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BERGOGLIO, LA GRAN APOSTASÍA Y LA CRISIS CONCILIAR


BERGOGLIO, LA GRAN APOSTASÍA Y LA CRISIS CONCILIAR

Crónicas sobre la Pasión que padece la Iglesia desde el triunfo modernista en el Concilio Vaticano II

Miles Christi 

« Los más astutos enemigos han llenado de amargura a la Iglesia, esposa del Cordero Inmaculado, le han dado a beber ajenjo, han puesto sus manos impías sobre todo lo que para Ella es más querido. Donde fueron establecidas la Sede de San Pedro y la Cátedra de la Verdad como luz para las naciones, ellos han erigido el trono de la abominación de la impiedad, de suerte que, golpeado el Pastor, pueda dispersarse la grey. ¡Oh, invencible adalid, ayuda al pueblo de Dios contra la perversidad de los espíritus que lo atacan y dale la victoria!  » León XIII.

Introducción
Hablar de Francisco podría resultar no sólo un ejercicio desagradable sino, sobre todo, peligroso, y esto por una doble razón, concerniente al pasado y al futuro. En lo relativo al pasado, existe el riesgo de concentrarse excesivamente en su persona y de olvidar, por ello, de dónde proviene la crisis actual, que, en lo esencial, no es asunto de Bergoglio, ya que él no ha hecho más que exacerbarla y llevarla hasta sus últimas consecuencias. En lo referente al futuro, el riesgo es el de perder de vista el sentido de esta crisis espantosa, quedando en cierta manera prisioneros de la presente pesadilla y olvidando que, si Dios la permite, es para hacer resplandecer mejor la gloria de Nuestro Señor cuando Él se digne intervenir para castigar a los malvados, recompensar a los justos y restaurar todas las cosas.
El primer riesgo consiste entonces en perder de vista la perspectiva global y en sobreestimar a una persona en detrimento de un sistema del cual ella no es sino una pieza intercambiable. El segundo, más grave aún, reside en el debilitamiento de la virtud teologal de la esperanza, olvidando que Nuestro Señor ya ha vencido el mal y que nosotros tendremos parte en su victoria, por la gracia de Dios, si permanecemos fieles a Él.
A lo largo de estos viejos artículos he procurado demostrar, en referencia al pasado, que los errores bergoglianos se originan en la doctrina modernista, condenada por San Pío X y triunfante en el Concilio Vaticano II y, en referencia al futuro, he intentado destacar el aspecto escatológico de la crisis actual, recordando, al decir de San Pablo, que « Dios dispone todas las cosas para bien de los que lo aman » (Rm. 8, 28). Y que el pleno desenvolvimiento del misterio de iniquidad, incluso « en el lugar santo » (Mt. 24, 15), es permitido por Dios para hacer brillar aún más su triunfo al tiempo del Juicio de las Naciones, el glorioso Dies Irae en el que será destruido el imperio del mal.
Corruptio optimi pessima, la corrupción de lo mejor es lo peor que pueda darse. La mayor autoridad moral de la tierra puesta al servicio del mal y de la mentira resulta necesariamente el principal factor de acción revolucionaria en el mundo. Como lo dije antes, esta obra de iniquidad no es ni primeramente ni exclusivamente fruto de Francisco, ya que él no hace más que abrevar en la fuente envenenada del modernismo imperante en la Iglesia desde el Concilio Vaticano II, del cual es el más reciente de los propagadores. Aunque es necesario reconocer que con él la revolución en la Iglesia ha alcanzado un nivel inédito, ha efectuado un auténtico salto cualitativo, haciéndose omnipresentes el error y la mentira, la blasfemia y el sacrilegio, los que se manifiestan ya con tal desvergonzado impudor y con un tan frenético recrudecimiento, que vuelven irrespirable la atmósfera espiritual.
Puedan las siguientes crónicas, escritas durante su incalificable “pontificado”, ser de alguna utilidad para una adecuada comprensión de la crisis eclesial sin precedentes que padece el Cuerpo Místico de Cristo desde que sus enemigos se apoderaron de él para desfigurarlo con toda suerte de herejías y blasfemias, hasta volverlo irreconocible, en esta su mística pasión, en la que sigue los pasos de su Divino Maestro, marchando rumbo al Calvario, del cual resurgirá gloriosamente con motivo del anhelado retorno, cada vez más cercano, de Nuestro

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2 respuestas »

  1. Todos los obispos que firmaron los documentos del conciliabulo no se dan cuenta que el error fundamental fue hacer de la libertad un DERECHO HUMANO, mientras que la libertad es un DON DE DIOS constitutivo de la naturaleza humana. Sin este don, sin libre albedrío, sin libertad de conciencia para elegir el bien sobre el mal, el hombre sería solo un animal. Es sobre la base de esto monstruoso error que los “padres conciliares”, como si fueran dioses, declararon ipso facto que Jesucristo – EL CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA – ya no era el único camino para la salvación. Por lo tanto, contradecían a sabiendas la enseñanza de la Iglesia de dos mil años, que constituye un pecado contra el Espíritu Santo. Este error fundamental es la base de la secta que reemplazó a la verdadera Iglesia fundada en la fe de San Pedro. Esta es la realización de la APOSTASÍA predicha por San Pablo en su Segunda Epístola a los Tesalonicenses, preludio del Retorno del Hijo del Hombre.

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