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JUICIO SOBRE RATZINGER / BENEDICTO XVI POR EL P. VIGANÒ


[Extracto de la reciente entrevista de Radio Spada al P.Viganò. Consta de los párrafos concernientes a Ratzinger. Se recomienda leer la entrevista entera AQUÍ. 

Entrevista recomendada a los partidarios de “Benedicto XVI PAPA” cuya posición sólo se sustenta en la ignorancia de la verdadera trayectoria de Ratzinger antes y después de ser papa así como en la ignorancia o desprecio de la teología católica del papado y del Magisterio de la Iglesia ordinario y solemne (Constitución dogmática Pastor Aeternus del Concilio Vaticano]

[JUICIO SOBRE RATZINGER DE VIGANÒ]

Durante el pontificado de Juan Pablo II algunas de las tendencias más extremas del Concilio cobraron impulso con el politeísmo de Asís, los encuentros en mezquitas y sinagogas, las peticiones de perdón por las Cruzadas y la Inquisición y la llamada purificación de la memoria. La potencia subversiva de Dignitatis humanae y de Nostra aetate se hizo patente en aquellos años.

Luego vino Benedicto XVI y trajo la liberación de la liturgia tradicional, a la que hasta entonces se había opuesto declaradamente, a pesar de las concesiones pontificias posteriores a las consagraciones episcopales de Ecône. Desgraciadamente, las desviaciones ecuménicas no acabaron ni siquiera con Ratzinger, como tampoco la ideología conciliar que las justificaba. La renuncia de Benedicto y la llegada de Bergoglio siguieron abriendo los ojos a muchísimos, sobre todo a fieles laicos.

RS: Un tema diferente pero relacionado con éste es el relativo a los protagonistas de las etapa conciliar y postconciliar. Detengámonos un momento en la figura de Ratzinger; es innegable, aunque con matices diversos, el papel que cumplió el teólogo bávaro tanto durante el Concilio como después (recordemos que de 1981 a 2005 fue Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, de 2005 a 2013 reinó en el solio de San Pedro y desde 2013 es papa emérito). Por nuestra parte, el juicio del ratzingerismo es indudablemente negativo; mientras dirigió la Congregación para la Doctrina de la Fe prosperaron las mismas desviaciones que hoy vemos extenderse sin disimulo. Nada más ser elegido Papa retiró la tiara del blasón pontificio; prosiguió la vía del ecumenismo indiferentista renovando las escandalosas celebraciones de Asís; en Erfurt llegó al punto de afirmar «el pensamiento de Lutero, su espiritualidad, era totalmente cristocéntrico»; en el motu proprio Summorum pontificum dijo que la Misa de siempre y el Novus Ordo eran dos formas del mismo rito (cuando por el contrario suponen dos teologías opuestas; más tarde creó ese improbable híbrido del Papa emérito vestido de blanco que –independientemente de las intenciones, que no juzgamos– parece ser no sólo un peligroso equívoco, sino un engranaje casi imprescindible del dualismo que inspira la actual dinámica de disolución eclesial. Estos pocos ejemplos, a los que podríamos agregar muchos más, son en nuestra opinión reveladores de que Ratzinger, desde siempre aunque no siempre ejerciera un mismo cargo, estuvo del otro bando. Ya habíamos visto su afirmación sobre la fábula de la hermenéutica pero también en otras ocasiones V.E. ha señalado algunos aspectos problemáticos del pensamiento ratzingeriano. En concreto nos referimos a una declaración reciente de V.E. a LifeSiteNews en la que dijo: «Eso sí, sería deseable que, sobre todo teniendo en cuenta el juicio divino que le aguarda, se distanciara teológicamente de esas posturas erróneas –me refiero en concreto a las expuestas en Introducción al cristianismo que siguen divulgándose en universidades y seminarios que se jactan de católicos». Por tanto, le preguntamos: ¿cómo sintetizaría para nuestros lectores el pensamiento del teólogo bávaro? Es más: V.E., que ha tenido oportunidad de trabajar en estrecho contacto con Benedicto XVI,  ¿que nos puede decir de él en el plano humano? Quede claro que no se trata de una pregunta sobre aspectos reservados, sino sobre la personalidad que ha podido conocer de cerca.

Muchos actos de gobierno de Benedicto se ajustan a la ideología conciliar, la cual el teólogo Ratzinger siempre ha defendido con ardor y convencimiento

CMV: Estoy bastante de acuerdo, aunque con hondo pesar, con todo lo que acaba de enumerar. Muchos actos de gobierno de Benedicto se ajustan a la ideología conciliar, la cual el teólogo Ratzinger siempre ha defendido con ardor y convencimiento. Su formación filosófica hegeliana lo ha llevado a aplicar el esquema tesis-antítesis-síntesis al ámbito católico. Por ejemplo, entender que los documentos del Concilio (tesis) y los excesos del postconcilio (antítesis) se pueden resolver en famosa hermenéutica de la continuidad (síntesis); tampoco escapa a ello el la invención del papado emérito, donde entre ser papa (tesis) y no serlo más (antítesis) se opta por la fórmula conciliatoria de serlo sólo en parte (síntesis). La misma mentalidad determinó todo lo que hizo para liberar la liturgia tradicional, a la que sitúa junto a su opuesta conciliar en un intento de contentar tanto a los autores de la revolución teológica como a los defensores del venerable rito tridentino.

El problema es, por tanto, de índole intelectual, ideológica: ha aflorado cada vez que el teólogo bávaro ha querido solucionar la crisis que aqueja a la Iglesia. En todos esos casos, su formación académica, influida por el pensamiento de Hegel, ha creído que es posible juntar el agua con el aceite. No tengo motivos para dudar que Benedicto XVI haya querido a su manera tener un gesto de conciliación con el tradicionalismo católico. Ni que no sea consciente de la desastrosa situación en que se encuentra el cuerpo eclesial; pero la única manera de recomponer la Iglesia es seguir el Evangelio, con una perspectiva sobrenatural y sabiendo que por designio de Dios el bien y el mal no se pueden juntar en un fantasmagórico término medio, sino que siempre serán contrarios e irreconciliables, y que sirviendo a dos señores se termina por no contentar a ninguno de los dos.

Por lo que se refiere a mi conocimiento directo de Benedicto XVI, puedo decir que en los años de su pontificado, en los que serví a la Iglesia en la Secretaría de Estado, en el  Gobierno de la Ciudad del Vaticano y como nuncio en Estados Unidos, la idea que me he hecho es que se rodeó de colaboradores inadecuados, que no eran de fiar, e incluso algunos corruptos, que se aprovecharon mucho de su suavidad de carácter y de lo que se podría considerar una suerte de síndrome de Estocolmo, en particular con el cardenal Bertone y con su secretario particular.

RS: En algunos artículos publicados en CatholicFamilyNews.com se señaló que la postura de V.E. con respecto a la situación de la Iglesia se aproxima a la de monseñor Bernard Tissier de Mallarais, uno de los cuatro obispos que consagró monseñor Lefebvre. La misma fuente mencionaba una cita de V.E. en el sentido de que monseñor Lefebvre habría sido un confesor ejemplar de la Fe. A la luz de la firme crítica al Concilio, y de que, por otro lado, no se adhiere al sedevacantismo, cabría hipotizar que su postura se acerca mucho a la de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X. ¿Nos podría decir algo al respecto?

CMV: En muchos sectores del mundo católico, y sobre todo en los ambientes conservadores, se afirma que Benedicto XVI sería el verdadero papa y que Bergoglio sería un antipapa. Esta opinión se basa por un lado en el convencimiento de que su renuncia es inválida (por la manera en que se redactó, por las presiones externas o por la distinción entre munus y ministerium papal), y por otro en que un grupo de cardenales progresistas maniobraron para conseguir que en el cónclave de 2013 saliera elegido un candidato de los suyos, incumpliendo con ello las normas que fijó Juan Pablo II en la constitución apostólica Universi Dominici gregis. Más allá de la verosimilitud que puedan tener estas afirmaciones, que de confirmarse invalidarían la elección de Bergoglio, es un problema que sólo puede resolver la Autoridad Suprema de la Iglesia, cuando la Providencia se digne poner fin a esta situación de gravísima confusión.

[Traducción  de la entrevista vista en el portal “Adelante la Fe”]

[Énfasis en negrita propios]