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SOBRE EL JUICIO A LOS PAPAS Y AL REINADO DE PÍO XII EN PARTICULAR


 

 

[Edito de nuevo en 15 de octubre y corrijo la anterior introducción.]

[A propósito del artículo reproducido y ya quitado, en el blog,  escrito por Mons. Sanborn y visto en el blog francés Sede Vacante, he recibido un mensaje del P. Espina que advierte muy de acuerdo con la doctrina de la Iglesia, como se ve a través de las citas que aporta, de la improcedencia que supone juzgar a la primera Sede. Por una parte están los hechos del reinado de Pío XII, incomprendidos por algunos, y ,  está el hecho de que Pío XII fue un legítimo papa. La solución, quuzás  nos la da el P. Espina en el siguiente mensaje que he recibido de él.]

Ave Maria.

Estimado Señor:

Soy el P. Pio Espina, de Argentina.

Cada tanto entro en su blog de «Amor de la Verdad».

Hoy entré y me encontré con un articulo relacionado al aniversario de la muerte de Pio XII, juicio sobre su reinado, etc.

Me dio mucha pena por lo que me permití hacerle llegar algunos comentarios sacados del Magisterio de la Iglesia que me parecen que vienen al caso.

Canon 1556: La Primera sede por nadie puede ser juzgada.

Dz1578, en donde Pio VI, condenando los errores del Sínodo de Pistoya dice: «…- como si la Iglesia que se rige por el Espíritu de Dios pudiera constituir disciplina no solo inútil y mas onerosa de lo que sufre la libertad cristiana, sino peligrosa, nociva e inducente a la superstición y al materialismo-, es falsa, temeraria, escandalosa, perniciosa, ofensiva a los oídos piadosos, injuriosa a la Iglesia y al Espíritu de Dios por el que ella se rige, y por lo menos errónea.

Epistola Tua de Leon XIII “

Extracto de la carta Epistola Tua de S.S.Leon XIII al Cardenal Guibert, Arzobispo de Paris.[1] 

17-VI-1885

“Ciertos indicios nos demuestran con claridad que no faltan entre los católicos, tal vez por influjo de la época, quienes descontentos de la obediencia, que es su función, juzgan que pueden tener intervención en el gobierno de la vida cristiana, o, al menos, piensan que pueden juzgar a su antojo las decisiones de los que gobiernan la Iglesia.-

Denota igualmente cierta insinceridad en la obediencia comparar a un pontífice con otro. Quiénes, ante dos distintas maneras de proceder, rechazan la actual y alaban la pasada, muestran poca obediencia a aquél a quien por derecho deben obedecer para ser gobernados, y tienen, además, cierta semejanza aquellos que al verse condenados apelan a un futuro concilio o al Romano Pontífice para que examinen de nuevo su causa…»

Carta del Cardenal Guibert a S.S.Leon XIII, del 4 de Junio de 1885. En ella se lee el siguiente párrafo: “Durante mi larga carrera de 44 años de episcopado, a través de muchas y variadas agitaciones y acontecimientos, más de una vez se ha ofrecido a mi espíritu el pensamiento de que el Jefe de la Iglesia debería tomar tal medida o evitar aquella otra. Pero Dios, por su gracia, me ha hecho siempre comprender que yo no había recibido de Jesucristo la asistencia personal que ha sido prometida a Pedro y a sus sucesores, y la experiencia me ha demostrado que los Papas bajo los que he vivido han gobernado sabiamente la Iglesia, como lo habían hecho durante dieciocho siglos todos los que les han precedido.” (AAS 17 (1885-1886) 10-11).

Extracto de un discurso del Papa San Pio X a los sacerdotes de la Unión apostólica. 

(18-XI-1912)

“Cuando se ama al Papa, no se entablan discusiones en torno a lo que él dispone o exige, o  hasta donde debe llegar la obediencia y en qué cosas se debe obedecer, cuando se ama al Papa, no se dice que no ha hablado bastante claro, como si estuviera obligado a repetir al oído de cada uno la voluntad claramente expresada tantas veces no sólo de palabra, sino con cartas y otros documentos públicos; no se ponen en tela de juicio sus órdenes aduciendo el fácil pretexto de quien no quiere obedecer: que no es el Papa el que manda, sino los que le rodean; no se limita el campo en que puede y debe ejercer la autoridad; no se antepone a la autoridad del Papa la de otras personas aún doctas que disienten del Papa, las cuales, si son doctas, no son santas, porque el que es santo no puede disentir del Papa.” (AAS 4 (1912), p. 693-695) 

Encuentro que todo el problema que estamos viviendo, aún entre los que se llaman sedevacantistas,  es porque no se tiene en cuenta la cuestión del Papa, que es «… el que hace las veces de Dios sobre la tierra«. Leon XIII, Praeclara Gratulationis.

Si los «Papas» del Concilio Vat. II no son Papas, y el Conc. Vat. II no es verdadero Concilio Catolico es porque el Papa no puede enseñar el error, el Conc. Vat II  y sus «papas» enseñan el error, luego no es verdadero Concilio ni son verdaderos sus «papas»

Como verá, no le estoy compartiendo mi opinión, sino el Magisterio de la Iglesia, así que le pido, que publique estos textos si es posible, al menos como comentario al dicho artículo.

Además le hago llegar como documento adjunto, un pequeño trabajo de recopilación de textos del Magisterio de la Iglesia, sobre la liturgia, infalibilidad, etc.

Al final del trabajo del archivo adjunto que le envío están las conclusiones mías, si lo publica, si quiere esas las puede eliminar si ve que no vienen al caso, a su criterio.

Dios lo bendiga.

Padre Pio Espina Leupold.

Véase el documento en formato Word que acompaña a este mensaje. Su lectura es altamente instructiva y recomendada:

. Sobre la liturgia

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5 respuestas »

  1. Toca este documento varios puntos que ya habían sido tratados por este blog a través de comentaristas bien entendidos en la teología y la liturgia. Solo quisiera hacer varias acotaciones breves extraídas de la discusión de esos puntos, a las que adhiero:

    1.- Pío XII, en el siglo Eugenio Pacelli, fue, sin lugar a dudas Papa verdadero. Y estoy seguro que en su persona particular fue santo, aunque sostengo también, que si hay un Papa verdadero o varios por venir jamás se le debe de canonizar, ya que sería un excelente ejemplo del desgobierno, la anarquía organizada, la falta de carácter y la contemporización con los enemigos propios y ajenos.
    2.- De acuerdo a la Constitución «Pastor Aeternus» del Concilio Vaticano -de 1870- el Papa tiene verdadera jurisdicción universal, plena, ordinaria e inmediata sobre toda la Iglesia, por la voluntad de Jesús. Si alguien lo niega queda excomulgado ipso facto. (Anatema)
    3.- Sin embargo, a pesar de lo anterior eso no quiere decir que el Papa por ser Papa, infalible y toda la cosa es un dictador o tirano que puede hacer todo lo que le venga en gana y que por tanto se le debe obedecer siempre, o que su juicio siempre sea correcto. Aquí es donde deben encuadrarse ciertos hechos:
    *La famosa carta de Pío IX a un tal obispo de Rohan «si un Papa en el futuro ordenara algo malo pues no le obedezcan», carta ampliamente citada en medios lefebvrianos y que supongo conocida de todos
    *Los escritos de ciertos teólogos renacentistas, como Vitoria, Cano, Cayetano y otros. Uno de ellos -no recuerdo cuál- sostiene que si un Papa reformase sustancialmente la liturgia devendria cismático por ello
    *Lo anterior parece estar en línea con el juramento medieval de la coronación papal donde el Papa jura no reformar la liturgia
    *Un Papa renacentista encargó a un cardenal franciscano español la redacción de un nuevo breviario, el famoso breviario de la Santa Cruz que ocasionó una revuelta popular en España. Como es obvio el siguiente Papa condenó y prohibió definitivamente ese breviario extraído de la imaginación de un cardenal y su grupo, sin embargo hay que decir que se quedó un elemento de ese breviario: el Oficio de Santa María en Sábado, y algunos responsos.
    *San Pío V maldice a quienes osen alterar el misal por el sancionado
    *Los Papas en el pasado han insistido en conservar la integridad de los ritos orientales, ¿acaso eso no aplica también al rito romano?

    Si yo fuera cura me guiaría por la frase evangélica «Por sus frutos los conocereis»: los frutos de esos ritos son patentes. Son la piedra angular del Novus Ordo. Negarlo es de plano tener muy mala fe y ser un negador de una realidad. La infalibilidad del Papa y la indefectibilidad de la Iglesia quedan salvados en el sentido de que los ritos de Pío XII no contienen ciertamenta ninguna herejía (como el breviario de la Santa Cruz renacentista), y sin embargo fueron hechos con una intención obvia: acostumbrar a los fieles al cambio litúrgico. Creo que algunas de las reformas de San Pío X, como la destrucción del breviario romano deben ser vistas con los mismos ojos. Esa polémica debe ser resuelta por el siguiente Papa verdadero, si lo hay. Él debe juzgar tras analizar la cuestión y sopesar todos los argumentos y hechos

    Con respecto a las menciones de distintos curas y grupos sedevacantistas..todos esos se deberían llamar mejor al silencio, que por su culpa estamos como estamos. No tienen cara para hablar de obediencia o de liturgia

    Pivarunas por ejemplo es un cismático que ha osado usurpar la potestad de la jurisdicción ordinaria, no ya de los obispos diocesanos sino del Papa. Me consta que pretendió «recibir en la iglesia» a un obispón ucraniano fociano de rito griego, también me consta que se niega a fomentar la comunidad de los fieles. Y además es un hereje, puesto que negándose tanto de palabra como de obra a la restitución de la Iglesia como institución jurídica niega el concepto catolico de iglesia concebido por Jesus. ¿Con qué cara pide obediencia a los ritos de Pío XII? aclaro que no soy conclavista del grupo squetinista antes que me digan nada, pero de que tienen razón en ese punto la tienen

    Y aún entre los conclavistas no tienen unidad en ese punto litúrgico que es con razón disputado. Tres obispos u «obispos» conclavistas europeos, dos españoles y uno checo siguen los ritos de San Pío X, ellos no lo esconden. Y sin embargo bien que con ellos los otros conclavistas no los acusan de galicanos ni desobedientes porque los rebatirían y su relativa unidad se vendría abajo

    Y quisiera finalmente recordarles a todos que la unidad del culto no significa que tengamos que tener una unidad monolítica. El misal romano aun después de Trento presentó diferencias de diócesis a diócesis y de orden a orden, siempre hubo multitud de costumbres locales que incluso contradecían a las rúbricas y sin embargo la Santa Sede siempre toleró tales costumbres y muchas de ellas, como las de España y sus antiguos reinos fueron aprobadas y confirmadas. En los ritos orientales la diversidad fue incluso mayor. Les aseguro que por ejemplo, la misma misa griega bizantina no era exactamente igual celebrada por los melquitas en Estados Unidos a como se celebraba en Grecia o en Ucrania por los uniatos. Todos celebraban en vernáculo y solo unos pocos seguían usando el griego koiné

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  2. Con el respeto debido al padre Pío Espina Leupold, pero es apenas obvio que él (al igual que su coadjutor y hermano de sangre Julián, y el brasileño Gabriel María Rodrigues) defienda la reforma de 1955, toda vez que es con ese rito que él celebra la Misa (a sabiendas de su origen –el masón Annibale Bugnini CM– y finalidad –establecer una “cabeza de puente” para el Novus Ordo Missæ venidero–); y si quiere ser coherente, debe seguir y defender el uso en el Breviario del Salterio reformado por el jesuita Augustin Béa/Behayim/Behar. Y con esta respuesta al obispo que lo ordenó (Pío Espina fue ordenado por Mons. Donald Sanborn el 14 de Junio de 2003, sábado de Témporas de Pentecostés), lejos de una apología, en realidad le hace un flaco favor al Papado, pues como dice el doctor Melchor Cano OP, “Aquellos que, ciega e indiscriminadamente defienden todas y cada una de las decisiones del supremo Pontífice son los que más están haciendo por socavar la autoridad de la Santa Sede; destruyen, en lugar de fortalecer, sus cimientos. Pedro no tiene necesidad de nuestras mentiras ni de nuestra adulación”.

    Ítem, la misma Constitución “Pastor Ætérnus” que la Infalibilidad Pontificia es ex offício y tiene como fin confirmar en la fe a establece las condiciones para que un pronunciamiento papal sea considerado infalible ex cáthedra: (1) que el Papa cumpla su cargo (ex offício) como Pastor y Doctor universal, (2) defina por su suprema Autoridad Apostólica (3) que una doctrina sobre fe y costumbres sea sostenida por toda la Iglesia Universal. Bajo esta perspectiva, ni “Epístola Tua” ni el discurso a la Unión Apostólica del Clero (y en general, ningún pronunciamiento o escrito papal como Doctor privado) son Magisterio Infalible; por eso, puede ser susceptible de error. No entender esto es sobredimensionar la autoridad papal y caer en las palabras del padre Henri Le Floch C. S. Sp.: “La herejía que viene será la más peligrosa de todas; y ella consiste en la exageración del respeto debido al Papa y en la extensión ilegítima de su infalibilidad”.

    Señalar los errores y desaciertos de Pío XII (¡si tan sólo fuesen los señalados por Mons. Sanborn!) o de cualquier otro Papa no quiere decir en absoluto que se haga juicio a la institución del Papado –¡lejos de todo buen católico siquiera plantearlo, porque sería conciliarismo, y ya bastante tenemos con los conciliares y su “colegialidad episcopal” y
    el “sacerdocio común”–. Pero es deshonesto citar “Prima Sedes a némine judicátur” y hacer luego tábula rasa de “nisi deprehendátur a fide dévius”. De otro modo, apague y vámonos.

    Post scriptum: Fue Clemente VII quien comisionó al cardenal Francisco de los Ángeles de Quiñones OFM la reforma del Breviario (reforma que antecedió al Libro de Oración Común de los anglicanos). Si bien el nuevo breviario tuvo acogida en varios capítulos catedralicios (sólo la primera edición en 1535 tuvo 100.000 copias), fue censurado por los teólogos de La Sorbona y por Fray Domingo de Soto OP, siendo finalmente condenado por San Pío V en 1568.

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  3. Las reformas litúrgicas aprobadas y instituidas por orden de Su Santidad el Papa Pio XII ocurrieron entre los años 1951 y 1958. La comisión designada para la realización de los trabajos y estudios contaba, como ya sabemos todos, con dos modernistas muy conocidos, Bugnini y Bea, y que tras la muerte de este Romano Pontífice, juntamente con Pablo VI, implementaron con éxito sus propias concepciones acerca de las reformas litúrgicas, haciendo parecer – a los incautos – que sus reformas eran tan sólo la continuidad de las reformas iniciadas por el Papa Pío XII, y con un reconocimiento implícito de éste, cómo quiso hacer parecer el pseudo Papa Pablo VI, Montini, intentando dar un carácter de ortodoxia a los cambios aburdos que vendría a realizar.

    Considerando estas cosas, algunos pocos sedevacantistas intelectualmente deshonestos y soberbios – aunque muy críticos de la FSSPX, por considerar que ésta aunque reconozca a los pseudopapas del postconciliábulo Vaticano II como legítimos, lo que no lo son, absolutamente, los desobedescan y elijan según sus propios gustos lo que es o no ortodoxo en la doctrina, actúan de forma semejante a la FSSPX – o de forma aún más grave considerando que el Papa Pío XII fue de hecho un Papa legítimo – y bajo los más diversos y absurdos pretextos se sienten justificados en rechazar completamente las reformas de este Romano Pontífice, o parte de ellas, particularmente su reforma de la Semana Santa, creyendo que estas fueron el preludio de las catastróficas reformas subsiguientes, incurriendo, con eso, en el gravísimo pecado de desobediencia, herejía y cisma.

    En particular, sobre la Semana Santa, desafío a cualquiera a leer en su totalidad el decreto emanado de la conclusión de los trabajos realizados por la comisión designada por el Romano Pontífice para estudiar, analizar y llevar a buen término esta legítima reforma, a saber “Maxima Redemptionis nostrae mysteria» (1955), y encontrar en este mismo texto una sola referencia, cualquier que sea, a Bugnini. ¡Por Dios! Bugnini fue secretario de la Comisión instituida por Pío XII, ¡él no formaba parte de la comisión de estudios! ¿Saben ustedes cuál es el papel de un secretario de una comisión pontificia de estudios? En el caso de que no lo sepas, diré yo, la única tarea del secretario, como cualquier otro secretario en la historia del mundo, es simplemente comunicar y presentar al Pontífice (el Jefe) el progreso de los trabajos de la Comisión de estudios, así como presentar las opiniones del Pontífice a la Comisión con respecto a los resúmenes presentados y dar el «placet» o «non placet».

    Nosotros, católicos, estamos obligados a someternos al Romano Pontífice no sólo en cuestión de doctrina, sino también en la liturgia debido a la correlación que hay entre las dos cosas, por supuesto – “lex orandi lex credendi”. Esto nos enseña el Magisterio y todos los sedevacantistas medianos ya lo saben, o por lo menos ya lo deberían saberlo…

    “El soberano Pontífice, por su parte, goza del derecho de reconocer y establecer cualquier práctica que toque la adoración de Dios, para presentar y aprobar nuevos ritos, así como para modificar los que juzga que exigen modificación” (Mediador Dei, Papa Pío XII, 11/20/1947, Canon 1257)

    “Unicamente a la Sede Apostólica pertenece ordenar la sagrada liturgia y aprobar los libros litúrgicos.” (Canon 1257, CIC, 1917)

    Bastarían dos sanciones emanadas de los decretos del Concílio de Trento para, per se, poner fin a cualquier discusión en esta cuestión:

    “Si alguien dice que las ceremonias, las vestimentas y las señales exteriores, que la Iglesia Católica usa en la celebración de misas, son incentivos a la impiedad, y no al servicio de la piedad: sea anatema.

    “Si alguno dijere que los ritos recibidos y aprobados de la Iglesia Católica, en uso en la administración solemne de los sacramentos, pueden ser despreciados o omitidos sin pecado, al placer de los ministros, […] sea anatema. (Cánones sobre la Misa. Denziger)

    La Santa Iglesia no puede proponer nada pernicioso a los fieles, ni en materia de fe ni tampoco en disciplina litúrgica – jamás propuso ni propondrá – éste siempre fue el sentir común entre los Santos Padres y doctores de la Iglesia.

    Y para aquellos que reconocen a Pío XII como Papa legítimo pero que resisten a sus reformas, y que rechazan las mismas reformas por juzgar a Pio XII como a un tonto que no sabía lo que pasaba a su alrededor y que, por eso, fue engañado por el astutísimo Annibale Bugnini, pido que echen un vistazo a lo que el mismo Romano Pontífice, el Papa Pio XII, dijo en su discurso a los participantes en el Congreso Internacional de Liturgia Pastoral acerca de la importancia y la obligatoriedad de aceptarse las reformas litúrgicas que él realizó (Salón de las Bendiciones – sábado, 22 de septiembre de 1956).

    O sea, la cuestión es muy simple, o se admite que Su Santidad el Papa Pío XII fue de hecho un legítimo Pontífice y se aceptan sus reformas, o se niega que haya sido un Papa legítimo y punto, no hay término medio (reconocer & resistir).

    “Sede vacante nihil inovatur” (Canos 436, CIC 1917)

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  4. A Novissima Hora:

    Al parecer no le importa que le citemos HECHOS innegables (que la pseudo reforma espuria del breviario y de la Semana Santa era el primer paso hacia una reforma de la misa, pronto le enviaré al editor un escrito de un benedictino de los años 50 como prueba de esto para que todos la vean), y el parecer de teólogos que nos indican sobre los alcances de la autoridad pontificia y en qué casos es lícito desobedecer al Papa; usted sigue en sus cuatro insistiendo en el errado juicio del veterocatólico Pivarunas y ahora del sedicente Squettino y sus secuaces a quienes sigue en su delirio de elegir a otro antipapa. Debería tener honestidad intelectual y llamarle también desobedientes, herejes y cismáticos a sus «obispos» conclavistas tres de los cuales rechazan de plano las susodichas reformas. ¿Quiere nombres?

    No contento con eso ahora pretende echarnos encima los cánones condenatorios del concilio de Trento, pues bien sepa que esos anatemas recaen sobre quienes siguen esas reformas a sabiendas de que son una innovación espuria, aunque los haya aprobado el Papa, y que implican un verdadero rechazo de lo ya recibido y una declaración implícita de que los ritos anteriores, usados por mil años son conducentes a la impiedad, y a propósito también les cae la condena del arqueologismo litúrgico del propio Pío XII, porque pretendieron «restaurar» el rito y depurarlo de la Edad Media ¡Anathema sit!

    Estoy seguro que por seguir esos ritos les sobrevendrá algún mal, como a los levitas del Antoguo Testamento que ofrecieron a Dios carne cocida y no carne cruda. Si algún día hay un Papa verdadero, uno cuya agenda este con la iglesia por supuesto -porque ya hubo suficiente de Papas malos- estoy cierto que lo primero que hará será borrar de un plumazo todas esas pseudo reformas y condenar a quienes las hayan seguido y sigan. Lo que ya sucedió con San Pío V y la condena del breviario de la Santa Cruz.

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  5. A Stehle:

    Necesita sacar de sus argumentos (y corazón) ese sentimiento iracundo, temerario y anticristiano.

    No soy «conclavista», pero sé que la extinción de la Vacancia de la Sede Apostólica (sea como sea, ordinariamente o extraordinariamente) es una necesidad, y negarlo, además de una herejia, es negar la realidad misma de los hechos.

    En tiempos normales, durante los interregnos de la muerte de los Papas, en algún momento, ¿no fueron sedevacantistas y conclavistas todos los católicos de la Tierra? ¿No reconocían y aceptaban la muerte del Papa legítimo y no ansiaban por la elección de un sucesor? Si durante el Gran Cisma de Occidente, o en todas las elecciones papales anteriores y posteriores, la Iglesia hubiera cruzado los brazos y esperado a que San Pedro y San Pablo, o Elías y Enoc, o la Santísima Virgen o el Espíritu Santo en forma de paloma, eligieran a un Papa para la Iglesia, ¿sería menos absurdo que intentar, o imaginar, elegir a un Papa tan solo con las fuerzas humanas? Desde los tiempos apostólicos los cristianos siempre han dado por sentado el hecho de que estarían viviendo en los últimos tiempos, ellos siempre han sido apocalípticos y parusiacos, reconociendo en su propio tiempo los mismos signos que reconocemos hoy para llegar a la misma conclusión. Pero no por eso creían que ya no sería más necesario seguir los procedimientos de cada época para poder elegir a un Papa, creyendo que Dios iba a arreglar todo por via extraordinaria. Por supuesto que no.

    Pero, además de todo eso, espero con firme confianza en Dios y en la Vírgen Santa que – ordinariamente o extraordinariamente – todo eso termine lo antes posible, y sean acortados los tiempos para que la humanidad entera no perezca.

    Termino aquí mi participación en esta discusión. Sinceramente, estoy harto de tantas discusiones y peleas estériles que pululan en internet, y que, directa o indirectamente, terminan dañando a las personas de una forma u otra. Y dadas las actuales circunstancias, creo que no tenemos tiempo que perder con esas discusiones que, por ahora y en mi opinión, no nos sirven para nada o casi nada; o únicamente pueden servir para fomentar el carácter sectario y belicista que impera en casi todos los grupos sedevacantistas, un verdadero «bellum omnium contra omnes».

    Que Dios nos bendiga a todos, y que la Santísima Virgen nos guarde a todos en estos tiempos terribles que nos toca vivir.

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