del eterno Padre que salía del trono, y particularmente los que le tenían por divisa en el pecho; y todos dieron cánticos de alabanza por tan grandes y ocultos misterios; ignorando siempre la niña Reina la causa de todo lo que conocía, porque no se le manifestó la dignidad de Madre del Verbo humanado hasta el tiempo de la encarnación. Y con el mismo júbilo y reverencia la volvieron a poner en los brazos de santa Ana, a quien se le ocultó también este suceso y la falta o ausencia de su hija; porque en su lugar suplió uno de los ángeles de guarda, tomando cuerpo aéreo para este efecto; y a más de esto, mucho tiempo, mientras la niña divina estuvo en el cielo empíreo, tuvo su madre Ana un éxtasis de altísima contemplación y en él, aunque ignoraba lo que se hacía en su niña, le fueron manifestados grandes misterios de la dignidad de Madre de Dios, para que era escogida; y la prudente matrona los guardó siempre en su pecho, confiriéndolos para lo que debía obrar con ella.”

ORIGEN DE LA FIESTA DEL DULCE NOMBRE DE MARIA- VICTORIA EN LA BATALLA DE VIENA 1683

 1683, 11-12 de Septiembre. Batalla de Viena  vs invasión turca. 

 

  En 1682 el Sultán Mehmet IV declaró la guerra y escribió al emperador Leopoldo I: «Primero nosotros le ordenamos a que nos espere en su ciudad de residencia, Viena, para que le podamos decapitar… (…) Nosotros lo exterminaremos a usted y a todos sus seguidores… (…) Los niños y los adultos serán expuestos a las mas atroces torturas antes de ultimarlos en la manera mas ignominiosa imaginable…»

Kara Mustafa Pasha, frente al ejército Otomano del Sultán, llegó a las puertas de Viena y la sitió el 14 de julio. El emperador Leopoldo y la mayoría de las tropas y ciudadanos huyeron de la ciudad, quedando en ella solo 5000 civiles y 11,000 soldados al mando de Ernst Rüdiger von Starhemberg. El número de invasores era superior a los defensores, en una proporción de 20:1. Se propusieron destruir sus murallas socavándolas y dinamitándolas. En Septiembre, los defensores estaban sin comida y extenuados. Los turcos lograron abrir boquetes en la muralla y la ciudad estaba al borde de la derrota cuando providencialmente les llegó auxilio.

Juan Sobieski n.1629, coronado rey de Polonia en 1674, bien llamado el «León del Norte» vino al rescate. Partió de Cracovia el 15 de Agosto. En camino las tropas visitaron el santuario de la Virgen de Chedtokowa, patrona de Polonia, se consagraron a ella y Sobieski puso a Polonia bajo su protección. El 6 de Septiembre, los polacos cruzaron el Danubio 30km, N.O. de Viena y se unieron con las fuerñas imperiales y otras que habían respondido a la llamada de formar una Liga Santa de defensa con el respaldo del Papa Inocencio XI. (Luis XIV de Francia no respondió y mas bien aprovechó la oportunidad para atacar ciudades alemanas).

El 11 de Septiembre las tropas de Sobieski llegaron a Viena. Aunque los turcos les superaban en número (según cálculos de Sobieski, 76,000 vs 300,000), sabían que el futuro de Europa y de la cristiandad estaban en juego. El 12 de Septiembre, temprano en la mañana, Sobieski fue a Misa y se puso en manos de Dios.

La victoria salvó a Europa y frustró el plan de conquista islámica de Europa. Sobieski dio todo el crédito por la victoria a Dios. Dijo: «Veni, vidi, Deus vicit«. En agradecimiento a Nuestra Señora por la victoria obtenida, el Papa Inocencio XI extendió la fiesta del Dulce Nombre de María a la Iglesia Universal, el 12 de Septiembre. Comienza la reconquista de Hungría.

 

 

1 respuesta »

  1. Excelente artículo. Muchas gracias de nuevo, Moimunan.

    Ante cualquier adversidad, sin importar la dimensión o la gravedad de la misma, los católicos debemos ponernos siempre bajo la advocación y la poderosa intercesión de la Santísima Madre de Dios, pues ella nos alcanzará la ayuda que necesitamos para el bien de nuestra alma y la mayor gloria de Dios.

    «De Maria numquam satis», como decía el gran San Bernardo.

    Que tenga usted un santo y tranquilo 15º domingo después de Pentecostés.

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